Esas inocentes criaturas sin sentido común

Los ministros de Pinochet fueron engañados

01/03/2005
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  • Opinión
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El Palacio de la Moneda se apresta a las declaraciones de rigor, a la vuelta de mano, a la devolución de los favores políticos. El Ministro vocero de gobierno afirma con una soltura digna de la mejor comedia, que el ex ministro del interior de la dictadura fue engañado, como todos los ministros civiles del Régimen. Ellos nunca supieron de los detenidos en cárceles clandestinas, ellos no conocieron a la sinistra policía política y obviamente, nunca sospecharon que se torturaba sistemáticamente, que se implantó por 17 años una política de terrorismo de Estado. Ellos no supieron de los destierros, de los asesinatos, de los lanzamientos de cuerpos al mar. Nunca sospecharon, supieron, escudaron nada de nada. Ese monstruo que apenas sabía hablar cuando asumió el poder, que escondía la cara tras sus lentes negros buscando aterrorizar con su presencia o esconder su vergüenza, que nunca fue un militar brillante, que nunca entendió de arte, de música o de libros y los que dijo escribir fueron vulgares copias; ese monstruo que se fue refinando a lo largo de los años, logró engañar a abogados, ministros de la Corte de Justicia, jueces de tribunales de la República, médicos, políticos experimentados, empresarios, pro hombres todos. Esto sí es un verdadero descubrimiento, una genialidad diría yo, uno de esos raros e irrepetibles hechos de la historia humana, borrar en un instante el más mínimo sentido de lo humano, de lo ético, de la distinción entre lo bueno y malo en el más puro sentido maniqueo. Los ministros fueron engañados, en consecuencia, no podrán nunca usar la fórmula mágica de ex secretarios de Estado para nombrase a sí mismos y recibir todavía algunos honores. Fueron producto de una mentira sistemática y además, fueron lo suficientemente imbéciles como para no darse cuenta de ese engaño. Es decir, durante 17 años estuvieron a la cabeza del Estado, a parte del monstruo, una caterva de estúpidos sin el más ligero asomo de sentido común. Algunos de esos cómplices de la dictadura dicen ahora asumir sus responsabilidades políticas, que es un mero eufemismo, porque saben perfectamente, que recibirán el aplauso de una derecha que se niega sistemáticamente a enfrentar su propio pasado y porque saben que el mismo gobierno de Chile, ese que no pronuncia el nombre de Allende, que mira de reojo el Memorial de los Detenidos Desaparecidos, que presiona sutil y a veces abiertamente a los Tribunales de Justicia, estará de acuerdo con guardar las formas, no avanzar en nada que atente contra esa democracia de naipes barajados por unos pocos astutos, en nada que vaya contra los principios del desarrollo que ellos buscaron al sentarse a la diestra de los banqueros y administradores mundiales de turno. No vayan a pensar que en Chile se inicia una casería de brujas porque eso no les conviene a ellos ni a la nueva y floreciente democracia. Estamos una vez más frente a los conocidos doble discursos, frente a la gastada fórmula de los rituales políticos para contrapesar fuerzas, no vaya a ser que esto de la justicia empañe las elecciones y todos queden mirando, como decía mi abuelo José, “mirando al cejo”. Confieso que esto sí tiene una ventaja y disfruto secretamente con ello, cómo se divertirán mis nietos o si tengo suerte, los hijos de mis nietos, cuando por la noches, antes de irse a dormir, les cuente estas historias de verdades-mentiras, cuando les diga que en un tiempo, los ministros, esos que llevan en su cara y trajes la dignidad del Estado, eran unos engañados, todos engañados, que no sabía distinguir ni la letra O por redonda que fuera; o mejor cuando les cuente que otros señores en nombre de Chile, dijeron que dejaran tranquilos a los ex ministros, algunos de ellos convertidos en parlamentarios democráticos, porque no tuvieron culpa alguna y si la tuvieron fue porque el momento histórico los pilló con el dedo en la boca, en la boca, el dedo, de Pinocho. * Pedro Avendaño es director del Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores de la Pesca.
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