El mundo es un casino

13/07/2005
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La humanidad vive en un mundo de competencias, de pugnas y de odios. Los derechos más esenciales de un ser humano por el hecho de nacer, y consagrados en Cartas Fundamentales de cada nación son letra efímera. Hoy quien aspire a una vivienda, a un empleo, a un cupo en la educación, debe competir y no por deporte, pues en este caso se le va la vida. El predominio de los fuertes se expresa a través de gobiernos, parlamentos y sistemas de justicia. La estratificación es la figura de la sociedad moderna, la misma que crece y manifiesta sus desarrollos impresionantes en las comunicaciones instantáneas, y en los prodigios científicos que asombran. El poder material de los fuertes se instala sin dejar otras opciones. No es la fortaleza de la razón la que impera. Los índices de carencias materiales, los niveles de exclusión social y cultural, y otras precariedades son datos que con frecuencia entregan organismos internacionales y nacionales técnicamente autorizados. Los indicadores acusan la cruda marginalidad. Hoy el parlamento chileno aprueba una ley que permite la creación de casinos en cada región. Los municipios se hacen parte de la ya reñida competencia por ser rectores de tales empresas o por captar vía impuestos algo del lucro que genera el juego. Como los municipios viven al debe es esa una opción de nuevos ingresos para sus sistemas de educación y salud colapsados por los crecientes déficits. Caen en el azar de la ruleta. Nadie dice no a esas formas de financiamiento envilecido. Se siguen escapando los que deben en justicia proveer los recursos. El Estado apuesta a lo superfluo y al derroche.. La sociedad mundial es gobernada con criterios de casino. El despilfarro de los que juegan ha de servir como una dádiva para solventar el deporte, la cultura y otras prioridades. Pero todo dependerá del azar. Del estiércol nacerán bellas flores. Quien contamina paga. La avaricia extranjera mueve glaciares en las montañas del río Huasco. Los cisnes de cuello negro son exterminados en el sur chileno. Esa es la ley política y la moral de quienes la aprueban. Los casinos son parte de una ideología y no se dice, son consustanciales, responden a un concepto de sociedad. Con ellos va también el correo de la droga, la prostitución, el alcoholismo y más corrupción. Los casinos son expresión de una nueva patología que afecta a la sociedad. En Chile vivimos con la práctica cotidiana de las rifas desde las escuelas, de los reinados estudiantiles de belleza a través del dinero callejero. Las ventas de frituras en el mundo de la marginalidad social sirven para salvar una vida. Las loterías y los concursos permiten acceder a una vivienda, o la posibilidad de continuar estudios superiores. La dignidad, la libertad, el progreso y la justicia no han de pasar por esa deleznable diversión. - Carlos Poblete Avila, profesor de Estado
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