Los Obispos venezolanos acaban de expresar “su” posición luego de habérseles pedido una colaboración en la mediación Gobierno-Oposición. Yo particularmente no creo que la cúpula episcopal tenga moral para actuar como mediadores en esta situación. Ellos han militado desde los primeros momentos explícitamente de apoyo al sector más recalcitrante y cegato de la oposición venezolana. No ostentan la más mínima imparcialidad. Nunca Venezuela había conocido unas actuaciones del episcopado más sesgadas y con el menor esfuerzo de sindéresis humana y evangélica. Seguramente habrá obispos que discrepan con esta posición oficial, pero exhiben una sumisión y cálculo nada evangélico. Parece que en esta situación, una vez más el grupo de los obispos menos ciegos, llegan a sacrificar el valor y la sinceridad evangélicas a cambio de evitar la incomodidad de tener que dar fe valientemente de lo que internamente creen.
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Violencia opositora en Caracas: Los obispos no dicen nada |
Me atrevo a hacer estas consideraciones porque estimo que una vez que nuestros obispos salen a la palestra pública, no tendrían que extrañar y mucho menos reprimir las opiniones que salen del pueblo de Dios. Lo que es igual no es trampa…
Si alguien dudara de lo que estamos afirmando, le bastaría con leer el comunicado con el que la cúpula explica lo que sería su actuación ante la Comisión de Unasur. Supongo que con este comunicado tan descarado, los cancilleres de Unasur se habrán percatado del posicionamiento ideológico previo de estos jerarcas. Entre otras cosas se percibe un tono soberbio y prepotente que ya les es usual. Se nota que los señores obispos no se han percatado todavía de los niveles de rechazo del que sufren en todos los sectores de la población venezolana. No estaría mal que por su propio provecho y en aras de hacer un trabajo más provechoso en el campo apostólico, se tomaran el trabajo de investigar esta variante.
Más que una exposición sobre la forma cómo desean que se desarrolle la mediación, lo que se hace es acusar alegremente a los cuerpos de seguridad y al gobierno de actuaciones terroristas y enmarcadas en la defensa del supuesto “castrocomunismo”. Resulta hasta risible el que todavía hablen de la protesta oposicionista como un inocuo accionar de indefensos estudiantes que, en el peor de los casos son inocentemente “infiltrados” por radicales.
No se hace la mínima alusión a las 38 víctimas humanas muchas de las cuales fueron degolladas o disparadas por francotiradores. El uso escandaloso de cantidades de armas sofisticadas en las manifestaciones supuestamente pacíficas. El cobro de vacunas, de peajes para pasar las guaribas, los toques de quedas, los secuestros forzosos de habitantes de urbanizaciones completas por orden de los organizadores de las barricadas, la presencia indudable de mercenarios extranjeros. Ninguna alusión al intento de quemar vivos a tres médicos cubanos. Ninguna palabra sobre las universidades quemadas, los 5000 árboles arrancados , las dos mil hectáreas de bosques arrasados por las llamas, los animales realengos sacrificados, los centenares de semáforos inutilizados, el incendio de la sede del ministerio popular para la vivienda con 1200 personas dentro, incluyendo 89 niños, el incendio del edificio del Ministerio Público, de la Torre Británica, las decenas de parques destrozados, los agentes de la seguridad secuestrados, los kilómetros de calles y avenidas trancadas, el hallazgo de 100 toneladas de juegos pirotécnicos en manos de dos militantes de uno de los partidos guarimberos, la paralización de las actividades escolares y comerciales. Los otros hallazgos de verdaderos arsenales preparados para ser usados. Las pesquisas de comunicaciones telefónicas en las que se descubren los más crueles planes, viviendas de chavistas marcadas para que sean luego atacadas, las personas acosadas humilladas, al ser atrapados en ambientes distractivos, ajenos a las confrontaciones. No parece sorprenderles la infragancia en la que han sido hallados los alcaldes de los municipios más furiosos.
¿Es que ustedes, señores obispos no se han enterado de esto? ¿Por qué motivo estas acciones criminales merecen una mirada suya tan condescendiente?
Resulta escandaloso observar en nuestros obispos una mirada inexcusablemente cortoplacista y miope, intencionalmente ingenua, cegada por la pasión en la que no parece ser relevante aspectos como el monitoreo exógeno, extranacional de toda esta acción destructiva. La vertiente geopolítica del conflicto dadas nuestra realidad con respecto al petróleo. No parecen percatarse de la inversión multimillonaria que desde los sectores nacionales de la burguesía y desde fuentes de poder del primer mundo. Parece que no hubiera nada qué decir sobre la asquerosa manipulación informática nacional e internacional, las graves amenazas explícitas de los funcionarios gringos de la Subsecretaría de Estado para el hemisferio occidental.
No sé en qué país viven nuestros señores obispos, porque ya para este momento una proporción bien significativa de esos opositores espontáneos están horrorizados por los excesos de los vandalismos de la guarimba que han tenido que soportar.
No creo que exagero un átomo si digo que cada actuación pública de nuestros obispos produce una decepción cada vez más irreversible en el pueblo católico mayoritario.
¿No es un dato significativo para nuestros obispos que el grueso mayoritario de los que, hasta hace un tiempo eran sus feligreses, no se han involucrado absolutamente en estas protestas? Yo vivo en un denso barrio popular de Barquisimeto y puedo testimoniar que aquí realmente nos enteramos de esos despropósitos de los “riquitos” y de los vándalos solo por la prensa y la radio.
De manera más personal me atrevería a decir que esa mediación de la cúpula jerárquica es innecesaria y casi imposible de realizar. Es más, me atrevería a decir que la escalada en la que ha caído este conflicto nos sitúan ya en una situación de insurgencia militar. Modestamente opino que el tiempo de los diálogos de paz se agotó. Ya tenemos la experiencia de los días del sabotaje petrolero de los años 2002 y 2003, que mientras se montaban las mesas de diálogos, algunos de los mismos agentes que las integraban, afiliados a la oposición, se iban luego a la Plaza Altamira a instigar el golpe.
Ante una minoría minúscula, proporcionalmente disminuida, pero armada sofisticadamente, pagada exhaustivamente, acompañada por una canalla mediática omnipresente, envenenada con el peor de los odios y completamente engañada por quienes les hacen creer que están ganando la pelea, que la caída del gobierno es cuestión de horas, engañados con la idea de que todo el país los acompaña. Ante estas turbas criminales, lo que resulta más idóneo y procedente es una acción más contundente de los cuerpos de seguridad. La población mayoritaria de nuestras ciudades (porque es solo un fenómeno urbano) está esperando una acción más contundente del Estado. Ya basta de discursos repetitivos sobre la paz dirigidos a un sector que no puede oír porque está fatalmente enfermo.
Espero que el instrumento legal que ha sido elaborado por alguien tan poco sospechoso de “bolivarianismo” como es el Constitucionalista Herman Escarrá, este instrumento legal le dé más soporte jurídico a la acción más decidida que debe emprender el ejecutivo contra estos enemigos del país.
Miguel Matos S.J