Las promesas del presidente Varela (II)

21/01/2015
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Varela confunde política de seguridad ciudadana con la estrategia de la llamada ‘seguridad nacional’

Alejándose de sus promesas hechas en la Asamblea de Diputados el 2 de enero, el presidente Juan C. Varela se trasladó a Davos, Suiza, a participar en el encuentro de los millonarios más prósperos del mundo. Sus asesores dicen que viaja a buscar ‘inversionistas’ y a invitar a ejecutivos a la VII Cumbre de las Américas que se realizará en Panamá en abril. En resumen, quiere hacer negocios que beneficiarán a los mismos especuladores de siempre.
 
En la entrega anterior revisamos las promesas del presidente Varela sobre temas como el agua, la vivienda y la cuestión agraria. A continuación veremos sus promesas sobre la seguridad ciudadana, las cárceles y la ciudad de Colón.
 
La seguridad ciudadana encontró un espacio en el discurso. Sin embargo, se refirió a problemas ajenos a los que el país enfrenta en esta materia. Según Varela, “para cumplir con las metas y los objetivos trazados en materia de seguridad ciudadana (despolitizamos) los estamentosde Seguridad y hemos creado un Frente inter-agencial”. El Frente “acabaría con las pandillas criminales y combatiría las actividades del crimen organizado, con oficiales de carrera”.
 
Confunde lo que debería ser una política de seguridad ciudadana con la estrategia de la llamada ‘seguridad nacional’. Esta última consiste – según los asesores de EEUU – en la compra de más armamentos, el control militar de áreas geográficas cada vez más extensas e intromisión en instituciones académicas. Aseguró que el ‘Frente interagencial’ reuniría los estamentos de seguridad del aeropuerto de Tocumen, la zona libre de Colón, Aduanas y la Autoridad Marítima.
 
Como resultado de esta extraña ‘promesa’, no se destinarán recursos a combatir el crimen organizado. Al contrario, se fortalecerá la tasa de delincuencia, crecerá y aumentarán las pandillas juveniles controladas por los traficantes. La propuesta parece salir de un manual del Comando Sur de EEUU que promueve la ‘guerra contra las drogas’. Para complementar la política de seguridad, el presidente Varela declaró que “el Gobierno ha tomado control de las cárceles del país y se está construyendo un centro de detención de máxima seguridad para aislar a los principales jefes de las bandas criminales”. El sistema penitenciario panameño tiene una lógica que responde a los negocios y a intereses mercantiles. Igual que en otros sistemas en el norte y en el sur del hemisferio, las cárceles son negocios muy lucrativos en manos de autoridades y representantes del crimen organizado (tanto dentro como fuera de los establecimientos). La única manera de ‘tomar control’ del sistema es poner fin al lucro que representa cada cárcel.
 
Lograr este objetivo es difícil, pero no imposible. Se requiere voluntad política. Hay que excluir la ley del mercado de los centros penitenciarios. En el caso de las cárceles, el gobierno maneja un oligopolio. Negocia espacios y da concesiones para explotar cárceles enteras, pabellones o servicios como la cocina, la lavandería u otros.
 
¿Quiénes son los “los principales jefes de las bandas criminales” que recibirán un trato de máxima seguridad. Es público y notorio que los ‘jefes’ del crimen organizado manejan sus negocios desde despachos refrigerados. En las cárceles están sus ‘capataces’, encargados de supervisar el trabajo de sus sicarios, de ambos lados de los barrotes.
 
Otra promesa es convertir a la ciudad de Colón en un ‘Puerto Libre’. Es el sueño de los grandes especuladores y comerciantes panameños, así como extranjeros, que se remonta más de 150 años cuando se fundó la ciudad atlántica. Los gobiernos panameños jamás han podido realizar el sueño de los próceres Mariano Arosemena (1821) o José Agustín Arango (1903). La corrupción no ha permitido que la Zona Libre de Colón creada en 1947 contribuya al desarrollo de la ciudad.
 
La corrupción siempre ha traído prosperidad para unos pocos y pobreza para muchos. Los gobernantes panameños jamás han administrado la zona libre para que contribuya al de desarrollo de la ciudad. Cada gobernante y su corte ven Colón como una ‘vaca’ que es ordeñada y descartada. Un gobierno interesado en la gente, tendría que – para comenzar - regular los flujos de mercancías y controlar las ganancias. Segundo, establecer reglas que le garanticen a los trabajadores salarios dignos. Tercero, quizás lo más importante, tiene que acabar con la corrupción que ha convertido a Colón en una lacra, sometida al clientelismo político de quienes están en el poder.
 
La próxima semana seguimos analizando las ‘promesas’ del presidente Varela.
 
22 de enero de 2015.
 
- Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA) 
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