El complot de los engañados

03/07/2004
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Un vehículo transportando armas hacia la zona de Yungas fue interceptado. La policía reportó el descubrimiento de un pequeño arsenal en un domicilio de El Alto. Versiones confirmadas dieron cuenta de la pérdida de algunos fusiles del Ejército. Las noticias eran tan frecuentes que no se les dio mayor importancia. De pronto, el propio Ministro de Defensa hace un anuncio: en el altiplano hay un tráfico intenso de armamento centrado en la ciudad de El Alto. Se estima que están conformándose grupos irregulares con propósitos aún no establecidos claramente. Podría ser una versión destinada a crear un clima de incertidumbre, que justifique la intervención militar. Otra alternativa sería que, los sectores desplazados el 17 de octubre pasado, estén incentivando un clima de anarquía propicio para una aventura que, eventualmente, les devuelva el poder. Primera hipótesis Hace unos meses, el Movimiento al Socialismo (MAS) interpeló, en el Parlamento, al Ministro de Defensa, Gral. Arredondo, sobre los rumores de un golpe militar que, por entonces, circulaban profusamente. El mismo ministro había declarado que algunos militares retirados podrían (lo dijo en forma condicional) estar comprometidos. De hecho, le pidió su renuncia a uno de sus viceministros, Almte. Badani. Sin embargo, cuando respondió a la interpelación, negó rotundamente cualquier posibilidad de que estuviese tramando un golpe de Estado, mucho menos con participación de jefes u oficiales de las fuerzas armadas. Nadie quedó satisfecho de las respuestas, pero tampoco había pruebas suficientes para afirmar lo contrario. Con todo, la tensión cedió y, los rumores tendieron a desaparecer. Durante estos meses, no se volvió a escuchar ninguna versión en tal sentido. Sin embargo, en las últimas semanas, otros rumores señalan al jefe de Nueva Fuerza Republicana (NFR), capitán retirado Manfred Reyes Villa, como interlocutor de grupos militares, a los que estuviese incitando al golpe militar. Por supuesto, tales rumores no tienen ninguna confirmación. La virulencia de los ataques que la NFR lanza contra el gobierno, asumiendo posiciones ultristas que no corresponden a la ideología de este partido, dan pábulo a tales ideas. El anuncio hecho por el Ministro Arredondo, ¿sería una forma de preparar las condiciones para un golpe de Estado? No puede descartarse esa posibilidad, habida cuenta de los hechos señalados. Sin embargo, hay un factor que no puede descartarse en una aventura de este tipo, cuando se trata de un país sometido: el visto bueno de la embajada estadounidense. Segunda hipótesis La otra alternativa es que, los elementos desplazados en octubre, busquen recuperar el poder perdido. El ex ministro Carlos Sánchez Berzaín, cerebro gris en el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, ha sido señalado frecuentemente como el centro de una estructura que prepara diversos escenarios de confrontación interna favorables a sus intereses particulares. En estos afanes, gastaría grandes cantidades de dinero. Hay que recordar que, el ex ministro Yerko Kukoc, finalmente reconoció haber robado dinero de los fondos reservados. La gente concluye: si Kukoc se robó unos cuantos millones, ¿cuánto será lo que Sánchez Berzaín se llevó? Nadie puede descartar la posibilidad de que, esa estructura clandestina, esté distribuyendo armas en el altiplano, con la idea, que no es descabellada, de crear conflictos cada vez mayores, hasta provocar una intervención militar o, alternativamente, la instalación de fuerzas norteamericanas en nuestro territorio, con el pretexto de reinstaurar la democracia, al estilo de sus acciones en Irak. Así, en esta segunda hipótesis, volvemos a encontrar un obligado paso por la embajada de Estados Unidos de Norteamérica. Certificación para el golpe Si hasta 1985, Washington tenía una decisiva influencia en las cuestiones económicas y políticas de Bolivia, a partir de entonces (cuando se instaura el modelo neoliberal) el sometimiento es absoluto. Tanto es así, que el nombramiento de un funcionario de tercer nivel, como el jefe de la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (FELCN), puede crear un desagrado público del Departamento de Estado, si el gobierno de Bolivia no lo consulta previamente. Por lo tanto, los grupos de poder que se alternan en el mando, no se imaginan dar un paso tan atrevido como un complot, sin tener un visto bueno del palacio virreinal (léase residencia del embajador yanqui). Resulta notorio que, el curso de los acontecimientos en el país, no es del agrado de Washington, desde que se frustra el negocio de Pacific LNG, para la venta de gas natural a California, pasando por Chile (el mejor socio norteamericano en la región). Su preferencia por el gobierno de Sánchez de Lozada fue evidente desde el primer momento y, a medida que los acontecimientos de octubre iban mostrando la imposibilidad de que éste se mantenga en el gobierno, la embajada norteamericana hizo todo lo posible por rodearlo de las mayores garantías posibles y el gobierno de Washington lo recibió con los brazos abiertos, cuando buscó asilo allí. Pese a esto, la comunidad de inteligencia de USA (ya no se trata solamente de la CIA) desaconseja una acción de fuerza en Bolivia, que podría desatar situaciones incontrolables en el área (sobre todo Perú y Ecuador, cuyos gobiernos son fuertemente resistidos por el pueblo). Aún así, la posibilidad de una acción violenta, nacida de ésta o aquella conspiración, no está descartada, habida cuenta que la embajada estadounidense puede terminar aceptando tal solución si no encuentra otra forma de impedir el curso de los acontecimientos que desemboquen en la recuperación de los hidrocarburos. Lo único que puede hacer fracasar esta conspiración es una permanente movilización de los sectores populares, para lo que se precisa una dirección unificada o, al menos, una que reconozca la mayor parte de la población, por encima de los caudillos locales.
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