Neoliberalismo y “Plan Cóndor”

26/06/2013
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Los pasos previos a la imposición del neoliberalismo y el plan cóndor
 
La principal potencia capitalista del mundo los Estados Unidos de Norteamérica, en las décadas de los 60-70, instrumentalizó diferentes mecanismos para consolidar sus intereses en la región y por ende los del sistema capitalista; para ello, la imposición del neoliberalismo era una prioridad, por lo que se obligó a nuestros países a abandonar el modelo del estado protector o benefactor.
 
El neoliberalismo se impuso en base al terror y la represión e institucionalizó el terrorismo de Estado, y estuvo acompañado de tecnócratas civiles, "niños de bien", provenientes de las clases altas de nuestros países; los mismos que tuvieron su origen en la gran potencia del Norte que fomentó a finales de la década de los ´60 y principios de la del ´70, y a iniciativa del ultra neoliberal Prof. Milton Friedman, la capacitación de estudiantes y economistas latinoamericanos. Por esos años llegaron a los Estados Unidos cientos de jóvenes estudiantes y profesionales economistas de todo el Cono Sur y del resto del tercer mundo a fin de realizar una nueva capacitación. Años después regresarían a sus respectivos países doctorados de las universidades de Harvard y Chicago. Estos economistas serían conocidos como: “los Chicago-boys”; fieles impulsores y defensores del sistema capitalista y del modelo neoliberal, formados en la escuela ultra-neoliberal de Milton Fried, fueron y son aùn, altos ejecutivos internacionales, de saco y corbata made "in usa", cuyo acción provocó -y aún continúa- provocando tanto o más daño que la acción de los dictadores militares.
 
Concentración de la riqueza, empobrecimiento y represión
 
El neoliberalismo polarizó nuestras sociedades al promover y fortalecer el poder y la concentración de mayor riqueza de los grupos oligárquicos y sus socios las empresas transnacionales y al mismo tiempo, una capa minoritaria de nuevos ricos, mientras por otro lado, crecían y aumentaban legiones de pobres y miserables, marginados, desocupados y excluidos, y de "nuevos pobres" provenientes de sectores de las capas medias. Se trataba de un “proyecto de clase que se planteó a finales de la década de 1960 y comenzó a cristalizar realmente a mediados de la década de 1970 estaba mucho más centalizado, en la medida en que el poder se había desplazado significativamente a favor del sector financiero. Este último se convirtió en cierto modo en el agente principal”[1].
 
Recordemos que, “a mediados de los setenta la crisis política generalizada en la región, emblematizada por la violenta liquidación de la “vía chilena al socialismo” liderada por Salvador Allende y la Unidad Popular, del experimento radical democrático de Juan José Torres y la Asamblea Popular en Bolivia, el termidor sufrido por la revolución peruana con el desplazamiento de Velasco Alvarado, y el sangriento desenlace del retorno del peronismo en la Argentina precipitó un nuevo cambio en el paradigma dominante. En este caso se trató mucho menos de una derrota en el plano de las ideas que de las consecuencias del período más ferozmente represivo conocido por la América Latina contemporánea,”[2]
 
Es que, el neoliberalismo como modelo económico, excluyente, recesivo, empobrecedor y privatizador, requirió para imponerse, de regímenes dictatoriales, totalitarios y autoritarios. Por ello, Neoliberalismo en Latinoamérica surge con regímenes dictatoriales, derechistas, fascistas, caso particular de Chile y Argentina, en donde feroces dictaduras fascistas que estuvieron vinculadas a gobiernos conservadores internacionalmente; la primera con el gobierno de Richard Nixón que promovió el golpe militar en Chile, y ambas posteriormente con los gobiernos de Ronald Reagan, (EE.UU); Margaret Tachert, (Gran Bretaña); y, Hemunt Kohl (Alemania).
 
Previo a la instauración de estas represivas y autoritarias dictaduras en casi toda América Latina, se prepararon técnica, militar e ideológicamente a altos oficiales pertenecientes a las diferentes fuerzas armadas del continente. Con la instalación de gobiernos de factos, se institucionalizó la represión en el Continente. Decenas de miles de detenidos, muertos, desaparecidos. Septiembre 11 de 1973, Chile, era derrocado mediante un golpe militar sangriento el gobierno de la “Unidad Popular”  presidido por el Dr. Salvador Allende. El 24 de marzo de 1976, Argentina, el golpe militar que instauró la Junta Militar de los generales Rafael Videla, Viola, Galtieri y el Gral. Bignone),
 
Plan Cóndor: internacional del crimen y terrorismo de Estado
 
En ambos países, y otros del Cono Sur, se inicia un periodo de represión cruel, en donde la persecución ideológica, la tortura, el asesinato o la desaparición de miles y miles de dirigentes medios y de base, era pan de cada día. 30,000 desaparecidos, en el caso de Argentina, estuvieron al orden el dìa. En estas condiciones, las dictaduras, con el apoyo norteamericano implementan lo que se conoció como el "Plan Cóndor", que no era sino la coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur en los años 70 y 80, contra las organizaciones y dirigentes de la vanguardia de izquierda y el movimiento popular a los que se pretendió exterminar, y al mismo tiempo, para impedir el ascenso de esta corriente al poder. Políticas represivas que no respetaban ni los vientres fecundados de miles de mujeres, ni la dulce inocencia de miles de niños a los que arbitrariamente se les cambió la identidad sea cuando fueron secuestrados o que nacieron en cautiverio durante el régimen militar. La anulación de las libertades democráticas, la violación horrorosa y sistemática de los Derechos Humanos junto a una apertura incondicional al capital extranjero y un enorme crecimiento de la Deuda Externa caracterizaron a estos gobiernos de factos que sembraron de terror los suelos patrios de Bolívar, San Martín, Sucre, Artigas y el Che.
 
Esta represión se extendió también a periodistas con posiciones crítica a estos regímenes autoritarios, contra académicos, escritores, maestros, gente del arte y la cultura, gremios de profesionales, catedráticos universitarios, dirigentes barriales, jóvenes, mujeres, en fin contra todos aquellos que sin ser de izquierda, sin embargo, no se sometían ni se resignaban, ver sus patrias pisoteadas, ensangrentadas, y recolonizadas por una ideología extraña a nuestra realidad y marcadamente pro imperialista.
 
Todo un sistema de represión y violencia estatal nunca antes vivida por su sistematicidad y crueldad, dirigido por dictaduras militares fascistas para imponer e instaurar el fundamentalismo económico neoliberal. Un abominable engendro contrahecho, mezcla de doctrinas imperiales e intereses oligárquicos, fue impuesto a la fuerza y vino de afuera, pues: "La oligarquía en el poder necesita de estados, no sólo fuertes, sino también temidos, a los cuales utilizar como herramienta para sus fines".[3]
 
Se vivía el auge de la llamada "Guerra fría" y de la política de "seguridad hemisférica" implementada por los Estados Unidos; en aquellos tiempos, el enemigo, - en la visión Norteamérica y la de sus lacayos criollos -no solo era externo, era sobre todo "interno"- no era el "terrorismo",[4] era la "subversión comunista", promovida según ellos, a nivel mundial por la ex URSS y en la región por Cuba.
 
La Escuela de la América y la “seguridad nacional”
Pero para su imposición el gran capital necesitaba de Estados fuertes, altamente represivos y autoritarios. Con estos fines se procedió, por un lado, a adiestrar ideológica, técnica y militarmente, a altos oficiales pertenecientes a las diferentes fuerzas armadas del continente.
Ahí surgen: los Generales Stroessner, en Paraguay; Augusto Pinochet, en Chile; Seineldin, en Uruguay; Anastasio Somoza, en Nicaragua; Jorge Rafael Videla, Alfredo Astíz o Fortunato Galtieri, en Argentina; altos oficiales militares que juntos a otros, pasaron y se formaron en la llamada “Escuela de las Américas”,que Estados Unidos creó en la Zona del Canal de Panamá y otros distritos militares localizados al sur del territorio Norteamericano. Todos estos militares formados bajo la doctrina de la "seguridad nacional" y de la "lucha contra la subversión comunista" una vez instalados como gobernantes de facto, sembraron de dolor y sangre estas hermanas Repúblicas. Fueron cientos de miles de vida liquidadas por las feroces dictaduras militares ascendidas a los gobiernos por cruentos golpes de estados militares. Los primeros en ser exterminada fue la franja dirigencial de la clase obrera, después la dirigencia y militancia de izquierda, luego fueron cayendo estudiantes, profesores, periodistas, abogados, intelectuales: todo el pensamiento crítico y alternativo fue decapitado. Tanto la oficialidad y altos mandos uniformados en su momento, como estos civiles, ejecutivos de cuello y corbata han causado un daño irreparable a las condiciones de vida de millones de seres humanos en nuestra región al imponer las políticas neoliberales, con la diferencia que los civiles de Harvard y los Chicago-boys siguen enquistado en importantes puestos de algunos gobiernos “democráticos” actuales.
 
¿Neoliberalismo: una alternativa para los pueblos?
 
Los neoliberales pretendieron constituirse en una alternativa frente al agotamiento del keynesianismo y el posterior colapso del socialismo real. Ante el agotamiento del más perdurable ciclo de expansión económica luego de la II Guerra mundial el neoliberalismo pretendió ocupar ese espacio. Pero, su propuesta, de ninguna manera constituyó, ni es una alternativa para un mundo justo, solidario y con niveles de desarrollo y justicia equitativa. Fue y es todo lo contrario. Pues los neoliberales optaron por el camino de la desregulación del mercado, el debilitamiento y desmantelamiento a los Estados nacionales al poner en el centro de la sociedad al mercado, eje regulador de todos los ámbitos de la vida, dejándo en manos privadas áreas sensibles y de gran trascendencia que eran obligaciones estratégicas de los gobiernos, privilegió el desarrollo económico por sobre cualquier costo social o ambiental, el desempleo masivo, el autoritarismo y la represión contra quienes resistían a su políticas, la redistribución de la renta a favor de las élites económicas.   
 
Este conjunto de políticas se repetirían casi inalterablemente en todos los países de Latinoamérica, y Chile fue el punto de inicio de estas políticas que cual virus penetró en todos los países de América Latina cuyos gobiernos las adoptaron desde la segunda mitad de la década de 1980 y durante toda la década siguiente. En este contexto de represión salvaje cayeron incluso mandatarios democráticos como Jaime Roldas Aguilera, en Ecuador; y Omar Torrijos, en Panamá; no alineados con la política imperial de entonces, muertes catalogadas como crímenes políticos, cuyos pueblos y familiares aún claman justicia contra los verdaderos autores intelectuales y materiales.
 
¡Ni perdón ni olvido!
 
Las Fuerzas Armadas, las elites económicas, los medios de comunicación mercantilizados y el alto clero, son el poder real, lo que ha determinado que los gobiernos emanados de procesos democráticos electorales cohabiten con una fuerte herencia de estas dictaduras sangrientas; en el caso del ex dictador Augusto Pinochet -ya fallecido- lo hizo un senador vitalicio, solo la protesta y movilización popular, estudiantil y obrera ha permitido ir paulatinamente ir desmantelando y desarticulando los fueros militares y castigando sus crímenes como ha sucedido últimamente en Argentina, para lo cual, incluso, ha jugado y seguirá jugando un papel importante la justicia internacional.
 
Guayaquil, 26/06/2013
 
- Tito Villacreses Pincay es Asesor Jurídico de la Federación de Comunas de la Provincia de Santa Elena


[1] El neoliberalismo como “proyecto de clase” Boulet Elasa, Entrevista con David Harvey, abril de 2013
[2] El mito del desarrollo capitalista nacional en la nueva coyuntura política de América Latina", Boron Atilio A. versión electrónica, pág., 3
[3] Barata Gómez Jorge, Profesor universitario, investigador y periodista cubano. Artículo distribuido por ALTERCOM.
[4] En la actualidad después de los ataques a la torres gemelas de Nueva York, el Congreso de los EE.UU. aprobó la denominada “Patriot Act”, verdadero núcleo duro de la legislación de excepción restrictiva de los derechos humanos . Se proclama entonces la “Guerra contra el terrorismo” , que no sino actualización y elevación a categoría de pseudo derecho internacional de lo que fueron los principios básicos de la denomina “Doctrina de la guerra contrainsurgente” o “Doctrina de la seguridad nacional” que regó de dictaduras y victimas inocentes América Latina, Indochina y el norte de África,
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