Roba pero hace obras, versus…?
08/10/2014
- Opinión
El triunfo electoral de Luís Castañeda este 5 de octubre, denominado con razón del que “roba pero hace obras”, ha hecho que una serie de opinólogos difundan la idea de que estamos ante un electorado amoral, achorado. Esta explicación peca de simplista y se aproxima a la versión hepática y racista de Aldo Mariátegui, cuando previendo el triunfo de Humala el año 2011 llamó electarados a los votantes que harían presidente al Ollanta que prometía la Gran transformación.
Se trata antes bien del triunfo del que “roba pero hace obras” frente al que “no roba ni hace obras”. Así está planteada la actual disputa electoral en el imaginario popular. Con un poco de objetividad y respeto por el electorado, sobre todo popular, deberíamos intentar una explicación autocrítica y realista.
Pocos dejan de reconocer que la gestión de Susana Villarán desperdició buena parte de sus dos primeros años investigando la anterior gestión en medio de una deficiente comunicación con la población limeña. No tuvo además, un plan de acción eficaz para el primer año de gobierno que le permitiera realizar obras y acciones, mientras maduraban las obras mayores, que recién se impulsan a partir del segundo y tercer año.
No podemos pasar por alto la promesa de “no iré a la reelección”, “déjenme terminar mi mandato y las obras iniciadas” pronunciadas durante la campaña contra la revocatoria. Ganada esta batalla y cercana las elecciones del 2014 cambió de posición y decidió ir a la reelección.
Cómo hablar de falta de ética en el adversario y electorado si la caridad no empieza por casa.
No hay que abundar en el carácter conservador del electorado limeño, en el potente y mafioso rol de los medios de comunicación que masivamente, salvo excepciones, apostaron y apuestan al retorno del hombre de comunicore y con él la vuelta de los negocios sucios, los avisajes y publicherris que aceitan a los “periodistas” que generan opinión. Contra todo esto tuvo que bregar Susana y lo sabía bien, no era ninguna sorpresa. Esta prensa desde el inicio de su gestión veía la viga en el ojo de Susana y paja en el ojo de Castañeda; buscaba matar en germen la posibilidad de recomposición y protagonismo de la izquierda en el corto y mediano plazo, dificultar la gestión municipal y truncar el liderazgo de Susana como parte de este proceso.
El fatídico blue row
Antes del corredor azul Castañeda estaba contra las cuerdas. Ante la andanada de denuncias sobre comunicore "mudó" su hermético silencio y se convirtió en locuaz, Incluso empezó a conceder entrevistas a pesar de que no logra hilvanar más de dos frases seguidas.
La apuesta por hacer del Corredor azul la demostración de los avances en la reforma del transporte y, lo que es más importante, ejemplo de su capacidad de gestión, ha sido una apuesta torpe y suicida.
Solamente la arrogancia y la impericia de su equipo de gestión y de campaña pueden haber producido esta decisión. Un cambio tan complicado y lleno de enemigos (la mafia del transporte y todos los interesados en mantener el status quo informal y delincuencial) no podía plantearse en un lapso de tiempo tan breve y tan erizado como es la coyuntura electoral. Las debilidades y fallas, que todo proyecto complejo encierra, no podían terminar de ajustarse ni enmendarse en tan corto plazo teniendo obstáculos diversos y fuertes, más aun cuando los medios exageraban y difundían a más no poder las debilidades que su implementación evidenció.
Este fracaso es lo que la mayoría de los electores ha visto como demostración de incapacidad de gestión. Termina de consolidarse la imagen de ineficacia e improvisación, que durante los tres años transcurridos la derecha reaccionaria y sus medios le endilgaron. En el imaginario popular ha quedado la idea de “no roba ni hace obras”. ¿En esta percepción cabe censurar al elector, que requiere atención y servicios efectivos y prestos de su municipalidad?
Debe haberle costado unos 15 o 20 puntos, sino la elección cuando menos un sólido segundo lugar.
La actual administración jugó toda su apuesta electoral a esta mano y perdió. Esto no es responsabilidad de la derecha reaccionaria ni de los agentes y aliados de Castañeda. Es principalmente de Susana y su equipo de gestión municipal y de campaña.
Votamos por Susana por civismo y convicción ideológica. Bien sabemos que las elecciones se ganan por movilizar esperanzas, por despertar expectativas que esperan ser satisfechas. No se logró esto el domingo 5 de octubre y se perdió.
Un poco de humildad y espíritu autocrítico es indispensable. Trabajar con rapidez y responsabilidad la reorganización de las fuerzas socialistas para impulsar el bloque democrático progresista, socialista y liberal, de cara al 2016 es la tarea inmediata y urgente.
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