Elementos para la independencia tecnológica
27/11/2013
- Opinión
Muchas veces se habla de independencia tecnológica y de soberanía nacional, sobre todo en estos tiempos en que día tras día van surgiendo nuevos elementos (gracias al gran Edward Snowden [0]) del espionaje masivo al que estamos expuestos a manos de la CIA y la NSA yanquis.
Pero, ¿cómo llegar a tan glorioso (y beneficioso para el país) estadio? En otros artículos ya expresamos que el uso masivo de Software Libre[1] en el Estado es una de las condiciones necesarias, más no suficientes, para ello. Enfoquémonos pues en otras cosas que serían necesarias, al menos para quien esto escribe.
Se me ocurren varias cosas para la emancipación tecnológica. Pero la gran mayoría no tienen que ver con el presente, sino más bien con el futuro. O sea, creo que es mejor apuntar las baterías para asegurar el futuro que usarlas para tratar de modificar el presente. En ese sentido me vienen a la cabeza las palabras del compañero presidente a la hora de asumir: “Educación, Educación, Educación”.
Porque el espíritu crítico y libertario no se puede inducir mágicamente en nuestros técnicos, científicos y ciudadanos en general. Hay que establecer un plan para garantizarlo en un futuro, esperemos no muy lejano. Se me ocurren varias acciones en ese sentido, desde lo curricular y desde lo extra-curricular, desde la educación primaria hasta la terciaria.
A nivel de educación primaria se podría aprovechar el parque informático que ya está en manos de los niños (gracias al Plan Ceibal) y empezar a formarlos en programación. A la altura de 9 o 10 años ya se pueden entender algoritmos básicos y hay lenguajes de programación y software para aprender a programar a esa edad. No se pretende que todos los niños salgan programadores, como tampoco se pretende que todos los niños sean músicos cuando se les brinda educación musical a dicha edad ni se pretende que sean todos atletas cuando se les brinda educación física. La programación es una herramienta importantísima hoy en día. Aprender algunas cosas básicas los ayudará en varios sentidos a lo largo de toda su vida. Métodos para ordenar cosas, búsqueda de distintas soluciones para un problema, mejorar las soluciones que ideamos a primera vista (optimización), planificación, etc.
Creo firmemente que las computadoras del Plan Ceibal están siendo sub-utilizadas. Se ha hecho mucha promoción de que un muchacho “generación Ceibal” de 13 años ganó un concurso de Google pero si rascamos un poco encontramos que hay sólo 2 gurises de esa edad que participan en la creación de software para las ceibalitas (y llegaron a eso por el apoyo de su entorno familiar, no por el apoyo desde el Plan Ceibal). El porcentaje es pésimo pues si consideramos que hay más de medio millón de gurises entre 5 y 14 años llegamos a que sólo un 0,000004 % de los usuarios de ceibalitas tienen habilidades como para aportar para mejorar el software que usan.
También se podrían generalizar iniciativas como el Proyecto Butiá [2] que busca incentivar la programación de robots usando plataformas simples y económicas. Está pensado para secundaria, pero en este video podrán apreciar cómo en una escuela han podido crear un grupo que hizo un robot tomando como base una ceibalita (Escuela Nº 65 de la ciudad de Treinta y Tres) así como también apreciarán lo altamente motivados que están los niños para seguir aprendiendo sobre esos temas.[3]
A nivel de educación secundaria se debería continuar con herramientas de programación y estudios de algoritmos, así como también con iniciativas como el Plan Butiá recientemente mencionado.
Otra cosa que se podría incentivar es la creación de “Clubes de Hackers”. No se asusten, no estoy planteando que se les enseñe a robar contraseñas de cuentas bancarias, estoy hablando del verdadero significado de la palabra “hacker”. En esta página [4] sobre ética hacker se dice que “... la ética del trabajo para el hacker se funda en el valor de la creatividad, y consiste en combinar la pasión con la libertad. El dinero deja de ser un valor en sí mismo y el beneficio se cifra en metas como el valor social y el libre acceso, la transparencia y la franqueza”.
En estos clubes de hackers se pueden plantear problemas ya de escala media y explorar distintas soluciones integrando distintas disciplinas. Sería todo un desafío altamente beneficioso para toda la comunidad educativa del centro de estudios y también para el futuro de todo el país si esta iniciativa se masificara.
Hay experiencias de laboratorios hackers [5] y encuentros de hackers [6] en todo el mundo. Se crean y fomentan espacios donde la ciencia, la investigación por nuevas tecnologías y el arte se mixturan maravillosamente.
A nivel terciario también hay cosas para hacer. En particular referidas al tratamiento de temas que suelen ser áridos y cuestionadores como por ejemplo el estudio de aspectos referidos a lo que se ha dado en llamar “Sistema de Propiedad Intelectual” y también a temas éticos en la vida de los profesionales. Cuando hablamos de “sistema de propiedad intelectual” nos referimos a un conjunto de elementos como las patentes, las licencias, las marcas, los derechos de autor, denominaciones de origen, etc.
Hoy en día, y cada vez más, estamos regidos por reglamentaciones y tratados donde el tema de “propiedad intelectual” se insinúa pero no se muestra claramente hasta que ya es demasiado tarde. Todos escuchamos hablar de los tratados de libre comercio (TLC), pero pocos saben que uno de los temas más importantes (sino el más) es el referido precisamente a que se reconozcan derechos de los países centrales en el tema licencias sobre patentes y derechos de autor. De esta manera se aseguran un futuro próspero (los países centrales) pues no hay casi nada que podamos hacer sin pagarles por dichos conceptos. No es un dato menor que en toda Latinoamérica el 93% de las patentes otorgadas lo son a manos de “no residentes”, o sea de personas y empresas extranjeras. Es literalmente dinero que se va de nuestros países a las casas centrales de las multinacionales. Ya he expresado en otros artículos que el actual sistema de propiedad intelectual es el colonialismo del siglo XXI, y estoy cada día más convencido de ello.
Como es un tema difícil de estudiar y entender se suele dejar este tema en manos de unos pocos abogados que no siempre tienen como objetivo el interés general. Creemos fundamental discutir estos temas lo más ampliamente posible, motivando a que más personas se empapen en esta temática para poder entenderla (para luego tomar acciones) en su justa dimensión.
Otro tema que debería discutirse ampliamente a nivel terciario es el del ejercicio profesional y académico. ¿Qué tipo de profesionales queremos? ¿Qué profesionales tenemos? ¿Cómo hacemos para ir de lo que tenemos hasta lo que queremos?
¿Es válido que el país invierta dinero de TODOS los uruguayos en la formación de un profesional que luego se va a hacer carrera en otro país? ¿Cómo hacer para que los profesionales que emigraron vuelvan a nuestro país? ¿Qué es mejor para el país? ¿Apostar por profesionales que hagan libre ejercicio de la profesión o por profesionales que desarrollen su vida laboral en organismos públicos?.
A nivel académico: ¿Se está apoyando con becas para estudios de post-grado a quienes más lo necesitan o a cierta elite académica? ¿Cómo hacemos para apoyar a los profesionales que van a otros países a continuar con estudios de post-grado? Muchas veces estos profesionales pasan largas estadías en ambientes muy absorbentes (y hasta hostiles) y alejados de sus familias y seres queridos, lo cual puede derivar en problemas de todo tipo. ¿Tiene sentido invertir 25 años en la formación de una persona si luego no se puede aprovechar todo su potencial?
Estas son algunas interrogantes que (junto a otras) creemos deberían ser discutidas y resueltas a nivel de educación terciaria.
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