Campaña presidencial: ¿Volver al pasado reciente?
18/05/2014
- Opinión
Las últimas encuestas muestran en un escenario de primera y segunda vuelta para las elecciones presidenciales en Colombia, un empate técnico entre los candidatos que lideran las encuestas, Juan Manuel Santos el presidente que va por la reelección y el candidato del uribismo, Oscar Iván Zuluaga, pero, también un empate técnico entre los otros tres candidatos que mantienen una intención de voto de carca del 10% que sumados en total representan también un 30% en la intención de voto en la primera vuelta.
Las primeras vueltas donde se han establecido siempre muestran la diversidad ideológica y las preferencias de los electores en torno a diversos aspectos de las campañas presidenciales. El comportamiento de los electores en las segundas vueltas es distinto, pues allí, una franja de los electores vota por el menos opuesto a sus intereses y a sus afinidades ideológicas. En Colombia ésta también ha sido la norma. Lo paradójico es que por primera vez un candidato presidente muestre un empate técnico, en la segunda vez que se presenta la ocasión en que un candidato en ejercicio presidencial busca la reelección presidencial y que las encuestas muestren un estrecho margen o un empate técnico. En el año 2006 a estas alturas de la contienda presidencial Uribe aventajaba a Carlos Gaviria y al resto de competidores con ventaja tal que la disputa se selló en primera vuelta con el triunfo de Uribe. Ahora la situación es distinta y Zuluaga se ha ubicado en la mayoría de las encuestas con una intención de voto cercana al 27% del electorado. Es la cifra que también registra en las encuestas el presidente candidato, Juan Manuel Santos.
Como hemos señalado en éstas mismas páginas, la campaña presidencial ha sido lánguida y poco han contado las propuestas frente a los principales problemas del país. La mayoría de los candidatos no representan discursos sólidos de cambio a las políticas públicas vigentes. Con la excepción de Clara López Obregón los restantes cuatro candidatos son continuistas en los principales aspectos que atañen a los grandes problemas del país. La candidatura de Peñalosa apenas en la recta final trata de diferenciarse en aspectos secundarios del modelo de desarrollo vigente. Todos los candidatos le apuestan al desarrollismo con la minería y la explotación de los recursos naturales como el eje del modelo de desarrollo económico, la profundización de la internacionalización de la economía y propuestas residuales en materia social como la extensión de la jornada única escolar y la universalización de la educación básica y media. En materia de salud y a pesar de la gravedad de la problemática, las propuestas son continuistas de un modelo de privatización que ha hecho agua por los cuatro costados. Poco o nada se dice y se propone frente a la crisis del sector agropecuario y mucho menos en torno a la redistribución del ingreso por la vía de una reforma tributaria progresiva que grave a las rentas y al capital para dotar de recursos suficientes a las reformas sociales como educación, salud, vivienda y empleo, por ejemplo.
El bajonazo en las encuestas para el Presidente candidato tiene que ver con los pobres resultados en materia social, de víctimas, de infraestructura, y en general con los problemas que agobian a la población colombiana. Es un gobierno que tiene poco que mostrar. Para ser justos con el balance habría que señalar que el gobierno restableció las relaciones con los vecinos seriamente quebrantadas y maltrechas en el gobierno de Uribe, el reconocimiento del conflicto y con este reconocimiento la aprobación con el liderazgo del Presidente de una ley de víctimas con problemas estructurales en el tema de restitución de tierras y con lentitud en el pago de las indemnizaciones a las víctimas así como en la reparación colectiva y quizás lo más significativo el avance en las negociaciones con las FARC.
Sobre las negociaciones hay que señalar que el esquema de la negociación deja muchos vacíos que son aprovechados por la campaña de odios del uribismo y por una guerrilla que ha perdido la simpatía de la mayoría de la población por sus reiteradas violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario. Los secuestros, la siembra de minas antipersonales, los ataques y la destrucción de bienes públicos como las torres de energía, los ataques a la población civil, la muerte de civiles en la confrontación, todo ello los ha hecho muy impopulares. Y en cuanto a la negociación el secretismo de la misma útil para avanzar en la negociación se convierte en un obstáculo atravesado por un debate electoral en que además el gobierno nunca implementó la negociación como una política de Estado sino de gobierno y con una información muy general sobre los acuerdos que permite a los enemigos de la negociación pescar en el terreno de la desinformación, de la mentira, de la calumnia, que es un terreno en que el uribismo que es el principal opositor del proceso, es experto.
Si a ello sumamos la impotencia y la incapacidad de la izquierda democrática para concurrir con un candidato único a la contienda presidencial, encontramos servido el plato para la incertidumbre y para que por el medio de la división del centro derecha y la derecha que habían concurrido juntos a las últimas tres elecciones presidenciales se haya polarizado el país entre la extrema derecha de Uribe Zuluaga y el centro derecha de Juan Manuel Santos. Hay que decir que los principales líderes de la izquierda democrática en expresiones políticas como el Polo, los Progresistas, Compromiso Ciudadano de Sergio Fajardo, La Alianza Social Independiente y un sector de los verdes, son igualmente responsables de lo que está pasando. A este sector afectado por los escándalos de la corrupción en la alcaldía de Samuel Moreno en Bogotá, también se lo tomó el caudillismo, el personalismo, el cálculo personal para las elecciones que vendrán en el año 2018; la mayoría de ellos prefirieron la división y no la unidad. Era perfectamente posible una lista única para las elecciones a Congreso de la República así como un proceso democrático para la escogencia de un candidato único de estos sectores. Ello no fue posible pese a los esfuerzos de organizaciones sociales que intentaron hasta último momento que confluyeran en una lista única y un candidato único. Pudieron más los pequeños intereses, la diáspora, que los intereses de las mayorías empobrecidas del país. En el colmo de la desfachatez han llegado a afirmar que fue un triunfo el haber sacado entre verdes y amarillos 10 senadores cuando antes tenían 13. Ahora cosechan lo que sembraron. La llamada izquierda democrática debe ser refundada donde primen los intereses colectivos sobre los pequeños intereses individuales y de pequeños grupos que la tiene desdibujada y postrada.
Dos acontecimientos de los últimos días no miden las encuestas que se publicaron durante esta semana. El primero la adhesión de un sector de los progresistas encabezados por el acalde de Bogotá, Gustavo Petro, a la campaña de Santos. Por informaciones de prensa y por un acto público realizado este martes 13 de mayo nos enteramos que este sector había decidido como muchas de las actuaciones de Petro que son decisiones individuales, manifestar públicamente su apoyo a la candidatura de Santos. Este apenas es un sector de los progresistas puesto que ni el senador electo Antonio Navarro ni otros voceros de este sector, se han manifestado públicamente. El hecho concreto es que hay progresistas ahora con Santos, progresistas con Peñalosa y progresistas silenciosos o indecisos. Es indudable que con el apoyo de Petro, Santos mejorará su votación en Bogotá.
El segundo hecho muy significativo es que el protagonizaron este viernes 16 de mayo los grupos insurgentes y que tendrá repercusiones electorales a favor de Santos. El primero un cese unilateral de hostilidades decretado por las FARC y el ELN que irá desde el martes 20 de mayo hasta el miércoles 28 de mayo. Este cese es en sí mismo positivo pero limitado pues debería haber cubierto por lo menos hasta después de la primera vuelta presidencial prevista para el 15 de junio. Y el segundo, mucho más trascendente que el anterior, el anunció que se cerró el tercer punto de la agenda de negociación en La Habana entre el gobierno y las FARC; el tema relacionado con los cultivos de uso ilícito y el narcotráfico. Por las características de la negociación en medio del conflicto, el secretismo de las mismas, el comportamiento de la opinión pública siempre se ha movido hacia el respaldo a las negociaciones. Así ocurrió en el pasado a favor de Pastrana para llevarlo a la presidencia, cosa que el hoy expresidente olvida y así ocurrió para elegir y reelegir a Uribe y elegir a Santos que ofrecieron la derrota militar de las FARC. Pero también en el reciente proceso cuando se cerraron los puntos de reforma agraria y de reforma política la opinión pública favorable a los diálogos manifestó su respaldo. No vemos porque no pueda ocurrir lo mismo ahora en pleno debate electoral. Es muy significativo que se haya cerrado el tercer punto pues esto muestra que la negociación del conflicto armado es posible por la vía de la negociación contrario a las propuestas de Uribe Zuluaga. No le caerá bien a las huestes guerreristas este anuncio en medio de la polarización reinante.
Quienes le apostamos a la paz, a la superación del conflicto por la vía del diálogo, por la vía de la negociación, no podemos dejar de manifestar nuestra satisfacción por el anuncio del cierre del punto tres de los seis pactados entre las FARC y el Gobierno en la mesa de negociaciones, instalada desde el mes de noviembre de 2012 en La Habana. Nunca se había avanzado tanto en la negociación con este grupo insurgente. Por ello debemos manifestar y redoblar nuestro respaldo al proceso.
Pedro Santana Rodríguez
Presidente Corporación Viva la Ciudadanía
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 399
Semana del 16 al 22 de mayo de 2014
Corporación Viva la Ciudadanía
https://www.alainet.org/es/active/73807?language=es
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