Resistencia y soberanía del Pueblo Boliviano

10/06/2005
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Bolivia viene ha venido soportando la violencia estructural y social a lo largo de su historia. Las luchas de los mineros, campesinos y sectores sociales ponen en evidencia la grave situación que vive, frente a la inercia y complicidad de gobiernos que han privilegiado los sectores del poder y dejado en el olvido intencionado al pueblo; que ha reaccionado a través de la resistencia social. El empobrecimiento es cada vez mayor, y la población debe soportar la falta de políticas y programas que contemplen las necesidades básicas, recursos para la salud, la educación, el trabajo, es decir una vida digna, mientras se llevan sus recursos. Cuando reaccionan frente a las injusticias, los acusan de subversivos y violentos por sus reclamos sociales, y la respuesta desde el Estado es la represión. Gobiernos en muchos países, están aplicando las llamadas "leyes antiterroristas", que justifican que, a cualquier protesta social se la asocie con el terrorismo, y no con el derecho de los pueblos. El pueblo boliviano esta sentado sobre grandes recursos y riquezas que les pertenecen, pero esos beneficios no le llegan y concretamente son saqueados por las transnacionales y la oligarquía ,que acumulan y no distribuyen las ganancias. La renuncia del Presidente Carlos Mesa pone en evidencia las fuertes presiones que llevaron a la ingobernabilidad del país y al aumento de las tensiones, generando el caos y la violencia; con la amenaza de un posible golpe militar apoyado por los Estados Unidos, que busca imponer a quien puede proteger sus intereses económicos y políticos en el área de los hidrocarburos y principalmente del gas. Lamentablemente ya hay un muertos y dos heridos, víctimas de la violencia institucional. En el marco de ésta situación, uno de los hechos preocupantes que hay que destacar es el acuerdo entre EE.UU. y el gobierno del Paraguay para el ingreso de tropas norteamericanas, con total inmunidad, a ese país. La intervención del embajador norteamericano en Bolivia es un signo de alerta de los manejos para impedir que Evo Morales, dirigente del MAS, pueda acceder a la presidencia de Bolivia. Existen antecedentes de alto riesgo, donde el gobierno de Bush "ordena" al Secretario General de la OEA, que siga con atención el desarrollo de los acontecimientos en Bolivia y que, si es necesario, se tomen las "medidas adecuadas". No sería raro que tengan en mente, con la proximidad de tropas norteamericanas en Paraguay, una intervención semejante a la invasión en Haití, cuyas graves consecuencias son innegables, al soportar las tropas de ocupación, la violencia y el aumento de la pobreza. Está en debate en el Parlamento, donde todavía no han tomado decisiones, la convocatoria a una Constituyente y el llamado a elecciones presidenciales adelantadas, que la misma Iglesia Católica viene promoviendo, a fin de lograr la estabilidad constitucional y la normalización del país. Luego de fuertes tensiones en el Parlamento y la renuncia de Vaca Diez y Mario Cossío, asume como presidente de Bolivia el titular de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez, quien deberá convocar a elecciones anticipadas en el término de 90 días. El dirigente del MAS, Evo Morales, reclama la nacionalización de los recursos del pueblo, los hidrocarburos y el gas; a lo que se oponen sectores empresariales, aliados con el gobierno de los EE.UU. La violencia estructural y social ha dañado profundamente las condiciones de vida y la reacción del pueblo es legítima al reclamar sus derechos, que sistemáticamente les son negados. Los acontecimientos se aceleran y cambian rápidamente. Esperemos que el sentido común, que se ha transformado en el menos común de los sentidos, permita a los dirigentes políticos y organizaciones sociales a encontrar caminos y alternativas para lograr el respeto a la soberanía del pueblo boliviano y reclamar cambios profundos en las instituciones del Estado. Esperamos que esos cambios que el pueblo reclama, se realicen sin violencia, a través del diálogo y teniendo como guía el bien común. El problema que vive Bolivia no es un hecho aislado del resto del continente latinoamericano, que viene sufriendo la imposición de políticas neo-liberales por el FMI , el BM y el Departamento de Estado Norteamericano; que exigen la privatización de las empresas nacionales, de los servicios y los recursos naturales. El gran debate que se abre es analizar el tipo de democracia que viven los pueblos, más formal que real, delegativa y no participativa. Cuando los pueblos votan, al día siguiente quedan en estado de indefensión; al delegar el poder en quienes gobiernan, los ciudadanos quedan excluidos de las decisiones del Estado. El sistema democrático impuesto está en crisis y es necesario revertir esa situación de democracias delegativas que llevan a los pueblos a la dependencia y a la perdida de la soberanía. Como dicen los hermanos indígenas del Cauca, en Colombia; "hay que hacer caminar la palabra de la resistencia", recuperar el verdadero sentido de las palabras, hacia la construcción de democracias participativas, donde los grandes temas y problemas que hacen a la situación de los pueblos, a su presente y futuro, se decidan a través de plebiscitos, consultas populares, referéndum. Y disponer de la capacidad de revocatorias de mandatos a gobernantes y funcionarios que no cumplan con su deber de ser servidores del pueblo. No hay hechos aislados en el continente; existen emergentes sociales a partir de la resistencia y participación social de los pueblos frente a las injusticias: como el reciente rebelión popular en Ecuador frente a un gobierno que traicionó a su pueblo, o el alzamiento popular en Argentina del 2001, ante un gobierno incapaz que llevó a una debacle económica y al aumento de la pobreza. El continente latinoamericano está en estado deliberativo y en promover acciones que lleven a los cambios que los pueblos requieren. Mientras, las políticas neoliberales pretenden globalizar la miseria, la marginalidad y la dominación. El Pueblo boliviano ha dado a través de su historia claros ejemplos de resistencia y dignidad y hoy vuelve a alzar su voz para evitar el saqueo de sus recursos que afectan al presente y futuro del país. Los pueblos del continente deben estar en estado de alerta frente a las políticas impuestas por los centros del poder dominante y desarrollar la solidaridad y apoyo entre si. Hoy es Bolivia, mañana pueden ser otros pueblos. Buenos Aires, 11 de junio del 2005
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