Movilización en marcha un asunto de Pueblo contra Estado

24/08/2013
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La papa es a la alimentación en Boyacá, Nariño, Cundinamarca y otras tierras de Colombia y de los Andes Latinoamericanos, lo que el papa es a la iglesia católica. Ese sentimiento hace parte de la identidad de un pueblo empobrecido, saqueado y humillado, que desde el día 19A, está en autopistas, entradas a las ciudades y en las calles elevando una protesta que crece. Hace doscientos años en el puente de Boyacá, Cuna de la Libertad, el joven campesino Pedro Pascasio Martínez, no pudo ser comprado por las monedas del militar español Barreiro a cambio de traicionar a los suyos. Esta vez en un intento poco confiable del gobierno tampoco pudieron ser comprados los campesinos por 41.000 millones. Ofrecer dinero o firmar actas que luego se incumplen a cambio de levantar las protestas, se convirtió en formula de gobernabilidad. Hay una bolsa de recompensas para pagar informantes de guerra, hay bolsa de recompensas para acallar gritos universitarios, hay bolsas para aprobar leyes, como también hubo una bolsa para destruir la esencia de la constitución política y crear el sistema de la reelección.
 
A través de las comunidades que siembran la papa los campesinos le han recordado al país que a pesar de ser permanentemente negados son 10 millones de personas, encargadas de sacarle a la tierra la mayor parte de la base alimenticia de los otros 35 millones de habitantes, sin contar que con el maíz y parte de la caña de azúcar hoy los americanos alimentan sus carros. Las movilizaciones han demostrado que al Estado le importa el campo de cultivo para instalar la guerra allí donde no estaba y arremeter con brutalidad, con sevicia. El ESMAD actúa como instrumento de barbarie, se encarga de sembrar terror. Los campesinos también han demostrado que no necesitan de sectores políticos locales comprometidos con el sistemático despojo y humillación que con el cinismo característico del clientelismo y la politiquería se ofrecen a hablar con el gobierno. A manera de ejemplo los partidos tradicionales y el partido de la U en el gobierno de la última década, tuvieron el encargo de aprobar el tratado de Libre comercio con USA en contra de las mayorías nacionales de todos los sectores sociales, que de mil maneras anunciaron lo que hoy ocurre, mediante paros, plantones, peticiones, pliegos, demandas y huelgas en contra de la firma del primer TLC con USA que abrió la compuerta a los otros tratados con Europa, Korea, Centroamérica que hoy afectan al cuerpo y al alma del país.
 
Las movilizaciones apenas han iniciado y en menos de una semana han puesto al descubierto, lo que muchos sabían: Que al Estado no le interesan los pobres, ni los sectores vulnerables y sus carencias, ni la educación pública, ni las universidades públicas, ni la salud pública, ni las oposiciones políticas, ni la vida de sus propios electores y que la Paz no es para la reconciliación y el cese de la barbarie, si no para vender tranquilidad a los inversionistas y a las transnacionales mientras completan su gesta neocolonizadora, de la que el poder ejecutivo hizo lobby para entregar lo propio al capital trasnacional, el poder legislativo aprobó las leyes correspondientes para legalizar el despojo, el poder judicial ajustó el derecho penal para judicializar la protesta y los organismos de control eliminaron de sus agendas. Es entonces esta una sumatoria de compromiso de Estado que lleva la movilización al escenario de una lucha entre Pueblo y Estado, movida por el fracaso del modelo tanto de democracia de mercado, como de poder excluyente y autoritario que no gobierna sí no que somete, impone y destruye.
 
 
 
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