Foster Dulles, los medios y la invasión de Guatemala para la United Fruit

19/09/2013
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Una reflexión sobre la guerra de exterminio movida por los EUA, sus medios de comunicación y demás eunucos contra el gobierno antiimperialista de Jacobo Arbenz.
 
 “La experiencia de Guatemala constituye un verdadero arsenal de ejemplos de lucha antiimperialista para los nacionalistas de todo el mundo”
Osny Duarte Pereira 
 
Uno de los principales acciones de la United Fr8uit, John Foster Dulles, era también, o por eso mismo – el secretario de Estado del gobierno estadounidense en el início de los años 1950, cuando el presidente de Guatemala, Jacobo Árbenz, decidió, via reforma agraria, llevar justicia al campo y a la ciudad.
 
El pequeño país centroamericano ha sido atacado para defender intereses del secretario de Estado, que acusaba la cuna de la civilización mayor de ser una “amenaza a la paz y a la seguridad del hemisferio”. De la misma manera que en la guerra contra Irak han sido introducidos montañas de millones de dólares en la empresa del vicepresidente de los EUA, Dick Cheney, el principal beneficiado por la invasión. En las dos sangrientas agresiones a la soberanía nacional y a los derechos de todo un pueblo, los medios de comunicación actuaron como transmisores políticos e ideológicos del imperialismo. El libro de Plínio de Abreu Ramos, “Foster Dulles y la invasión de Guatemala” (Editora Fulgor, 1958) es sobre la primera intervención yanqui en el continente pos guerra fría.
 
En el prefacio, el profesor y jurista Osny Duarte Pereira, aclara sobre lo que movió la ira de la United Fruit y su “guerra de exterminio contra un gobierno”. “Recuerdo nítidamente y jamás me saldrá de la memoria a conmoción que me ha causado, una fila de campesinos en las taquillas  del Departamento de la Reforma Agraria, para recibir las escrituras de sus tierras. Hombres del campo, condenados perpetuamente a la condición de peones, de repente llevados a la condición de propietarios de las tierras en que trabajaban a sueldo. Era necesario ver la escena de los fisionomías de aquella gene humilde, agarrando los documentos con las dos manos, ojos de espanto, una sonrisa larga y, luego, en abrazos efusivos, despidiéndose de la odiosa situación de antiguos siervos de la gleba. Parecía una escena de distribución de diplomas en fiesta de graduación, aunque ocurriera como un acto de rutina en el departamento gubernamental, en hora normal de trabajo, sin discursos ni aglomeraciones”.
 
También el jefe de la Casa Civil de la Presidencia de la República, en el gobierno de Getúlio Vargas, Lourival Fontes, rememora en la abertura del libro: “la historia de América a partir de los tiempos de colonia hasta los días más recientes de su vida independiente, en ningún momento se separa del sistema económico internacional y de sus prácticas de exploración. La transición del periodo colonial para el autonomismo marcó el paso de las maldiciones del monopolio para las penas de las concesiones, de los privilegios y de la empeña al extranjero”. Cuando pensamos en las concesiones de puertos, aeropuertos y carreteras, y lo que es más grave, en la subasta del campo de Libra, en el pre-sal, tenemos la exacta dimensión del alerta.
 
Nacionalización de tierras
 
El decreto de 7 de junio de 1953, que marcó el inicio de la reforma agraria en Guatemala, interrumpida un años después por la invasión al país, preveía la expropiación de menos del 10 por ciento de las áreas – de cultivo e impropias – de propiedad de la United Fruit. Pocas semanas después, en 26 de junio, la República de Guatemala, a través del embajador en Washington, Guillermo Garrido Torrielo comunicó al departamento de Estado la nacionalización de 233.973 acres (1 acre = 0,404685642 hectárea) de propiedad de la frutera.
 
El momento era de extrema tensión, según el entonces director del Diário de Notícia do Rio de Janeiro, João Portela Ribeiro Dantas, “con América Central totalmente abalada por los intereses de la compañía estadounidense United Fruit, empresa a que pertenecen sus carreteras, sus ferrocarriles, sus puertos y navíos”. En verdad, el reinado establecido por el cartel en los países del Caribe “antecede a la investida de los carteles petrolíferos ingleses y estadounidenses en las regiones productoras de Venezuela y México”.
 
En continuidad a las transformaciones iniciadas por el presidente Juan José Arévalo (1945-1950), Árbenz vio la necesidad de ruptura con la lógica semicolonial. “Tres compañías extranjeras – United Fruit Co. International Railway of Central America y la Compañía Agrícola de Guatemala – dominaban el 75 por ciento de la superficie agrícola del país y el total de sus comunicaciones terrestres y la navegación marítima. 80 por ciento de su población campesina era empleada en las plantaciones de bananos exploradas por la frutera. Guatemala exportaba para los Estados Unidos el 76 por ciento de su producción e importaba de aquél país el 64 por ciento de los productos consumidos en su mercado interno”. El mismo garrote que el Tratado de Libre Comercio (TLC) EUA-Guatemala, firmado en años recientes, quiere perpetuar.
 
Con base en la ley de reforma agraria y “de acuerdo con la resolución de la ONU que reconoce el derecho de las naciones de nacionalizar sus recursos naturales”, el presidente guatemalteco anunció la indemnización a la frutera en forma de títulos, con plazo de 25 años a partir da fecha de expropiación, “al valor que la compañía había declara para fines de tributación”.
 
Evasión fiscal monumental
 
“La United Fruit pagaba al gobierno de Guatemala 0,15 centésimos de dólar por racimo de banano exportado, sin posibilidad de fiscalización aduanera de esa operación, una vez que el transporte para la zona de embarque y el cargamento del producto eran efectuados en ferrocarriles de la compañía, embarcados en instalaciones portuarias controladas por la compañía y transportados para el exterior en buques de la mismo compañía. Dentro de ese privilegio invulnerable de acaparamiento, la adulteración de los datos anuales sobre cosecha del banano, informado al gobierno para el cobre del impuesto era superior a 120 por ciento sobre el total de la producción anual. El Fondo Monetario Internacional en su informe del año 1946, revela que la frutera informó al gobierno en aquél años haber exportado ocho millones de dólares, mientras la exportación real superaba 19 millones”, señaló Plínio de Abreu Ramos. En el año siguiente, siempre de acuerdo con los datos del FMI, “la empresa confesó una exportación de 11,5 millones, cuando había de facto, exportado 30 millones 800 mil dólares”. Para que se tenga una idea de la dimensión del robo al Estado, vale recordar que una casa en la capital en aquél tiempo costaba unos tres mil dólares.
 
“Las primeras apropiaciones agrarias de la United Fruit en Guatemala han sido en tiempos de la dictadura de Cabrera, entre 1901 y 1904, ampliadas más tarde por medio de contratos firmados durante el efémero gobierno de Orellana, entre 1923 y 1924. En 1930, con el país dominado por el caudillo Lázaro Chacón, la compañía extiende sus dominios sobre el litoral atlántico, y establece en sus ferrocarriles, una tabla de flete sobre el transporte de productos nacionales, cuya exportación se procesaba a través de eses puertos en el litoral pacífico. El resultado de esa ofensiva en dirección a la costa oriental del país ha sido, no solo la expulsión de propietarios y campesinos de las tierras, mas de una manera especial, vino a gravar la producción nacional reducida ante el monopolio de la frutera, de la rede de carreteras del país. Algunos municipios de la zona atlántica, para resguardar los intereses de los propietarios nacionales perjudicados por la compañía, intentaron recurrir a la Justicia, más el dictador Ubico, apoyado en el ejército sobornado por el cartel, confirmó la pose de la frutera sobre las tierras contestadas”.
 
Vencer el rojismo”
 
Para garantir el éxito de la acción era necesario tornar invisible los incontables avances alcanzados por los gobiernos nacionalistas de Arévalo y Arbenz, herederos del caos dejado por el dictador Jorge Ubico (1931-1944), siervo de los EUA. “Las nuevas carreteras y ferrocarriles, las centrales eléctricas, la reforma agraria, las escuelas abiertas por toda parte, ofrecían un espectáculo en aquella América Central que daba la sensación, confrontando con los vecinos, de estar fuera del continente”, relata Osny Duarte Pereira.
 
En este momento entran en escena para “vencer las fuerzas del rojismo” las agencias internacionales de noticias, particularmente la United Press. La tarea desinformativa visaba también cementar el envolvimiento de los “tres reyes caribeños contra Guatemala infiel, altiva y soberana: Don Tacho Somoza, de Nicaragua; don Rafael Trujillo, de la Republica Dominicana y don Perez Jimenez, de Venezuela, cumpliendo la pregonera de la guerra santa”.
 
En comunicado oficial a la prensa mundial, el presidente Jacobo Árbenz exhibió más de doscientas copias de documentos que fueron aprendidos por las autoridades guatemaltecas que implicaban a Somoza, Trujillo y Jiménez en la acción golpista comandada por el coronel Castillo Armas, mercenario a servicio de la CIA, aislado en Honduras. Según el comunicado, los conspiradores “estaban adquiriendo aviones y bombas de Napalm a través de la empresa nicaragüense Anastasio Somoza & Cia, en que Don Tacho y su hijo Somoza Debayle, actual dictador, eran socios en el comercio ilegal de armas de guerra desembarcados clandestinamente en las costa del Atlántico  para pertrechar las hordas mercenarias”. El gobierno alertó que numerosos bandos de saboteadores, asesinos y soldados están siendo entrenados en la isla nicaragüense de Momotombito y en la provincia de Tamarindo, esta última “feudo rural” de la familia Somoza.
 
La denuncia del presidente Árbenz describía como había sido planeado el desembarque en la costa del Pacífico “con tropas desembarcadas de barcazas salidas de puertos nicaragüenses”, el “apoyo aéreo mediante bombardeo de pueblos y aterrizaje en aeropuertos particulares del Pacífico”, los “ataques simultáneos por la frontera de Honduras”, y toda secuencia de acciones de los mercenarios.
 
Los cables de la United Press y de los voceros del departamento de Estado, publicados en los periódicos del 19 de junio anunciando la invasión de Guatemala, muestran que los jefes militares invasores no tuvieron el cuidado de rectificar el plan de ataque denunciado por el gobierno de Jacobo Árbenz. El gobierno ha revidado ese agravio providenciando la expulsión de los periodistas estadounidenses Sidney Gruson y Marshall Bannel, corresponsales del Niw York Times y de la National Broadcasting Company respectivamente, los agentes más activos de la campaña para depreciar que de forma maliciosa y creciente era practicada por los medios de comunicación en contra de Guatemala”, relata el libro.
 
“Irritada” con la expulsión de los dos espías, la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes “sugirió” al departamento de Estado sanciones económicas a la nación maya, suspendiendo las compras de café. En la prensa brasileña, el “entusiasmo” mostrado por la United Press ha sido recibido con indescriptible euforia  por los titulares de O Globo y Diários Associados”. Tribuna de Imprensa, se ultrapasó: “Ahora, pueden llamarnos de vendido al extranjero. Eso no nos asusta ni nos quita del camino que tenemos de recorrer”.
 
Noticia deformada y calumniosa
 
“El peligro mayor – advirtió el embajador de Guatemala en Washington, Guillermo Garrido Toriello – es que están buscando apoyo colectivo de América para violar impunemente el principio de no intervención, pero nos recusamos a creer que quieran volver a las viejas prácticas de otrora, en que los viejos monopolios influían predominantemente en la política de algunos países, por medio del temor al gran garrote y de la vergonzosa diplomacia del dólar, cuando era natural que la infantería de Marina de los Estados Unidos desembarcara en puertos latinoamericanos para dominar aduanas, a fin de proteger intereses o para corregir actividades política que agradaban aquellos intereses. Todo eso se está haciendo en Guatemala, pero no lo saben los pueblos de América. La noticia que llega por las agencias, que sirven a la causa de los monopolios, es una noticia deformada y siempre calumniosa”, advirtió el canciller, destacando que tal acción de los medios se prestaba al servilismo mental.
 
Para justificar el envío de armamento estadounidense para Honduras, donde se entregaría para los mercenarios de Castillo Armas, los “eunucos de pedigríes” pasaron a propagar la versión de que el gobierno de Guatemala estaba adquiriendo armas de guerra en la Unión Soviética y en Polonia. En continuidad al script, en la semana siguiente a United Press en cable decía que “las autoridades de Honduras descubrieron vestigios de participación de elementos del gobierno guatemalteco en la huelga que estallara en la víspera en las plantaciones de banana de la frutera en el Norte del país”. Con la misma partitura utilizada hoy contra el presidente Al Assad y el pueblo de Siria, provocaban una verdadera avalancha de desinformación, buscando crear una cultura necesaria a la intervención, con aviones estadounidenses lanzando “armas con el timbre de la hoz y martillo” sobre la zona rural confiscada. El gobierno guatemalteco ha denunciado la trampa, pero, nadie repercutió.
 
Espadas de madera
 
Esclareciendo la información sobre compra de “armas pesadas de guerra” el gobierno suizo informó que “la carga enviada a Guatemala, con valor de 40 mil dólares o 134 mil francos suizos, constaba de 16 cajas de capsulas para entrenamiento de defensa antiaérea”. Y señalaba la “impropiedad” al calificar como “arma” a los “cartuchos que no pueden ser más útiles en una guerra que espadas de madera”. A pesar de la declaración oficial de la fuente original, “la mentira nutrida por la corrupción del cartel insistía, resoluta y audaz en atribuir la origen de la adquisición a Polonia y a la URSS”. Sutilmente los medios venales prospectaba para los invasores las vulnerabilidades de la resistencia guatemalteca.
 
En Brasil, Tribuna da Imprensa publicó en 24 de junio de 1954: “el navío sueco Alfhelm, después de un viaje misterioso, llenos de idas y venidas, desembarcó clandestinamente, mas a la vista del gobierno, dos mil toneladas, en 25 mil cajas de armamento checoeslovaco  controlado por Rusia, procedentes del puerto polaco de Sttettin, en el Báltico. Interpelado, el gobierno guatemalteco declaró que desde 1949 los Estados Unidos, so el argumento de no confiar en el destino a ser dado al armamento, dejaron de vender o ceder armas para Guatemala. Por eso, dijo, recurrió a fuentes rusas, mas era una única y pequeña carga, garantió Toriello, en nombre del gobierno”.
 
Intencionadamente inventaron datos, deturparon la fuete y la cantidad de las armas encomendadas, “además de responsabilizar a Toriello por explicaciones que el no ha dado, no podía dar ni tenía que dar”. Los equipos de saboteadores actuaban con impresionante e inexplicable desembarazo, “eran comandadas dentro de Guatemala por un sacerdote francés expulso del país y acogido en Rio de Janeiro por las autoridades brasileñas y siguió a dar declaraciones difamatorias contra aquella República en O Globo y Tribuna da Imprensa”. “En el terreno de espionaje, el gobierno no ignoraba que en ese criminal oficio ejercitaban abiertamente la prensa colaboracionista con la frutera, El Imparcial, El Espectador, El Mundo Libre, ciertas facciones del clero filiadas a la Acción Social Cristiana”.
 
Antes de ordenar el contraataque a sus tropas, el enemigo ya ocupaba una faja de 15 kilómetros en territorio guatemalteco. El gobierno de Árbenz también recorrió al Consejo de Seguridad de la ONU, en que Toriello informó la presencia de fuerzas militares extranjeras en el departamento de Chiquimula y el bombardeo de ciudades por aviones de construcción estadounidense P-47, oriundos de bases instaladas en Nicaragua y Honduras, “una vez que los mercenarios no poseen ningún aeropuerto o base militar en el país”. El canciller guatemalteco también esclareció que en la noche del día 20 el navío hondureño “Siesta de Trujillo” ha sido apresado en Puerto Barrios cuando descargaba ametralladoras, fusiles y granadas para abastecer los mercenarios, “mientras nuevos aviones bombardeaban Zacapa, York y Cristina y puentes de ferrocarriles que ligan la frontera de Honduras con la capital guatemalteca”.
 
Propaganda política”
 
La United Press se aprovecho del hecho de haber sido el soviético Viatcheslav Molotov el primer canciller a responder a la exhortación de Toriollo. Día 27, artículo publicado en el Diário de Notícias do Rio de Janeiro, Rafael Correa de Oliveira denunciaba los propósitos de la desinformación publicada por las agencias de noticias, restableciendo la versión correcta de las notas diplomáticas canjeadas entre cancilleres de Guatemala y URSS. Con ese espirito, aclara el autor, “tenga el lector mucho cuidado con el noticiero de las agencias cablegráficas. Anteayer, por ejemplo, intentaron imponer a los periódicos un comunicado sobre los viajes de barcos de guerra rusos con misión especial de defender a Guatemala. Era mentira. Ayer publicaron un llamado de Guatemala a Molotov. También mentían. Se trataba de un cable-oficial enviado a todos los miembros del Consejo de Seguridad – Brasil y Rusia incluidos. La noticia tendenciosa individualizó el pedido de apoyo para mejor cumplir con las instrucciones de propaganda política de la guerra del banano”.
 
El gobierno guatemalteco denunciaba que en el sector de Zacapa, “era considerable el número de civiles muertos en consecuencia del ametrallamiento de la población por aviones P-47, marca Thunderbolt, de fabricación estadounidense, que solamente podían venir de Managua o de Tegucigalpa, donde los aeropuertos de Las Mercedes y Toncintis, respectivamente, son los únicos en América Central que poseían pistas adecuadas para aterrizaje  de ese tipo de aparatos”.
 
En el 28 de junio, “con Guatemala desangrando en los campos de batalla y traicionada por la cobardía remunerada de la diplomacia estadounidense”, Arbenz renunció. Las acciones de la frutera subieron dos pontos en la Bolsa de Nueva York.
 
“La corrupción imperialista en Guatemala, como no podía dejar de suceder, ha causado efectos inmediatos de hambre, terrorismo y dictadura luego en los primeros meses del ascenso de Castillo Armas al poder”. Tan solo en los campos de concentración de Poptum, en el departamento de Peten, había cerca de 6.500 prisioneros. Los asesinatos políticos  obedecían a la “orientación” por una “justicia severa, rápida y eficaz”. “Una de las primeras víctimas de los asesinatos judiciales ordenados por la dictadura, después de los masacres de Villa Nueva, Amatitlan y Antigua, donde han sido ametrallados casi todos los líderes sindicales de los trabajadores de la frutera, el diputado Alarico Bennet, ejecutado a mando de Rosendo Pérez, asesino a sueldo  buscado por la justicia que alquilara sus servicios a los bandos mercenarios de Castillo Armas”.
 
Corrupción estadounidense
 
“El nivel de descomposición generalizada que la corrupción estadounidense ha provocado en la atmosfera de venalidad que cunde sobre el país” luego quedó evidenciado. Tantas han sido la “indecencia y la infamia de las clausulas enviadas por el dictador a la Asamblea Constituyente, “electa” después de la invasión sin la participación de los partidos aliados de Árbenz, colocados en la ilegalidad, que el diputado Clemente Rojas – director del periódico bananero La Hora, que participó de la violenta campana contra el gobierno nacionalista – declaró que se retiraba “enojado de esa asamblea y de ese Congreso corrompido”. “Igual desprecio por la dictadura mercenario ha sido manifestado por otro antiguo prócer bananero, señor Alfonso Carrillo, que expresó en su discurso: “Me siento como se fuéramos parte de los Estados Unidos. La versión simplona de esos contractos, obviamente es resultado de la traducción del inglés para el castellano”.
 
“Como en los viejos tiempos aparecen, de nuevo, en Guatemala, los descalzados y andrajosos que llenan especialmente las calles de la capital”, describe Carleton Beals, en The Progresive. Y sigue: “la gran  porcentaje de desempleados son trabajadores demitidos de las obras y de los proyectos de habitación popular, así como también campesinos desalojados de sus tierras. Cerca de un millón de acres habían sido otorgados por el gobierno de Árbenz, parcelas de tierras del Estado que los campesinos con recursos propios han preparado para el cultivo. El desempleo general y la destruición de los sindicatos provocó baja de los salarios – de cerca de un dólar que ganaban en la época democrática hasta 15 centavos, que era el nivel cuando de la dictadura de Ubico. En algunas partes el salario en el campo ha sido rebajado en 50 por ciento o más. Al mismo tiempo, la inflación y la falta de alimentos elevó hasta el cielo el costo de la vida”.
 
En medio a este escenario de devastación y degeneración, Ramón Blanco, socio del periódico golpista El Imparcial, columnista en la Tribuna de Imprensa, escribió en 24 de septiembre de 1954 que “hay mucha gente  que extraña mucho que no se ha organizado aún un homenaje publico al embajador de los Estados Unidos señor John Peurifoy, como demostración de agradecimiento y cariño por su magnifica actuación y colaboración para vencer la administración que acaba de ser derrocada”.
 
La “deificación lisonjera” del escriba pro imperialista concluye Plínio de Abreu Ramos, “llega al cúmulo de loas al espía alegre y libertino con la misma solicitud del siervo Lebel que, al besar los calzones de Luis XV, decía embebecido: “señor podes contar con mi yo canalla”.
 
- Leonardo Wexell Severo es periodista brasileño colaborador de Diálogos del Sur
 
 
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