El extraño secuestro de Ricardo González
30/12/2004
- Opinión
Ningún gobierno puede meter la mano en otro país para detener o
secuestrar a un opositor político, pero, el Presidente de Colombia,
Alvaro Uribe, lo hizo en Ecuador y ahora en Venezuela. Se ubica así al
margen de las leyes internacionales, violando los derechos humanos, las
normas de migración y el Derecho Internacional Humanitario,
transformándose en un amenazante peligro para la paz entre naciones
hermanas, la seguridad y soberanía de los países y los derechos a la
seguridad de los ciudadanos.
La soberanía de las repúblicas incluye la inviolabilidad de sus
territorios en todos los aspectos. El que un gobierno meta la mano en el
territorio de otro país para detener y peor secuestrar a una persona,
quien quiera que sea y por la causa que fuese, contiene a más del delito
penal común, una violación flagrante a la soberanía.
Los Estados en sus relaciones internacionales han normado sus
procedimientos para la migración, el asilo político, la extradición, la
deportación, el requerimiento de una persona perseguida por cualquier
motivo. La Declaración de los Derechos del Hombre y la evolución de los
Derechos Humanos, así como del Derecho Internacional Humanitario, que
norma específicamente situaciones de guerra, han establecido principios
fundamentales para proteger la vida y la integridad física y psíquica de
las personas, frente a las pretensiones de sus enemigos, garantizando
esencialmente, la aplicación de la ley y del debido proceso.
En ningún caso y por ningún concepto es permisible ingresar a un país con
un destacamento secreto, secuestrar a una persona, trasladarla a otro
país y entregarla a manos de sus perseguidores. Este procedimiento
implica la comisión de un delito penal común, una violación flagrante a
sus derechos humanos fundamentales. Quién comete un crimen de esta
naturaleza, esta trasgrediendo el derecho internacional público,
desafiando a la humanidad, al agredir los derechos de una persona y la
soberanía y la seguridad de una República y por cierto, al Derecho
Internacional Humanitario, que protege a quienes no están combatiendo en
acciones armadas.
Uribe, al margen de la ley internacional
Sin embargo y a pesar de que el Derecho Internacional Humanitario, que se
aplica también para guerras civiles prolongadas al interior de un país,
data de 1860, el gobierno del Presidente Uribe, en la búsqueda de una
solución militar a la guerra civil que sufre Colombia y en línea con la
estrategia de Estados Unidos de regionalizar el conflicto, ha iniciado
operaciones violatorias de los principios del derecho internacional. En
su curso belicista se ubica al margen de las leyes internacionales,
transformándose en un amenazante peligro para la paz entre naciones
hermanas, la seguridad y soberanía de los países y los derechos a la
seguridad de los ciudadanos.
Hace un año, en Quito, fue detenido por un operativo de inteligencia
presentado como de dimensiones espectaculares, Simón Trinidad. Un
dirigente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC), que
aparentemente, estaba coordinando una reunión de su organización con una
misión de alto nivel de la ONU, en la búsqueda de una solución política
al conflicto armado que amargamente desangra a su país durante décadas.
En un procedimiento sumarísimo fue deportado por las autoridades
ecuatorianas, esposado fue embarcado en un avión y entregado al gobierno
del Presidente Uribe en Bogotá, quien presentó su arresto como una
victoria político militar en un show mediático.
Los informes oficiales, hasta la fecha, no han salido de su laberinto de
contradicciones evidentes. No se sabe con objetividad quién lo detuvo,
¿la policía ecuatoriana o la colombiana, agentes estadounidenses o
mercenarios de Dyn Corp al servicio de EEUU que operan en Ecuador bajo la
cobertura del ilegal convenio que cedió al Comando Sur la Base Aérea de
Manta? No se sabe dónde ni a que hora ocurrió la detención, la
declaración de Trinidad ante el juez en Quito es una, la versión de los
policías ecuatorianos que supuestamente actuaron otra y la del proceso
distinta. Las noticias difieren completamente. Solo algo es claro y
obvio, hubo una conspiración para detenerlo con la participación confesa
de órganos de inteligencia y seguridad de Estados Unidos y Colombia, que
fue maquillada por el gobierno ecuatoriano de Lucio Gutiérrez, al estilo
de Poncio Pilatos, en franca violación de los convenios internacionales,
a la legislación migratoria, a los derechos humanos, al Derecho
Internacional Humanitario y a la soberanía de su propio país.
Un extraño secuestro
Un suceso similar tuvo lugar el 13 de diciembre en Caracas. Ricardo
González, conocido también como Rodrigo Granda, fue secuestrado, para
luego sin ningún procedimiento, ni siquiera el sumarísimo que se usó en
Ecuador, ser llevado como "una cosa" en el baúl de un vehículo a la
frontera con Colombia, para entregarlo al gobierno del Presidente Uribe.
Nuevamente hicieron tabla rasa del derecho internacional las operaciones
transnacionales de la inteligencia del Plan Colombia, denominado ahora
Plan Patriota, para uso de la confusión, el lavado de manos de masacres
de inocentes y fumigaciones de glifosato, la obtención de más millones de
dólares y la prolongación de un plan que no logra encontrar un acierto.
La acción delictiva contra Ricardo González, tiene una secuencia que se
inicia en Venezuela. Y que plantea numerosas preguntas, entre ellas: ¿Su
secuestro tuvo lugar con conocimiento de las autoridades venezolanas, el
Presidente de la República, el Ministro del Interior, el Ministro de
Defensa, la Fiscalía de la Nación? ¿Tuvieron conocimiento las autoridades
de la DISIP, la policía correspondiente? ¿Ocurrió con la participación de
oficiales de la DISIP, bajo órdenes de quién? ¿Estuvo o no detenido
momentáneamente en las oficinas de la DISIP? ¿Quién dispuso su traslado a
la frontera, su deportación ilegal y su entrega al gobierno colombiano?
¿Si a ningún nivel participaron en el caso autoridades venezolanas, éste
secuestro, no constituye una violación flagrante de la soberanía de su
país? ¿Si participaron en el delito, cuándo responderán a la justicia, en
un proceso que contiene la violación de la soberanía de su país?
Si las motivaciones del gobierno de Uribe en los dos casos, son tan
evidentes en su perspectiva belicista, como ilegales, no se explica la
actuación de Lucio Gutiérrez en el caso de Simón Trinidad, pues contiene
a más de una cadena de ilegalidades, un acto de tolerancia y complicidad
con la violación de la soberanía de Ecuador. Y tampoco se explica la
posición de Venezuela en el caso de González, más cuando allí, no hubo
una detención, sino un secuestro.
El panorama se oscurece o esclarece, cuando se constata que no hace
mucho, Venezuela, fue infestada por paramilitares colombianos, que se
disfrazaron con uniformes de soldados de las Fuerzas Armadas Nacionales
(FAN) y pretendieron atacar al Palacio de Miraflores e incluso atentar
contra la vida del Presidente Chávez. ¿Un botón de muestra de las
pretensiones, ambiciones y peligros del Plan Colombia-Patriota? El asunto
de implicancias policiales, militares, diplomáticas y jurídicas, compete
a diversos organismos del estado venezolano y requiere una rigurosa y
precisa posición, al margen de la provocación, la cual se espera se
expondrá una vez que las investigaciones hayan proveído la información
indispensable.
¿Quién es Ricardo González?
El militante de las FARC, es conocido internacionalmente como un
destacado revolucionario colombiano, que durante numerosos años ha
trabajado como diplomático de su organización ante diversos países del
mundo, organismos internacionales, partidos políticos de diversas
tendencias y medios de comunicación. Sus actuaciones le han llevado a ser
calificado por la prensa bogotana como el "Canciller" de las FARC. Ha
sido un exponente teórico de las causas históricas, sociales, económicas
e ideológicas de la guerrilla, un expositor de la oposición de las FARC
al narcotráfico y de la campaña por asociarle para incriminarle y
desacreditarle, de no intervenir militarmente en ninguno de los países
vecinos, de la búsqueda de una solución política y pacífica a la
prolongada guerra civil, entre otros aspectos.
Ahora, Ricardo González, ha sido víctima de un crimen, fue secuestrado y
deportado ilegalmente de un país a otro. Sus derechos humanitarios
consagrados en los cuatro Convenios de Ginebra y sus dos Protocolos
adicionales, han sido flagrantemente violados, pues fue entregado
directamente a la fuerza militar beligerante. Sus derechos humanos, su
integridad y su vida están en peligro. Los organismos de derechos humanos
y del derecho internacional humanitario, con absoluta independencia de la
simpatía o no con su causa, deben responder por su protección.
Por todas las connotaciones de éste extraño secuestro, que ocurrió al
margen de todo derecho, que contiene una provocación abierta a la
soberanía de las naciones y a sus relaciones pacíficas, que extiende la
amenazante sombra de una reedición del Plan Cóndor en la era Bush -aquel
que organizó operaciones policiaco militares supranacionales y
ensangrentó a América Latina-, cabe preguntar: ¿Este no es acaso un
crimen internacional, por el que debería responder Uribe ante la justicia
penal internacional, como Pinochet o Videla?
* Marcelo Larrea, es director corresponsal de Adital y director de "el
Sucre" en Ecuador. Autor de "La historia no termina", "Hablar a través
del tiempo" y "La triple victoria de Chávez o la guerra por otros medios"
de reciente aparición.
https://www.alainet.org/es/active/7313?language=en
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