Cambiar para que todo siga igual
Ley de Hidrocarburos
18/04/2004
- Opinión
Después de más de dos meses de consultas con las transnacionales,
para lograr un acuerdo que no pudo concretar, el gobierno de
Carlos Mesa hizo circular, a través de la prensa nacional, el
texto íntegro de su proyecto que modifica la Ley de Hidrocarburos.
Buscando los aspectos positivos del mismo, encontramos éste que
resalta: la declaración inicial de que los hidrocarburos son de
propiedad del Estado. Uno segundo es que, los contratistas, están
obligados a entregar la totalidad de los hidrocarburos producidos
a YPFB, la empresa estatal del petróleo. Eso es todo; y, además,
hay vacíos que ponen en duda la efectividad de estas medidas.
Propiedad ilusoria
La Constitución Política del Estado establece, con absoluta
claridad, que todo lo que se halle en el subsuelo es propiedad del
Estado. Otro artículo de la misma determina que, "los yacimientos
de hidrocarburos, cualquiera que sea el estado en que se
encuentren o la forma en que se presenten, son del dominio
directo, inalienable e imprescriptible del Estado". Sin embargo,
en el proceso de capitalización (modalidad que, en Bolivia, tuvo
la privatización), a través de un decreto, se entregó esa
propiedad a las transnacionales que se apropiaron de la
explotación, manipulación y comercialización de éstos.
A principios de este año, el presidente Mesa derogó el decreto en
cuestión, aunque sin modificar la situación real, por lo que las
transnacionales siguieron actuando del mismo modo y, el gobierno,
también. Tan es así que, recientemente, un ministro dijo que, la
venta de gas a la Argentina, en definitiva, era un negocio que
debía concretarse entre empresas privadas.
El proyecto de ley que ha hecho circular el gobierno, aparte de la
declaración inicial de propiedad, no incluye ninguna disposición
que haga efectiva esa medida. Es más: se declara expresamente, en
ese proyecto, que el Estado respeta los contratos con las
transnacionales en todas y cada una de sus cláusulas.
Palabras que fortalecen
Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) –que quedó
reducido a una oficina burocrática sin función específica–, será
fortalecido, dice el proyecto de ley. Para esto, se le otorga
tareas de acopiador y revendedor de hidrocarburos; es decir, será
algo así como un agente de ventas de las transnacionales, con lo
que se consolida la propiedad de los hidrocarburos en beneficio de
éstas.
En un extenso capítulo, se señala a YPFB como entidad del Estado a
través de la cual se celebrarán los contratos con las empresas
que, en definitiva, harán el negocio de los hidrocarburos. En
ninguno de los artículos se establece que YPFB realice estas
operaciones por cuenta propia.
Al no otorgarle, a YPFB, labores de exploración, explotación,
industrialización y otras de la cadena productiva, la declaración
de fortalecimiento de la empresa estatal se reduce a una simple
expresión de buenas intenciones, sin consecuencias.
La médula del proyecto
La parte significativa de este proyecto, es la creación del
Impuesto Complementario a los Hidrocarburos (ICH). Los
complicados cálculos que se hacen el proyecto determinan una
escala de impuestos muy bajos en los actuales volúmenes de
explotación y, si estos aumentasen eventualmente, en los próximos
5 años. Sólo después de ese tiempo, siempre que se produzca en
grandes cantidades, el impuesto comenzaría a tener alguna
incidencia.
Las acciones de los pobladores, en octubre pasado, demandaron la
elevación de las regalías que, las petroleras, pagan al Estado.
Actualmente, esas regalías son del 18 % sobre el volumen del
producto que sale del pozo. La ley actual establece un impuesto a
las ganancias de exportación, mediante un cálculo complicado que
ha dado por resultado que las empresas nunca hayan pagado tal
impuesto.
La propuesta del gobierno es que se cree otro impuesto, cuyo
cálculo parece que también está hecho con el propósito de burlar
su aplicación. Veamos algunas alternativas: mientras la empresa
produzca hasta 20 mil millones de BTU diarios, sólo pagará 2%,
hasta 40 mil, el impuesto será del 5%. De ahí en adelante los
impuestos serán del 10% y, a partir de 2007, se irá elevando la
imposición hasta llegar a 32% en 2012. En la forma engañosa que
las empresas actúan en Bolivia, es muy probable que, cuando
necesiten producir más, encontrarán la forma de dividir las
empresas, para que cada una produzca el tope de 5%, cuando no del
nivel inferior.
Enroques y retrocesos
La publicación del proyecto estuvo precedida por cambios en el
gabinete ministerial, que incluyeron la separación del anterior
Ministro de Hidrocarburos y su sustitución por el jefe del
gabinete económico, Xavier Nogales, quien fungió primero como
Ministro de Desarrollo Económico y ahora está en el Ministerio de
Minas e Hidrocarburos.
Personaje controvertido, por sus conflictivas declaraciones, está
muy vinculado a las empresas petroleras con las cuales ha sido el
negociador del gobierno, sin haber obtenido ningún resultado.
Precisamente la publicación del proyecto se hizo tras el anuncio
oficial de que tales negociaciones no avanzaban y se desistía de
continuarlas. El proyecto se presentaba públicamente, a fin de
que la sociedad, a través de sus instituciones, diera a conocer su
criterio.
Sin embargo, el ministro Nogales, este fin de semana, hace otro
anuncio: el tope final de 32% que se señala en el ICH, se
reduciría a 22% a fin de lograr un acuerdo con las petroleras.
En fin. El gobierno sigue maniatado por las duras presiones
empresariales, pero también por su propio convencimiento de que
son éstas las que, en definitiva, decidirán el futuro del país.
El neoliberalismo sigue siendo la línea de conducta gubernamental
en Bolivia.
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