La fábula del tiburón y las sardinas
21/12/2014
- Opinión
Escribíamos en ARGENPRESS el 4/2/11 (Crisis capitalista y revueltas populares. II): “Contribuyen de manera indirecta a esa producción de consenso hacia el sistema vigente (y a una más grande confusión ideológica en la izquierda) quienes se declaran solidarios con los regímenes llamados progresistas o revolucionarios, pasan por alto acríticamente sus extravíos, errores y abandonos, descubren las bondades de la economía de mercado y de la instauración de un “socialismo de mercado” (una verdadera contradicción en los términos), que conducen a conservar o a restablecer el sistema capitalista bajo un velo retórico que incluye meter en la misma bolsa a Marx y a Adam Smith”.
La defensa la Revolución cubana tiene que ser indisociable de la defensa de la idea y de la imagen del socialismo, como sistema verdaderamente justo, verdaderamente democrático y muy superior en todos los órdenes al sistema capitalista.
I.El 2 de diciembre de 1956 desembarcaron del yate Granma en Los Cayuelos, Cuba, 82 hombres al mando de Fidel Castro. Casi inmediatamente atacados por la aviación y el ejército de Batista, la mayoría perdió la vida o se dispersó y sólo 19 de ellos, divididos en cuatro grupos alcanzaron en la segunda mitad de diciembre la Sierra Maestra. En el trayecto se les sumaron cinco campesinos. Los 24 iniciaron la guerra revolucionaria de liberación de Cuba que culminó victoriosamente el 2 de enero de 1959 con la entrada en La Habana de las columnas de combatientes.
Esta epopeya produjo un enorme impacto en muchos latinoamericanos y también en mucha gente de otras partes del mundo quienes vieron en la Revolución cubana la encarnación triunfante de la lucha antimperialista y de la vía socialista para terminar definitivamente con el capitalismo y la explotación del hombre por el hombre.
Los imperialistas yanquis no podían tolerar que a las puertas mismas del imperio un pequeño país desafiara así al sistema capitalista y menos aun que cundiera la idea -en especial en su patio trasero latinoamericano- de que era posible liberarse de su dominación y avanzar hacia una transformación radical de la sociedad.
La Reforma Agraria de mayo de 1959 y las primeras nacionalizaciones en 1960 convirtieron en una prioridad de los sucesivos Gobiernos de Estados Unidos el aplastamiento de la Revolución Cubana por cualquier medio: el embargo, que ya dura más de medio siglo, la invasión de Bahía Cochinos, los actos de sabotaje, los atentados terroristas, etc.
El derrumbe de la Unión Soviética contribuyó a acentuar las dificultades económicas de Cuba, ya muy importantes a causa del feroz hostigamiento yanqui.
A esa situación objetiva muy difícil se sumó el hecho de que en los primeros años después del triunfo de la Revolución, entre los revolucionarios no había o escaseaba gente especializada en los diversos aspectos de la gestión estatal. Así fue como, por ejemplo, el Che, médico de profesión y revolucionario por vocación dirigió el Banco Central y fue Ministro de Industria.
A eso se sumó la pérdida de gente de la talla de Camilo Cienfuegos el 28 de octubre de 1959, desaparecido en un vuelo entre Camagüey y La Habana y del Che Guevara, que dejó definitivamente Cuba en 1965 (salvo un rápido pasaje en 1966) para ir a combatir primero al Congo y después a Bolivia.
Así se llegó al llamado “período especial”, (1990-1993) durante el cual la gente en Cuba pasó hambre y se produjeron otras situaciones muy penosas. La autorización para que los pequeños agricultores vendieran directamente sus productos en las ciudades, medida sin duda apropiada para aliviar la penuria existente, no se concedió con la premura que la situación aconsejaba, porque al parecer no contó durante bastante tiempo con la “luz verde” de Fidel Castro.
En los años siguientes se logró superar, en alguna medida, de esa contingencia extremadamente grave.
II. Tales circunstancias extremadamente difíciles exigían, para llevar adelante la Revolución, apoyarse no “en dioses, reyes ni tribunos” como dice La Internacional, sino en una dirección colegiada, tanto en los organismos partidarios como en los estatales.
La dirección colegiada permite contar con el aporte de los conocimientos y las opiniones de todos sus miembros (no siempre la opinión del máximo dirigente es la acertada) en interacción dialéctica con las masas populares. Entendida esta interacción como diálogo permanente, aprendizaje recíproco pueblo-dirigencia y renovación periódica del elenco dirigente.
Esto implica aplicar también en los sindicatos y de las organizaciones populares de mujeres, juveniles, estudiantiles, barriales, etc., los mismos criterios de dirección colegiada y renovación periódica de la dirección.
Dicha interacción es fundamental para, por una parte, verificar en la práctica de las masas el acierto o el error de las políticas adoptadas y, por la otra, para que las masas eleven cada vez más sus niveles de conciencia revolucionaria, hasta que la hegemonía cultural e ideológica del socialismo suplante a la hegemonía cultural e ideológica del capitalismo. Y así se haga realidad el “hombre nuevo” de que hablaba el Che Guevara.
En palabras de Marx: “La emancipación de la clase oprimida implica, pues, necesariamente la creación de una sociedad nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse, es preciso que las fuerzas productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes no puedan seguir existiendo unas al lado de otras. De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la vieja sociedad. ¿Quiere esto decir que después del derrocamiento de la vieja sociedad sobrevendrá una nueva dominación de clase, traducida en un nuevo poder político? No. La condición de la emancipación de la clase obrera es la abolición de todas las clases...”(Marx, últimos párrafos de la “Miseria de la filosofía”).
Por su parte Gramsci escribió: "La posición de la filosofía de la praxis es antitética a la católica: la filosofía de la praxis no tiende a mantener a los “simples” en su filosofía primitiva del sentido común, sino, al contrario, a conducirlos hacia una concepción superior de la vida. Se afirma la exigencia del contacto entre intelectuales y “simples”, no para limitar la actividad científica y mantener la unidad al bajo nivel de las masas, sino para construir un bloque intelectual-moral que haga posible un progreso intelectual de masas y no sólo para pocos grupos intelectuales". (Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Editorial Lautaro, Argentina, 1958, pág. 19).
De un artículo de Emilio Corbière publicado en ARGENPRESS recojo esta frase:
“¿A qué apunta el príncipe moderno, el intelectual orgánico? Gramsci responde: "A buscar la relación entre la organización y las masas como una relación entre educadores y educados que se invierte dinámicamente (y constantemente), el papel de los intelectuales -y, por tanto, de los especialistas- en el seno del intelectual orgánico, la conquista y transformación de los aparatos del Estado para crear las condiciones de esa nueva hegemonía (nuestro el subrayado), la conquista y transformación de los aparatos de la sociedad civil".
Esta concepción marxista del proceso revolucionario de transformación socialista de la sociedad, cuya aplicación o no en la práctica es la clave de su éxito o de su fracaso, como lo ha demostrado el retorno al capitalismo en la ex Unión Soviética, en China y en otros países, ha estado ausente en el proceso cubano.
El Che Guevara percibió esta falencia, como se desprende de su carta a Armando Hart Dávalos, fechada en Dar-Es-Salaam, Tanzania el 4/XII/1965: (los subrayados son nuestros) ha estado ausente en el proceso cubano.
La defensa la Revolución cubana tiene que ser indisociable de la defensa de la idea y de la imagen del socialismo, como sistema verdaderamente justo, verdaderamente democrático y muy superior en todos los órdenes al sistema capitalista.
I.El 2 de diciembre de 1956 desembarcaron del yate Granma en Los Cayuelos, Cuba, 82 hombres al mando de Fidel Castro. Casi inmediatamente atacados por la aviación y el ejército de Batista, la mayoría perdió la vida o se dispersó y sólo 19 de ellos, divididos en cuatro grupos alcanzaron en la segunda mitad de diciembre la Sierra Maestra. En el trayecto se les sumaron cinco campesinos. Los 24 iniciaron la guerra revolucionaria de liberación de Cuba que culminó victoriosamente el 2 de enero de 1959 con la entrada en La Habana de las columnas de combatientes.
Esta epopeya produjo un enorme impacto en muchos latinoamericanos y también en mucha gente de otras partes del mundo quienes vieron en la Revolución cubana la encarnación triunfante de la lucha antimperialista y de la vía socialista para terminar definitivamente con el capitalismo y la explotación del hombre por el hombre.
Los imperialistas yanquis no podían tolerar que a las puertas mismas del imperio un pequeño país desafiara así al sistema capitalista y menos aun que cundiera la idea -en especial en su patio trasero latinoamericano- de que era posible liberarse de su dominación y avanzar hacia una transformación radical de la sociedad.
La Reforma Agraria de mayo de 1959 y las primeras nacionalizaciones en 1960 convirtieron en una prioridad de los sucesivos Gobiernos de Estados Unidos el aplastamiento de la Revolución Cubana por cualquier medio: el embargo, que ya dura más de medio siglo, la invasión de Bahía Cochinos, los actos de sabotaje, los atentados terroristas, etc.
El derrumbe de la Unión Soviética contribuyó a acentuar las dificultades económicas de Cuba, ya muy importantes a causa del feroz hostigamiento yanqui.
A esa situación objetiva muy difícil se sumó el hecho de que en los primeros años después del triunfo de la Revolución, entre los revolucionarios no había o escaseaba gente especializada en los diversos aspectos de la gestión estatal. Así fue como, por ejemplo, el Che, médico de profesión y revolucionario por vocación dirigió el Banco Central y fue Ministro de Industria.
A eso se sumó la pérdida de gente de la talla de Camilo Cienfuegos el 28 de octubre de 1959, desaparecido en un vuelo entre Camagüey y La Habana y del Che Guevara, que dejó definitivamente Cuba en 1965 (salvo un rápido pasaje en 1966) para ir a combatir primero al Congo y después a Bolivia.
Así se llegó al llamado “período especial”, (1990-1993) durante el cual la gente en Cuba pasó hambre y se produjeron otras situaciones muy penosas. La autorización para que los pequeños agricultores vendieran directamente sus productos en las ciudades, medida sin duda apropiada para aliviar la penuria existente, no se concedió con la premura que la situación aconsejaba, porque al parecer no contó durante bastante tiempo con la “luz verde” de Fidel Castro.
En los años siguientes se logró superar, en alguna medida, de esa contingencia extremadamente grave.
II. Tales circunstancias extremadamente difíciles exigían, para llevar adelante la Revolución, apoyarse no “en dioses, reyes ni tribunos” como dice La Internacional, sino en una dirección colegiada, tanto en los organismos partidarios como en los estatales.
La dirección colegiada permite contar con el aporte de los conocimientos y las opiniones de todos sus miembros (no siempre la opinión del máximo dirigente es la acertada) en interacción dialéctica con las masas populares. Entendida esta interacción como diálogo permanente, aprendizaje recíproco pueblo-dirigencia y renovación periódica del elenco dirigente.
Esto implica aplicar también en los sindicatos y de las organizaciones populares de mujeres, juveniles, estudiantiles, barriales, etc., los mismos criterios de dirección colegiada y renovación periódica de la dirección.
Dicha interacción es fundamental para, por una parte, verificar en la práctica de las masas el acierto o el error de las políticas adoptadas y, por la otra, para que las masas eleven cada vez más sus niveles de conciencia revolucionaria, hasta que la hegemonía cultural e ideológica del socialismo suplante a la hegemonía cultural e ideológica del capitalismo. Y así se haga realidad el “hombre nuevo” de que hablaba el Che Guevara.
En palabras de Marx: “La emancipación de la clase oprimida implica, pues, necesariamente la creación de una sociedad nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse, es preciso que las fuerzas productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes no puedan seguir existiendo unas al lado de otras. De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la vieja sociedad. ¿Quiere esto decir que después del derrocamiento de la vieja sociedad sobrevendrá una nueva dominación de clase, traducida en un nuevo poder político? No. La condición de la emancipación de la clase obrera es la abolición de todas las clases...”(Marx, últimos párrafos de la “Miseria de la filosofía”).
Por su parte Gramsci escribió: "La posición de la filosofía de la praxis es antitética a la católica: la filosofía de la praxis no tiende a mantener a los “simples” en su filosofía primitiva del sentido común, sino, al contrario, a conducirlos hacia una concepción superior de la vida. Se afirma la exigencia del contacto entre intelectuales y “simples”, no para limitar la actividad científica y mantener la unidad al bajo nivel de las masas, sino para construir un bloque intelectual-moral que haga posible un progreso intelectual de masas y no sólo para pocos grupos intelectuales". (Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Editorial Lautaro, Argentina, 1958, pág. 19).
De un artículo de Emilio Corbière publicado en ARGENPRESS recojo esta frase:
“¿A qué apunta el príncipe moderno, el intelectual orgánico? Gramsci responde: "A buscar la relación entre la organización y las masas como una relación entre educadores y educados que se invierte dinámicamente (y constantemente), el papel de los intelectuales -y, por tanto, de los especialistas- en el seno del intelectual orgánico, la conquista y transformación de los aparatos del Estado para crear las condiciones de esa nueva hegemonía (nuestro el subrayado), la conquista y transformación de los aparatos de la sociedad civil".
Esta concepción marxista del proceso revolucionario de transformación socialista de la sociedad, cuya aplicación o no en la práctica es la clave de su éxito o de su fracaso, como lo ha demostrado el retorno al capitalismo en la ex Unión Soviética, en China y en otros países, ha estado ausente en el proceso cubano.
El Che Guevara percibió esta falencia, como se desprende de su carta a Armando Hart Dávalos, fechada en Dar-Es-Salaam, Tanzania el 4/XII/1965: (los subrayados son nuestros) ha estado ausente en el proceso cubano.
“Mi querido Secretario:
(...), quiero exponerte algunas ideíllas sobre la cultura de nuestra vanguardia y de nuestro pueblo en general. En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos. La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas). Por eso hice un plan de estudio para mí que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar. El plan mío es de lecturas, naturalmente, pero puede adaptarse a publicaciones serias de la editora política. Si le das un vistazo a sus publicaciones podrás ver la profusión de autores soviéticos y franceses que tiene. Esto se debe a comodidad en la obtención de traducciones y a seguidismo ideológico. Así no se dá cultura marxista al pueblo, a lo más, divulgación marxista, lo que es necesario, si la divulgación es buena (no es este el caso), pero insuficiente (...)”.
Un proyecto socialista está ineluctablemente destinado a fracasar si no es realizado en esas condiciones, que implica, como cuestión de principio, el acceso del pueblo a toda la información, su participación directa en la toma de decisiones, en el control de su aplicación y en la evaluación de los resultados.
Desgraciadamente en Cuba esas condiciones no se han dado y se produjo una concentración de poder y de funciones en un número muy limitado de personas, particularmente en Fidel Castro.
Para constatarlo, basta leer la proclama de Fidel Castro cuando, a raíz de su enfermedad, delegó sus funciones: 1) como Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en el Segundo Secretario, compañero Raúl Castro Ruz; 2) como Comandante en Jefe de las heroicas Fuerzas Armadas Revolucionarias en el mencionado compañero, General de Ejército Raúl Castro Ruz; 3) como Presidente del Consejo de Estado y del Gobierno de la República de Cuba en el Primer Vicepresidente, compañero Raúl Castro Ruz; 4) como impulsor principal del Programa Nacional e Internacional de Salud Pública en el Miembro del Buró Político y Ministro de Salud Pública, compañero José Ramón Balaguer Cabrera; 5) como impulsor principal del Programa Nacional e Internacional de Educación en los compañeros José Ramón Machado Ventura y Esteban Lazo Hernández, Miembros del Buró Político; 6) como impulsor principal del Programa Nacional de la Revolución Energética en Cuba y de colaboración con otros países en este ámbito en el compañero Carlos Lage Dávila, Miembro del Buró Político y Secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros. Por razones obvias, no delegó su condición de diputado de la Asamblea Nacional Popular.
Es cierto que Fidel desempeñó un papel clave en la preparación y el triunfo de la Revolución y después como líder popular y con sus largas intervenciones pedagógicas, para mantener alto el espíritu de los cubanos frente a las dificultades, que han sido y son enormes.
Comentando la propuesta de su hermano Raúl de limitar los mandatos en el tiempo, Fidel Castro escribió: "Me agradó la idea; era un tema sobre el que yo había meditado mucho". Y agregó que él no se preocupó "realmente nunca" por el tiempo que estaría ejerciendo el papel de Presidente del Estado y del Gobierno y de Primer Secretario del partido. No sabemos si interpretar esta última frase como una autocrítica un poco tardía o si quiso decir que el hecho de que una sola persona detentara tantos años los principales cargos en el Estado, el Ejército y el Partido no era objetivamente un motivo de preocupación.
El artículo 5º de la Constitución de Cuba dice: “El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
Pienso que un proceso revolucionario y socialista requiere una organización de vanguardia. Pero también creo que la condición de vanguardia de una organización política no es un principio jurídico que deba figurar en la parte dogmática de la Constitución, sino un hecho político, que se verifica (o no) todos los días en el terreno.
Pero lo cierto es que en Cuba se da por sentado que el PCC es esa vanguardia y, según los Estatutos del mismo, su Congreso “es el órgano supremo del partido y decide sobre todas las cuestiones más importantes de la política, la organización y la actividad del partido en general y sus resoluciones son definitivas, de obligatorio e ineludible cumplimiento para todo el partido. El Congreso examina y señala las vías para la solución de los problemas más importantes de la construcción del socialismo y aprueba los lineamientos y programas estratégicos para el desarrollo económico, social y cultural de la nación... (art.43). Y el artículo 44 establece que “El Congreso del partido se celebra regularmente cada cinco años, y con carácter extraordinario en las ocasiones en que lo convoque el pleno del Comité Central”.
Desde la celebración del V Congreso (1997) hasta el VI Congreso (2011) transcurrieron 14 años y no cinco. En ese lapso Cuba ha vivido situaciones difíciles y las esferas dirigentes han adoptado importantes decisiones (acertadas o no).
Si el PCC es la vanguardia y su Congreso la máxima autoridad ¿no se imponía convocar al Congreso para discutir colectivamente las medidas a tomar, inclusive sin esperar los cinco años estatutarios sino convocarlo a sesiones extraordinarias?
Concentración del poder en las mismas pocas manos durante mucho tiempo y demorada consulta a la máxima autoridad de la “vanguardia” no son temas menores para la viabilidad de un proyecto socialista.
En su Informe central al VI Congreso dijo Raúl Castro: “A pesar de que no dejamos de hacer varios intentos para promover jóvenes a cargos principales, la vida demostró que no siempre las selecciones fueron acertadas. Hoy afrontamos las consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno, cuestión que debemos solucionar paulatinamente, a lo largo del quinquenio, sin precipitaciones ni improvisaciones, pero empezar tan pronto como concluya el Congreso.”
Reconocer esa falta sumamente importante y cuando los “históricos” tienen inevitablemente (biología obliga) que dejar sus cargos no contribuye demasiado a resolver el problema.
El reconocimiento es muy parcial, porque si como dice Raúl Castro no se cuenta “con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez”, es porque por un lado las principales responsabilidades dirigentes estuvieron (y están) monopolizadas por un grupo restringido de personas y cuando alguna gente joven o de las generaciones intermedias asumieron responsabilidades importantes y comenzaron a brillar con luz propia y a gozar de cierta popularidad, fueron relevados de todas sus funciones y despachados de vuelta a la “base” acusados de las peores fechorías.
Un caso reciente es el de Felipe Pérez Roque, nombrado Ministro de Relaciones Exteriores en 1999 a los 34 años de edad y que representó a Cuba con reconocida competencia durante diez años en importantes foros internacionales y de Carlos Laje, que se desempeñó en dos cargos de alto nivel y participó en la toma de decisiones importantes como Secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros desde 1986 y como Vicepresidente del Consejo de Estado desde 1993. Ambos fueron defenestrados en 2009 sin mayores explicaciones, que debieron darse a todo el pueblo cubano, como correspondía, por tratarse de graves sanciones a dos dirigentes de primer plano de la política cubana.
Salvo que se consideren explicaciones suficientes las que dio Fidel Castro en una de sus “Reflexiones”: ... "el enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos"; ... "ninguno de los dos mencionados como más afectados, pronunció una palabra para expresar inconformidad alguna". "No era en absoluto ausencia de valor personal. La razón era otra. La miel del poder (el subrayado es nuestro) por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno".
Las breves misivas de Pérez Roque y Laje “reconociendo sus errores” no contribuyeron en nada a esclarecer el “affaire”.
Un caso dramático de las consecuencias nefastas de la excesiva concentración del poder de decisión es el de la larga prisión de los Cinco.
El año 2005 encontré en internet un discurso de Fidel Castro titulado “La conducta diferente” Palabras del Presidente de la República de Cuba Fidel Castro Ruz, en la Tribuna Antimperialista “José Martí”, 20 de mayo de 2005.
En ese discurso Fidel Castro, después de hacer la cronología de varios atentados terroristas cometidos en territorio cubano y mencionar el intercambio de informaciones (valorados como positivos) con la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA), dice:
”18 de abril de 1998: Partiendo de los intercambios positivos relatados y conociendo de un próximo viaje a Estados Unidos del escritor Gabriel García Márquez, ocasión en que se reuniría con William Clinton, lector y simpatizante de sus libros como otras muchas personas en el mundo y con el cual el autor había tenido anteriores contactos, decidí enviarle un mensaje al Presidente de Estados Unidos, que personalmente redacté.
El mensaje abordaba de forma breve y sintética siete temas. Me limitaré a incluir en este informe el primero y más directamente relacionado con los graves acontecimientos que hoy tienen lugar: los actos terroristas organizados y financiados desde Estados Unidos contra el pueblo de Cuba. Llevaba el siguiente título:
“Síntesis de las palabras expresadas a Gabriel García Márquez que puede transmitir confidencialmente al presidente Clinton. “Punto 1” (textualmente), y sin tachadura alguna: “Un asunto importante. Se mantienen planes de actividad terrorista contra Cuba, pagados por la Fundación Nacional Cubano Americana y usando mercenarios centroamericanos”.
Fidel lee textualmente el informe que recibió de García Márquez de su misión en Estados Unidos, (Reunión del Gabo en la Casa Blanca). informe que ocupa seis de las 17 páginas del discurso.
Resumiendo mucho, García Márquez dice en su informe que no fue recibido por Clinton sino por tres funcionarios del Consejo Nacional de Seguridad.
Después Fidel sigue su discurso, una parte del cual cito textualmente:
”16-17 de junio de 1998: Se efectúan varias reuniones conjuntas en La Habana entre expertos cubanos y oficiales norteamericanos del FBI sobre el tema de los planes de atentados terroristas. Se entrega a la delegación norteamericana del FBI abundante información documental y testimonial. Los materiales entregados incluían 64 folios en los que se aportaban elementos investigativos acerca de 31 acciones y planes terroristas contra nuestro país, ocurridos entre 1990 y 1998. A la mayor parte de estas acciones estaba vinculada la Fundación Nacional Cubano Americana que, además, organizó y financió los más peligrosos, especialmente los ejecutados por la estructura terrorista dirigida por Luis Posada Carriles en Centroamérica. Se adjuntaron relaciones detalladas y fotografías del armamento, los explosivos y los medios ocupados en cada hecho. Además, se entregaron 51 folios con información sobre el dinero suministrado por la Fundación Nacional Cubano Americana a diferentes grupos terroristas para realizar acciones contra Cuba; se incluyeron también las grabaciones de 14 conversaciones telefónicas de Luis Posada Carriles en las cuales brindaba información acerca de acciones terroristas contra Cuba; datos para ubicar a Posada Carriles, tales como direcciones de sus residencias, lugares que frecuentaba, características de los autos y chapas en El Salvador, Honduras, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala y Panamá. Se entregaron también las transcripciones de 8 conversaciones de terroristas detenidos en Cuba en las que revelan sus vínculos con Posada Carriles.
Los oficiales del FBI recibieron también 60 folios con las fichas de 40 terroristas de origen cubano, la mayoría residentes en Miami, incluidos los datos para su ubicación. Se llevaron, además, tres muestras de sustancias explosivas de 2 gramos cada una, de las bombas desactivadas antes de explotar en el Hotel Meliá Cohíba el 30 de abril de 1997 y en un microbús de turismo el 19 de octubre de 1997, así como del artefacto explosivo ocupado a dos terroristas guatemaltecos el 4 de marzo de 1998.
Se entregaron, además, 5 casetes de video y 8 de audio con declaraciones de los terroristas centroamericanos arrestados por la colocación de bombas en los hoteles, en los cuales narran sus vínculos con organizaciones terroristas cubanas que operan desde Estados Unidos y en particular con Luis Posada Carriles.
La parte norteamericana reconoció el valor de la información recibida y se comprometió a dar respuesta del análisis realizado a estos materiales en el más breve plazo.
Transcurren extrañamente casi tres meses sin la respuesta seria prometida. Se reciben sólo algunas noticias intrascendentes.
El 12 de septiembre -presten bien atención, no se habían cumplido tres meses- son arrestados los cinco compañeros, hoy Héroes de la República de Cuba (Aplausos), que, destacados en Miami, constituían la principal fuente de información sobre las actividades terroristas contra nuestro país. No resultó detenido ningún terrorista en ninguna parte, resultaron detenidos los compañeros que habían suministrado la información -aunque, desde luego, no había ningún elemento para identificar las fuentes-; pero lo que sí pudieron apreciar es que había informaciones serias y fidedignas, y que nuestras denuncias estaban muy bien fundadas, eran exactas; desde luego, no las únicas, pero eran de las fundamentales”. Fin de la cita.
Es decir que la información recogida por los Cinco en Estados Unidos y transmitida por las autoridades cubanas al FBI sirvió a éste, atando cabos, para identificar a los Cinco y arrestarlos.
Fue el resultado de que Fidel Castro -que manejó personalmente todo el asunto- creyó, de manera imperdonable, en la buena fe de Clinton, presidente de turno del Imperio, y de sus servicios de inteligencia.
III. Desde mediados del decenio del 60 se manifestaron en Cuba dos posiciones que se reflejaron en un debate sobre la ley del valor, que opusieron al Che Guevara, por un lado y a los Ministros de Comercio Exterior y de Hacienda y el Presidente del Banco Nacional, por el otro. También participaron en la polémica Ernest Mandel y Charles Bettelheim. Fundamentalmente, Guevara sostenía que la economía que marchaba al socialismo, no es una economía capitalista en manos de los obreros, sino una economía que tiene objetivos diametralmente opuestos a la capitalista. De ahí que lo esencial sea la centralización y planificación de la economía nacional en su conjunto. Sacaba de su análisis teórico había que centralizar y planificar cada vez más la economía cubana y, en lugar de alentar el pago de primas a los obreros para levantar la producción, esto había que lograrlo por medio de la elevación de la moral socialista de éstos. Para el Che la transición de la economía cubana debía ir acompañada de un proceso revolucionario de transformaciones y la elevación de la conciencia en los trabajadores cubanos (1).
Con la partida definitiva del Che de Cuba en 1965, cuando prevalecieron en la Isla las orientaciones opuestas a las que preconizaba Guevara (y el cierre de las revistas que publicaron el debate) y bajo la presión del embargo sobre Cuba impuesto por los yanquis a todo el mundo bajo amenaza de sanciones económicas, comienza la cuenta regresiva del proyecto socialista.
Una etapa importante de la cuenta regresiva fue la ley de inversiones extranjeras de 1995.
En 1996 escribí un artículo, que fue publicado en la Revista de la Asociación Americana de Juristas de diciembre de 1996, sobre la ley cubana de inversiones extranjeras aprobada en setiembre de 1995. Allí decía que la ley (art. 10) autoriza las inversiones extranjeras sin limitación en todos los sectores de la economía nacional, salvo en los servicios de educación, de salud y en las fuerzas armadas, aunque en estas últimas se admiten inversiones en su “sistema empresarial”. La ley no excluye por completo ni limita la participación extranjera en ningún sector estratégico de la economía: recursos naturales, bancos e instituciones financieras, servicios públicos, medios de comunicación de masa, etc., como figuraba, por ejemplo en el Capítulo III de la Decisión 24 del Acuerdo de Cartagena, en la ley argentina de 1973, por razones vinculadas a la independencia económica nacional y a estrategias nacionales de desarrollo. El art. 19 inciso c) de la ley cubana incluye entre los bienes que pueden admitirse como inversión los derechos de propiedad intelectual y otros derechos sobre bienes intangibles, al contrario de la mencionada Decisión 24 que excluía las contribuciones tecnológicas intangibles como aporte de capital y las sometía a un tratamiento específico de transferencia de tecnología , que solo daba derecho al propietario de la tecnología a percibir regalías, con miras a la incorporación definitiva de la tecnología al país receptor.
La ley establece tres formas de inversión extranjera: empresas mixtas, sin establecer límites a la participación extranjera (art. 13) contratos de asociación económica internacional entre inversores nacionales y extranjeros (arts. 14 y 2ª) y empresas totalmente extranjeras (art.15). La anterior ley nº 50 de inversiones extranjeras limitaba al 49% la participación extranjera en las empresas mixtas.
En materia laboral la ley establece en su art. 33 un sistema de subcontrato de la mano de obra cubana en las empresas mixtas y en las empresas totalmente extranjeras: una “entidad empleadora” provee de mano de obra a la empresa y esta puede “devolver” al trabajador que no la satisface (art.34). Este sistema excluye toda responsabilidad laboral por parte de las empresas y como la experiencia internacional lo indica en materia de subcontrato de la mano de obra, se presta a toda clase de abusos y es fuente de inestabilidad en el empleo.
Concluía mi análisis señalando su orientación francamente liberal en materia de inversiones extranjeras, muy por detrás de las orientaciones de la Decisión 24 del Acuerdo de Cartagena de 1970 y de algunas legislaciones latinoamericanas de esa época (los años 70) orientadas a encuadrar las inversiones extranjeras de manera de permitir un desarrollo nacional autónomo.
Seguía diciendo que “podría argumentarse que...ahora el desarrollo económico y social (particularmente en las difíciles condiciones cubanas) impone la solución liberal”... Pero, continuaba, “los hechos prueban lo contrario”, en el caso “de Rusia, que eligió el camino de un liberalismo incontrolado...que ha desembocado en una economía mafiosa dedicada al despojo de los trabajadores y del patrimonio nacional” y de China que “con una liberalización controlada, alcanza éxitos indudables en el plano económico, pero a costa de un manifiesto acentuamiento de las diferencias sociales”... Y citaba también a América Latina, donde el giro neoliberal de los años 80 se saldó en lo que se llamó el “decenio perdido”.
IV. Las motivaciones de USA para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba (no el levantamiento del embargo) las explicó claramente Obama: “un enfoque obsoleto que por décadas fracasó en promover nuestros intereses”. Como escribe José Manuel Martín Medem en Argenpress del 19 de diciembre: “Washington no modifica sus objetivos, sino que cambia de política para conseguirlos”.
Lo cierto es que el régimen cubano (escribo deliberadamente régimen) resistió, pero no resistió el proyecto socialista.
Y ahora se actualiza “La fábula del tiburón y las sardinas”.
Nota:
1) Mcs Teresa Machado Hernández. Universidad Central de las Villas. UCLV. Cuba. La polémica en torno a la ley del valor y su manifestación en el pensamiento marxista cubano. Ponencia presentada en la IV Conferencia Internacional La obra de Carlos Marx y los desafíos del Siglo XXI. La Habana, 5 al 8 de mayo de 2008.
Lunes, 22 de diciembre de 2014
Fuente: Argenpress
https://www.alainet.org/es/active/79663?language=es
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