A propósito de El Alto vs. Santa Cruz

No son todos los que están, ni están todos los que son

10/02/2005
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Si lo presentado por algunos analistas como confrontación aparente entre El Alto y Santa Cruz es solo eso, aparente, estamos de acuerdo. Si se concibe la polaridad El Alto vs. Santa Cruz como enemistad entre dos conglomerados humanos, entre dos ciudades, es inaceptable. Si se usa a ambas ciudades como símbolos de algo visibilizado por ellas con imprecisión pero que viene de más allá y es más global, más nacional, es aceptable. 1. Lo que esta ocurriendo en Bolivia es similar, solo eso, al proceso de octubre de 1970 a agosto de 1971. El Gral. Torres fue lo que hoy es Mesa como equilibrista del poder y cabeza de un Gobierno de transición nacido de un golpe de mano social - oh paradoja, desde la base Aérea de El Alto-, apoyado y acunado por una izquierda que lo colocó ahí para que les dejara hacer lo que quisieran. El signo de ese tiempo fue la polarización entre dos visiones de país. Una anclada en los dogmas de la izquierda radical, con planificación estatal centralizada, empresas estatales, economía dirigida, toma de decisiones en base de la convocatoria al “verdadero pueblo” corporativizado, movilizado, violentista y por ello autoritario y elitista –en este caso sindical- La otra visión asentada en el carácter meramente regulatorio del Estado, economía extrema de mercado, toma de decisiones en base de la convocatoria del “verdadero pueblo” movilizado, violentista y por lo mismo también autoritario y elitista -en este caso económico-. 2. En 1971 estos dos polos actuaron y la transición tuvo una vida corta. Cualquier parecido con el hoy es pura coincidencia: hubo tomas de tierras, marchas y contramarchas, demandas por doquier, Asamblea Popular (aún no Constituyente pero puede dar lo mismo), tribunales populares, control obrero “con derecho a veto” en las empresas, brazos armados “revolucionarios”, exigencias todas al equilibrista del poder con provocaciones de un lado contra el otro. Del frente de la acera: conspiraciones golpistas, cuotas empresariales para armas y corrupción, alianzas entre sectores urbanos afines al oriente, brazos armados “nacionalistas” y cristianos, comités cívicos articulados, todas acciones de defensa/ataque del otro lado exigiendo garantías imposibles al equilibrista dada su debilidad de nacimiento, tratando además de frenar al otro bando. Esto, finalmente, se definió en el marco autoritario de ese tiempo, a través del golpe de Estado de agosto de 1971 que pretendió una salida “con rumbo definido” para un país trabado en la incertidumbre de la polaridad construida por esos extremos políticos. Agosto de 1971 se dio en el contexto de gobiernos militares y mostró el entramado de las soluciones militares a una situación externa e interna crítica. 3. La diferencia con la actualidad del 2005 está en que la sociedad boliviana se ha complejizado, se han creado las “condiciones sociales de la democracia” (ciudadanización masiva, ensanchamiento de las clases medias y urbanización extensiva), el flujo comunicacional integrador de la sociedad se ha agilizado y crecido, ha vivido 20 años de experiencia democrática, y ha construido una cierta institucionalidad que le da sustento. La transición de hoy se da en condiciones democráticas y con varias posibilidades complejas de salida emergentes –ojalá- de cesiones, ganancias, y empates democráticos, aunque el marco regional americano nuevamente está bipolarizado en un contexto mayor de unipolaridad internacional. El equilibrista de hoy también lleva la marca de nacimiento: le dicen algunos “estas ahí por nosotros” y aunque pretende ser centro político soporta presiones como clavo en la tenaza (“si no hace esto es enemigo-Evo Morales” o “no confiamos en el Gobierno porque no nos da esto – Costas”). 4. Cada una de las visiones polarizadas de hoy tiene presencia más o menos clara o más menos difusa en El Alto y Santa Cruz. Al buen entendedor pocas palabras; la victoria del Plan Progreso es algo más que el mero reconocimiento de la cementitis de Pepelucho, y en gran medida un rechazo a la visión izquierdista tradicional, con lo que El Alto no es, por favor, políticamente homogéneo. La ciudad de Santa Cruz tampoco. Tiene casi un millón de habitantes y ciertamente no son todos ellos los que necesariamente comparten la visión tradicional de ciertos sectores dirigenciales. Esto no quita que ambas ciudades por razones históricas (de larga data) y sociológicas (mas recientes y precisas) presenten condiciones más favorables para la presencia numéricamente importante de esas dos visiones polarizadas. Pero ni mucho menos son dos bloques homogéneos en confrontación. Lo que dice De La Cruz y ni siquiera lo que dice la FEJUVE es lo que la totalidad de El Alto piensa. Lo propio en Santa Cruz, pues no todos suscribirían las palabras de Carlos Dabdoub y ni siquiera de Costas. Conclusión, no hay confrontación entre estas dos ciudades. Si hay confrontación entre dos visiones –con apoyos sociales a lo largo y ancho de todo el país-, cada cual absolutamente legítima y representativa de una parcela de la realidad sociopolítica de nuestro país (150.000 en el enero corporativo de Santa Cruz acaso no son tan legítimos como 100.000 en el octubre corporativo alto- paceño?). Estos caudales expresan la polarización a momentos irreductible de quienes ingenuamente gustan de llevar las cosas hasta el extremo para después asustarse con los monstruos engendrados por sus torpes acciones; ignorantes de la historia que pueden tropezar dos veces con la misma piedra. 5. Pero hay actores que escondidos están hoy redefiniendo y completando su visión de país deseado. Por eso hay dos agendas, la de octubre y la de enero. En el occidente y en El Alto, el MAS es el promotor de primer orden de las acciones políticas de tenaza junto al MIP, al M17, la NFR y algunos trotskistas solitarios. Las acciones corporativas conocidas desde octubre son hijas suyas; y este polo es pequeño en la otra orilla del país. En el oriente la exADN, el MNR, la UCS, el MIR son actores y responsables de lo que ocurre masivamente desde enero 2005; y éstos en cierto occidente son chiquititos. ¿Podrá alguno reclamar mayor legitimidad que el otro? Desde una óptica polarizada si. Desde una mirada nacional y objetiva no. A través de la pugna bipolar (que aparece engañosamente como fragmentación política) hoy se están confrontando y construyendo, entonces, dos grandes visiones que perfilan sus diferencias y probablemente busquen en democracia sus puntos de encuentro, aunque nunca se sabe. Hasta ahora la democracia maltratada por ambos no se derrumbó. 6. El 71 entre las expresiones políticas de las posibles salidas militares estaban: Cayoja Riart (mas institucional), Iriarte (mas de derecha), Selich (la pura violencia), Valencia (institucional proempresarial pero débil) y Bánzer (que no necesita que lo identifiquemos). El pasaporte al poder fue la fortaleza civil/militar de éste último. Claro, eran esos tiempos. El 2005, entendiendo que el marco democrático resistirá todavía, parece que la Asamblea Constituyente es la mejor salida. Pero ojo, sin chanchulllos. El MAS quiere avanzar a costa del otro polo para ganar puntos antes de la AC y llegar con ciertos forzamientos a ella; ese otro polo quiere, referéndum autonómico de por medio, ganarle puntitos al otro para condicionar a la AC. Así, ciertamente, la Asamblea Constituyente sufrirá el mismo glorioso destino de la Asamblea Popular, pues será –si se llega a ella- como dijeron en los 70 solo una “olla de grillos, para gringos y k´usillos”. 7. Ya el Referéndum del 2004, y esto se analizó suficiente, señaló, más allá de los intentos amañados de distorsionar sus resultados, la presencia enorme y masiva de gente ajena al radicalismo estatista de Solares, Quispe, De la Cruz, del MAS e incluso del comiteismo oriental. Pero las elecciones municipales dijeron mas para el MAS: no es impune el matrimonio con normas difusas con organizaciones sindicales, originarias, gremios y otras corporaciones, pues la disolución por nimias cosas es el gran costo de la relación. El MAS se desangró con la Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas y dado que antes las contaba a ellas dentro de sí, hoy cuando menos debe hacer alianzas con ellas y en el peor de los casos tendrá que confrontarse con ellas pues no tiene estructura orgánica capaz de orientarlas ideológica y éticamente o controlarlas políticamente. Pero a la vez se observó que la mayoría de la votación municipal nacional no fue tampoco hacia lo tradicional, sino hacia un aglomerado difuso de posiciones y liderazgos que en cualquier momento puede encontrar un líder o fuerza de aglutinación que vuelque completamente los resultados electorales del 2007. La inseguridad sobre todo para el MAS se hace mas grave y la fuerza contraria busca una aglutinación posible. 8. Las perspectivas de salida de la transición están cada vez más claras. La Agenda de enero tiene un conductor político e ideológico: el Comité Cívico cruceño y otros aliados. Sus orientadores larvarios: los partidos desplazados del poder en octubre (MNR, ADN, UCS, MIR). Tiene una base sociopolítica enorme tan o mas grande que la que movilizó octubre del 2003, con el MAS, el MIP, la NFR a la cabeza. Por ello, las conclusiones políticas indefectibles del proceso de enero son: a) la agenda de octubre tiene al frente otra, la de Enero, b) las fuerzas sociopolíticas están cuando menos equilibradas, ahora, c) o se tiende a la complementariedad a partir de temas comunes o la confrontación indefinida impedirá la Asamblea Constituyente, obviamente entretanto -a mediano plazo- se construye un centro político amplio que continúe diluyendo las polaridades excluyentes (proceso que ya se inició con el referéndum del 2004). Esta alternativa de complementariedad podría incluir: a) reconocimiento de posiciones avanzadas; no ir más allá de lo logrado hasta enero 2005 y su cumplimiento, b) concertación en temas previa definición de 1) temas “estables”, b) temas reformables y c) temas transformables, para avanzar desde aquí hacia la Asamblea Constituyente, y d) reconocimiento de un equlibrista del poder válido para ambos. 9. El 2005 el empecinamiento del uno para impedir el avance democrático del otro, generará acciones inesperadas. Avanzar en la comprensión de que las acciones derivadas de sus visiones, en la medida en que irrespeten el derecho del otro a actuar en el marco de la ley, generarán confrontación en dominó debería llamar a la sensatez política, pues siendo cualquiera de ellos violador de la Ley no tiene ética para decirle al otro que la respete. La actuación de todos en el marco democrático y de respeto a la Ley y la moderación política evitarán que el equilibrista contemporáneo del poder, a semejanza de Torres, se caiga de bruces por su propia debilidad poniendo frente a frente a los verdaderos “enemigos”, lo que sería fatal. Y ojalá el país de verdad, ese masivo y disperso conglomerado ajeno a las polaridades tan confrontativas y excluyentes, pueda seguir siendo el sustento sociopolítico de la democracia boliviana contemporánea, poniendo un límite a los extremos que se buscan amenazando con llevarse en sus acciones desbocadas no solo al equilibrista del poder sino al país de todos. (*) Sociólogo alteño, Director de CIPCA La Paz CipcaNotas Boletín Virtual No 85, Año. 4, Febrero del 2005.
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