Del ALCA al ALPA
11/08/2013
- Opinión
La primera década del Siglo XXI en Nuestra América puede ser denominada como década chavista. Y ese término se debe entender en el sentido más amplio de resistencias sociales que lograron romper la unidad neoliberal en la región y el consenso pro Washington que dominaba desde el río Grande hasta la Patagonia en los noventa.
Las más claras expresiones de ello son la realización de multitudinarios foros sociales, la derrota del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas promovida por Estados Unidos), la llegada de gobiernos con banderas de cambio y soberanía, y el nacimiento de UNASUR.
Es la muerte del ALCA en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en el 2005, la que mostró en todo su esplendor la década chavista. El avance imparable de una integración regional sin la interferencia de Estados Unidos fue resultado directo de acabar con el ALCA. A partir de allí la ofensiva chavista encontró espacio para iniciativas como el Banco del Sur, el CIADI del Sur, etc.
Sin embargo, en la segunda década del Siglo XXI esa viada ha perdido fuerza. La década chavista ha llegado a su fin en cuanto a la ofensiva que tenía la construcción de una apuesta por una región con voz propia en un mundo multipolar. Hoy tenemos dos proyectos de integración regional antagónicos. De un lado, el que se expresa en Mercosur-ALBA-UNASUR, y del otro el de los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y la Alianza del Pacífico (ALPA).
Precisamente, el acuerdo marco del ALPA señala claramente que éste no es un bloque solo comercial como algunos quieren hacernos creer. Se trata de una “plataforma de articulación política” basada en la liberalización del comercio y la protección de inversiones que busca expandirse en toda la región. Basta firmar un TLC con sus miembros (Perú, Chile, Colombia y México) que su vez tienen TLC con Estados Unidos. Cambios políticos en la conducción de los países de la región que hasta hoy se ubican en el eje UNASUR, podrían traer de inmediato la resurrección del ALCA.
El ALPA tiene facultades para definir lineamientos políticos de su relación con terceros Estados o esquemas de integración, y ya definió que “buscará consolidar mecanismos de vinculación con Estados y organizaciones internacionales” con lo que queda cantada su adhesión al Transpacific Partnertship (TTP) y al Transatlantic Partnertchip (TLC Estados Unidos-Europa) cuando estén listos, y sirvan para consolidar la hegemonía gringa y el dólar en un espacio que tiene la mayor parte de los flujos de comercio y de inversiones del planeta y de paso aislar a los BRICS.
Hasta el momento el ALPA ya tiene diecinueve observadores entre los cuales figuran los latinoamericanos Ecuador, Paraguay, Uruguay, República Dominicana, Honduras, Panamá, Costa Rica y Guatemala. Si el ALPA se extiende en la región, la impronta chavista de inicios de siglo sería derrotada. Y ese es el juego geopolítico para los países de América Latina: ¿graduarse de colonias o integrarse soberanamente con voz propia en el mundo?
Publicado en La Primera, 2013-08-11
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