Ajuste de cuentas y señales contradictorias

28/02/2013
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Buena parte de la noche del martes 26 y casi todo el miércoles 27 laboró intensamente Jesús Murillo con los medios de comunicación. La agotadora tarea fue para deslindar la detención de Elba Esther Gordillo de cualquier carga política y para negar el papel decisivo que desempeñó su jefe y titular del Ejecutivo, Enrique Peña.

 
No hizo mal su trabajo en términos de propaganda el procurador General de la República, auxiliado como fue por el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio, como si los conductores descubrieran el hilo negro.
 
Realidad oscura que padecieron los trabajadores de la educación durante casi un cuarto de siglo, gracias a Carlos Salinas y sus operadores Manuel Camacho y Marcelo Ebrard que encumbraron a la chiapaneca de Comitán, en 1989, al frente del sindicato más numeroso e influyente de América Latina. Y ahora esos salinistas, pero del “nuevo PRI” (Beatriz Paredes dixit) la encarcelan y “negocian” con dirigentes del SNTE su deposición del Consejo General Sindical para el Fortalecimiento de la Educación Pública. Tarea que al parecer desempeñó el secretario de Gobernación en nombre del grupo gobernante, aunque éste dice “respetar” la autonomía e independencia sindicales.
 
Mas la agotadora tarea de Murillo Karam recibió la noche del 27 un desmentido en cadena nacional, cuando Peña Nieto defendió su papel estelar en el ajuste de cuentas con Gordillo Morales. Desde el congreso magisterial de Playa del Carmen, Quintana Roo, La Maestra marcó su raya e incluso afirmó que el “del copetito anda en Europa”. Días aquellos en que Peña ejercía como presidente electo, y usted sabe que después de 36 años de transición a la democracia, la más longeva de la aldea global, al primer empleado del país que no otra cosa es el “señor presidente”, se le debe “respetar”. 
 
El mensaje de Enrique Peña y la reunión con todos los gobernadores, excepto los de Hidalgo, Quintana Roo y Yucatán, lo que hace es evidenciar el protagonismo desmedido, como el escenificado en enero de 1989 por el hoy padrino Carlos Salinas, para encarcelar a Joaquín Hernández Galicia con el uso del Ejército. Y en el caso que nos ocupa, el ilegal e innecesario empleo de la Armada, salvo que se pretenda intimidar a los numerosos opositores del mexiquense con todo y firma del Pacto por México.
 
Si el ajuste de cuentas del nuevo grupo gobernante con la otrora tan poderosa como impresentable lideresa sindical y política, en verdad fuera   “estrictamente legal”, respondiera a evidencias de un probable desvío ilícito y ocultamiento de recursos del SNTE, pues la explicación corresponde darla al titular de la PGR y no al nativo de Atlacomulco, grupo que lo cobijó en su meteórica carrera política y que contó también con el apoyo de Morales.
 
Desde muy temprano Peña y Murillo ostentan que el Ministerio Público será un brazo presidencial para proteger a los amigos y socios, como Manuel Cavazos Lerma y Eugenio Hernández Flores, exgobernadores de Tamaulipas que disfrutan del no ejercicio de la acción penal desde el día que encarcelaron a Gordillo. Y para castigar a los insubordinados a los proyectos y políticas sexenales. Como siempre fue, será, si la ciudadanía lo permite, en medio de la falta de valor civil de los hasta ayer múltiples aliados políticos y los beneficiarios del mecenazgo de 24 años de La Maestra. 
 
Si la PGR y su verdadero jefe trabajan por materializar la plausible sentencia de que “Los recursos de los sindicatos son de sus agremiados, no de sus dirigentes. Deben utilizarse en beneficio de los propios trabajadores’’; entonces tendrán mucho trabajo en varios sexenios.
 
 
 
 
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