Lo que le faltaba al grupo gobernante que tendrá en sus manos las riendas del país hasta 2018 cuando menos, pues trabaja para el mayor lapso posible, como antes lo hicieron otros: Que el llamado santo padre y el laureado Alejandro González Iñárritu, en ese orden, llamara a “evitar la mexicanización” de Argentina. Y el cineasta expresara en la ceremonia de premiación realizada en Los Ángeles, California, una de las que cuentan con mayor numero de televidentes en la aldea global: “Ruego porque en mi país encontremos el gobierno que nos merecemos”.
Salvo su mejor opinión, suena a despropósito político que ante una misiva privada del papa Francisco dirigida a un legislador argentino, el gobierno de Enrique Peña muestre malestar, llame a consultas a Christopher Pierre y envíe una nota diplomática para manifestar al Vaticano su enojo.
Que se irriten pareciera normal, pues durante los primeros dos años de “Mover a México” la elite gubernamental se acostumbró a los premios –del mejor estadista del año (2014) y el mejor secretario de Hacienda (2013), entre muchos otros– que desembocaron en el Mexican Moment inventado por los mismos medios impresos que en Estados Unidos e Inglaterra ahora estigmatizan a Peña Nieto.
Lo anormal y desproporcionado es que comparezca ante los medios el secretario de Relaciones Exteriores para “expresar tristeza y preocupación” a Jorge Mario Bergoglio, el jefe de Estado no el respetado y respetable líder espiritual, acaso como ninguno desde Juan XXIII.
Y sin ruborizarse, José Antonio Meade exige que “más que buscar estigmatizar a México o a cualquier otra región (…), lo que debiera es buscarse mejores enfoques, espacios de diálogo y de reconocimiento de los esfuerzos que México y Latinoamérica hacen respecto de un tema que mucho nos preocupa y que mucho esfuerzo nos ha implicado”.
Quieren aplausos los señores porque tienen hambre de ellos, sobre todo en los últimos cinco meses, tras los hechos de barbarie en Iguala, Guerrero, conocidos en los cinco continentes; mientras permanecen ignorados los demenciales de Allende, Coahuila, de marzo de 2011 con 300 asesinados por Los Zetas en un poblado de 20 mil habitantes.
Y para las ovaciones obvian lo inocultable, era un mensaje privado de Bergoglio que como tal es preciso abordarlo y no como una postura oficial. Espléndida fue la respuesta vaticana.
Más político y hasta mejor diplomático que Meade Kuribreña resultó su jefe institucional al revirarle al director de Birdman que cosechó cuatro estatuillasÓscar: “Como país, nos enorgullece saber que mexicanos puedan triunfar, descollar, tener éxito aquí y afuera de México, porque como gobierno, hoy nos ocupa, precisamente, sembrar las mejores condiciones, trabajar porque nuestro país tenga los mejores espacios para que cada individuo pueda encontrar los espacios idóneos y óptimos para construir un sendero de triunfo y de realización personal”.
Más allá de reiteraciones innecesarias cuando el teleprompter no auxilia al orador, lo que importa subrayar es la capacidad mostrada para escuchar un mensaje que recibieron cientos de millones de televidentes sin necesidad de darse por ofendido, o negar su existencia ignorándolo, como hizo Televisa en la mayoría de sus noticieros, pero no el estelar del Canal de las estrellas.
De esa capacidad de tolerancia tendrán que hacer uso frecuente, si toman nota del reconocimiento explícito del magistrado Flavio Galván, del Tribunal Electoral, de la existencia de “una crisis de credibilidad de las instituciones nacionales, incluidas las electorales”
Twitter: @IbarraAguirreEd