XXXV Congreso Mundial de la FIDH
Resolución especial sobre Colombia
07/03/2004
- Opinión
La Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH) reunida
en Quito, Ecuador, durante los días 3 y 4 de Marzo de 2004 en su
XXXV Congreso Mundial, hace pública su preocupación por la situación
que afecta a la población Colombiana. CONSIDERANDO Que el Dr. Álvaro
Uribe Vélez asumió la Presidencia de Colombia el 7 de Agosto de 2002
planteando un programa para la construcción de un Estado autoritario
y políticamente excluyente, en el cual, el cumplimiento de los
compromisos internacionales y nacionales en materia de derechos
humanos está quedando supeditado a una estrategia de "seguridad
democrática", que hasta el momento no es otra cosa distinta que una
estrategia de guerra y de represión contra la población civil,
dirigida a proteger los intereses de las transnacionales,
principalmente norteamericanas, y de los principales grupos
económicos del país, el latifundismo y el narcotráfico. Que una vez
posesionado, el presidente decreta el estado de conmoción interior,
involucrando a la población civil en la confrontación; se crearon
los soldados campesinos; hay un enorme crecimiento del pié de fuerza
de ejército y policía y otras medidas de reingeniería militar,
estableciendo redes de informantes mediante recompensas y reparto de
botines que alientan la corrupción y la evaporación de los dineros
públicos; al mismo tiempo se bloquea el paso de alimentos y el libre
tránsito de la población civil. Varios de los artículos de este
decreto de conmoción fueron declarados inexequibles por la corte
constitucional. Que el gobierno de Uribe Vélez viene desmantelando
la Constitución de 1.991, en una ofensiva que esta arrasando las
libertades públicas y los derechos ciudadanos, acentúa el poder
presidencial y elimina los controles judiciales. Las reformas es
curso implican un flagrante desconocimiento de lo que debieran ser
las bases esenciales de un Estado de Derecho, en tanto desconocen la
separación de las ramas del poder público, quebrantan la autonomía
de la rama judicial, restringen la vigencia de los derechos humanos
de manera permanente e ignoran convenios internacionales suscritos
por Colombia. Que próximos a cumplirse dos años de posesionado, el
gobierno aún no presenta al país el Plan de Acción Nacional para la
promoción y garantía de los derechos humanos y el derecho
internacional humanitario, ni la política pública para la atención
integral a la población desplazada, ni los mecanismos para la
protección de los líderes sociales, sindicalistas y defensores de
derechos humanos, como lo prometió en un comienzo y, por el
contrario, aplica medidas que ignoran las 24 recomendaciones de la
Comisión de derechos humanos de la ONU y múltiples exigencias de
opinión publica nacional y la comunidad internacional para respetar
y dar cumplimiento con los derechos humanos. Que el Presidente Uribe
se opone a cualquier posibilidad de dialogo y solución política
negociada del conflicto con la insurgencia y ni siquiera admite un
acuerdo humanitario, como el que propicia la Iglesia Católica y
destacadas personalidades del país. Se pretende hacer creer a la
ciudadanía, que fortaleciendo un etéreo concepto de seguridad los
colombianos van a resolver históricos conflictos, que como bien
sabemos, tienen unas raíces profundas basadas en desigualdades de
origen económico y social y en la exclusión política a que por años
han condenado los gobiernos a las mayorías nacionales. Que la única
puerta abierta al diálogo ha sido para legalizar los grupos
paramilitares, responsables del tráfico de cocaína y de las peores
masacres y vulneraciones al DIH y a los derechos humanos. Con el
agravante, que con la "ley de alternatividad penal" se busca, no
solo evadir la responsabilidad política y jurídica que le cabe al
Estado como generador y promotor de estos escuadrones de la muerte,
sino negar el derecho que tienen las victimas a la verdad, justicia
y reparación integral por la perdida de sus seres queridos. Que
medidas como el estatuto antiterrorista busca equiparar el concepto
de terrorismo con el desarrollo de causas políticas, -se supone las
de la oposición-, o la lucha reivindicativa de los trabajadores y
los sectores populares, dando un paso más en la judicialización de
la protesta social; tales medidas contradicen convenios
internacionales al otorgar funciones judiciales a la fuerza pública,
interceptaciones de teléfonos, limitar derechos fundamentales de los
colombianos relacionados con el debido proceso, la presunción de
inocencia, la distinción entre combatientes y no combatientes y la
no discriminación. Desde los inicios del gobierno actual se han
detenido arbitrariamente a mas de 6.000 personas, la inmensa mayoría
lideres de reconocidas organizaciones sociales como la CUT,
organizaciones de derechos humanos, abogados defensores, campesinos,
estudiantes, médicos, empleados públicos y hasta sacerdotes; La
fiscalia y los miembros de la Fuerza Pública han venido dirigiendo
los procesos e investigaciones a través de la preparación previa de
los informantes, a quienes se les ha invitado, impulsado o
presionado a mentir, bajo promesas de beneficios económicos,
jurídicos o en muchas ocasiones por amenazas. En la mayoría de los
casos, los detenidos han tenido que ser dejados en libertad, luego
de meses de estar en prisión. Que el gobierno viene pregonando en el
exterior una supuesta reducción en las violaciones a los derechos
humanos, cuando en la práctica subsiste una profunda crisis
humanitaria reflejada en la persistencia de casi tres (3) millones
de desplazados que no reciben atención del Estado. Existe un
promedio de 28.000 ejecuciones extrajudiciales anuales, de los
cuales unos 6.900 con claramente políticas. Entre enero y noviembre
de 2003, 12 defensores de derechos humanos fueron asesinados y 1
defensora desaparecida; 29 líderes comunales y 23 líderes campesinos
fueron asesinados o desaparecidos. Entre junio de 2002 y mayo de
2003, 126 sindicalistas fueron asesinados o desaparecidos. Que el
Comité contra la Tortura manifestó en sus recomendaciones sobre
Colombia en noviembre de 2003 que en el país se cometen torturas "de
manera generalizada y habitual por las fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado (...) tanto en operaciones armadas como fuera
de ellas", y que las actuales políticas de seguridad favorecen la
práctica de torturas. El Comité expresó también preocupación por las
torturas a personas detenidas, y por el hacinamiento en los lugares
de reclusión. Que el propio presidente Uribe ha venido
desautorizando y estigmatizando la actividad de las organizaciones
de derechos humanos al asimilarlas con grupos terroristas, como
ocurrió en sus declaraciones del 8 y 11 de Septiembre del 2003 y sus
giras internacionales, lo cual las pone en la mira de los sectores
oscurantistas del pais. En la actualidad hay más territorios vedados
para las organizaciones de derechos humanos. Que preocupa la
incidencia que en la degradación del conflicto armado han tenido las
acciones violentas como el secuestro y la desaparición forzada. El
maltrato a mujeres lo mismo que el reclutamiento y maltrato de
niñas, niños y jóvenes por parte de los grupos armados continúa ; al
mismo tiempo que persisten denuncias e informaciones sobre nexos
entre servidores públicos y organizaciones paramilitares. Que el
gobierno viene entregando a las comunidades las responsabilidades
del Estado como seguridad, satisfacción de necesidades básicas y
justicia, sin dotarlas de recursos para atenderlas. Los derechos
económicos, sociales y culturales no son objeto de una adecuada
atención estatal. El gobierno viene trabajando para afectar el
sistema pensional con nuevos impuestos. El propio gobierno calcula
el desempleo en el 19% y el subempleo en el 40%; Que según la CEPAL
24 de los 44 millones de colombianos viven por debajo de la línea de
pobreza y 9.5 millones viven en condiciones de indigencia o miseria
absoluta. Un informe de la Contraloría General asegura que el 46% de
la tierra cultivable esta en manos de narcotraficantes y
paramilitares. El Informe del Banco Mundial acaba de conceptuar que
Colombia no ha logrado disminuir la brecha entre ricos y pobres. Por
el contrario, la desigualdad aumentó dramáticamente en los últimos
20 años. Que el gobierno ha reafirmado la vigencia de disposiciones
que exoneran de responsabilidad penal a las tropas norteamericanas
que actúan en el país en desarrollo del plan Colombia. Ha mantenido
la excepcionalidad de Colombia en la aplicación de los compromisos
con la Corte Penal Internacional. Las fumigaciones indiscriminadas
debido a la lucha antinarcóticos financiada por el Plan Colombia han
provocado, entre otros, enfermedades, crisis alimenticias y
desplazamientos. El Congreso de la FIDH exige al gobierno
Colombiano: El compromiso de fondo con la democracia es el
fundamento de la búsqueda de una solución negociada, política y
pacífica al conflicto armado histórico. Esa solución solo puede ser
real si comporta cambios sociales, económicos y políticos en favor
de la población.
Las medidas que el gobierno adopte para establecer sus políticas y
estrategias de seguridad y control del orden público, deben estar
basadas en el pleno e irrestricto respeto a los tratados
internacionales vinculantes para Colombia. El Gobierno debe dar
cumplimiento inmediato a las recomendaciones de la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU
Desmontar las redes de informantes y los soldados campesinos, por
ser contrarios al derecho internacional de los derechos humanos, así
mismo, el proyecto de ley denominado de "alternatividad penal" y
dejar sin vigencia la reforma constitucional que otorgó facultades
judiciales y de policía judicial a las fuerzas militares, y
garantizar que dichas facultades sean ejercidas por autoridades
judiciales y civiles.
Una solución constructiva del fenómeno paramilitar debe tener en
cuenta la responsabilidad del propio Estado en el surgimiento y
desarrollo del paramilitarismo; lo mismo que la búsqueda de la
verdad, la justicia y la reparación integral a las victimas.
El Estado y la Fiscalía deben suspender las detenciones masivas
arbitrarias y dejar en libertad a los detenidos sin causas
comprobadas.
Facilitar los acuerdos humanitarios totales o parciales, que
permitan resolver la dramática situación de las personas privadas de
la libertad en razón del conflicto armado.
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