Transnacionales petroleras y derechos humanos
02/03/2004
- Opinión
1. Introducción
El presente trabajo busca caracterizar el modelo extractivista
petrolero, senda por la que ha transitado la economía del Ecuador en
los últimos tres decenios, como una expresión de los intereses
transnacionales por promover, en su beneficio, una política de
explotación intensiva del recursos petrolero, sin consideración a
los impactos que dicha actividad genera en las condiciones de vida
de las poblaciones afectadas y en el medio ambiente.
Pretende, además, vincular dicho modelo con la violación sistemática
de los Derechos Humanos, identificando las dinámicas de ocupación
del espacio amazónico desatadas por el denominado "Boom Petrolero" y
caracterizando algunos de sus impactos más graves sobre la
integridad personal y cultural de los habitantes ancestrales de las
zonas de producción de hidrocarburos, sobre los derechos a la salud
y a un medio ambiente sano y la enajenación de la ciudadanía
ecuatoriana de su derecho a participar en la definición de su camino
al desarrollo que ha provocado este modelo.
Visibilizamos mediante la presentación y análisis de algunas
cifras, la relación entre la actividad petrolera y el crecimiento
acelerado de la economía que experimentó el Ecuador durante la
década del Boom (19971-1981), mostrando de qué manera dicho
crecimiento, lejos de convertirse en factor para el mejoramiento de
la calidad de vida de la población, sirvió de marco para que el
Ecuador hipoteque sus posibilidades de desarrollo ingresando a la
dinámica perversa petróleo-deuda externa.
Por último, reseñamos la situación del centro-sur de la amazonía
ecuatoriana, región en donde las transnacionales petroleras
presionan por ingresar a operar dentro de los bosques amazónicos
megadiversos, que constituyen el territorio de pueblos indígenas
amazónicos, sin respetar el derecho de dichos pueblos a la
integridad de sus miembros y de su cultura, tan estrechamente
vinculada con su medio ambiente. Comentamos el caso emblemático de
la lucha que los Shuar, los Achuar y los Kichwas de Sarayacu han
emprendido, combinando estrategias de incidencia política y
justiciabilidad, en alianza con una amplia red de actores nacionales
y globales para enfrentar los intereses transnacionales y exigir el
respeto de sus derechos fundamentales.
2. Algo de historia
La actividad petrolera en el Ecuador, desde sus inicios a comienzos
del siglo XX hasta estos días, ha estado marcada por una
preeminencia de los intereses transnacionales sobre los intereses
del país y su gente.
La existencia en territorio ecuatoriano del recurso hidrocarburífero
ha constituido una suerte de sino trágico, una marca que ha hecho a
nuestro país y sus gobernantes sujetos permanentes de presiones e
intromisiones de poderosos intereses foráneos que han definido la
orientación principal de su camino al desarrollo.
Las empresas petroleras transnacionales (ANGLO, SHELL, GULF,
TEXACO), fueron las que empujaron el ingreso de Ecuador en la era
petrolera, para convertirse, a reglón seguido, en sus principales
beneficiarias.
El modelo extractivista petrolero, que estructura la economía en
base a la explotación intensiva de un recurso natural no renovable
"en el mayor volumen posible, en el menor tiempo posible, con el
menor costo posible", vino gestándose en casi un siglo, desde el
ingreso de la Royal Dutch Shell a la Amazonía ecuatoriana en 1922,
en alianza con misioneros católicos, dando inicio al agresivo
proceso de ocupación del espacio y dominación de los habitantes
ancestrales, configurando hasta nuestros días una de las
características de la actividad hidrocarburífera en esa frágil
región.
Aún antes del "boom petrolero", Ecuador, al igual que otros países
de la región, eran parte de los juegos geopolíticos de poderosos
intereses transnacionales petroleros. En 1972 aparece un libro
titulado "El festín del Petróleo" (Jaime Galarza Zavala) que tuvo el
mérito de develar las oscuras maquinaciones de una industria que
empezaba a ser el principal sustento de la actividad económica
nacional:
Según Galarza, el conflicto (armado) de 1941 (entre Ecuador y Perú)
resultó de las rivalidades entre dos empresas petroleras, Jersey
Standar y Anglo Ecuadorian Oil, de las cuales la primera había sido
expulsada del Ecuador bajo presión por parte de la segunda y se
había establecido en la Amazonía peruana. Este conflicto concluyó en
enero de 1942, con el denominado "Protocolo de Río de Janeiro".
(Fontaine,2003). Dicho Protocolo estableció una frontera entre
ambos países que fue cuestionada por Ecuador durante más de medio
siglo. Solamente en 1998, y tras dos guerras más (1981 y 1995) se
solucionó el conflicto con un nuevo acuerdo.
En 1964 la Junta Militar que gobernaba el Ecuador firmó un contrato
que a la postre cambiaría la faz de nuestro país. El Estado
Ecuatoriano otorgó en la región amazónica una concesión de casi un
millón y medio de hectáreas, para la exploración y explotación de
hidrocarburos por un periodo de 58 años, a favor del consorcio
Texaco-Gulf (Gordillo, 2003).
Para 1967 el Consorcio anunciaba el descubrimiento de petróleo de
buena calidad y en cantidades comerciales, desatando "una ola de
especuladores y traficantes que trataban de conseguir del gobierno
concesiones para prospectar petróleo, a fin de poder, contrato en
mano, salir al exterior a vender con grandes ganancias los derechos
de concesión a compañías extranjeras que podrían interesarse en este
negocio". (Gordillo,2003).
El arranque del Boom Petrolero se produce en 1972, cuando el
consorcio empieza la fase de explotación en una área de concesión
que en 1969 había sido reducida a 500.000 has. Para 1974, el Estado
Ecuatoriano ingresa al consorcio con un 25% de participación, a
través de la Empresa Estatal Petrolera Ecuatoriana CEPE, y en 1977,
se convierte en el socio mayoritario tras adquirir las acciones de
Gulf, con un 62.5% de la operación de producción y un 50% del
Oleoducto Transecuatoriano. La responsabilidad sobre la operación
sigue estando en manos de Texaco, como lo había estado desde 1964.
En 1992, Texaco sale del consorcio revirtiendo al Estado los campos
y la infraestructura desarrollada, así como la responsabilidad de la
operación.
2 Ecuador Petrolero
La revisión de algunas cifras macroeconómicas nos pueden dar una
idea cabal de la importancia que ha tenido el petróleo en el
Ecuador. Durante el "boom petrolero" el aumento de las exportaciones
totales del Ecuador fue impresionante: de 199 millones en 1971 a
2.568 millones de dólares de los EEUU en 1981; en el mismo período,
el PIB aumentó de 1.602 millones a 13.946 millones de dólares y la
reserva monetaria internacional creció de 55 millones a 563 millones
de dólares. (Acosta: 2003)
Sin lugar a dudas, el ingreso del Ecuador a la era petrolera implicó
un acelerado crecimiento de su economía, que se vio reflejado en la
modernización de la infraestructura en los polos de desarrollo
nacional, las ciudades principales Quito y Guayaquil, la
construcción de una red vial que vincula a dichos polos entre si y
con ciudades intermedias de la sierra y la costa.
Además tuvo el efecto perverso de atraer a los grandes prestamistas
internacionales: bancos privados, instituciones financieras
internacionales, hacia el Ecuador visto como sujeto de crédito, un
nuevo rico con capacidad ilimitada de endeudamiento, garantizada por
su reserva petrolera.
En período al que nos hemos estado refiriendo (71-81) la deuda
externa ecuatoriana creció 22 veces: de 260,8 millones dólares a
5.869,8 millones de dólares. Consecuentemente, el servicio de la
deuda pasó de requerir el 15% de los dólares obtenidos por
exportaciones en el año 71 al 71% en el año 81. Entre 1970 y 2002,
el Ecuador ha recibido desembolsos en concepto de préstamos externos
por un total de 88.935 millones de dólares, mientras que ha pagado
por concepto de amortizaciones de capital más intereses un total de
95.870 millones de dólares. Es decir que en esos 32 años, Ecuador
pagó a sus acreedores internacionales 6.934 millones de dólares más
de lo recibido. Sin embargo el monto de la deuda externa ecuatoriana
creció en igual periodo, de 242 millones a 16.288 millones de
dólares. (Acosta:2003)
En ese mismo periodo subsiguiente la actividad petrolera continuó
siendo el principal puntal de la economía ecuatoriana. Para los años
1998 al 2002, la extracción de petróleo crudo aporta al PIB entre el
19 y el 21.5 % y para el 2003 dicho aporte estaría llegando al 20.3
%. Mientras tanto, el aporte de los ingresos petroleros al
financiamiento del Presupuesto General del Estado ha sido de 35.4 %
en 2000, 27.4 % en 2001, 22.1% en 2002 y 23.3 % en 2003 (Vela:
2003)
La base actual de reservas probadas del Ecuador es de 4.600 millones
de barriles a los cuales se suman estimaciones de otros 1.400
millones por descubrir en el Proyecto ITT y campos aún inexplorados.
A valor presente la reserva significaría unos 13.335 millones de
dólares, para cuyo aprovechamiento se requeriría una inversión de
6.400 millones de dólares hasta el 2011. Es decir que la utilidad
que obtendría el Estado Ecuatoriano, a valor presente estaría dada
por una diferencia de 6.950 millones de dólares (Vela:2003)
La lógica de la deuda externa, tan estrechamente vinculada con la
explotación petrolera, impone la necesidad de mantener la capacidad
de pago del país de una deuda externa literalmente inacabable, en
base a su reserva petrolera. Por ello es que los acreedores
internacionales, hablando a través del Fondo Monetario
Internacional, permanentemente presionan al Estado Ecuatoriano por
una política de ampliación de la frontera de exploración y
explotación petrolera hacia el centro y sur de la amazonía, que
hasta el momento se ha mantenido libre de la actividad y sus
impactos y constituye el principal remanente de bosques amazónicos
en el Ecuador, y además territorio de cinco pueblos indígenas
amazónicos.
3 El costo ambiental y social del Boom Petrolero
"Si Ecuador era un país pobre al empezar la era petrolera, con casi
un 50% de su población bajo la línea de pobreza, un subempleo del
15% y una deuda pública de 0.24 billones de dólares; treinta años
después, las condiciones socioeconómicas de la población han caído
dramáticamente. Ahora la pobreza llega a un 70%, el subempleo al 71%
y la deuda pública a 16 billones de dólares" .(Jochnick: 2001)
Para la zona norte de la Región Amazónica ecuatoriana, de donde sale
el recurso, solamente han quedado los impactos negativos de la
actividad: contaminación, descomposición social, miseria.
El boom petrolero ecuatoriano, desde el punto de vista de la
operación petrolera tuvo un protagonista: la transnacional de origen
estadounidense Texaco.
Texaco operó en la amazonía ecuatoriana desde 1964 hasta 1990.
Perforó 339 pozos y extrajo 1.500 millones de barriles de petróleo.
El área afectada por la operación de Texaco se extendió por al
rededor de dos millones y medio de hectáreas de bosques amazónicos.
En esa área se derramaron directamente a las fuentes hídricas unos
20.000 millones de galones de agua de formación, producto de desecho
de la extracción de hidrocarburos, altamente tóxico. Se quemaron al
aire libre 235.000 millones de pies cúbicos de gas y se derramaron
16.800 millones de galones de crudo. A su salida del país, Texaco
dejó abandonadas 600 piscinas con desechos de petróleo a la
intemperie. (Yanza: 2003)
Con esos datos como ejemplo, no es exagerado calificar a la era
petrolera en el Ecuador como un "ecocidio".
Lo peor de la operación de Texaco, como responsable del consorcio
que tenía formado con CEPE, Corporación Estatal Petrolera
Ecuatoriana, para la explotación de hidrocarburos en la amazonía
ecuatoriana y su comercialización en el mercado internacional, es
que impuso un estilo, un know how del que ha sido heredera la
industria petrolera ecuatoriana. Ese estilo se caracteriza por la
mínima inversión y la máxima ganancia. Extraer la mayor cantidad
posible del recurso, al menor costo posible, sin que importen para
nada los impactos ambientales y sociales que se generan.
En años más recientes, Petroecuador, el holding estatal que heredó
la operación no lo ha hecho del todo bien. Entre 1994 y 2001,
Petroecuador produjo 810.306 barriles de crudo. En igual lapso se
produjeron 991 derrames de crudo, que vertieron al ambiente
amazónico 29.398 barriles de los cuales solo se pudieron recuperar
22.247. Los derrames producidos entre 1998 y 2002 contaminaron
1´509.552 m2. (Arteaga:2003)
4. Derechos Indígenas y actividad petrolera
Cuando la actividad petrolera se volvió intensiva en el nororiente
del Ecuador, hace treinta o más años, los habitantes ancestrales de
las selvas ribereñas de los ríos Aguarico, Napo y sus principales
afluentes, dispersos, debilitados ya, en varios casos, por la
presión ejercida sobre ellos por caucheros, militares y sobretodo
misioneros, poca o ninguna resistencia pudieron oponer al ingreso
masivo a sus tierras de obreros, caminos, maquinaria,
infraestructura y sobretodo, una muchedumbre de colonos que, al
amparo de las compañías, iban formando lo que luego serían las
"ciudades petroleras", Lago Agrio, Shushufindi, Coca.
Kichwas, Cofanes, Sionas, Secoyas, vieron reducida dramáticamente su
territorio. Su modo de vida sufrió cambios irreversibles en la
medida que cada vez más, los jóvenes dejaban la libertad de la
selva, para convertirse en marginales asalariados de las petroleras.
Los Huaorani, el grupo más aislado y reacio al contacto con la
cultura occidental, fue incorporado en la medida en que el ritmo del
negocio petrolero imponía y de acuerdo al cual bailaban las misiones
religiosas encargadas de evangelizarlos y cooptarlos. Hoy por hoy,
treinta años después, los dos grupos huao que permanecen no
integrados a la cultura dominante, los Tagaeri y Taromenane, se
encuentran en una desesperada lucha de resistencia frente a la
presión de los "relacionistas comunitarios" por desplazarlos de sus
reductos, que a pesar de ser los últimos, no dejan de ser
codiciados por las petroleras.
Otros grupos, como los Tetetes, frente al cambio cultural impuesto
por la industria petrolera en su territorio, sencillamente
desaparecieron físicamente y como grupo étnico. Solo con su
desaparición, el país perdió algo mucho más valioso que todo el
dinero que la actividad petrolera pudo haber dejado.
Queda claro, entonces, que tampoco se exagera cuando se califica a
la era petrolera en el Ecuador como un "etnocidio".
5. Los nuevos escenarios y la ampliación de la frontera petrolera
La ampliación permanente de la frontera extractiva de petróleo hacia
nuevas áreas de la amazonía ecuatoriana es una exigencia permanente
del modelo y resulta compatible con las iniciativas regionales que
buscan asegurar la reproducción sistema en base de garantizar el
control de las transnacionales sobre las regiones con mayores
reservas de recursos naturales estratégicos
El Estado, las Instituciones Financieras Internacionales (FMI, Banco
Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo), la industria petrolera
y otros poderosos sectores de poder interesados en ampliar la
frontera extractiva, y ocupar físicamente la región amazónica,
parten de tres constataciones claras:
(1) Mantener el nivel de ingresos originados en una actividad como
la petrolera, sujeta a un mercado internacional extremadamente
volátil, solo es viable a través de una constante ampliación de la
frontera de extracción del recurso. Esa política es consecuente
además con el interés de los acreedores internacionales del Ecuador,
de mantener la capacidad de pago de la deuda externa mediante la
incorporación de nuevas reservas de crudo(1).
(2) Incorporar masivamente el centro-sur de la Amazonía ecuatoriana
a la explotación de hidrocarburos implica hacerlo dentro de
territorios indígenas que contienen además, grandes extensiones de
bosque amazónico en excelente estado de conservación, y exuberante
diversidad no investigada
(3) Los sectores indígenas han emergido hasta convertirse, hoy por
hoy, en un actor social protagónico de la vida política nacional, a
partir del proceso organizativo de federaciones con larga tradición
y experiencia en la defensa de su territorio, como FICSH y OPIP,
solo para nombrar a las más caracterizadas en la región central de
la Amazonía.
En consecuencia, llevar adelante la Décima Ronda Petrolera, el
megaproyecto de ampliación de frontera hidrocarburífera, previsto y
anunciado desde 1998, que incluye 11 bloques a ser licitados dentro
de las provincias de Pastaza y Morona Santiago, afectando al rededor
de dos millones cuatrocientas mil hectáreas, en su mayoría
correspondientes a bosques húmedos tropicales muy bien conservados y
territorio de las nacionalidades Shuar, Achuar, Kichwa, Shiwiar,
Zápara y Huaorani, implica enfrentar un escenario de fuertes
confrontaciones socioambientales, para las cuales, el Estado y los
sectores de poder alistan sus estrategias , incluyendo presiones de
tipo jurídico-penal, , sin descuidar el trabajo de división y
provocación de los relacionadores comunitarios, presencia de
traficantes de especies y madera y, presencia militar intimidatoria.
5. El Centro-Sur de la Amazonía y la resistencia a incorporarse al
modelo
Más al sur de la zona petrolera, en el centro de la Amazonía
Ecuatoriana, provincias de Pastaza y Morona Santiago, los kichwas,
los shuar y los achuar, pueblos indígenas oriundos de esa zona, iban
asumiendo sus procesos de relacionamiento con la sociedad nacional,
en mucho mejores circunstancias: sin la presión de las industrias
extractivas respirándoles en la nuca. Eso permitió que desde la
década de los sesenta emprendieran procesos políticos organizativos
muy intensos.
Por aquella época nacen, casi simultáneamente, la Federación
Interprovincial de Centros Shuar Achuar (FICSHA) en Morona Santiago
y la Organización de Pueblos Indígenas de Pastza (OPIP). Ambas
poderosas organizaciones que dieron origen a la CONFENIAE,
Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía
Ecuatoriana, que a su vez impulsó la creación de la Confederación de
Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) ya en los ochenta, que
desde los noventa ha venido asumiendo un papel protagónico en la
vida social y política del país.
En definitiva, las circunstancias de debilidad que encontró la
industria petrolera en su ingreso masivo al norte de la amazonía
ecuatoriana hace más de tres décadas ya no se repiten en los
sucesivos intentos que el Estado ha realizado por ampliar la
frontera de exploración y extracción hacia el sur.
Cuando en 1996 se realizó la Octava Ronda de Licitaciones Petroleras
en la que se adjudicaron bloques en Pastaza y Morona Santiago, el
Estado no imaginó que las adjudicatarias de los Bloques 23 y 24, en
territorio de los kichwas de la OPIP y de los Shuar y Achuar
respectivamente, se iban a topar con una tenaz resistencia
encabezada por las organizaciones representativas de los pueblos
afectados que han impedido, transcurrido más de cinco años de
vigencia de los contratos de concesión, que las empresas ingresen
siquiera a su territorio.
El Bloque 24 es una porción de 200.000 has. de bosque húmedo
amazónico dentro del territorio ancestral de los Pueblos Shuar y
Achuar de la Amazonía ecuatoriana, que el gobierno de dicho país
concedió a la empresa norteamericana Arco en 1998, para que
realizara allí exploración y explotación petrolera. Los habitantes
ancestrales nunca fueron consultados y solo conocieron de la
concesión cuando los relacionadores comunitarios de la empresa
ingresaron a sus comunidades.
En 1999, la FIPSE, Federación Independiente del Pueblo Shuar, con el
patrocinio del Centro de Derechos Económicos y Sociales, emprendió
una estrategia legal de defensa de su territorio, que incluyó, en el
plano nacional, un Recurso de Amparo Constitucional contra la Arco
por violación a sus derechos colectivos, que fue resuelto en última
instancia, a favor de la demandante. A raíz de esa derrota, Arco
abandona el Ecuador cediendo sus derechos en el Bloque 24 a la
petrolera norteamericana Burlington. Esta empresa desoye la
sentencia del Amparo por lo que la batalla política y legal de los
Shuar y los Achuar continúa.
En 2001, a través de la central sindical CEOLS, bajo asesoría del
Centro de Derechos Económicos y Sociales CDES, la FIPSE presenta una
querella amparada en el art. 24 de la OIT por violaciones del
Convenio 169 al no haberse realizado consulta previa en el caso
Bloque 24. En 2002, el Consejo de Administración de la OIT falla en
favor de la FIPSE, recomendando se realice consulta previa sobre la
continuación de la concesión del Bloque 24.(2)
Al momento, y pese a la presión nacional e internacional ejercida
por el Comité Interfederacional de los Pueblos Shuar y Achuar y sus
aliados, la concesión continúa sin que el Estado Ecuatoriano haya
cumplido con las recomendaciones de la OIT ni haya hecho respectar
el fallo del Recurso de Amparo ganado por FIPSE.
Sin embargo, los Shuar y los Achuar continúan firmes en defensa de
la integridad de su territorio y del medio ambiente amazónico
En la misma zona, el Bloque 23, concesionado actualmente al
consorcio Compañía General de Combustible (Argentina ) – Burlington
(EEUU) ha sido un frente donde se ha focalizado la conflictividad
socioambiental derivada en la actividad hidrocarburífera en los
últimos dos años. La Comunidad Kichwa de Sarayacu, una de las más
importantes de la provincia de Pastaza, cuyo territorio constituye
casi un 70% de la concesión del Bloque 23, ha levantado una firma
campaña de defensa de su territorio en la que han sabido combinar
estrategias de incidencia política, con acciones legales a nivel
nacional e internacional.
Frente a la oposición al ingreso arbitrario de trabajadores
petroleros a su territorio, miembros de Sarayacu han sido sujetos de
amenazas, presiones de todo tipo, detenciones ilegales, torturas y
enjuiciamientos.
En 2002, la Comunidad interpuso un Recurso de Amparo Constitucional
en contra de la CGC, en cuyo trámite un Juez de la ciudad de Puyo
prohibió la continuación de actividades por parte de la petrolera.
Desacatando la disposición judicial, trabajadores petroleros
ingresaron a territorio indígena provocando la reacción de la gente
de la comunidad.(3)
A inicios de 2003, cuatro jóvenes de Sarayacu que habían estado en
tareas de vigilancia de su territorio, son capturados en la selva
por una patrulla militar. Los soldados, sin justificación alguna,
entregan a los detenidos en las instalaciones de la compañía CGC en
la zona, donde son torturados.
Esos hechos provocaron que Sarayacu, con apoyo técnico del CDES,
acuda con una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, que en mayo de 2003 dictó "Medidas Cautelares" a favor de
los dirigentes y miembros de la Comunidad de Sarayacu y a favor de
se "especial relación con el territorio". Dichas medidas nunca han
sido acatadas por el Gobierno Nacional por lo que se ha presentado
una demanda ante el mismo Sistema.(4)
El Gobierno Nacional ha prestado oídos sordos a la posición de
Sarayacu. Sencillamente ha optado por sostener los intereses de las
transnacionales frente a los de las comunidades que la Constitución
le obliga a precautelar. El mismo Presidente de la República ha
amenazado públicamente en varias oportunidades con militarizar la
zona para permitir la entrada de las operadoras petroleras. El
Ministro de Energía promueve una campaña de desprestigio de los
dirigentes de Sarayacu a la vez que desconoce y denigra
públicamente, los compromisos que el Ecuador tiene con el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.(5)
Esta opción del Gobierno es tomada incluso contra la evidencia de
que el contrato de concesión entre el Estado y la CGC ha terminado
su periodo de vigencia y que solo se mantiene por ampliaciones
ilegales, y, pese, además, a la inconveniencia para el Estado de
mantener un contrato con una empresa transnacional que en su país de
origen enfrenta un proceso de concurso de acreedores.
Pese a los anuncios, hasta el momento no se ha militarizado
Sarayacu. Confiamos en que la posición firme de la organización
indígena y la solidaridad de un amplio sector de la opinión pública
nacional e internacional impidan a este gobierno desatar una crisis
humanitaria en la selva de incalculables dimensiones. Confiamos en
que a corto plazo, la justicia y los Derechos Humanos se impongan
sobre los intereses meramente crematísticos de las trasnacionales y
sus aliados nacionales.
6. Conclusiones
a) Una rápida revisión histórica de lo que ha sido el trajinar del
Ecuador por el "modelo extractivista petrolero" deja ver con
claridad que dicho modelo no es, de modo alguno una opción de
desarrollo para el país, sino un mero despojo del recurso natural a
favor de los intereses transnacionales que a lo largo del último
siglo han lucrado de nuestra riqueza, y de los prestamistas
internacionales que a través de la lógica perversa de la deuda
externa se apoderan de ella gota a gota.
b) Si algo ha quedado para el Ecuador y más específicamente para los
habitantes de la región de donde el petróleo es extraído luego de
más de tres décadas del inicio del Boom Petrolero ha sido un
desastre ambiental, la desaparición de pueblos indígenas y el acoso
a otros y una situación social caracterizada por la pobreza, la
marginalidad social y la violencia.
c) La política petrolera han estado caracterizada, desde la época de
Texaco hasta nuestros días, por un esquema de toma de decisiones,
vertical, nada transparente e irrespetuoso del derecho de la
población a decidir sobre sus opciones de desarrollo. La práctica en
el manejo de la operación por parte de la industria petrolera ha
sido y sigue siendo tremendamente agresiva contra el ambiente y los
habitantes ancestrales de las zonas afectadas.
d) El modelo extractivista petrolero, levantado y sostenido por los
intereses transnacionales, es esencialmente violatorio de los
Derechos Humanos en su integralidad. Se sostiene en la violación de
derechos civiles y políticos de las poblaciones afectadas y del
conjunto de la sociedad ecuatoriana; atenta contra los derechos
económicos, sociales, culturales y ambientales de las poblaciones
afectadas y anula los posibilidades de ejercicio del derecho al
desarrollo sustentable de la nación,
e) Los procesos de exigibilidad de los Derechos Humanos que han
emprendido y sostenido las organizaciones indígenas del centro-sur
de la amazonía ecuatoriana, con la solidaridad del movimiento
ambientalistas, de la comunidad de Derechos Humanos y otros actores
a nivel nacional e internacional, se torna en gravitante para
detener el avance de la frontera extractiva hacia territorios
indígenas de alta biodiversidad. En esos procesos emblemáticos,
generadores de debate político y de precedentes jurídicos se funda
en gran parte, la esperanza de que la sociedad civil presione al
cambio de la política pública hacia la definición de un nuevo modelo
basado en el uso sustentable de los recursos naturales.
f) La Globalización impone nuevos y más complejos desafíos para la
defensa de los Derechos Humanos y la naturaleza en relación a los
intereses transnacionales. Las Instituciones Financieras
Internacionales intensifican su presión sobre los estados para abrir
paso al acceso de las trasnacionales a las regiones biogegráficas
que constituyen reservas de recursos naturales estratégicos:
petróleo, biodiversidad, agua dulce. El Plan Puebla-Panamá, el Plan
Colombia, la Iniciativa de Integración de la Infraestructura
Sudamericana que impulsa el BID, son estrategias que claramente
vinculan militarización con comercio y constituyen graves amenazas
para los ecosistemas y los pueblos amazónicos.
En estos escenarios, las tareas de monitoreo social del cumplimiento
de los derechos y las acciones de incidencia política que puedan
presionar las decisiones de estos actores supranacionales se vuelven
gravitantes.
El tejido social debe permanecer atento para intervenir con fuerza,
exigiendo transparencia y respeto a la opinión ciudadana, cuando se
discute el el ámbito global, regional y nacional, cuestiones como
las políticas de salvaguardia de las Instituciones Financieras que
soportan proyectos con afectaciones sobre el ambiente y los pueblos
indígenas.
De igual manera, el tema de la consulta previa informada debe ser
vista y asumida como un derecho consagrado en el Convenio 169 de la
OIT y en varias constituciones de los países de la región, antes que
como un mero mecanismo para propiciar la anuncia de las comunidades
para los proyectos extractivos en su territorio.
g) No debe pasar desapercibido para las organizaciones sociales, los
debates que en los espacios políticos internacionales se vienen
generando respecto a los Derechos Humanos y la naturaleza frente a
los desafíos de la Globalización. Así por ejemplo, los procesos que
en las Naciones Unidas, en la Organización de Estados Americanos y
en la Comunidad Andina de Naciones se vienen gestando para la
aprobación de Instrumentos Internacionales sobre Derechos Indígenas,
deben incorporar con especial énfasis, mecanismos claros y eficaces
de control sobre las actuaciones de las empresas transnacionales en
la medida que puedan afectar los Derechos Humanos y la naturaleza.
Las responsabilidades de las sociedades transnacionales en estos
ámbitos deben ser materia de claras estipulaciones y mecanismos de
exigibilidad en el marco de la OMC y en los tratados de libre
comercio.
h) Los mecanismos de reclamo que el Sistema de Derechos
Internacional franquea frente a la violación de los Derechos Humanos
por parte de los Estados y de los intereses transnacionales, deben
ser utilizados potenciando su vigencia rela y la trascendida de su
resoluciones. Así, la Constitución de la OIT franquea vías de
reclamo frente a las violaciones de los diversos Convenios aprobados
por esta organización en el ámbito laboral y de los Pueblos
Indígenas.
De igual manera, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos
posibilita presentar peticiones de Medidas Cautelares, visitas in
loco, así como casos para ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
Estos mecanismos son efectivos en la medida en que la sociedad acuda
a ellos y exija de los Estados el cumplimiento de sus resoluciones.
Bibliografía
- Constitución Política de la República
- Ley de Gestión Ambiental
- Convenio 169 de la OIT
- Reglamento de Consulta y Participación para la realización de
actividades hidrocarburíferas (R.O. 728 de 19 de diciembre de
2002)
- Gordillo, Ramiro. ¿El Oro del Diablo? Ecuador: historia del
petróleo. 1ª Edición. Corporación Editora Nacional. Quito. 2003
- Fontaine, Guillaume. El Precio del Petróleo. 1ª. Edición. FLACSO.
Quito. 2003
- Acosta, Alberto. Preparémonos para lo que se avecina. En El
Oriente es un Mito. 1ª. Edición. Abda Yala/CEP. Quito. 2003
- Vela, María de la Paz. La Política Petrolera no despega. En
Revista Gestión. Septiembre de 2003. Quito
- Jochnick, Chris. La importancia y utilidad de los Derechos
Económicos y sociales. 1ª Edición. CDES. Quito. 2001
- Yanza, Luis. Se ha logrado mantener la unidad de los afectados. En
El Oriente es un Mito. 1ª. Edición. Abda Yala/CEP. Quito. 2003
- Arteaga, Aída. Indicadores de gestión e Impactos de la actividad
petrolera en la Región Amazónica Ecuatoriana. En Petróleo y
desarrollo sostenible en el Ecuador. 1ª. Edición FLACSO-
Petroecuador. Quito. 2003-12-30
- Acosta Arias, Jorge. Elementos de Coyuntura Nacional e
Internacional. Mimeo. CDES. 2004
- Varios Autores. Tarimiat. Firmes en su Territorio. El caso Bloque
24. CDES-CONAIE. 2ª. Edición. 2002
- Varios Autores. Petróleo, Ambiente y Derechos en la Amazonía
Centro-Sur. CDES-OPIP-Amazanga. 1ª. Edición. 2002
- Garzón, Paulina. The Transformation of Human Rigths into Socio-
environmental conflicts: The Role of the World Bank in the Andean-
Amazon Region. Mimeo. 2003
Reclamación en la que se alega el incumplimiento por Ecuador del
Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (num. 169),
presentada en virtud del artículo 24 de la Constitución de la OIT
por la CEOLS. www.ilo.org
* Esta ponencia fue presentada en el Seminario Latinoamericano sobre
Transnacionales y Derechos Humanos organizado en el marco del XXXV
Congreso Mundial de la FIDH, Quito, marzo de 2004
** Mario Melo Abogado, Centro de Derechos Económicos y Sociales CDES
Notas:
(1) "Para garantizar el pago de la deuda externa, y consolidar la
tendencia a disminuir el peso de la deuda en el presupuesto y en
general en la economía, el FMI condicionó su apoyo, ayudado por la
presión política de los tenedores de deuda ecuatoriana nacionales, a
la aprobación de la Ley de Estabilización, Responsabilidad y
Transparencia Fiscal, que se dio en el 2001. Esta Ley, afectando el
interés nacional, preasigna ingentes recursos provenientes del
petróleo al pago de la deuda externa, como ya lo mencionamos antes,
poniendo límites al crecimiento del gasto social, el cual está lejos
de alcanzar niveles mínimos internacionales para garantizar los
derechos básicos de los ciudadanos ecuatorianos." (Acosta
Arias,2004)
(2) Resolución de la Reclamación en la que se alega el
incumplimiento por el Ecuador del Convenio 169 presentada en virtud
del artículo 24 de la Constitución de la OIT por la CEOLS.
2001(www.ilo.org)
(3) Providencia de 29 de noviembre de 2002, Juzgado 1ro. de lo Civil
de Pastaza. Recurso de Amparo interpuesto por OPIP y Sarayacu contra
el Ministerio de Energía, CGC y otros.
(4) Ver www.cdes.org.ec www.sarayacu.com
(5) Ver Diario El Universo. 27 de octubre de 2003. Fricciones entre
el Ministro Arboleda líderes indígenas. Ver Diario Expreso. 18 de
enero de 2004. La OEA no manda aquí.
Ver www.sarayacu.com
https://www.alainet.org/es/active/5733?language=en
Del mismo autor
- Los aportes de la sentencia del Caso Sarayaku al <i>corpus iuris</I> de los derechos indígenas 25/07/2013
- Importancia de la sentencia del Caso Sarayaku para los derechos indígenas en las Américas 26/07/2012
- El caso Sarayaku pone a prueba la democracia y el Estado de Derechos 25/06/2012
- La compleja actitud del Gobierno frente al Sistema Interamericano de Derechos Humanos 09/11/2011
- La liberación de los líderes Shuar y sus implicaciones para el Ecuador de hoy 08/02/2011
- Organizaciones indígenas en indagación previa por el delito de terrorismo 01/07/2010
- Algunos puntos clave sobre la consulta pre legislativa 17/05/2010
- El cierre de La Voz de Arutam y la crisis del Estado de Derecho y Justicia 07/01/2010
- Terror amazónico 13/08/2009
- Gobierno y movimiento indígena: obstáculos para un acuerdo 28/07/2009