Proceso democrático estancado
24/02/1999
- Opinión
El 7 de febrero de 1999 marcó tres aniversarios en Haití: la caída en 1986
del dictador Jean-Claude Duvalier; la toma del mando del Presidente René
Preval en 1996, y el juramento en 1991 del anterior presidente, Jean
Bertrand Aristide. Pero esta fecha, que recuerda la caída de la dictadura
más sangrienta que haya conocido el país y el inicio de un proceso
democrático, pasó desapercibida; sin ninguna declaración ni ceremonia
oficial.
Y es que Haití se encuentra todavía enredada en un proceso tumultuoso y
cada vez más incierto. Los mecanismos implantados para hacer funcionar un
"régimen democrático" son inoperantes. Después de casi dos años sin
gobierno, el país se encuentra con una legislatura reducida a nueve
senadores, y con comisiones comunales (designadas por el Ejecutivo) en
lugar de consejos electos. Todavía se discute la formación de un Consejo
Electoral Provisional (CEP) en remplazo del Consejo Electoral Permanente,
previsto tras las elecciones abortadas de 1987, que sigue postergado, sin
que las Colectividades Territoriales, ahora caducas, hayan podido cumplir
su función.
Esa es, en el plano institucional, la situación prevaleciente en Haití
desde inicios de este año, cuando Preval reconoció que había terminado el
mandato de los parlamentarios electos en 1995.
¿Golpe de fuerza o mandato constitucional...?
Preval, quien es poco afecto a los discursos, se vio obligado a dirigirse a
la población dos veces en tres semanas. En primer lugar, el 11 de enero,
en un breve discurso transmitido por radio y televisión, se pronunció en
contra la "prolongación del mandato" de los senadores y diputados electos
en 1995. Para luego, el 2 de febrero, en otro discurso, reafirmar lo
fundamentado de su decisión.
Esa misma noche, Preval se esforzó para tranquilizar a unos y otros y dio a
entender que no era su intención desviarse de la vía democrática. "Al
contrario, seguimos construyéndola respetando la ley", declaró, a la vez
que indicó que entiende la actitud de los ciudadanos de buena fe que se
muestran vigilantes frente a las últimas manifestaciones de la crisis.
Las reacciones se han multiplicado de parte de los propios electos -cuyas
ventajas y privilegios han sido oficialmente retirados-, como de varios
sectores políticos. Para los presidentes de las dos cámaras, no cabe duda
de que Preval ha intentado "un golpe de fuerza". El Presidente de la
Asamblea Nacional, el senador Edgar Leblanc, y el Presidente de la Cámara
de Diputados, Vasco Thernelan, ambos de la Organización Política Lavalas
(OPL), anunciaron a la prensa que una "demanda de impugnación" había sido
depositada ante el Tribunal Supremo.
Su argumento jurídico es que la Constitución está por encima de cualquier
otra ley, como la ley electoral de 1995, que había previsto que el 11 de
enero de 1999 se termine el mandato de los elegidos en 1995, a fin de
normalizar el calendario electoral que había sufrido modificaciones al
regreso de Jean Bertrand Aristide en 1994. La Constitución estipula que en
ningún caso se puede acortar ni prolongar el mandato de los elegidos, según
sostienen los parlamentarios que están decididos a permanecer en sus
puestos. Para el Ejecutivo, la Corte debería negarse a recibir esta
demanda, siendo que el Jefe de Estado únicamente ejercía su prerrogativa
constitucional de vigilar el respeto a las leyes.
La OPL, que se ha aliado con otros 5 partidos políticos de oposición, habla
sin rodeos del "golpe de Estado del 11 de enero". Los cinco partidos que
firmaron este planteamiento con OPL son: la Convención de la Unidad
Democrática (KID), el Partido Nacional Progresista Haitiano (PANPRHA), el
Congreso Nacional de los Movimientos Democráticos (KONAKOM), Ayiti Kapab y
Generación 2004. A estos seis partidos, los cuales en su mayoría apoyaron
abiertamente el golpe de Estado militar de septiembre 1991, se añade el
Reagrupamiento de Demócratas Nacionales Progresistas (RDNP). Los
empresarios y algunas centrales sindicales apoyan que se mantengan en sus
puestos los elegidos en el 95, hasta la instalación de los nuevos electos.
La única nota discordante en la oposición es la reacción del Movimiento por
la Instauración de la Democracia (MIDH), el cual también coqueteó con los
golpistas. Su jefe, el antiguo primer ministro de facto Marc Bazin, dice
comprender la posición de Preval, y afirma su disposición a colaborar en
una perspectiva de salida de la crisis.
De otro lado, hay quienes apoyan la gestión del Ejecutivo. Según ellos, al
exigir la aplicación de la Ley Electoral, Preval no ha cometido ninguna
violación. Para la Asamblea Popular Nacional (APN), dirigida por Benjamín
Dupuy, son los "falsos demócratas" quienes tratan de hacer creer que el
parlamento ha sido disuelto. Hay el apoyo sin reservas, también, de
Lafanmi Lavalasse (Familia Lavalas) del antiguo presidente Aristide.
El 25 de enero, organizaciones pro Lafanmi, entre ellas Juventud Poder
Popular (JPP), llegaron incluso a manifestar en las calles su apoyo a
Preval. La prensa señaló la presencia de varios millares de personas
delante del palacio nacional. Esta manifestación constituyó, entre otras,
una respuesta a la oposición, cuyo llamado a la huelga general, tres días
antes, había tenido resultados mitigados. El 22 de enero, el gran comercio
y las escuelas fueron en buena parte paralizados. Toda vez, el comercio
informal, el transporte común, la industria de maquila, los bancos, los
supermercados y estaciones de servicio funcionaron normalmente.
Entretanto, Jacques Edouard Alexis, quien fue ratificado la víspera del 11
de enero, sigue como Primer Ministro sin gobierno. No había presentado su
declaración de política general ante el parlamento y enfrenta hoy graves
dificultades para conformar un gabinete ministerial, percibido de antemano
como de facto.
La perspectiva electoral: Hay mucho en juego
En su intervención del 2 de febrero, el jefe del Estado planteó, una vez
más, la necesidad de organizar las elecciones en buenas condiciones para
asegurar el remplazo de las autoridades de las colectividades territoriales
y de los miembros de la 46 Legislatura. Un clima de confianza y serenidad,
un CEP credible y no partidario, un Consejo de Vigilancia Electoral,
misiones de observación electoral nacional e internacional, apoyo
financiero del Estado a los candidatos; tales son, según Preval, elementos
indispensables a la realización de buenas elecciones.
Este es el punto de vista que ha mantenido en su ronda de diálogos con los
partidos de oposición, que se han reunido con el Presidente varias veces
desde fines de enero. La opción electoral tiene el visto bueno,
igualmente, de la comunidad internacional, particularmente la ONU y los
parlamentarios francófonos que efectuaron a mediados de febrero una visita
de información a Puerto Príncipe.
Washington, en tanto, si bien aprueba la perspectiva electoral, por lo bajo
esgrime la amenaza de interrumpir su ayuda financiera a Haití y subraya la
necesidad de implantar un Consejo Electoral credible y de contar con una
ley electoral transparente. Paralelamente, la embajada estadounidense
muestra una muy buena disposición hacia los parlamentarios de la 46
Legislatura, a quienes ha abierto un servicio especial para la tramitación
de visa, en el caso de que deseen viajar a EE.UU.
Es más, una delegación parlamentaria norteamericana que visitó Haití
recientemente expresó abiertamente su apoyo al parlamento. En su informe,
la delegación de cuatro diputados dirigida por el republicano Benjamín
Gilman, apoya la demanda del parlamento ante el Tribunal Supremo y advierte
contra una precipitación de las elecciones.
Es justamente en el plano electoral que hay mucho en juego. Las próximas
elecciones presidenciales deberán realizarse en el año 2000. Cada cual
quiere jalar más agua a su molino, en una situación donde el anterior
presidente Aristide, en campaña permanente, no tiene la intención de ceder
terreno. La gestión del poder hoy, al nivel que sea -Sección Comunal,
Comuna, Colectividad Territorial, Cámara de Diputados, Senado,
Ministerio- deberá permitir ciertos medios para poder posicionarse mejor de cara
a la próxima contienda.
Así se explica por qué en el terreno, hasta ahora, la instalación de las
Comisiones Comunales, recientemente nombradas, causa numerosos problemas.
En muchas comunas, están siendo impugnadas por parte de varios grupos de la
población, en su mayoría vinculados a Lafanmi Lavalasse.
Ciertas organizaciones populares de su lado, intentan sortear el polarizado
esquema por o contra Preval/Lafanmi Lavalasse y Parlamento/OPL. Ambas
partes son vistas como dos caras de la misma moneda, en la medida en que no
se las considera garantes de las reivindicaciones populares, sino ligadas
al plan neoliberal impuesto por las instituciones internacionales.
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