El corto verano de las promesas agrarias
15/04/2004
- Opinión
Hace cuatro meses el presidente Carlos Mesa parecía resuelto a
reconducir el proceso agrario: designó en el Instituto Nacional de
Reforma Agraria (INRA) a un director nacional sin vínculos
corporativos, nombró a un delegado presidencial de tierras con la
misión expresa de restituir la legalidad agraria, pronunció un
discurso en Tarija en el que afirmó que su gobierno afectaría a
los latifundios para redistribuir la tierra. Eran señales que
marcaban diferencias entre Sánchez de Lozada y Mesa: mientras
aquél fue el arquitecto de la contrarreforma agraria, su barbudo
sucesor se perfilaba como el que rectificaría el proceso.
Y para comenzar a reencauzar la reforma agraria el gobierno debía
tomar al menos tres decisiones: 1) Reestructurar el INRA,
erradicando los bolsones de corrupción y tráfico de influencias,
2) Anular tres decretos supremos (27024, 27068, 27145) y exigir al
Parlamento que derogue la disposición adicional segunda de la Ley
2493, todas medidas de contrarreforma agraria aprobadas durante el
gonismo, 3) Dotar a comunidades campesinas e indígenas todas las
tierras fiscales agrícolas y forestales identificadas en el
saneamiento, bajo la sola condición de respetar su vocación de
uso.
Sin embargo, el ejecutivo ha demostrado una conducta errática con
tendencia general a desplazarse desde sus iniciales posiciones
renovadoras al conservadurismo agrario de siempre, bajo el signo
de sus propias contradicciones internas e incapacidad para tomar
decisiones. Este itinerario ha llevado, como no podía ser de otra
forma, a la firma de un convenio con la Cámara Agropecuaria del
Oriente (CAO) y la Confederación Nacional Agropecuaria
(CONFEAGRO) el lunes 5 de abril en la ciudad de Santa Cruz.
Dicho convenio tiene el siguiente contenido: 1) Compromete la
aprobación de un reglamento para aplicar la Ley 2493, que en uno
de sus artículos vincula la verificación de la Función Económico
Social con los denominados Planes de Ordenamiento Predial,
abriendo así la posibilidad de que se consoliden grandes
extensiones de tierras de engorde tan sólo presentando papeles
(los POPs). 2) Acuerda actualizar los plazos del Decreto 27145 de
30 de agosto de 2003, que reprograma en planes de 6, 8 y 10 años
las deudas al Estado por valores de adjudicación simple de grandes
fundos agrarios. 3) Anula un instructivo del INRA que ordenaba que
en las propiedades ganaderas la verificación del cumplimiento de
la FES debe hacerse a través del recuento del número de ganado
constatando su registro de marca, sin considerar en calidad de
prueba documentos tales como certificados de vacunas. 4) Acepta
cambiar al actual director nacional del INRA por la vía
parlamentaria.
La firma de este documento, sumado a la inminente aprobación de un
decreto para el norte amazónico que comentaremos más adelante,
constituyen una vergonzosa capitulación gubernamental en materia
de reforma agraria, ¿cómo se pudo llegar a esto?
Gremios y regiones
Luego de octubre, el agropoder definió una estrategia que pasaba
por la conformación de un bloque cívico-empresarial articulando
temas críticos (impuestos-tierra-gas). Se buscaba –y se logró-
confrontar al gobierno en negociaciones sectoriales obligándolo a
retroceder en su programa económico, en su agenda política y en
sus planes agrarios. A los fines de esta estrategia, el discurso
de los representantes de los gremios empresariales debía exaltar
las diferencias regionales –"la Bolivia que trabaja y la Bolivia
que bloquea"- para hacerse fuertes en la media luna que abarca la
amazonía, el oriente y el sur de Bolivia, casualmente los lugares
en los que se están produciendo las mayores disputas por tierras y
recursos naturales.
Esta política regionalista no tiene nada de original, pues es una
copia al carbón de la que implementara hace algunos años la
oligarquía ecuatoriana, luego de la caída del presidente Yamil
Mahuad, confrontando a la "pujante" Guayaquil con la "conflictiva"
Quito, para contener el avance político del movimiento indígena
que se había hecho muy fuerte en la sierra.
Volviendo al caso boliviano, lo que sorprende no es la estrategia
del agropoder sino la rapidez con la que está obteniendo réditos.
En febrero, los representantes de la Cámara de Industria y
Comercio de Santa Cruz (CAINCO) no podían creer lo fácil que les
había resultado obligar al gobierno a retirar su propuesta de
"Impuesto al Patrimonio Neto de las Personas" – conocido como
"impuesto a la riqueza". También por esas fechas ocurrió el
asesinato de la fiscal Mónica Von Borries en Santa Cruz que entre
otros casos tenía a su cargo la investigación de los fraudes de
tierras. Tal vez nunca lleguen a ser conocidos los verdaderos
móviles de este crimen, pero lo evidente es que el hecho tuvo, en
esferas de gobierno, un impacto de atemperación del grado que
habían tomado las denuncias de fraccionamientos ilegales de
tierras, como es el caso Valdéz-Petricevic-Pérez Yoma. El impacto
se sintió también en el cambio de la orientación general que se le
pretendía imprimir al proceso agrario.
El norte también existe
Hace tres meses, otra presión regional ejercida desde las
prefecturas de Pando y Beni, y desde las asociaciones de
barraqueros (dueños de haciendas conocidas en la región como
"barracas") asentados en Cobija y Riberalta, convenció al gobierno
de elaborar un decreto que les otorgue a estos sectores garantías
jurídicas acogiéndose al régimen forestal bajo la figura de
"concesiones para el aprovechamiento de recursos forestales no
maderables". Las barracas, que no habían logrado demostrar
cumplimiento de la FES en el proceso de saneamiento de tierras,
argumentaron la existencia de un "vacío legal" en la Ley INRA que
no considera la actividad agroextractivista (castañera y
almendrera). Basados en este razonamiento exigieron la conversión
de sus barracas, sin ningún proceso de licitación previa, a
concesiones forestales sobre extensiones de 15.000 hectáreas cada
una.
Cediendo a esta presión, la delegación presidencial de tierras
conducida entonces por el actual Ministro de Desarrollo Sostenible
Gustavo Pedraza, redactó un borrador de decreto que traduce en
norma el deseo de los patrones del norte, con el agregado
anecdótico de que en una de sus partes indica que se lo hará "con
carácter excepcional y por única vez". ¡Cuántas veces se necesita
un instrumento jurídico como este, que a lo que conducirá es a
concesionar gran parte de Pando por 40 años!
Es el ocaso de las promesas agrarias, sepultadas por la efectiva
acción de los grupos de poder. Presiones de tinte regionalista
sí, pero a las que no se puede responder enarbolando otros
regionalismos sino evidenciando que aquí de lo que se trata es de
puros intereses económicos de elites vinculadas a la tenencia de
la tierra.
La Paz, abril 16, 2004
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