Entrevista al diputado del MAS Antonio Peredo Leigue:

El presidente Carlos Mesa debe entender que el apoyo del MAS no se negocia

14/02/2005
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El diputado Antonio Peredo Leigue es una de las figuras más destacadas dentro de las filas del Movimiento Al Socialismo (MAS). Hombre de consulta y uno de los principales colaboradores de Evo Morales, es miembro de una familia de revolucionarios. Su apellido está ligado la historia de Bolivia y Latinoamérica: sus hermanos “Inti” y “Coco” combatieron en las filas del Ejercito de Liberación Nacional comandado por Ernesto “Che” Guevara. Mientras que el “Coco” Peredo cae en combate junto con “Che”, el “Inti” Peredo logra sobrevivir a la fallida campaña de Santa Cruz de la Sierra, pero cae también en combate durante 1969 en La Paz tras su intento de re-iniciar la lucha armada. En esta entrevista Antonio Peredo hace un repaso del programa de su partido y reflexiona sobre los caminos que se deben transitar para lograr una victoria final. “El MAS tiene una firme vocación democrática”, explica y agrega que “el Gobierno de Mesa no es viable” sin el apoyo de su partido. Su tono de voz es firme y seguro, como el de un orador experimentado. Incluso al tocar el tema de su familia conserva la firmeza que mostró durante toda la entrevista: “Cuando me dicen: ‘Peredo: Usted es un hombre de la Historia’, yo me sonrojo un poco pues lo considero exagerado, pero creo que en algo he colaborado dentro de ese proceso histórico”. Hasta ahora al MAS ha jugado un papel de garante del sistema democrático. En ese sentido se ha movido dentro de un margen muy difícil: apoyar críticamente al gobierno y frenar a los movimientos radicalizados. ¿Cómo se hace para hacer oposición y al mismo tiempo sostener al gobierno de Carlos Mesa? Tenemos que enfrentar a la derecha como es el caso de este alzamiento de parte de los dirigentes empresariales de Santa Cruz. También tenemos que controlar a los grupos radicalizados. Tenemos que apoyar al Gobierno aún en contra de su voluntad. Pero al mismo tiempo tenemos que enfrentar al Gobierno. Y todo esto es parte de un programa tan amplio, que muchas veces terminamos cojeando y fallamos. Creemos que cada momento que viene será cada vez peor. ¿Es viable el gobierno de Carlos Mesa sin el apoyo del MAS? Yo estoy convencido de que no, pero el Presidente está convencido de que sí, y de ahí sus proyectos de trasversalidad, que por cierto están condenados a fracasar. Carlos Mesa tiene que entender que el apoyo del MAS no se negocia. Ese apoyo no es algo que se pueda comprar, es parte de un convencimiento democrático. Si nosotros negociáramos nuestro apoyo nos caeríamos junto con él. Nuestra misión es hacerle entender que debe cumplir con la agenda pautada en octubre de 2003, a saber: promover una Ley de Hidrocarburos que beneficie al pueblo y convocar a una Asamblea Constituyente para refundar el Estado. Los desvíos de ese programa son precisamente los factores que hoy permiten que la derecha se recomponga y atente contra la institucionalidad de la República. ¿Esta adhesión por parte del MAS al sistema democrático es parte de una firme convicción de principios o simplemente las condiciones regionales imposibilitan el desarrollo de una experiencia más radicalizada? Yo creo que esa dicotomía plantea una visión equivocada respecto de los movimientos sociales. Quienes ven en el MAS un peligro de lucha armada, en el fondo tienen una visión anquilosada de las organizaciones populares según la cual aquellos que militamos en el movimiento popular sólo soñamos con llevar a cabo una revolución con el fusil en la mano. Las organizaciones populares que en su momento se enfrentaron con las armas a dictaduras militares impuestas por el imperio no tuvieron otra alternativa. Las alternativas recién se empezaron a dar en el contexto de un proceso de democratización que supimos ganar poco a poco. Así es que hoy los pueblos pueden expresarse libremente y pueden llevar a adelante un proceso d e reconstrucción de nuestros países. Pero ese proceso tiene los mismos enemigos de antaño. Enemigos que han cambiado sus tácticas pero que en el fondo no dudarán en usar la fuerza armada y la violencia reaccionaria. Es por ello que somos consientes que en el futuro nuestro proyecto se verá enfrentado a intereses muy fuertes que no vacilarán en recurrir a la violencia. Entonces, cuando ello suceda nos veremos a cambiar las tácticas una vez más. ¿Durante la Guerra del Gas de septiembre-octubre de 2003 se creó una coyuntura proclive para que el MAS pudiera ensayar algún esquema de “toma del poder”? No. Nosotros hemos planteado muy claramente que ese no era el camino. Es más ello hubiera demostrado la tesis errónea de la que hablamos al principio de esta charla. Que quede claro: el MAS no está utilizando a la democracia a la espera del momento oportuno para actuar por nuestra propia cuenta. El camino que queremos garantizar es exclusivamente el de la democracia. Nuestro apoyo al gobierno de Mesa, que tantas críticas nos ha costado, apunta pura y exclusivamente a mantener las condiciones actuales para que se pueda cumplir con la agenda de octubre de 2003. Ustedes se presentan como una alternativa al neoliberalismo ¿pero cual es el plan para romper 20 años de implementación de políticas neoliberales? En primer lugar debemos recuperar los recursos naturales del país que fueron entregados a las empresas transnacionales... ¿Vía expropiación y nacionalización? Nosotros hemos planteado una “recuperación” de los recursos sin nacionalización en el sentido tradicional del término. Es decir, recuperación sin el pago de indemnizaciones que serían gravosas para nuestro país. Queremos construir nuevas reglas de juego que permitan a las transnacionales saber que aquí se puede intervenir con seguridad. Porque no puede haber seguridad jurídica sobre la base de leyes y contratos en contra de los intereses del pueblo boliviano. ¿Cuales serían esas nuevas reglas de juego? Debe haber un beneficio adecuado para financiar el desarrollo del país. Debe haber un adecuado porcentaje de la ganancia para el Estado. Bolivia debe industrializar su propio gas para asegurar aunque sea la soberanía alimentaria. Es inconcebible que este país se vea necesitado de importar el 40% de los alimentos que se consumen en el mercado interno. ¿Usted cree que la situación regional favorece la viabilidad de ese plan? Sí, por su puesto. Hay una identidad de propósitos en los movimientos populares de gran parte de América del Sur. Le hablo de Venezuela, de Brasil, de Argentina y de Uruguay. Existe un vector que orienta hacia la construcción de una región que superará los estragos del neoliberalismo. ¿Dada la situación geopolítica de Bolivia –país mediterráneo y casi encerrado entre Argentina y Brasil– considera que es viable algún tipo de desarrollo autónomo? ¿No está condenada a un papel subalterno dentro de la región y sometida a los humores políticos de sus vecinos? Hay que tener encuentra que nuestro país esta casi en centro de América del Sur. De modo que si nosotros quedamos subordinados al arbitrio de cualquiera de esos países ahí ya no estaremos hablando de integración regional sino de sometimiento. Tradicionalmente, la Argentina pero más aún Brasil han tenido una vocación intervencionista. Lo cierto es que una integración latinoamericana sólo y únicamente puede darse en el marco de un respeto y una preservación tanto de la identidad como de la soberanía territorial de cada uno de los países intervinientes. Para finalizar una pregunta de tono personal: su apellido es sinónimo de revolucionario y está en la memoria de este pueblo el sacrificio y la lucha de sus hermanos. ¿Se trata de una carga pesada? ¿Siente que debe cumplir con alguna suerte de mandato familiar? Mis hermanos actuaron en su momento de una manera destacada y eso indudablemente marca mi accionar de hoy. Pero debo decirle que junto con mis hermanos yo mismo, siendo aún un muchacho, fui co- fundador del Partido Comunista Boliviano en 1950. De modo que entrar en la guerrilla fue para ellos fue la consecuencia de una definición política en la que yo también estaba presente. Así que de ningún modo siento que este proyecto de vida sea como un fardo pesado. Al contrario lo siento como un gran apoyo. Y cuando me dicen: “Peredo: Usted es un hombre de la Historia”, yo me sonrojo pues lo considero exagerado, pero creo que en algo he colaborado dentro de ese proceso histórico.
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