Mistificación y realidad de la elección presidencial
30/11/1999
- Opinión
En Chile se desarrolla la última etapa de la campaña presidencial que
culminará el 12 de diciembre. Comenzó la franja de propaganda en TV como un
anticipo del vendaval publicitario que satura todos los medios de
comunicación. Es difícil anticipar si ella se definirá en primera vuelta o
si será necesaria una segunda (16 de enero), entre Lagos y Lavín. Eso
dependerá de la votación que obtengan los candidatos "alternativos" de la
"Izquierda" (en sentido amplio), Gladys Marín, Tomás Hirsch y Sara Larraín,
especialmente la votación de la candidata del PC.
Los comandos de la Concertación y la derecha tratan de mantener a la opinión
pública atrapada en las redes de sus aparatos propagandísticos, mientras la
realidad se encarga de presentar la evidencia de que las posiciones de sus
abanderados son idénticas ante los graves problemas que afectan a la mayoría
nacional.
En efecto, pese a la sobresaturación publicitaria, los trabajadores han
logrado develar los verdaderos obstáculos para la existencia de una sociedad
plenamente democrática, identificando a sus candidatos como "gemelos"
defensores del sistema causante de las lacras que, en los hechos, tampoco,
Lagos ni Lavín pretenden resolver. Tal proceso se evidencia en sus recientes
luchas reivindicativas. La toma de la sede de la Concertación por los
trabajadores del Teatro Municipal de Santiago es expresión de su maduración
colectiva. Por su propia experiencia comprendieron donde radicaba la no
solución a sus demandas, después de haber sido objeto de amenazas y
descalificaciones por parte de Ravinet, alcalde de Santiago y vocero de la
campaña presidencial de la Concertación en la Región Metropolitana.
Mientras que una experiencia similar han experimentado los comerciantes
ambulantes de Valparaíso. Todos ellos cesantes, sin más recurso que el de
salir a la calle para vender "cualquier cosa" para procurar sortear
parcialmente su crítica situación de miseria, se convirtieron en el "enemigo
interno" de la guerra declarada por el edil porteño, militante de la
Concertación, que se enorgullece de su batalla sin cuartel contra el comercio
callejero sin presentar soluciones al verdadero origen del problema: la alta
cesantía y la paralización de la actividad económica de carácter productivo
en la comuna y la región. Como respuesta a la represión y las fracasadas
gestiones ante autoridades y personeros del oficialismo, decidieron ocupar la
sede del comando del candidato de la Concertación. Señalaban así a los
responsables de los efectos de la crisis provocada por las políticas
oficialistas, que han dilapidado la economía en la región y en nada se
compadecen con el slogan de "Desarrollo con Equidad", proclamado por Lagos.
Pero esto no es todo.
Los cerca de 1500 trabajadores portuarios que quedarán cesantes producto de
la privatización de los puertos impulsada por la derecha y puesta en práctica
por la Concertación, protagonizaron nuevas manifestaciones, denunciando la
actitud de los empresarios, de conocida filiación derechista, que se
adjudicaron las empresas privatizadas, y la violación de los compromisos
contraídos por el gobierno de garantizar la protección de los derechos
conquistados por los trabajadores del sector. A lo citado se suman las
postergadas demandas levantadas por los médicos en materia de la
supervivencia del sistema de salud pública, la cesantía de los trabajadores
telefónicos y de otras ramas de la economía. Cada uno de estos hechos
confirma la disociación existente entre la oferta electoral de los candidatos
de la derecha y la Concertación y la realidad de los problemas de los
trabajadores. Por lo cual, ninguno de los dos significa una alternativa real
de cambio, por ser voceros del mismo modelo político-económico causante de
tal situación.
El dinero es el gran elector
Esta será, sin duda, una elección atípica. Los dos candidatos que disputan
la victoria, sostienen en lo fundamental lo mismo: la perduración del modelo
neoliberal, la permanencia del militarismo y la democracia restringida
actual. Sus promesas electorales se refieren a aspectos formales, que
también son importantes, dado la miseria y cesantía de millones de chilenos,
pero que no van a la sustancia. La "igualdad" que postula Lagos es imposible
si se mantiene el modelo que la Concertación ha defendido y consolidado. Por
su parte, Lavín disfraza con apariencias populistas la esencia de la derecha
que organizó el golpe, apoyó a Pinochet y ahora disfruta de privilegios bajo
la Concertación. Se enfrentan, pues, los representantes de una derecha
camaleónica que pretende asumir la herencia dictatorial y una Concertación
trasvestista, que ha traicionado el compromiso con el cambio, por el cual
luchó el pueblo contra la dictadura.
El peso del dinero y la influencia de los poderes fácticos se expresan en
forma abrumadora en el proceso electoral. Lagos y Lavín rivalizan en
recursos de propaganda. A ambos los apoyan los grandes empresarios, cuyos
aportes financieros se mantienen en reserva. Ni siquiera el derecho a un
espacio de cinco minutos diarios en la televisión para todos los candidatos,
significa una auténtica garantía democrática. Las candidaturas
"alternativas" podrán llegar a todo el país, pero no podrán ejercer ese
derecho en plenitud porque el costo de producción televisiva excede con mucho
sus magros presupuestos. Una vez más, pues, la conciencia de los chilenos
será manipulada por la pirotecnia de la propaganda masiva costeada por cajas
millonarias. La democracia real se hará así más inaccesible para los
chilenos.
Manteniendo en secreto el origen de los fondos, los voceros de Lavín, junto
con presentarse como adalides de la probidad y la transparencia en la
actividad pública, confirman que el poder del dinero es capaz de mover
montañas. Hasta el momento, han entregado antecedentes de gastos electorales
que bordean los 30 millones de dólares (unos 16200 millones de pesos), cifra
que aumentaría, pues la parte más fuerte de la campaña recién se inicia. Con
esos recursos se desarrolla la estrategia de promover su imagen como
"productor de soluciones", que actúa con un estilo "despolitizado". Con ese
"producto" logran disputar espacio a la campaña de la Concertación, marcada
por la traición y olvido del discurso doctrinario en aras de la estabilidad
del proyecto político-económico heredado de la dictadura. Así, compitiendo
por administrar el modelo, la diferencia entre unos y otros radicaría
teóricamente en la posición asumida por ambos sectores durante la dictadura.
Contradicción que hoy la Concertación se esmera en hacer desaparecer, para
presentarse como cancerbero de una supuesta estabilidad política y
reconciliación.
Conocedores de la rayada "cancha electoral", los estrategas de ambas
candidaturas realizan sus campañas al más típico estilo norteamericano,
ofreciendo un producto que "se vende" en el mercado electoral a través de un
millonario despliegue financiero, inconfesable para un país donde los
principales rasgos de su realidad son los contrastes sociales, la cesantía,
los negocios oscuros y la herencia dictatorial. Los dos tercios de los
recursos electorales de Lavín han sido proporcionados por empresarios
nacionales, y el resto, del exterior, destacándose entre los "inversionistas"
extranjeros la Fundación Hanns Seidel (alemana). Además, cuenta con los
recursos de los institutos Libertad (de RN), Libertad y Desarrollo
(controlado por la UDI), la Fundación Jaime Guzmán (del mismo origen) y la
Fundación Futuro (de Sebastián Piñera).
Estrategia del oficialismo
Lagos ha formado su caja electoral con el aporte de los mismos "mecenas" de
los grupos económicos y empresarios chilenos. Además, su fotografía en Nueva
York con los multimillonarios David Rockefeller y George Soros significa
mucho más que una simple nota de vida social: Es la venta anticipada de
favores por aportes económicos a su campaña. Con tales recursos financia su
estrategia de nuclear el llamado "voto por el no", ese que derrotó a Pinochet
en el plebiscito. Su objetivo es polarizar la elección y ganarse la adhesión
electoral (no ideológica) de la izquierda, de los sectores que ven en Gladys
Marín la auténtica candidata de los cambios. Así, la Concertación evita
asumir su responsabilidad política en el carácter de la llamada transición,
erigida sobre la base de un pacto de cohabitación con la derecha e, incluso,
con el propio dictador. Tal pacto nunca tuvo el propósito de avanzar hacia
un real Estado democrático, sino que buscó frenar el ímpetu político y social
que provenía del pueblo, y que podía generar un clima propicio para una
salida popular, revolucionaria a la dictadura militar.
La Concertación fue fundada con ese objetivo. Un sistema político estable y
viable para el neoliberalismo sólo podía constituirse, post Pinochet,
dividiendo a la izquierda y a la tradicional polarización de los "tres
tercios" del electorado. Fue una condición previa al pacto y; también, la
base de la continuidad del modelo dictatorial en las áreas de la economía, de
la institucionalidad, del rol del militarismo y del propio Pinochet, quien
por obra y gracia de la Concertación, y no de otro sector político, llegó al
Senado en condición de vitalicio, mientras que en el presente asume su
defensa ante la justicia internacional. La dirección política de la DC
impuso la tesis, negociada con la dictadura y propiciada por EE.UU., de hacer
el recambio de Pinochet por una alianza de centro-izquierda, cuando en Chile
el movimiento popular (político y armado) se enfrentaba a la dictadura y
minaba su poder y estrategia de dominación.
En el juego espúreo de la cohabitación, la Concertación legitimó como actor
del sistema a la derecha, a Pinochet, al militarismo y a los grandes
empresarios. No es una mera frase sostener que el sistema ha sido
administrado en esa forma. Y si Lavín llegara a ganar la elección, el
sistema sería administrado por un gobierno derechista, en cohabitación con la
Concertación. Para el sistema, la alternancia entre ambos es parte del juego
de lo viable y posible. Lagos y Lavín son parte de ese todo. Pero se pone
en riesgo tal estabilidad si crece la izquierda, si se crean escenarios para
nuevos bloques políticos. Si ello ocurriera, el gradualismo, como táctica
concertacionista, que se fundamenta en la frase "...en la medida de lo
posible", comenzaría a tocar fondo, en forma definitiva.
No a ningún proyecto neoliberal
¿Qué harán los partidos y movimientos alternativos al sistema de dominación
en caso de una segunda vuelta electoral entre Lagos y Lavín? Al respecto
existen pronunciamientos. El candidato humanista, Tomás Hirsch, ha
expresado: "Lagos y Lavín son representantes de un mismo modelo anti humano.
¿Por qué habría de sentirme chantajeado a tener que optar por uno de los
dos, si además son lo mismo? Yo quiero vivir y dormir tranquilo y para eso no
quiero que utilicen mi nombre para decir: seguimos despidiendo gente y
contamos con el apoyo de Tomás Hirsch o seguimos pisoteando al pueblo mapuche
y contamos con el apoyo de Tomás Hirsch. Por lo tanto, los humanistas vamos
a votar nulo en la segunda vuelta. Y así se lo recomendaré a quienes voten
por mi candidatura".
Gládys Marín, candidata del PC, afirma que en una segunda vuelta su
colectividad no apoyaría a Ricardo Lagos. En efecto, consultada si en una
posible segunda vuelta, "sumaría sus votos con los de Hirsch y Larraín para
conversar con la Concertación", respondió enfáticamente: "Conversar con la
Concertación no. Si fijar una posición común para no votar por los
candidatos del neoliberalismo. Pero no estoy tan segura de que habrá segunda
vuelta. Lo importante es que en diciembre la gente vote libremente, sin
presión del chantaje que hoy se está instalando en esta campaña. En todas
partes me cuentan que andan diciendo a la gente que me apoya, que hay que
votar por Lagos para que no salga Lavín". Además, ante la pregunta por qué
cree que no habrá segunda vuelta, dice: "puede que Lagos gane en una primera
vuelta. Ahora, si hay segunda vuelta yo no voy a entregar mis votos a ningún
proyecto de neoliberalismo".
Las razones de su determinación son directas: "Lavín y Lagos, con ciertos
matices, son lo mismo. La prueba más clara fue el debate, donde más que dos
candidatos distintos, parecían dos fracciones de un mismo partido. En esas
condiciones, yo no llamo a votar por Lagos, a no ser que la Concertación
hiciera un viraje que signifique un compromiso de izquierda, un cambio
público y no creo que ese escenario se dé". Y concluye afirmando, en
relación a qué pasará con sus votos: "Hay muchas formas de mantener la
independencia y la fuerza electoral que estoy ayudando a construir. Una es
abstenerte a votar y la otra es anular el voto".
https://www.alainet.org/es/active/595?language=en
Del mismo autor
- La misma de antes 19/06/2008
- Monseñor Romero: Los santos vienen marchando 30/04/2005
- Mistificación y realidad de la elección presidencial 30/11/1999