Presunción de inocencia
23/01/2013
- Opinión
El abuso del poder siempre ha existido en todas las épocas de la historia, en todos los grupos tribales y en todas las naciones, no por ello podemos transigir que en pleno Siglo XXI y en nuestro propio país se violenten los derechos humanos como ocurrió en forma sistemática en el sexenio recién terminado.
Conforme se van descubriendo estos abusos se agudizan la polémica sobre la presunción de inocencia, establecida en los códigos penales del país y la cual fue violentada a tal grado que se inventó el arraigo, el cual también es ahora motivo de discusión.
La cruenta guerra contra el crimen organizado, llevada a cabo en forma personal por el entonces presidente, Felipe Calderón Hinojosa, para justificarla provocó toda clase de abusos, como son entre otros muchos, los emblemáticos de la francesa, Florence Cassez, afortunadamente ya libre, y los generales de alto mando. Este ultimo a punto también de resolverse.
Seguramente, por tales hechos, tomó tal dimensión la otra polémica suscitada por el diputado que presentó una iniciativa para cambiar el Artículo Primero de nuestra Constitución por el cual pretende supeditar al mandamiento de la Carta Magna los Tratados Internacionales, suscritos por México en materia de derechos humanos.
Tal pretensión es una soberana aberración jurídica, sobre todo después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en incontables veces, como ahora el de la ciudadana francesa, se ha manifestado a favor de lo que favorece al individuo. Además está más que comprobado que el país, por tales abusos del poder, se queda a la saga en materia de derechos humanos respecto de las corrientes internacionales.
Desde luego que las declaraciones del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, en el sentido de que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto está decidido ha terminar con la flexibilidad del arraigo y con las detenciones arbitrarias, hacen suponer no sólo la solución de los casos mencionados, sino de muchos otros que no se han ventilado por la modestia de las presuntas víctimas.
Cada día, conforme se va conociendo el intringulis que motivo el arraigo y posterior dictado de formal prisión a los generales de alto mando, crece el escándalo, que no sólo desprestigia al régimen que al fin se fue, sino lo que es peor, al instituto armado.
La versión de que los uniformados de alto grado fueron arraigados por su "indisciplina" de que pretendía uno de ellos, en forma legítima, ser el Secretario de la Defensa Nacional con el entrante gobierno de Peña Nieto, cada vez es más mencionada y cuando el río suena es que agua lleva. CONTINUARÁ
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano. www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.mx, y www.clubprimeraplana.com.mx
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