Balance de operaciones militares y mediáticas

02/09/2013
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La fragata británica Lancaster, luego de arrasar un sembrado de marihuana en la colonia inglesa de Anguila y capturar dos pequeñas lanchas de contrabandistas de cocaína cerca de Jamaica y de Puerto Rico, permaneció inactiva casi todo el mes de agosto en el puerto de San Juan para luego zarpar rumbo a una exposición naval en Colombia.
 
Mientras tanto, pasan los meses y no se difunde mayor información sobre los hallazgos de la Guardia Nacional sobre el uso de un aeropuerto de Puerto Rico para trasbordo de cocaína desde Trinidad hacia Inglaterra y de un furgón que transportaba cajas de municiones de contrabando enviado por una empresa estadounidense con destino desconocido.
 
De hecho, los aciertos o desaciertos de la Operación Martillo –dirigida por la armada de Estados Unidos con participación de diversos países- no son objeto de interés en esta pequeña nación isleña ubicada en el vértice de un triángulo estratégico en el noreste del Caribe, equidistante de Guantánamo y de Caracas. Lo que sí genera mucha atención pública es el deterioro económico que mantiene al país en su peor crisis en el empleo desde mediados del siglo XX, la baja acelerada de la popularidad del gobierno autonomista y las imposiciones de EEUU como la prohibición de importar semilla de arroz de República Dominicana y de obligar a que el ex director de seguridad del puerto de Miami se mantenga como jefe de la Policía nacional puertorriqueña.
 
Poco antes de que con presión directa de Washington se le mantuviera en el puesto, el ex agente federal le dijo con toda tranquilidad a la famosa reportera de la cadena Univisión Yolanda Vélez Arcelay que en el Cuartel General de la Policía Nacional no había documento alguno sobre el furgón que, según un informe de la Guardia Nacional fechado en enero, había salido de una tienda WalMart con un contrabando de diez cajas de balas de nueve milímetros para pistolas Luger. Mucho menos tuvo que contestar preguntas sobre lo que se ha hecho con el hallazgo de marzo, de la misma Guardia Nacional, de un paquete con cocaína en el centro regional de FedEx en el aeropuerto Rafael Hernández enviado hacia Inglaterra desde Trinidad.
 
Claro que bajo su incumbencia se ha reducido la incidencia criminal callejera y la Policía nacional no ha protagonizado las cargas violentas y uso público de técnicas de tortura para reprimir protestas sociales, si bien diversos grupos que participaban en dichas manifestaciones rebeldes se encuentran bajo los cuidados de una sombrilla corporativa. Se trata de un entramado organizado por el sistema de propaganda oficial y empresas privadas que mantienen ocupados a esos grupos en gestiones para canalizar sus quejas por vías más burocráticas.
 
El uso de ese enfoque de medios de comunicación también es notable en la Operación Martillo, aunque a veces muestre alguna que otra falla.
 
La HMS Lancaster, conocida también como “la fragata de la Reina” y “la fragata de la Rosa Roja”, ha sido objeto de reseñas sobre sus aventuras de patrullaje por el Caribe infestado de contrabandistas, como en tiempos de la vela y los cañones de banda los navíos europeos enfrentaban a los piratas en verdaderos duelos heroicos. Esta vez, los artilleros de la fragata -armada con misiles antiaéreos Sea Wolf, anti barcos Harpoon y torpedos contra submarinos- eran mostrados practicando puntería hundiendo una pequeña lancha rápida de dos motores fuera de borda que había sido capturada con un cargamento de cocaína, valorado por los ingleses en cerca de 150 millones de dólares y en 24 millones por los norteamericanos.
 
Otro componente de la operación es el uso de la agencia de prensa “Infosur” del Departamento de la Defensa de EEUU, que utiliza en su logo cuadros con los colores de Telesur y líneas de difusión que parten desde un centro ubicado en el mapa cerca de Venezuela. El logo no destaca al Departamento de la Defensa ni mucho menos explica que se trata de una operación militar.
 
El modelo también tiene su contrapartida en Puerto Rico, donde se logró obtener confirmación en el Palacio de Santa Catalina –sede de la gobernación- de que la agencia de publicidad oficial “Santa Catalina Communications” no es otra cosa que una operación de la legendaria publicitaria estadounidense JWT, que a su vez es la agencia que hace campañas para la Armada y la Infantería de Marina.
 
Pero el puñado de capturas de las fragatas HMS Lancaster en el Caribe y USS Rentz en el Pacífico en el mes de agosto, no aparentan haber causado gran disloque en el floreciente mercado de la droga en EEUU.
 
De igual forma, no aparentan haber tenido gran impacto positivo, la ilusión que intenta sembrar en Puerto Rico la campaña publicitaria de la “isla estrella” de JWT ni la esperanza que promueve el anuncio oficial de la realidad de que se han creado decenas de miles de empleos en los últimos meses.
 
El terreno resulta árido para tales semillas cuando en los primeros siete meses del año el empleo total se mantuvo bajando consistentemente hasta llegar a poco más de 34 por ciento de la población que entró en la edad de trabajar y cuando las cifras oficiales reflejan que por cada dos empleos creados se pierden tres.
 
El empleo total reportado en Puerto Rico para 1940 era de 46 por ciento, en 1950 de 47,8, en 1960 bajó a 41 por ciento y en 1970 subió a 42,9 por ciento. La crisis petrolera de mediados de los setenta disparó esa estadística hacia abajo y Puerto Rico vino a recuperar el nivel superior al 40 por ciento a mediados de los años noventa, pero el cierre parcial del Estado en 2006 –cuando ya se había llegado a más de 44 por ciento en el empleo- desató la crisis, que ya ha costado la pérdida neta de cerca de 288.000 empleos.
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