Qué lecciones nos deja la Celac?

03/02/2014
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La II cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) logró reunir a representantes de 33 países de la región, en una fructífera reunión en La Habana. La presencia en calidad de invitados del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, y el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, otorgó a la cumbre un realce diplomático importante y un posicionamiento mediático inesperado.
 
La  Celac nace en medio del giro progresista que se da en diversos gobiernos de la región, impulsado por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez y con el apoyo de los ex presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, e Ignacio Lula Da Silva de Brasil, con el objetivo de convertirse en un organismo promotor de la integración y desarrollo de los países latinoamericanos y del Caribe, reivindicando nuestra autonomía regional frente a los Estados Unidos. Si bien la Celac no plantea la desaparición de la OEA, sí resulta una alternativa a este organismo cuya influencia norteamericana es innegable.
 
La agenda marcó la pauta por una mayor autonomía territorial e interés en los problemas sociales de la región. En primer lugar, la Declaración de América Latina y el Caribe como “Zona de Paz”, propuesta realizada por Cuba, obtuvo un respaldo arrollador por parte de los representantes de los países de la región. Este aspecto resulta significativo porque demostraría que la política intervencionista y de aislamiento de Washington se encuentra en su peor momento. Más aún, cuando se incluyó el reconocimiento como país latinoamericano y caribeño de Puerto Rico – considerado casi colonia de los Estados Unidos - en un párrafo de la Declaración de La Habana. En segundo lugar, los representantes se reafirmaron en erradicar el hambre, la pobreza y la exclusión social en la región, apoyando diversos programas como la Iniciativa América Latina y el Caribe Sin Hambre 2025. En tercer lugar, se reiteró que la unidad y la integración de nuestra región deben construirse con respeto al pluralismo, a la diversidad y al derecho soberano de cada uno de nuestros pueblos para escoger su forma de organización política y económica. En ese sentido, se reiteró la solidaridad con la República de Cuba que desde hace cinco décadas es afectada por un bloqueo económico, comercial y financiero.
 
Por otro lado, la cumbre planteó la necesidad de un sistema equitativo de representación en la Organización de las Naciones Unidas, incrementando la presencia de los países de América Latina y el Caribe en puestos clave. En ese sentido, se reitera la democratización de las instancias decisorias internacionales de las Naciones Unidas, en particular el Consejo de Seguridad. La democratización que se requiere debe incluir la representatividad, la transparencia, la eficiencia, el respeto por los mandatos de otros órganos de las Naciones Unidas y rendir debidamente cuenta a toda la membresía de la ONU.
 
El pronunciamiento sin remilgos en temas de interés regional y mundial convierte a la Celac en la instancia política necesaria para impulsar otras formas de integración en nuestra región. La actual posición de la Celac se constituye en el oxígeno que necesita, por ejemplo, la CAN y el Mercosur, para influir a favor de una integración económica. Por ello, esperemos que la Declaración de La Habana sea un paso firme hacia el fortalecimiento de Latinoamérica y el Caribe como un bloque de desarrollo autónomo.
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