De Agee a Snowden

26/06/2013
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Corría el año 1960. Regía en Ecuador el cuarto velasquismo, atado a la oligarquía como siempre, pero mostrando un rasgo de soberanía ante los Estados Unidos, que exigían la ruptura de relaciones con la flamante Cuba revolucionaria. Tímidamente Velasco dijo no, pero dio pasos en contrario, desconociendo a la representación diplomática de Cuba. En tanto, desencadenó un gobierno violento y represivo, apresando al vicepresidente de la República, Carlos Julio Arosemena. Se armó la de Dios es Cristo, como dirían  los cruzados de España. Arosemena, ya Presidente una vez caído Velasco, declaró que primero pasarían sobre su cadáver antes que romper con Cuba. No hubo necesidad de tan ilustre muerto, pues finalmente rompió relaciones, forzado para hacerlo por una conspiración derechista montada por la CIA a través de grupos terroristas socialcristianos, bombas en los templos, propaganda antirreligiosa elaborada por sus agentes, buena parte de la cual la divulgó El Comercio de Quito, incluso con la firma del cardenal Carlos María de la Torre.
 
En el campo, turbas fanatizadas por determinados curas macheteaban y quemaban vivos a profesores “comunistas”, como ocurrió en Azuay, con los hermanos Velicela. El genio del terror y el complot era un oficial de operaciones de la CIA, Philip Agee, joven norteamericano de 25 años de edad. Después de actuar en Ecuador durante tres años, fue destinado a Uruguay con similares propósitos, y luego a México, donde actuó hasta 1968, cuando en octubre se produjo la enorme matanza de estudiantes en una concentración de Tlatelolco. Este gran escándalo del espionaje convierte al joven patriota norteamericano en héroe y a sus acusadores en una corte de villanos A partir de entonces, abrumado en su conciencia por toda su acción de espionaje y terror, abandonó la CIA y se dedicó a escribir su célebre diario, que es una breve pero aleccionadora enciclopedia del intervencionismo criminal de Estados Unidos en nuestros países. Desde ese momento, Philip Agee, acusado de alta traición a su patria, hubo de vivir perseguido, hostilizado, escondido él y su familia -incluido su hijo nacido en Quito- durante más de veinte años, hasta que ancló definitivamente en Cuba, donde murió hace pocos años en medio del respeto, el cariño y la admiración del pueblo cubano.
 
Hoy la historia se repite con otro agente de la CIA, Edward Snowden, norteamericano de 29 años de edad, quien está perseguido a escala mundial por los sabuesos del imperio, igual que en el caso de Agee, acusado de alta traición a los Estados Unidos, por el inmenso bien que hiciera a la humanidad con  sus denuncias respecto del espionaje universal urdido por los jefazos de su país, y del cual no se escapa nadie, pues el espionaje está dirigido al control y manipulación de los destinos de todos, es decir, de los seis mil millones de pobladores del planeta. Esto para facilitar los planes belicistas y la dominación político-económica del mundo entero. Hitler no llegó a tanto en su vehemencia imperialista como los amos de ese imperio senil y bárbaro en que se ha convertido la mayor potencia económica y militar del orbe.
 
Por fortuna para Edward Snowden, las mismas tecnologías de comunicación que le sirven al imperio para el espionaje universal, le sirven a él para una movilización de conciencias y abrazos solidarios dentro de los Estados Unidos y en todos los países. Este gran escándalo del espionaje convierte al joven patriota norteamericano en héroe y a sus acusadores en una corte de villanos.
 
- Jaime Galarza Zavala, Escritor ecuatoriano jaigal34@yahoo.es
 
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