Annan y “los esfuerzos de Calderón”

22/10/2012
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Harto claridoso es el siguiente diagnóstico del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas durante 1996-2006, Kofi Annan: “Cuando uno mira los resultados de los esfuerzos de (Felipe) Calderón, la mayoría de la gente te dice que no funcionó. Ha habido un montón de gente asesinada. La política (antidrogas) tiene que cambiar pero tiene que empezar con un debate y una discusión”. En pocas palabras: No sirvió el gigantesco esfuerzo en vidas humanas, desaparecidos, presupuesto, desplazados, terror e ilegalidad.
 
Cierto es que Annan coincide con el impensable viraje que anunció Calderón a una Asamblea General con muy baja asistencia, en la estrategia militarista que inauguró en Michoacán el 11 de diciembre de 2006, en cuanto a debatir ampliamente el tema en la ONU, discusión que en México bloqueó.
 
El Operativo Michoacán lo realizó el Ejército sin que mediara ninguna solicitud del gobernador, como recientemente aclaró Lázaro Cárdenas Batel, exhibiendo a Felipe del Sagrado Corazón de Jesús como un mitómano; mucho menos consultó al Congreso, los partidos políticos, ni siquiera a sus aliados mexicanos. A los que están allende el río Bravo sí, porque la Casa Blanca de George W. Bush y el Pentágono le impusieron las políticas prohibicionistas en materia de drogas y lo obligaron a sellar y cuidar la frontera sur de Estados Unidos a un costo que seguramente no calculó. Todo a cambio del reconocimiento oficial, pese a ser el general de cinco estrellas más impugnado, comparable quizá al otro presunto defraudador de la voluntad ciudadana, Carlos Salinas de Gortari, no digamos del remate de los bienes nacionales en beneficio de sus amigos, socios y del suyo propio.
 
Como registró Héctor Barragán Valencia, en el espacio reservado a los lectores, el 10 de octubre, “se ha de sentir terriblemente mal que se esfume a lo que apostó todo”. Lo anterior siempre y cuando la primera de las dos hipótesis del comentarista para explicarse el viraje de Calderón en la víspera de su partida de Los Pinos, fuera descartada. A saber: “1) el presidente se volvió esquizofrénico ahora que se le acaba el poder, o 2) este cambio obedece a que el presidente electo le exigió que recule (a cambio de inmunidad-impunidad) para tener margen de maniobra cuando entre en funciones, con el fin de negociar con los gringos e introducir cambios al sanguinario conflicto que tanto daño causa y seguirá ocasionando a México y a los mexicanos. También la explicación puede ser una mezcla de estas dos variables, además de que en América Latina se quedó solo (…)”
 
Basta escuchar el más reciente discurso del abogado, economista y administrador público que le sobraron carreras y faltó especialización para no incurrir una y otra vez en los desplantes del “todólogo”, donde anunció la disminución en 70 por ciento de los homicidios dolosos con el programa Todos Somos Juárez. Mismo porcentaje en que aumentaron los homicidios en el país y los secuestros repuntaron 48 por ciento, desde que se firmó hace cuatro años en Palacio Nacional, con bombo y platillo, el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, si nos atenemos a la información de María Elena Morera, aliada de Calderón y del titular de la Secretaría de Seguridad Pública, dependencia en la que, según sus críticos, laboran sus familiares.
 
A sólo 37 días del ansiado retiro del titular del Ejecutivo federal, México padece este previsible fracaso, adosado con el tragicómico espectáculo del cadáver de Heriberto Lazcano, la infiltración de la Procuraduría General de la República por Joaquín Guzmán y lo que se acumule hasta la medianoche del 30 de noviembre.
 
 
 
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