Segundo mandato de Obama (2013-2017)
Perspectivas de la diplomacia estadounidense
07/03/2013
- Opinión
Resumen:
En el trabajo se abordan las perspectivas de la diplomacia estadounidense ante el nuevo contexto internacional. Para ello se analizan los retos que debe enfrentar EE.UU. en su economía, así como las políticas domésticas e internacionales que deberá reajustar, para preservar el liderazgo internacional. En esa línea, se identifican algunos elementos que marcan las tendencias político-diplomáticas de ese país en el segundo mandato de Obama.
Palabras claves: Diplomacia, Desarrollo, Defensa, Smart power, política exterior y seguridad nacional.
La diplomacia de EE.UU. se halla en un proceso de reconfiguración en aras de una proyección exterior que mejore la credibilidad de las acciones imperiales de ese gobierno. La difícil situación económica que vive el país y las problemáticas que ha enfrentado el presidente Obama en el Congreso, le trazan grandes retos para su último mandato.
En el plano internacional, la creciente importancia de los BRICS, particularmente de China y Rusia en el orden económico, político y diplomático (países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU) aumentan las presiones para la diplomacia estadunidense, avocada a una mayor eficiencia.
En el Medio Oriente y África Norte no cesan los conflictos y contradicciones. Las presiones sobre Irán en torno al desarrollo de la energía nuclear de ese país y la injerencia en la crisis interna de Siria, reflejan las limitadas capacidades de influencia del hegemón en el orden político-diplomático y cultural.
Entretanto, en Latinoamérica y el Caribe no cesan los problemas de seguridad asociados al tráfico ilícito de drogas y otros delitos conexos, con una peculiar incidencia en México, Centroamérica y el Caribe.
Ante tales circunstancias, la diplomacia resulta un pilar fundamental en la política exterior y de seguridad nacional[1] estadounidense para los próximos años. Pero esta diplomacia, adquiere un sentido más abarcador, que comprende a cada ciudadano estadounidense en el exterior como un diplomático de las formas de vida y las lógicas de pensamiento. Siguiendo esos objetivos, se han realizado varios cambios en el Departamento de Estado y Agencias afines como la Agencia Estadounidense de Ayuda al Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), orientando su trabajo hacia aquellos aspectos que pueden validar el predominio de ese país.
Con ese fin se ha potenciado la diplomacia transformacional, la cual supone un trabajo más concentrado en la influencia ideológica y cultural del Estado-Nación. En ese sentido se combinan los instrumentos del poderío nacional[2], en interés de conquistar las mentes y los corazones de la sociedad civil internacional.
Para esta cooptación, resultan básicos los instrumentos ideológicos, culturales e informacionales, expresados a través del control de los medios de comunicación y las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TICs) para la conformación de matrices de opinión favorables a los intereses hegemónicos de la elite del poder (Wright Mills, 1957)
La posibilidad que tienen los medios de incluir temas en la agenda internacional, a partir de la construcción de consensos, los convierten en un actor de peso en las dinámicas político-diplomáticas, al punto poder identificarse una diplomacia de los medios.[3] Este tipo de diplomacia resulta básica en el trabajo hacia la sociedad civil, en aras de exportar el modelo de vida y de gobierno estadounidense, como paradigma de la gobernanza y la democracia global.
Desde esa lógica de pensamiento, se comprende a la Diplomacia, como parte inherente a la renovación del liderazgo internacional del hegemón, en su concepción como superpotencia[4]. En los últimos años se ha establecido el smart power y las tres D (entendiendo a la Diplomacia y el Desarrollo como complemento de la Defensa) como el método por el cual EE.UU. intenta proyectar una política exterior y de seguridad más efectiva.
En el actual contexto histórico, la práctica diplomática recuerda las premisas de Hans Morgenthau, al definir la diplomacia como el arte de combinar los distintos elementos del poderío nacional de mayor impacto en el interés nacional. (Morgenthau, 1992) Lo tristemente célebre, es que los llamados intereses nacionales, suele atentar contra la soberanía, la integridad territorial y la autodeterminación de otros pueblos.
No obstante, el escenario que reflejan las condicionantes domésticas e internacionales de ese país amerita de la cooperación de otros actores internacionales. Para esos propósitos, se internacionalizan los principios y conceptos de la elite del poder estadounidense, como referentes para la existencia de una adecuada gobernanza mundial.
Como complemento de este trabajo, se recalcan las amenazas globales sobre las que la diplomacia debe trabajar desde el Departamento de Estado, la USAID, la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs). En las acciones diplomáticas se aprecia un creciente uso de contratistas y subcontratistas, y del sector privado económicamente fuerte en los países de interés. Este fenómeno viene dado por la consideración de que al privatizarse elementos estratégicos de la seguridad y la economía de otros estados nacionales, se reducen las opciones que puedan realizar los gobiernos nacionales para mitigar la influencia estadounidense.
Los errores diplomáticos de la Administración de W. Bush (2001-2009), ameritaron por parte del gobierno demócrata de Obama (2009-2017) una serie de cambios en las concepciones del ejercicio diplomático, los cuales se han expresado tanto en documentos rectores del gobierno (en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2010 y la Primera Revisión Cuadrienal de Diplomacia y Desarrollo del mismo año, QDDR) como en la nueva estructura y formas de trabajo del Departamento de Estado y la USAID, si bien se aprecian las continuidades lógicas de la proyección internacional de ese Estado-Nación.
En la ejecución de una política internacional[5] más certera, la QDDR ( The First Quadrienal Diplomacy and Development Review, 2010) propone una nueva estructura organizativa y de coordinación para reaccionar rápidamente en situaciones de crisis, conflictos y desastres naturales a nivel global.Asimismo sucede con el trabajo realizado en las embajadas, para otorgar una mayor efectividad a las fundaciones y ONGs que trabajan en función de los intereses estadounidenses. Para ello, se prepondera el uso del llamado “poder civil” que comprende la combinación de las acciones diplomáticas con el trabajo de los especialistas en desarrollo, trabajadores humanitarios y de otra índole, bajo la justificación de “prevenir y responder a las crisis y los conflictos”.[6]
Para dar cumplimento a estos objetivos se proponen algunos cambios en el Departamento de Estado, entre los que se destacan la creación del cargo de Subsecretario de Seguridad de Población Civil, Democracia y Derechos Humanos. Este se responsabiliza de la dirección de una nueva Oficina de Operaciones para Crisis y Conflictos. Con esta Subsecretaría se incrementa la capacidad de reacción de ese gobierno en momentos críticos.
También se creó el cargo de Coordinador especial para Sanciones y Finanzas Ilícitas, abogando por que el Congreso sustituya al Coordinador Especial para Antiterrorismo con una Oficina de Antiterrorismo. Además, se creó el cargo de Subsecretario para Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente, que acoge la nueva Oficina de Asuntos Internacionales de Energía.
Con estos cambios la política de influencia en el exterior se perfecciona, ajustando las prioridades departamentales hacia aquellos elementos que resultan más efectivos para la demonización mediática. Por ello, los temas vinculados a la seguridad civil, la democracia y los derechos humanos, resultan básicos para la nueva burocracia.
Conforme a estos intereses, en Naciones Unidas se impulsan las agendas de los derechos humanos, la seguridad humana y la responsabilidad de proteger, con una clara inclinación a los intereses geoestratégicos del gobierno estadounidense y otras potencias centrales. Estas medidas actualizan la proyección exterior del imperio a las nuevas circunstancias internacionales, que continúan alentando el Complejo de Seguridad Industrial[7]; sólo que esta vez bajo un apoyo más coordinado y elocuente del Smart power y las tres D.
Al trabajo de la USAID también se le han realizado reformas, que están encaminadas hacia una mayor interconexión con el Departamento de Estado y el de Defensa. Las acciones de la USAID son orientadas hacia sectores específicos de las sociedades de interés. En este sentido, la diplomacia ciudadana se aprecia como un pilar para la asistencia al desarrollo, según los presupuestos de ese gobierno.
Sintéticamente pudieran resumirse los términos y prioridades en que se proyecta la diplomacia estadounidense desde la USAID en: la promoción de la participación del sector privado, estimular la discusión sobre temas internacionales afines a los intereses del hegemón y el trabajo con los sectores claves para incentivar el modelo democrático y el paradigma de vida de los EE.UU. (Lineamientos USAID 2011-2015)
La confirmación de John Kerry como Secretario de Estado conlleva al análisis de los cambios y continuidades de la diplomacia estadounidense en la segunda administración de Obama, aunque se considera que permanecerán los elementos priorizados de la política exterior y de seguridad.
Entre las áreas que ha identificado J. Kerry, como básicas para el trabajo diplomático, ha destacado la necesidad promocionar la “democracia” al estilo estadounidense a partir de las TICs. Al respecto el Secretario de Estado comentó que ante los cambios producidos por las nuevas tecnologías, y el crecimiento de su uso por los “jóvenes, las contiendas sectarias y el extremismo religioso”, considera que se debe “hacer un mejor trabajo invitando a la gente a adoptar los valores que siempre nos han inspirado” (Kerry, 2013)
Respecto a Latinoamérica y el Caribe, Kerry señaló a Colombia como un ejemplo de las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y la región. Las tendencias político-diplomáticas manifiestan rasgos de continuidad en cuanto a los temas priorizados hacia el Hemisferio Occidental. Ello está en concordancia con los criterios que manifestara el ex Subsecretario de Estado para la región, Arturo Valenzuela, al considerar:
“los conceptos sobre los que se sustenta el QDDR guiarán también nuestra estrategia de “participación dinámica”, que pretende impulsar los intereses de Estados Unidos en colaboración con toda América Latina, y a la vez reconoce la importancia de adecuarse a diversas necesidades e intereses.” (Valenzuela, 2011)
Con ella se reafirma el trabajo en lo que Valenzuela denominara como las cuatro prioridades principales: “promover las oportunidades sociales y económicas para todos, afianzar un futuro de energía limpia, garantizar la protección y seguridad de todos los ciudadanos y crear instituciones eficaces de gobernabilidad democrática.” (Valenzuela, 2011) En correspondencia con estos intereses se fortalecen las herramientas diplomáticas de las instituciones multilaterales y regionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA).
En otro orden, la diplomacia estadounidense incrementa las acciones para mitigar las relaciones entre Irán y América Latina y el Caribe, incrementando las acciones político-diplomáticas para demonizar al gobierno iraní, atemorizando a la sociedad internacional, sobre el desarrollo nuclear que realiza ese país. Al respecto el presidente Obama precisó: “Hay una coalición unida exigiendo que ellos cumplan con sus obligaciones, y haremos lo que sea necesario para impedir que obtengan un arma nuclear” (Obama, 2013)
En cuanto a la postura exterior contra Corea del Norte, el presidente estadounidense declaró: “El régimen en Corea del Norte debe comprender que sólo logrará seguridad y prosperidad cumpliendo con sus obligaciones internacionales. (…) permaneceremos firmes en respaldo de nuestros aliados, fortaleceremos nuestras propias defensas de misiles, y estaremos a la cabeza del esfuerzo mundial por tomar acción firme en respuesta a estas amenazas.” (Obama, 2013)
Desde otra perspectiva, se busca un mayor entendimiento con Rusia. Debe recordarse que “el presidente negoció el nuevo tratado START con Rusia que reducirá los arsenales nucleares desplegados a unos 1.550 para el año 2018” (Kellerhals, 2013)
La región de Asia Pacífico continúa siendo priorizada para el trabajo diplomático. En ese sentido, se trabaja para el fortalecimiento del comercio con la región a través de la Alianza Transpacífico. También se busca el incremento financiero y comercial con la Unión Europea (UE). Sobre estos aspectos Obama declaró:
“(…) tenemos la intención de completar las negociaciones para una Alianza Transpacífica. Y, esta noche, (13 de febrero) estoy anunciando que iniciaremos conversaciones para una Alianza Transatlántica de Comercio e Inversión amplia con la Unión Europea, porque el comercio que sea libre y justo a través del Atlántico sustenta millones de empleos americanos bien remunerados.” (Obama, 2013)
Las Alianzas Transpacífica y Trasatlántica, resultan de sumo interés para la política exterior y de seguridad estadounidense, por las potencialidades que tienen para consolidar los intereses económico, comerciales, financieros y geoestratégicos de Estados Unidos, particularmente en el Pacífico. En este aspecto, deben considerarse las alianzas que logra Washington en el Hemisferio Occidental, para asegurar su proyección hacia el Pacífico con los gobiernos de México, Colombia, Perú y Chile (Alianza Pacífico).
Para el mejoramiento de la credibilidad, se continúa el retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán, intentando reducir los cuestionamientos sobre las pretensiones de ese país en el Medio Oriente, si bien persisten los objetivos iniciales de dominación. Sobre este aspecto, el presidente Obama comentó: “(…) podemos decir con confianza que los Estados Unidos terminará su misión en Afganistán, y logrará nuestro objetivo de derrotar el núcleo de al Qaeda. (…), puedo anunciar que durante el próximo año, otras 34,000 tropas estadounidenses en Afganistán regresarán a casa (…) nuestra guerra en Afganistán terminará a finales del año que viene.” (Obama, 2013)
Siguiendo los objetivos prioritarios para la consolidación del liderazgo estadounidense; la política exterior promueve la democracia representativa y la economía de mercado. En este sentido se reconoce la necesidad de una interdependencia, que perpuetúe el liderazgo estadounidense sobre el sistema-mundo. Para ello se basan el smart power y las tres D, sobre lo cual la ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton, apuntó: “Con el poder inteligente, la diplomacia será la vanguardia de la política exterior (Clinton, 2009).”
Las perspectivas que arrojan las primeras declaraciones J. Kerry, luego de tomar posesión en el cargo de Secretario de Estado, dejó sentadas sus intenciones para la política exterior y de seguridad en los próximos 4 años al afirmar: “(…) aunque prefiero resolver los conflictos de manera pacífica, mi trayectoria también me ha enseñado que, cuando se agotan los recursos, debemos estar preparados para defender nuestra causa y hacer lo necesario para combatir el extremismo, el terrorismo, el caos y el mal; y lo seguiremos haciendo” (Kurata, 2013)
Estas declaraciones reflejan, que si bien se ejercerá una política ajustada a cada realidad y al contexto histórico de la sociedad internacional, el hegemón continuará usado el hard power en aquellas circunstancias que lo consideren “necesario”.
En líneas generales, pudiera caracterizarse la diplomacia estadounidense, por la preservación y consolidación del régimen imperial, basado en un uso efectivo de los instrumentos del poderío nacional. Para este objetivo, se trabaja en una diplomacia de complemente los temas de seguridad, otorgándole credibilidad a través de la promoción del desarrollo y una relación con el exterior más ajustada a la realidad de cada país.
Así las cosas para la diplomacia en el segundo mandato de Obama (2013-2017), donde el liderazgo y la hegemonía estadounidense se enfrentarán a los interesantes cambios que concurren en la sociedad internacional.
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[1] Se entiende la seguridad nacional según la define operacionalmente la Dra. Soraya Castro, como una capacidad de los Estados explica la necesidad de darle seguimiento constante tanto a las amenazas que pueden poner en riesgo la nación como a los recursos con que cuenta el país para responder a dichas amenazas de forma efectiva y exitosa. ¿Qué persiguen, o deben perseguir, los Estados con esta actuación? Alcanzar una condición de seguridad y estabilidad que garantice la continuidad de su sistema y por consiguiente la defensa y preservación de sus intereses y objetivos nacionales. Es una condición relativa por las características de las relaciones internacionales en la era globalizada.
[2] Los instrumentos fundamentales de la política exterior y de seguridad de los EE.UU. se articulan en lo fundamental, por los instrumentos militares, políticos, económicos, diplomáticos, ideológicos, culturales e informacionales. Estos se desarrollan a partir de las prioridades que establece el Estado-Nación para lograr sus objetivos estratégicos a nivel internacional. Mediante su combinación efectiva se logra ejercer influencia no sólo con el uso de la fuerza (militar) o la amenaza de la misma, sino también a través del empleo a fondo de los instrumentos diplomáticos, económicos, políticos, informacionales y culturales.
[3] El italiano Alberto Bruzzone (2005), comprende a la diplomacia pública tanto para actividades culturales, como de información y de propaganda internacional. “La política pública coordinada desde un gobierno que diversifica su rol de transmisor a través de los actores privados. Se promueve el interés nacional del país mejorando su percepción exterior; su destinatario es la opinión pública de naciones extranjeras que formen parte de un selecto grupo para los intereses del Estado emisor. Asimismo, esta diplomacia propende a establecer y mejorar el diálogo entre los ciudadanos de dos o más países.”
[4] El término superpotencia se le concede su origen al neerlandés naturalizado estadounidense Nicholas Spykman, quien plantea en el libro The Geography of the Peace, que la supremacía mundial no-marítima del Reino Unido y Estados Unidos, eran esenciales para la paz y la prosperidad en el mundo. Este término fue desarrollado por Lyman Miller, donde destaca como componentes básicos del estatus de superpotencia cuatro ejes de poder: militar, económico, político, y cultural que fue desarrollado desde las ciencias políticas Joseph Nye como el soft y el smart power.
[5] Se entiende como la relación político-diplomática y sociocultural, que se emprende por los diferentes actores del sistema internacional, fundamentados en las políticas exteriores y de seguridad. Esta dada por una interrelación de la política exterior de los Estados, desarrollada en el conjunto de las relaciones interestatales que constituyen el sistema de Estados, aunque no se limita a lo estatal. En la actualidad deben considerarse las que se establecen con ONGs, Fundaciones, Agencias y grupos organizados de la sociedad civil. Todo ello visto desde las relaciones de poder establecidas en el sistema internacional.
[6] H Clinton. Presentación de la QDDR. de 2010 el 15 de diciembre. En: http://www.state.gov/j/tip/rls/tiprpt/2012/192366.htm
[7] Se toma el término de Complejo de Seguridad Industrial y no el de Complejo Militar Industrial, pues se considera que en la actualidad es mucho más amplio y toma elementos que sobrepasan lo militar.
https://www.alainet.org/es/active/62297
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