Duro contra los viejos

26/05/2004
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¿Cuál sería el temple del pueblo peruano si amaneciera con la noticia que hubo una votación del Congreso peruano por 96 a 5 para establecer justas regalías a las empresas mineras por el mineral que extraen gratuitamente de la tierra agotando las riquezas del país y las regiones? Para quitarles sus derechos a los viejos y prohibirles ganar al nivel de los vivos que ocupan los cargos que ellos ejercieron durante el largo de su vida de trabajo, no hay necesidad de demasiado coraje. No es lo mismo hacerlo para tocar los privilegios del gran capital depredador. Para ahorrarse 30 o 40 millones de dólares ha habido un enorme tinglado mediático que ha hecho desfilar a los congresistas de todas las bancadas, como si fueran a salvar los derechos del resto de los jubilados y de la sociedad en su conjunto. Pero cuando el punto es la "renta básica" de Telefónica que esquilma a los usuarios; la doble depreciación de las eléctricas que ha burlado 300 millones de dólares a la SUNAT; los incumplimientos de la concesionaria del aeropuerto por varios cientos de millones de dólares; y muchísimos otros casos en los que están en juego los intereses transnacionales; los mismos medios que han satanizado las pensiones, ponen el grito en el cielo: pobrecitas las grandes empresas!!, gritan al unísono Althaus, Palacios, Aldo Mariátegui, en el mismo tono en que lo hacía Xavier Barrón, cuando prometía una batalla por los viejos mucho más clara y firme de lo que ha sido capaz de hacer. Dicen que debemos alegrarnos por el fin de los privilegios. Vaya. Hoy mismo el diario "La República" grafica de qué clase de privilegio se trata. Son 503 personas que gozan de una pensión superior a los 8 mil soles, por efecto de que hay funcionarios con ese nivel de salarios pensionables en actividad. Ellos, por cierto, no son los privilegiados a pesar que probablemente tengan un plus "no pensionable" sobre ese monto, cada mes. Justamente la "reforma" se hace para que estos puedan libremente ganar lo que les parezca sin efectos sobre las pensiones que ya están en vigor. Tampoco son los parlamentarios que se han negado a ajustar sus remuneraciones como se los pedía el país, y mucho menos a perder el poder que tienen de fijarse su propio ingreso con simplemente apretar el botón de votación. Son ellos los que dieron además la ley reciente por la cual los ex presidentes se han convertido ahora en los únicos vivos con cédula viva que tendrán pago vitalicio a nivel de congresista, nadie sabe a mérito de qué. Más abajo de los 8 mil soles, en el tramo hasta el tope de 3 mil, hay unas 10 mil personas: ¿es un privilegio percibir una jubilación entre 1,000 y 2000 dólares? Y si fuera así: ¿por qué ese no se asume el mismo tope para el presidente, congresistas, jueces, rectores y demás funcionarios públicos?, ¿por qué es un escándalo una pensión de retiro del nivel medio y no un salario de viceministro diez veces más alto? Cuando leo sobre los casos en que la pensión se obtuvo ilegalmente, que es lo que ha llevado a la ironía aquella de los "vivos de la cédula", me pregunto: ¿cuántos de los 500 del primer tramo están en esa situación?, ¿es tan difícil establecer los casos?, ¿cuántos de los 10 mil del tramo siguiente?, ¿por qué no se les identifica y se les retira de la lista, si hace más de tres años que se está con la misma cantaleta? Obviamente para corregir ilegalidades no se requiere una reforma constitucional. Pero sí hace falta para eliminar el último sistema de defensa de las pensiones que era el ajuste automático. En el futuro nos encontraremos que el grueso de los jubilados de la 20530, casi 300 mil personas, y los que se retiren en el futuro con esta norma, serán tratados como lo han hecho con la otra ley (19990), es decir como le da la gana al Estado, que todo el tiempo señala no tener dinero para ningún aumento y cuando es presionado inventa un nuevo impuesto antipático para la población? No es pues solamente que se quiera definir por ley que más de 3000 es demasiado para un viejo trabajador, sino que se quiere congelar a todos, inclusive a los que están debajo del tope, para que nunca lo alcancen. Allí hay cientos de miles de maestros jubilados y otros servidores que tienen modestas pensiones, pero que ahora se rezagarán mucho más rápido respecto a los que están en activo. Toda la política del Estado bajo Fujimori, Paniagua y Toledo, ha sido de maltrato al jubilado, convirtiendo a la ONP en un local de torturas y en un sistema perverso que prefiera gastar en abogados para dilatar las reclamaciones, antes que reconocer los derechos de los cesantes, calculando que estos serán finalmente menos costosos mientras la persona este más cerca de morirse. ¿Cuántos saben, a propósito de este tema, que ante los fallos de la Corte Interamericana por derechos pensionarios, el Estado toledista ha normado que se sometan a un esquema de cancelación de largo plazo, que pueden suponer 20, 30 o 40 años, para devolver adeudos contra jubilados que tienen 70 u 80 años? Y es a ese mismo Estado, que el Congreso está a punto de otorgarle la potestad de decidir sobre montos de pensiones actuales y futuras, sin que tenga como referencia ningún parámetro objetivo. Hay una obvia doble medida en el trato de la deuda social, es decir el dinero que el Estado tomó para otros fines de los dineros que correspondían al derecho pensionarios de millones de trabajadores, y el de la deuda con bancos, entidades financieras internacionales y gobiernos extranjeros. Para unos la respuesta es no hay plata. Para otros se consigue la plata como sea. También hay dos medidas para dictar las leyes de equilibrio fiscal. Que les reduzcan la pensión a los jubilados y que se congele los montos de retiro. Pero que no se toquen las utilidades delirantes de las mineras, las ganancias escandalosas de la Telefónica y las eléctricas, las obligaciones que estaban en litigio con empresas norteamericanas que afectan la negociación del TLC, etc. Pareciera que al pobre Barrón que fracasó en defender las pensiones, le robaron también la fórmula. Sólo que ahora se rescribe: "pobrecitas las transnacionales" y que los viejos se vayan con sus necesidades a otra parte.
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