Vamos por más

27/01/2015
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Hace tiempo ya que en el país las movilizaciones sociales tienen la capacidad de parar o hacer retroceder medidas del gobierno. Si queremos mirar un poco atrás nos encontramos con los decretos que originaron el “Baguazo”, los cuales finalmente fueron derogados, aunque con una tragedia a cuestas por las más de 30 muertes que dejó este episodio que evidenció nuestra precaria democracia.
 
Pero es sin duda este gobierno el que ha tenido más retrocesos en su haber, “Conga”, la “repartija” y hoy la “ley pulpín” son los hechos más dramáticos de que el descontento masivo y activo de la calle pesa y que al fundamentalismo neoliberal ya no le son completamente suficientes el control hegemónico en los medios masivos de comunicación para silenciar la discrepancia y oposición a las perlas del modelo.
 
No es casual que sea justamente en este gobierno donde las movilizaciones se han masificado mucho más, tengo la sospecha que desde las luchas que pusieron punto final al régimen fujimorista no se veía tanta juventud abrazando una causa y volcándose a las calles, pues el haber sido elegido con propuestas y discursos de cambio y haber gobernado haciendo todo lo contrario es un hecho que interpela mucho más el descontento de la gente.
 
Ayer en la algarabía masiva, desordenada y genuina de la plaza San Martín, los periodistas preguntaban a los jóvenes ¿Y ahora, qué? Muchos comentaban que lo que debía venir es la batalla por una nueva ley general del trabajo para acabar con los distintos regímenes especiales que han hecho de los derechos laborales un privilegio que solo lo gozan unos cuantos. Otros, más atrevidos y concientizados, arrojaban con una sonrisa la frase “ahora vamos a cambiar el sistema”. Lo cierto, es que en todas las respuestas no cabía el conformismo ni el beneplácito que paraliza,  todo lo contrario el consenso era claro: vamos por más.
 
Estamos en el año en que se va a configurar el escenario para las elecciones del 2016, poco a poco se irán expresando mucho más las opciones políticas que buscarán un lugar en el poder representativo estatal. Los candidatos o candidatas de los sectores conservadores ya están cantados, es más, en su desesperación por sacar provecho o no pagar tantos costos han tratado de montarse en los descontentos ciudadanos masivos como el reciente, haciendo gala de hipocresía ya que han sido los que públicamente han empujado medidas idénticas.
 
Sin embargo, al otro lado la cosa no está tan clara, se vocean candidaturas de algunos espacios por redes o en conversaciones que terminan en tensos debates pero hasta ahora todo anda muy fragmentado y no hay consenso en la opción que representará en la cédula del 2016 la alternativa de cambio.
 
El “vamos por más”, resultado del proceso ganado el día de ayer, nos permite hacer algunas reflexiones en medio y más allá de las conocidas diferencias del campo progresista y de izquierda. La primera es que si las movilizaciones, los descontentos diversos y masivos no tienen una expresión política serán hechos aislados que encontrarán pequeñas victorias pero no podrán cambiar lo que estructuralmente está mal desde hace tiempo.
 
Y, la segunda, es que una cosa sí parece segura y lo han mostrado precisamente estas resistencias victoriosas, la alternativa electoral progresista deberá ser tan amplia, plural y grande como los cambios que se plantee impulsar.
 
En este escenario, los jóvenes queremos, y hemos demostrado que debemos, estar en espacios de decisión. Justamente, como garantía que la amplia y plural fuerza que ha venido conquistando victorias se sostenga y amplíe como condición imprescindible para ir por más, para pasar de la resistencia a la propuesta, para ser un actor que diseña y no sólo se opone a la realidad que casi siempre otros deciden. 
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