Una Infancia prohibida

14/03/2000
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La Unicef divulgó, en diciembre del año pasado, el informe Estado Mundial de la Infancia 2000. Brasil figura como infanticida, ocupando el 105 puesto entre 109 países, con índices comparables a los de Filipinas, Vietnam y de Kazajstán que son países más pobres que el nuestro. De cada 1000 niños nacidos vivos en nuestro país, 42 mueren antes de los cinco años de edad. Y 36 antes del primer año de vida, igual que el índice de Vietnam. La diferencia estriba en que allá un habitante, estadísticamente hablando, tiene una renta anual equivalente a 310 USD. Aquí, la renta es de 4.790 USD. Cada año, 120 mil niños son enterrados en Brasil antes de que cumplan los doce meses de vida. De estos, 57 mil mueren antes de la primera semana. Las causas orgánicas: el hambre y la falta de salubridad básica, que impide la limpieza del agua que se mezcla con los alimentos, provocando diarrea. El 28.8% de la población brasileña no dispone de alcantarillado. Causa política: la falta de gobierno. En los Estados Unidos la proporción de la defunción infantil es de 8 por mil, lo que permite al país figurar en el 31? lugar. Ahora, dirán los bien pensantes, la patria del Tío Sam es la nación más rica y poderosa de toda la historia. De acuerdo. Mas, ¿cómo reaccionarán ante el hecho de que hay un empate en 31 puesto? Para ironía del destino y la ira de quienes condenan el socialismo, la posición norteamericana en el ranking es dividida con Cuba. Esto da que pensar. ¿De qué vale la asistencia periódica a las urnas, si el Brasil abriga, según la Unicef, 21.1 millones de menores de 18 años en familias con renta per cápita de hasta medio salario mínimo (R.68)? Para el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística), son 24 millones los menores afectados por la pobreza. Entre la "democracia" de Herodes y la "dictadura" de Fidel, ¿qué sería mejor para dar basta en la fábrica de angelitos? No defiendo a Cuba como modelo para Brasil. Pero no tengo duda que el modelo socialista allí vigente asegura mejores condiciones de vida para la mayoría del pueblo, que el capitalismo reinante en los demás países del continente. Al desembarcar en la Habana, en enero de 1998, el Papa Juan Pablo II vio el enorme letrero en el aeropuerto: "Esta noche, millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno de ellos es cubano". ¿Qué otros países de América Latina pueden afirmar lo mismo? En Brasil, el índice de mortalidad infantil cae en las áreas donde trabaja la Pastoral de la infancia, monitoreada por la CNBB (Confederación Nacional de Obispos del Brasil) y bajo la coordinación de la pediatra Zilda Arns, hermana de Mons. Paulo Evaristo Arns. La pastoral actúa en 3.186 municipios del país, a través de 124 mil líderes comunitarios. Acompaña a las gestantes y el desarrollo de los niños. La reducción de la mortalidad infantil es significativa: 15 defunciones de cada mil niños nacidos vivos. Sólo el 8% de los niños brasileños va a guarderías. Hay una ley que obliga a toda empresa con más de 50 funcionarios a mantener una guardería. ¿Quién cumple? ¿Quién sanciona? Resultado: los padres salen al trabajo, el bebé se queda con el hermanito que, a su vez, deja de ir a la escuela. Y sólo el 51% de los niños entre 4 y 6 años va a la pre-escolar. Trabajo precoz Según la Unicef, no todo anda para atrás en Brasil. En los últimos diez años se erradicó la poliomielitis y se aprobó el Estatuto del Niño y del Adolescente. Con todo, 2.9 millones de brasileños entre 5 y 14 años, trabajan para reforzar la renta familiar. El índice de trabajadores precoces aumenta a 5.7 millones en la franja etaria de 10 a 16 años. Según la IBGE, apenas trabaja el 58.8% de los jóvenes de sexo masculino entre 10 y 24 años y el 33,1% de las jóvenes de esa faja etaria. Sólo en los basureros de nuestras ciudades trabajan diariamente 50 mil niños. Y todavía hay quienes juzgan al brasileño de prejuicioso, adverso al trabajo e indolente. Es la élite de este país que es ambiciosa, egoísta y opresora. El informe señala que la renta anual del 10% más rico de la población brasileña es 30 veces superior a la del 40% más pobre. En los Estados Unidos la diferencia es de 5 veces. Aquí el 10% de la población posee el 53% de la renta nacional y el 93% de la riqueza del país. Una semana antes de que Unicef divulgara esos datos, Bill Clinton trató de justificar su arrogancia en la fracasada reunión de la OMC, en Seattle, citando a Brasil como el país que todavía explota el trabajo infantil. Por tanto, las exportaciones brasileñas tendrían cada vez más dificultades para entrar en los Estados Unidos por estar estigmatizados por el sufrimiento de tantos niños. Puro pretexto. Es verdad que aquí hay explotación de la mano de obra infantil. Pero también es cierto que los países industrializados admiten cada vez menos que productos extranjeros compitan con los similares nacionales. Desespérense Brasil y todos aquellos que creyeron, hasta hoy, en el libre comercio. El presidente de Brasil es profesor. Sin embargo, 1.3 millones de niños están fuera de las aulas de clase. En el mundo, 500 millones de niños se encuentran en la miseria. En 1998, la Unicef calculó que con 7 mil millones de dólares, en una década todos los niños del planeta tendrían acceso a la educación básica, librándose del trabajo precoz. Y observa: "Esa cantidad es menor a lo que los europeos gastan anualmente en el consumo de helados". Piensa que las heladerías europeas tuvieron ganancias reducidas al año siguiente. La banalización del sexo por los medios de comunicación y la falta de referencias ético-religiosas, así como la degradación familiar y la pobreza, han favorecido el aumento embarazos precoces. De acuerdo a los datos de la IBGE, 50 mil niñas de hasta 15 años ya tuvieron por lo menos un embarazo. La incidencia sube a 102 mil niñas de hasta 16 años de edad. Estadísticas manipuladas ¿Tiene Brasil una perspectiva para mejorar? El 7 de diciembre el Banco Mundial previó que, en el año 2000, Brasil crecerá un 2.5%. El gobierno de Fernando Henrique Cardoso lo encontró poco y se puso como una fiera, protestó. El ministro Malan telefoneó furioso a Gobind Nankani, representante del banco en Brasil. Dos días después, el Banco Mundial alteró la previsión para situarla entre 3.5 y 4%, exponiéndose al ridículo. Yo creía que las estadísticas de estas instituciones internacionales eran producto de cuidadosos análisis. Al final, el Banco Mundial se enorgullece de emplear a economistas competentes, como William Shaw, Uri Dadush y Mick Riordan. ¿Mejores para qué? ¿Para los banqueros o para los desbancados de empleo? Es como la política económica del gobierno de FHC: excelente para quien acumula dinero. Descubrí que todo es una cuestión de marketing político. No conviene a la imagen del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, en pleno año de elecciones municipales, merecer una previsión tan pesimista del Banco Mundial. Entonces, ?se mantiene la realidad y se cambia las estadísticas! Vaya a ver, esa gente de la Unicef anda junto con el MST (Movimiento Sin Tierra), la CMP (la Central de Movimientos Populares), la CUT (Central Única de los Trabajadores), el PT (Partido de los Trabajadores). Brasil, sí tiene soluciones. Lo que falta es voluntad política. Estudios del Ipea demuestra que, si 8% de la renta del 10% de los más ricos del país fueran transferidos al 30% más pobre, o sea, 35 mil millones de reales; los más pobres pasarían a tener una renta per cápita superior a 120 reales, lo que erradicaría la pobreza absoluta en Brasil. En cuanto al mundo, la Unicef denuncia que ahora existen más niños en la pobreza que hace una década. En los últimos diez años, las guerras mataron dos millones de niños. Y hasta final de año, 13 millones estarán en la orfandad debido a la diseminación del Sida. Ante de estos datos, son pequeños los infanticidios del faraón que mandó a matar a los primogénitos hebreos en Egipto y del rey Herodes, que degolló a la población infantil en Belén.
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