El empoderamiento de los pobres

04/02/2014
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
En América Latina las políticas diferenciadas de crecimiento económico con distribución social de la riqueza, implementadas por los gobiernos de izquierda y centro-izquierda han producido fenómenos sociales y económicos de gran envergadura. Ha sido tal el desarrollo de la región, que quedó acuñado un término que lo define: “La década ganada de América Latina”.
 
Mientras, en Estados Unidos y Europa, el fundamentalismo de mercado en el altar de la banca, ha profundizado de forma brutal la desigualdad: millones de familias de clase media son arrojados a la pobreza, al tiempo que se consolida una exclusiva clase de multimillonarios, que -según el informe de Oxfam- concentra la mitad de la riqueza del planeta creando una desigualdad sin precedentes que amenaza con perpetrar las diferencias entre ricos y pobres hasta hacerlas irreversibles.
 
Esta tierra nuestramericana se dio la oportunidad en esta década de avanzar en los procesos de unión de los pueblos, acercando lo que por fuerza histórica, cultural y geográfica debe estar junto. Así, se allanó el camino de la integración latinoamericana en cinco vertientes estratégicas: 1.- Surgen acuerdos de diverso orden que fortalecen las rutas de comercio entre nuestras naciones, generando empleo y riqueza compartida; 2.- La integración se vuelca al fortalecimiento de ciudadanía común, incorporando el libre tránsito de las personas, la educación, el trabajo, la salud, etc.; 3.- Se visibiliza la desigualdad de naciones, regiones y grupos sociales como elementos estratégicos a ser abordados; 4.- Se declara y construye una zona económica compartida con énfasis en la producción de valor agregado. América Latina se está dando la oportunidad de avanzar solidaria y cooperativamente en la unidad, porque ha dado la bienvenida a su diversidad y a sus diferencias.
 
Afrontando de forma decidida, el hecho de que América Latina y el Caribe es una región que históricamente ha sido profundamente desigual, muchos presidentes latinoamericanos implementaron políticas de igualdad económica, social y política, las cuales han producido verdaderos procesos de distribución de riquezas, incorporando al mercado de consumo más de 40 millones de personas que ahora comen, trabajan, estudian, viajan y se divierten.
 
Los gobiernos de izquierda latinoamericanos han unido a las sociedades venciendo las vergonzantes brechas sociales: El Sistema de Misiones Sociales de la Venezuela Bolivariana acabó con el analfabetismo, con el hambre, incorporando cientos de miles de personas a la educación, a la salud, a la ejecución musical y a una vivienda digna.
 
La Fome Zero: política firme de erradicación del hambre en Brasil eliminó la pobreza extrema, la mortalidad por hambre y la esclavitud. Brasil también puso énfasis en la agricultura familiar, haciéndola crecer en un 33 %, con el correspondiente aumento de la renta en las zonas más empobrecidas, en un modelo que empodera a la familia y a la mujer como sujetos del hecho productivo. La generación de empleos dignos y genuinos en Argentina, creó y fortaleció cientos de empresas sociales, mutuales y cooperativas, creando empleos buenos y estables, generadores de riqueza. Los once Programas de Cambio y Cincuenta Compromisos Concretos del Uruguay logra la universalización social de la salud, la atención de niños y niñas en situación de calle, masificación de becas de educación media, etc. La Nicaragua sandinista implementó programas de alto impacto, que tienen todos por objeto profundizar el poder de las personas, con énfasis en el empoderamiento femenino: Programas masivos de microcrédito con visión de género, de restitución de derechos con énfasis en la producción campesina, distribución de árboles frutales, etc., ha acelerado el crecimiento económico y fortalecido los procesos de igualdad y equidad económica, política y de género.
 
América Latina revierte por primera vez, la dolorosa fragmentación por una corriente de unión e integración social… sin embargo, llama profundamente la atención el que los Presidentes que más han luchado por el establecimiento de la igualdad son acusados de dividir a sus países: Hugo Chávez, Cristina Fernández, Dilma Russeff, Evo Morales, Rafael Correa y ahora Nicolás Maduro son acusados de haber polarizado a la sociedad.
 
¿Por qué se repite de la misma forma las acusaciones de división y polarización en todos los países que han tomado la opción de eliminar las brechas de la desigualdad?  ¿Por qué esta, tan mencionada división está presente de forma diaria en los medios de comunicación globalizados?
 
América Latina vivió un apartheid, en donde el rico solo reconocía al pobre en calidad de subordinado laboral, imponiendo una cultura profundamente intolerante. Repúblicas fragmentadas en verdugos y discriminados, en donde los pueblos fueron y son catalogados como resentidos, marginales, renegados, cacos, envidiosos, ignorantes, desdentados, indios, zambos, negros. El Colombiano William Ospina, en su libro “Pa’ que se acabe la Vaina”, expone que las plutocracias lograron mantener a la comunidad postrada en una especie de conciencia negativa de sus propias virtudes, solo visibilizando a los que por su talento, su ambición, su docilidad o su astucia ascendían en la escala social.
 
Pero la política pública diferenciada de América Latina no sólo produjo acceso a bienes y servicios, sino empoderamiento como clase y cultura porque permitió acceder a educación, bienes culturales, salud, tecnología, participación política, etc. Para acabar con la pobreza, América Latina está dando poder a los pobres.
 
En la América Latina más igualitaria, los que más tienen han presenciado estupefactos que los de abajo tienen voz. En el logro de la visibilización de los pobres (de su estética, de su palabra, su cultura, etc.), los favorecidos de siempre, descubrieron indigestados una realidad que no conocían, percatándose de su fuerza y poder. La percepción condicionada de que el otro no existe sino para servir, se ha visto derrumbada por la convivencia necesaria de ricos y pobres, incluso soportando que uno de los que han despreciado por siempre, ejerza el poder.
 
Son estos poderes, que se benefician con la desigualdad y la división de clases, quienes utilizan todos los medios a su alcance para acusar a los líderes igualitarios de dividir a la sociedad, cuando la verdad, es que estamos más unidos e iguales que nunca.
 
- Isabel Delgado Arriaes Embajadora de la Venezuela Bolivariana ante MERCOSUR y ALADI.
 
https://www.alainet.org/es/active/71059?language=en

Del mismo autor

Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS