Olañetismo y enclaustramiento
21/10/2004
- Opinión
El "olañetismo", corriente engendrada por Casimiro
Olañeta, encarna a los terratenientes y dueños de minas
que, después de servir a la monarquía hispana, fundó la
República de Bolivia, usufructuando el sacrificio de
miles de indígenas y mestizos, que lucharon por la
independencia. El historiador Luis Paz indica que 102
jefes patriotas participaron en esa gesta. Al terminar
la contienda, sólo cinco quedaron con vida, los que
fueron marginados de la organización republicana, que
continuó cobrando el "tributo indigenal" impuesto por
el Rey de España. Los 97 restantes ofrendaron la suya
en los patíbulos y campos de batalla.
El "olañetismo", reciclado en la oligarquía de la
plata, en el Siglo XIX, en los "barones" del estaño, en
la primera mitad del Siglo XX, y en los neoliberales,
encabezados por Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL), que se
aprovecharon de la Revolución del 9 de abril de 1952,
desde entonaces hasta ahora, se caracteriza, como
advirtió el escritor Sergio Almaraz Paz, por succionar
a Bolivia y despreciarla al mismo tiempo. Varios de sus
ideólogos postularon el exterminio de los indígenas,
debido, según ellos, a que son el lastre que impide el
progreso de la República, aunque saben que sin el
trabajo de quechuas, aymaras, mestizos y guaraníes no
sería posible explotar las minas, roturar los campos
ni recoger las cosechas.
La casta encomendera, asociada a la oligarquía y la
masonería chilenas, las que dependían, a su vez de
capitales y logieros ingleses, facilitó la pérdida del
Litoral en la Guerra del Pacífico de 1879. La
oligarquía de la plata, asociada a empresarios y
gobernantes de Santiago, fue la "quinta columna" que
paralizó las esfuerzos del país para defender su
territorio y suscribió, casi con beneplácito, el
ominoso Tratado de Paz y Amistad (sic), del 20 de
octubre de 1904, por el que Bolivia cedió a perpetuidad
su costa marítima al invasor.
Después de la fratricida contienda del Chaco (1932-
1935), entre Bolivia y Paraguay, el nacionalismo
boliviano, nutrido de contingentes indo mestizos,
respondió al dominio oligárquico feudal, aliado al
poder extranjero, con la nacionalización de la Standard
Oil, el 13-III-37, dispuesta por el general David Toro,
con el Decreto de 7-VI-39, por el que el Teniente
Coronel Germán Busch, determinó que las divisas
generadas por las exportaciones del estaño sean
depositadas en el Banco Central, con el primer congreso
indigenal, convocado por el Coronel Gualberto
Villarroel, en 1944, proceso que culminará con la
Revolución del 52, que nacionalizó las minas, dictó la
reforma agraria y el voto universal y artículo al país,
de oriente a occidente, con la carretera Cochabamba-
Santa Cruz.
El general Alfredo Ovando y el político socialista
Marcelo Quiroga Santa Cruz volvieron a nacionalizar el
petróleo, en 1969, que había sido desnacionalizado por
Víctor Paz Estensoro y Hernán Siles Zuazo, en la
transición de ambas presidencias, en 1956. Ante la
usurpación "olañetista" y neoliberal del proceso
nacionalista, los contingentes indo mestizos ofrendaron
sus vidas, una vez más, el 17 de octubre de 2003. El
precio pagado en esos acontecimientos ascendió a 67
muertos y alrededor de 400 heridos. Los combatientes
populares lograron la fuga a EEUU de GSL y de sus
ministros genocidas, pero el "olañetismo", una vez más,
se aprovechó de esa victoria y pretende, hoy en día,
mantener incólume, mediante la Presidencia de Carlos
Mesa, vicepresidente del derrocado, la entrega del gas
y del petróleo a las transnacionales dispuesta por el
"gonismo".
Bolivia, a cien años del Tratado de 1904, está
nuevamente convulsionada. En momentos en que el
Parlamento discute una nueva Ley de Hidrocarburos, en
una trinchera están los descendientes del "olañetismo",
de la casta encomendera, de las oligarquías de la plata
y del estaño, hoy agentes de las petroleras, en la
otra, el pueblo indo mestizo, que rememora a sus
mártires de tantas jornadas en las que se ofrendó la
vida por la aún pendiente liberación nacional.
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