Decálogo por “¡Todos somos Ayotzinapa!”

27/11/2014
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Primero las formas utilizadas y que fueron las de siempre, como si el país y su gente en las calles y las redes sociales, fueran los mismos de hace dos meses.

 
El súper solemne acto fue ayer en Palacio Nacional y previamente fueron sembradas grandes expectativas como las que, entre otros, promovió Miguel Ángel Osorio con los accionistas del duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio en eso que llaman Semana Nacional. Son grandes componentes de los poderes fácticos y realizan desconocidos esfuerzos por desmarcarse de Enrique Peña Nieto después de ayudarle pacientemente a forjar su exitoso camino del Palacio de Gobierno (de Toluca) a Los Pinos.
 
La solemnidad quedó subrayada por el presídium al más viejo estilo, con los políticos y los representantes de casi siempre, los señores y señoras presentados uno por uno, la grandilocuencia discursiva y el besamanos ahora a cargo del presidente que va y saluda a cada uno de los gobernadores y otros funcionarios.
 
Lo más granado de la autodenominada clase política partidista, legislativa, judicial y ejecutiva. Justo la que en las extraordinarias movilizaciones globales es impugnada hasta ponerla en jaque por muchísimos manifestantes.
 
A primera vista, a botepronto, todavía no asimilan los mensajes de fondo de Iguala, Guerrero, por más que tres, cuatro veces retoma el mexiquense: “¡Todos somos Ayotzinapa!” Y elude, como es comprensible, el clave reclamo: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”
 
Porque muchos están involucrados en la “desaparición” de Los 43, desde Guerreros Unidos y la llamada (desde el imperio de Televisa) pareja imperial, pasando por el 27 Batallón de Infantería del Ejército y sus mandos locales y de zona y región militares, el destacamento de la presentada como muy moderna Policía Federal, piezas clave del gobierno de Ángel Aguirre... Es un crimen de Estado, como acusan por toda la aldea global, pero algunos diputados de Manlio Fabio Beltrones fingen no entenderlo.
 
Otra demanda que corean y suscriben multitudes es la renuncia de Peña Nieto y el mexiquense en su discurso hizo como que la virgen le habla. Todo muestra que los problemas terrenales no se resuelven eludiéndolos y menos demonizando a los opositores como Andrés Manuel López Obrador quien es el autor intelectual de la exigencia ahora ciudadana y que irrita hasta la descompostura a muchos del Revolucionario Institucional que hacen el ridículo al no defender a Enrique Peña sino descalificar, hasta el linchamiento, a sus adversarios.
 
Entre las expectativas perdura el extendido rumor de cambios en el gabinete presidencial, mismos que no se consumaron, vaya usted a saber si es para el próximo lunes.
 
Cambiar encargados del despacho, esos a los que todos los días Peña Nieto da “instrucciones” en actos públicos, no en reuniones de trabajo como lo hacen otros presidentes, pareciera que no resuelve nada mientras las políticas y los programas de gobierno permanecen intactos.
 
El decálogo presidencial para superar la crisis política, de seguridad pública y de los derechos humanos que sella al país, prefiero percibirlo como una primera gran lectura del grupo gobernante del México que allí estaba pero emergió el 26 de septiembre por la barbarie en Iguala, que es la misma de San Fernando, Tamaulipas, Michoacán… Los 43 de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, los seis asesinados y las decenas de heridos son la gota que derramó el vaso de la finita paciencia ciudadana y que gobernantes y plutócratas interpretan al revés, pero aún tienen tiempo para leerla sin las anteojeras del poder.
 
Twitter: @IbarraAguirreEd  
 
Foto: Boletín de las Américas
 
 
 
 
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