¿Quién protege cuando la policía es atacada?

14/01/2015
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Siete policías asesinados en 15 días; otros tres agentes del Estado secuestrados por pandilleros bien armados
 
Cuando han pasado tan sólo dos semanas desde el inicio de 2015, los ataques sufridos por las fuerzas de seguridad de El Salvador hacen suponer que las pandillas actúan cada vez mejor organizadas y más armadas, en un contexto en el que los sucesivos gobiernos parecen no conseguir aplacar el avance delictivo y la población se pregunta quién puede brindar entonces protección.
 
En estos 15 días el país ya ha registrado el homicidio de siete policías; el secuestro de dos soldados y un sinfín de ataques armados contra patrullas y personal de seguridad.
 
Las autoridades explican esta dramática realidad como reflejo del combate frontal que el gobierno le hace a las pandillas y al crimen organizado.
 
Sin embargo, en el marco de la escalada de violencia, las advertencias y los temores se apoderan de parte de la población. La muerte de policías "produce un efecto desesperanzador" en la gente, comenta la analista Jeannette Aguilar, de la Universidad Centroamericana (UCA). Si mueren policías, "qué puede pensarse sobre el grado de protección para un ciudadano común", señala.
 
En 2014 se cometieron 39 asesinatos de policías en lo que, según las conclusiones, fueron acciones planificadas. Como valor de referencia puede citarse el caso de Honduras, que según Naciones Unidas el año pasado registró 14 policías asesinados.
 
Pero la violencia no afecta únicamente al cuerpo policial. El año pasado El Salvador escaló peldaños para convertirse en el segundo país más violento del mundo por su tasa de homicidio mayor de 60 por cada 100.000 habitantes. En 2013 el país se había situado en un cuarto lugar de criminalidad, con un aproximado de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes.
 
Junto con Honduras y Guatemala, El Salvador integra el llamado Triángulo del Norte de Centroamérica, caracterizado por sus altos grados de violencia. Lo cierto es que la situación no es nueva y que a la desesperanza por las muertes se suma el hastío de los prolongados intentos por poner coto a la criminalidad.
 
El Salvador ha puesto en práctica varios modelos en las últimas dos décadas en un intento por aplacar la violencia delincuencial. "Todos los modelos han fracasado, desde la represiva mano dura, hasta la tregua entre pandillas, que lo que hicieron fue fortalecer más a los delincuentes", dijo la diputada oficialista Lorena Peña.
 
Las políticas de mano dura se centraron en la represión de pandillas, pero fueron victimizadas familias y comunidades de sectores pobres.
 
Luego, la tregua pactada entre las maras o pandillas en 2012-2013 logró derivar en una reducción de la tasa de homicidios, pero al mismo tiempo permitió el fortalecimiento territorial de los grupos delincuenciales, aseguran analistas independientes.
 
En la actualidad el ex guerrillero y ex maestro de primaria Salvador Sánchez Cerén, actual presidente de El Salvador, asegura que el combate de la delincuencia debe llevarse adelante con una estrategia "a largo plazo y con el apoyo conjunto de la sociedad".
 
Sánchez Cerén ha integrado un Consejo Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana (CNSCC) con representación de los sectores sociales, políticos y empresariales que apunta a diseñar un plan de consenso para combatir la violencia delincuencial.
 
Por otra parte, el gobierno ha implementado la política de "Policía Comunitaria", con la que se quierne recuperar los territorios en poder de las pandillas y proveer a las comunidades de seguridad y protección.
 
La población, ante los hechos, no hace más que clamar por protección.
 
Jueves, 15 Enero 2015
 
 
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