Cerrando la Ventana de los 1000 días

04/07/2013
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El actual gobierno hizo tres pactos con el pueblo de Guatemala. Uno es el conocido como Hambre Cero. Quiere ser un remedo del programa brasileño que logró reducir a la mitad la extrema pobreza, disminuyendo, además, la desigualdad, sobre todo en áreas rurales, aumentando la renta de la agricultura familiar en un 33%. Brasil lo logró incorporando la erradicación del hambre y la pobreza como objetivos prioritarios de la agenda nacional y elementos organizativos de la política macroeconómica, garantizando el derecho a la tierra, impulsando la igualdad de género y apoyando la producción agrícola familiar.
 
Pero la versión del Partido Patriota para nuestro país no es una política que funcione en sinergia con acciones de crecimiento económico, ampliación de acceso a seguridad social y el uso de políticas sociales universales como puntos de partida para la generación de trabajo e ingresos. Es una política, si mucho, paliativa, nada comprometida con las personas a las que se supone beneficia, sostenidamente clientelar e innecesariamente asistencialista.
 
Uno de sus pilares es el apoyo de los empresarios a través de la responsabilidad social. Durante el mes de mayo, el parque central de la ciudad estuvo ocupado por un cubo gigante, tapizado de fotografías de bebés lozanos. Dentro, se hacía un recorrido guiado por la realidad de desnutrición crónica en Guatemala. Empezaba con los datos tristes del país, los de los departamentos donde indicadores de acceso a agua, desnutrición y pobreza son malos. Luego se mostraba un video elaborado por una agencia de publicidad que explicaba cómo la mitad de los niños nacidos al día en Guatemala serán desnutridos, lo que eso provoca en el cuerpo, y dejaba clara la preocupación porque eso significa que se trunca el desarrollo económico (ojo: económico, no humano). Luego de fotos y más datos, venía un video que terminaba afirmando que "ya tenemos la solución" y expresaba satisfacción porque por primera vez trabajan juntos gobierno y empresa privada para resolver el problema.
 
Hasta ese momento en el recorrido, nunca se habló de las causas de la desnutrición crónica y el hambre en nuestro país.
 
Entonces, el momento esperado, el de las soluciones, en 10 pasos. La mayoría son acciones que en alguna medida ya se realizan o al menos están presupuestadas: fortificación de alimentos, suplementación directa a mujeres y niños, capacitación, sensibilización. Algunas de estas “soluciones” claramente denotan la ausencia de un análisis sobre las causas del problema, por ejemplo, se decía que había que instruir a la embarazada para que se alimente bien, como que no alimentarse adecuadamente es sólo una mala decisión de su parte. Los pasos van desde el embarazo hasta los primeros dos años del niño, incluyendo estimulación con juguetes. Está implícito que el problema es la ignorancia de las mamás. Con las imágenes presentadas podría pensarse que mostrar que el cerebro de un niño desnutrido es de la mitad del tamaño del de un niño nutrido es una forma de, otra vez, demostrar científicamente que los indígenas son tontos y que sus problemas devienen de sus decisiones.
 
Luego ya se pasaba a la "Casita de los 1,000 días". La casita es un tipo de mini centro de salud que se supone se instalará en las comunidades más alejadas y con peores indicadores de salud. Es de madera, con techo de dos aguas pero con el vértice invertido, es decir, drenan hacia el centro, donde se recoge el agua en una canaleta que luego va a dar a una cisterna colocada al costado derecho de la casita. Debajo de la cisterna hay un compartimiento para la basura orgánica. Atrás hay un depósito para la basura inorgánica, y una letrina abonera. El costado izquierdo es un huerto. El porchecito de entrada tiene una estufa mejorada. La intención de ese espacio es dar capacitaciones sobre alimentación y preparación saludable de alimentos. Adentro tiene dos espacios. Uno para salud infantil, donde se pesa, vacuna, atiende a niños y está adornado con carteles sobre el cuidado y estimulación de los bebés. Y el otro, para llevar control de salud de mujeres fértiles 15-49 años, y control de embarazo, con carteles con recomendaciones. La casita debe estar siempre abastecida de hierro, ácido fólico y vitaminas para los niños conocidas como chispitas.
 
El espacio es mínimo, el calor se acumula. Los carteles que adornan las paredes, consideran, tienen "pertinencia cultural" porque aparecen personas indígenas, pero el mensaje no la tiene. La responsabilidad social de los empresarios será únicamente lograr colocar el máximo número de casitas en comunidades alejadas. El Estado es incapaz de mantener abastecidos y con personal los puestos y centros de salud que ya tiene, y que debieran hacer exactamente lo que la "casita" va a hacer. ¿Qué asegura que no será éste el mismo destino de las “casitas de los 1000 días”?
 
Guatemala, 2 de julio del 2013.
 
- Ana López Molina Área de Estudios sobre Campesinado-  Avancso.
https://www.alainet.org/es/active/65410
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