Vergüenza ajena

27/04/1999
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Cuando el Congreso estadounidense nos hace ver su desconfianza en el manejo de la ayuda, solamente nos confirma lo que otros países y organismos internacionales nos han venido advirtiendo constantemente desde hace varios meses. Sin embargo, buscamos la manera de desmentir los hechos y tratamos de que no se nos condicionen las ayudas y condonaciones. Hasta allí, hemos sido prudentes en nuestra reacción, puesto que perder nuestra compostura acarrea mucho riesgos económicos y políticos. Diferente ha sido nuestra reacción cuando, el 22 de marzo pasado, se trató de una institución nacional que tuvo la osadía de publicar un informe preliminar sobre el manejo de la ayuda internacional.

 

Los insultos y autodefensas infundadas llovieron por doquier. Los cabecillas responsables del trabajo de Auditoria Social tuvieron que presentarse ante altos oficiales del Estado para aclarar su comportamiento, pese a que sus actos están enmarcados en la ley. El informe fue preliminar, por lo que esperamos ver publicado un informe final sin que denote acondicionamiento alguno. En ocasiones uno piensa que nuestro país quiere hacer las del avestruz, que entierra la cabeza para no ver el peligro. Los niveles de corrupción y escasez de valores morales y éticos pueden ser más graves de lo que hasta ahora se nos dice en la prensa, nacional y extranjera.

 

Dos empresarios extranjeros, acaban de decirme que ellos pudieran tratar de invertir, nuevamente, en Honduras, pero solamente si no tienen que asociarse con inversionistas nacionales y teniendo el control total de la empresa, pues hasta ahora, sus experiencias con nuestros inversionistas, han sido fatales. Significa esto que la desconfianza no solamente es con las instituciones del Estado, sino que también incluye al sector privado. Durante un almuerzo, dos estudiantes próximos a licenciarse, se divertían intercambiando anécdotas sobre sus habilidades para copiar de sus compañeros las mejores respuestas durante los exámenes académicos. Sus maestros de cátedra, según ellos, parecían ingenuos intelectuales que se creyeron los buenos resultados de sus pruebas. Y estos dos futuros profesionales, que gozan privadamente su deshonestidad, hasta consigo mismos, son los que luego dirigen empresas privadas y departamentos del Estado.

 

Durante la Semana Santa, hubo maestros que solicitaron a sus alumnos tomar como suya la iniciativa de no atender las clases del lunes al miércoles, de tal manera que el Ministerio de Educación no pueda proceder contra el maestro, puesto que la iniciativa de no trabajar "no fue suya". Y así podemos seguir narrando caso tras caso de anti valores en varios sectores de nuestra sociedad.

 

Lo inteligente, para muchos, es saber cómo engañar al otro y al sistema institucional y, aún más, lograr que la opinión pública piense que quien les descubre críticamente comete un acto de traición a ellos y a la Patria, de la cual, no parecen conocer ni medianamente su valor. Disputa por los fondos En el informe del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, sobre el manejo de la ayuda internacional resaltan importantes recomendaciones haciendo ver su razón de fondo; sin embargo, ha sido a lo que menos le pusimos atención. Quiere decir, que no solamente rechazamos las críticas, si no que no nos interesa enmendar nuestros errores. Con la tan llevada y traída reunión de consulta en Estocolmo, tanto el gobierno, como organizaciones sociales privadas de desarrollo, empresariales -con fines de lucro- y políticas han gastado bastantes recursos, en lograr perfilar el Plan Maestro de la Reconstrucción Nacional (PMRN).

 

El ejercicio en que nos involucraron los europeos con tal iniciativa no tiene precedentes. Ni ellos mismos han llegado a consensuar sus planes de desarrollo de manera dialogada y controversial como se ha llegado a hacer aquí, sin querer decir que estamos completamente satisfechos con sus logros. Lo que hemos extrañado de parte de aquellos que han estado defendiendo posiciones de la sociedad civil, es su despreocupación por cuidar del buen uso de los recursos que han llegado y siguen llegando. Pareciera que su interés ha sido enfocado más que todo, hacia la consecución de los recursos solidarios que nos llegan, lo que explica en parte, la fuerte competencia y controversia con el gobierno centralizado por compartir el poder de obtener y definir el destino de tales recursos, en lugar de establecer medios y criterios sobre el buen uso de los mismos.

 

Nos preocupa llegar a confirmar que aquellos que se han abanderado como representantes de la sociedad civil, lleven en el fondo, los mismos intereses que el Gobierno Central. Esta posición los hace entrar en competitividad política y económica, en lugar de contribuir como orientadores y fiscalizadores sociales de la contribución internacional. De que le sirve al pueblo pobre que los 4 billones de dólares que se van a solicitar a Estocolmo se obtengan, si a estos puede ocurrirle lo mismo que a los 4 billones que ahora le debemos a la comunidad internacional, pues nadie quiere dar cuenta de ellos. Bien sabemos que es muy probable el mal uso de tales recursos y no estamos curados, ninguno de los sectores que ahora nos disputamos el mejor plan de desarrollo nacional. Ya hemos visto como se ha frustrado el intento del FONAC de establecer un Comite de Transparencia Social y hemos escuchado los gritos e insultos contra el informe preliminar del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos. Pese a las auditorias internacionales y nacionales que el gobierno central promete, la sociedad civil, por si misma, no ha tomado ninguna iniciativa para establecer sus propios medios de vigilancia.

 

Las llamadas ONGs y sus foros, pareciera no interesarles auditar y menos que se les audite y oriente sobre el uso de los recursos que están llegando. Así las cosas, el pueblo pobre y trabajador, por el cual sobran interlocutores en este momento, tiene el gran riesgo de que se le repita la historia acostumbrada. El riesgo inmediato es que muchos asesores internacionales se lleven de vuelta buena parte de los fondos para invertirlos en sus propios negocios; que algunos ricos nacionales se hagan más ricos; que surjan otros nuevos ricos y, las ONGs y el gobierno, inunden de técnicos, autos nuevos y computadoras el país, sin tener un efecto positivo en el pueblo. Los bancos, las agencias de viajes y los importadores de artículos de consumo para la clase media, serán quienes más se aprovechen de tales contribuciones, todo en nombre de la llamada sociedad civil y del pobre pueblo, afectado por el Mitch.

 

La difícil transparencia

 

Ante la ausencia de una vigilancia y orientación independiente, permanente y transparente en el manejo de la ayuda internacional, por parte de la sociedad civil, donde no imponga sus criterios el Estado, los temas de la pobreza, la educación, el ambiente y la participación democrática, corren el riesgo de llegar a ser palabras vacías, útiles únicamente para la demagogia privada y pública, en un país sumido en la pobreza e indigencia. Los organizadores de la Reunión del Grupo Consultivo en Estocolmo quieren que los planes nacionales reafirmen el compromiso de los gobiernos centroamericanos en cuanto a la transformación de sus respectivas sociedades. Esto incluye un mayor grado de transparencia y presentación de cuentas. La elaboración de planes y proyectos ha sido un intenso ejercicio técnico y de múltiples encuentros entre el gobierno centralizado y varios círculos sociales, económicos y políticos, quienes han hecho esfuerzos considerables de elaboración y concertación de algo que no se había experimentado en tal magnitud.

 

Las discusiones en diversos encuentros hicieron resaltar las debilidades que sufrimos, muchas de ellas difíciles de superar para obtener esa transformación de que hablamos pero que no acabamos por definir. Se ha hecho ver que nuestra sociedad civil carece de coherencia y una genuina representación, donde su liderazgo garantice un buen grado de legitimidad social y política sobre sus postulados y propuestas de desarrollo. Se ha hecho ver los abismos sociales entre quienes se involucraron en la elaboración de planes y las bases de nuestra sociedad. Un campesino se quejaba de la falta de concreción en las propuestas de Interforos, como reflejo de esta separación.

 

La escasa transparencia de los gobiernos centroamericanos no es algo que debe sorprendernos mucho, pero no así en los sectores de la sociedad civil. No hay duda que en nuestras organizaciones sociales y en las de servicios (ONGs/OPDs) ha hecho falta transparencia y presentación de cuentas sobre las ayudas y créditos que han manejado. Este error ha llevado a otras debilidades que producen obstáculos cualitativos en la búsqueda del desarrollo deseado. Es muy difícil exigir con toda legitimidad transparencia y presentación de cuentas a los gobiernos, cuando en la misma sociedad civil se carece de tales principios y objetivos. Por ejemplo, es muy conocido el hecho de que los organismos internacionales han venido utilizando a las ONGs como medios sustitutos del Estado para prestar servicios sociales a la sociedad civil, de manera que el Estado pueda reducirse mucho más. Esto ha hecho que se le haya entregado buena cantidad de fondos internacionales a las ONGs, que antes se canalizaban por medios oficiales. Sin embargo, la presentación de cuentas es tanto o más escasa ahora que cuando los fondos llegaban al Gobierno. Tampoco se puede asegurar que el producto de su trabajo es igual o mejor que cuando se utilizó al Estado.

 

Otro aspecto que pone en duda la transparencia de muchas de estas organizaciones de servicios, es el manejo de fondos que captan de la comunidad internacional y los prestan al pueblo necesitado con intereses de mercado. No solamente cargan altos intereses por fondos que obtienen gratis o a bajos precios, sino que despojan del patrimonio a cualquier grupo social que cae en mora contínua. Irónicamente algunos de los dirigentes de estas ONGs hacen eco exigiendo la condonación de la deuda internacional. Si la transformación social que debemos impulsar incluye mayor transparencia y entrega de cuentas, este esfuerzo debe cruzar transversalmente a todos los sectores de la nación. Si los que nos creemos limpios de conciencia no queremos seguir sufriendo de vergüenza ajena, debemos unirnos en el esfuerzo de transformar lo más difícil: la actitud individual y social frente a la deshonestidad y corrupción nacional.

 

Vigilancia ciudadana: un reto

 

Pese a que la prensa es uno de los medios de mayor utilidad para la transparencia y la presentación de cuentas, la sociedad civil debe crear otros medios auxiliares en su consecución. En ningún momento se puede pensar que los medios de auditoria oficiales o para-oficiales agotan la necesidad de auditoria, menos si se trata de auditoria y transparencia social, la cual rebasa los limites de una contraloría y fiscalía pública.

 

Las instancias contraloras y fiscalizadoras del Estado son eso, medios oficiales creados para cumplir labores de supervisión, vigilancia, prevención y represión en la administración y manejo de los recursos del Estado. Sin embargo, la sociedad civil puede y debe tener otros medios auxiliares informales o formales, que complementen la labor de las instancias oficiales. Además, su objetivo no es sustituir la labor oficial, sino complementar la vigilancia y orientar a las instituciones privadas y públicas sobre la forma de manejo y destino de los recursos percibidos para producir asistencia social y desarrollo.

 

De la misma manera que la administración de recursos para asistencia y desarrollo no es exclusiva de los organismos del Estado, su orientación y manejo transparente no debe ser exclusividad de los organismos del Estado. Pese a las resistencias que arrastramos para aceptar la participación directa de la ciudadanía en vigilar a las instituciones privadas y publicas, que se dedican al manejo de los recursos destinados a ella, debemos exigir un cambio de tales actitudes e irrumpir en nuevos estados de democracia participativa. Si vigilamos de cerca y de diversos flancos, al potencial corrupto y al corruptor, es muy posible que logremos reducir, significativamente, el desprestigio internacional que tenemos.

 

Es muy difícil que los mismos que están recibiendo la ayuda internacional para llevarla a quienes la necesitan, sean los que se esfuercen por hacer funcionar una auditoria social para la presentación de cuentas y la transparencia deseada. Los más llamados a crear medios prácticos para esta labor son los sectores sociales hacia los cuales va dirigida la ayuda. Los pobladores organizados en patronatos, campesinos del sector reformado, sindicatos, comites de desarrollo local, los microempresarios, cooperativas, mujeres asociadas, federaciones, etc., son los sectores de la sociedad civil que pueden y deben orientar y vigilar la administración de los recursos que vienen para la reconstrucción y transformación nacional. Para ello no se requiere de decretos y permisos especiales del Estado.

 

Es del interés directo de la sociedad civil y no tiene por que esperar que una ONG o un burócrata le dé la venia. El pueblo hondureño no es corrupto pero sufre la vergüenza ajena de aquellos ciudadanos que sí lo son, por eso debe vigilar, investigar y denunciar para que se confirmen los hechos sospechosos. Siempre puede y debe expresar cómo prefiere que se le sirva y se oriente el desarrollo de su país, aunque el gobierno elegido será quien tenga la última palabra y quien responda eventualmente por los resultados.

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