Avanzando entre espinas
22/11/2004
- Opinión
René Zavaleta decía, en coloquio entre amigos, que en Bolivia
bastaba una reunión social entre militares para comenzar una
conspiración. Eso era en los años '70 y hasta en los '80. Hoy
día, la conspiración se cocina en un desayuno-trabajo
empresarial.
En las últimas semanas, casi a diario, circulan rumores de golpe
en una incierta variedad de posibilidades: presiones para que
renuncie el presidente y deje el mando en manos del presidente
del Congreso; cierre del Parlamento y gobierno dictatorial con
el actual presidente; deportación del presidente e instalación
de una junta cívico-militar; renuncia del presidente y
convocatoria inmediata a elecciones nacionales; hay otras
alternativas más descabelladas. Todas ellas, sin embargo,
provocan un clima de incertidumbre que aprovechan los grupos
interesados en provocar inestabilidad, sin que importen las
consecuencias.
Atentados y amenazas
La semana que ha concluido se produjo una breve serie de
atentados contra instituciones y personas. Por el momento, no
hay víctimas fatales, pero eso puede cambiar de un día para
otro. La impresión generalizada, es que grupos desplazados
intentan crear una atmósfera de temor que paralogice a la
población, dejándola sin reacción ante hechos de fuerza.
Esos atentados ocurren al mismo tiempo que, los comités cívicos
de Santa Cruz y Tarija, anuncian medidas radicales para oponerse
a la aprobación de una Ley de Hidrocarburos que recupere la
propiedad de la riqueza nacional, con el argumento de que, tal
medida, inviabilizara la explotación de esos recursos. Al mismo
tiempo se pronuncian por las autonomías, consigna que están
usando para reclamar el derecho propietario de los hidrocarburos
para las regiones, con el anuncio por adelantado de que, ellos
sí, no modificarán las condiciones actuales de los contratos que
permiten jugosos dividendos a las empresas transnacionales.
Curiosamente, las juntas vecinales de El Alto –ciudad que
encabezó la lucha culminada en la expulsión de Goni Sánchez de
Lozada- decretan un paro indefinido en función de un rosario de
demandas que, ciertamente, son racionales, pero no podrán
atenderse con la premura exigida.
Por si fuera poco, hay un encono que se agudiza entre los
poderes del Estado: el Presidente contra el Congreso Nacional,
el Tribunal Constitucional desconociendo designaciones hechas
por el gobierno, el Congreso abrumado por responsabilidades que
no puede o no quiere cumplir.
La lógica política –si, en Bolivia, la política tiene lógica-
nos lleva a la conclusión de que está en puertas una crisis de
gobierno.
La razón de la sinrazón
Pero la política no puede ser lógica, en el sentido de una línea
que va de causa a efecto. La política es dialéctica, como se
comprueba diariamente en Bolivia. El resultado de mañana es
producto de la contradicción de hoy día.
Vivimos una lucha de contrarios que se manifiesta de forma
lacerante desde octubre del año pasado. La caída y vergonzosa
huída de Sánchez de Lozada, inició un proceso lleno de
dificultades, un camino sembrado de espinas que enfrenta toda
clase de obstáculos. El propio presidente Mesa, al tomar el
mando, declaró que su gobierno era transitorio; no creía, en ese
momento, que podía llegar hasta agosto de 2007. Fueron muy pocos
quienes percibieron la realización del referéndum sobre el gas y
mucho menos los que esperaban la realización de elecciones
municipales. Hoy, forman multitud los agoreros que descartan la
aprobación de una nueva ley de hidrocarburos y la convocatoria a
la asamblea constituyente motiva sonrisas misericordiosas.
Por supuesto, los signos del momento que vivimos, tienen signo
negativo, tal como lo hemos descrito en párrafos anteriores.
¿Por qué habríamos de creer en un gobierno que se esmera en
tropezar en todos los obstáculos y, además, coloca otros más en
su camino?, ¿qué nivel de confianza puede tenerse en dirigentes
sociales que se esfuerzan en reforzar los actos
desestabilizadores del gobierno?, ¿cómo iniciar un diálogo con
aquellos que sólo están interesados en desconocer el proceso
popular? Las preguntas pueden seguir sucediéndose y,
posiblemente, no se hallen respuestas.
El choque catalizador
Pero, como ya dijimos, esas son las contradicciones. Del choque
de contrarios, nacen los nuevos factores. Mientras algunos
medios decretan que "Bolivia ha firmado su sentencia de muerte",
la fuerza de los acontecimientos obliga, a las petroleras, a
anunciar que están dispuestas a entregar al Estado el 50% de sus
ganancias, como lo demanda el pueblo. Cuando los divisionistas
quieren autonomía con el único propósito de mantener la
expropiación de nuestros recursos en beneficio de las
transnacionales, los comités cívicos de otros departamentos, que
aquellos pretendieron unirlos a su movimiento separatista,
reaccionan en contra de esa pretensión, reduciéndola a una
expresión de grupos minoritarios.
Están produciéndose choques a diario y los resultados,
trabajosos por cierto, van en el camino de las realizaciones.
Nadie puede decir que así seguirá sucediendo, sean cuales fuesen
las circunstancias; pero, lo avanzado hasta ahora, muestra que
hay una fuerte voluntad de rechazar las amenazas y reaccionar
frente a la conspiración.
El camino que los bolivianos emprendimos en octubre de 2003 es
peligroso, altamente peligroso. Pero, al culminarlo, habremos
obtenido un futuro prometedor, altamente prometedor.
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