La organización y el gobierno

Perspectivas del proceso ecuatoriano

08/08/2012
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En Latinoamérica existen dos ejemplos muy claros que evidencian la originalidad de los procesos políticos que vive la región: Venezuela y Ecuador.
 
En ambos casos los gobiernos, de Chávez y Correa, se conquistaron como culminación de un proceso de acumulación de fuerzas populares, que encontraron en sus presidenciales un liderazgo político capaz de hacer frente a las elecciones dentro del marco de la democracia aparente. A su vez, este hito de encontrar candidato abriría nuevamente la discusión de ¿hacia donde ir? Cosa que, inicialmente, tuvo como respuesta hacia donde nos lleven nuestros dirigentes. Hecho que evidenciaba algo muy concreto, se construyeron movimientos electorales para empujar el ímpetu de sus cabezas. No hubo organización que seleccione candidato, sino hubo candidato que seleccionaba organización, y lo más sano en ambos casos fue construir nuevas organizaciones políticas que los respalden.
 
En Venezuela hemos logrado evidenciar como con el transcurrir de los años el “Movimiento Quinta República” MVR, que fue la expresión electoral del colectivo cívico-político-militar que Chávez lideró “frustradamente”[1] para tomarse el poder, y sus propias contradicciones internas trascendieron hacia la conformación del Partido Socialista Unificado de Venezuela, PSUV.
 
El PSUV, que actualmente es el partido político más grande de Latinoamérica, en sus filas cuenta con diversas tendencias político-ideológicas, pudiendo catalogarlo como un partido de izquierda-s. Y vemos como Venezuela lidera un proyecto regional de recuperación de la soberanía y transformación estructural en base a un modelo organizacional distinto a la ortodoxia orgánica de la izquierda.
 
Esta condición particular de construir un partido desde el gobierno, sin duda supone varias críticas internas y externas, de forma y de fondo; las mismas que si son surgidas al calor de un debate serio y consecuente con la izquierda (y no desde la crítica conspirativa de las oposiciones), echando la mirada hacia atrás podremos ver que han sido fundamentales para conseguir el PSUV que se tiene este momento.
 
Así las tendencias del PSUV desde adentro, o el Partido Comunista de Venezuela, PCV, y otras fuerzas, desde afuera, a pesar de las discrepancias han logrado establecer acuerdos mínimos que van radicalizando la Revolución Bolivariana e incrustando cada vez más elementos clasistas en su desarrollo.
 
¿Quién puede negar acaso el ascenso cualitativo del debate y la praxis política en Venezuela? ¿Quién puede señalar que desde el ascenso de Chávez al poder no han existido varios golpes de timón hacia la izquierda?
 
Hacer una síntesis del desarrollo político ideológico de un proceso de más de 15 años como el Venezolano, tiene bastantes elementos como para poder identificar su carácter. Contrariamente el proceso de la Revolución Ciudadana, no cuenta aún con ese bagaje histórico que permita establecer su composición de clase de manera tan clara, ni mucho menos dilucidar sus contradicciones y pugnas.
 
Y en ese punto radica el quid del asunto. Pues similar a lo que pasó en los inicios de la gloriosa Revolución Cubana, donde la izquierda más radical de nuestros países tildaba de aventureros socialdemócratas a Fidel y al Che para luego convertirlos en referentes iconográficos de sus partidos, las izquierdas radicales de nuestros países juzgan los procesos de la “Revolución Bolivariana”y “Revolución Ciudadana” como proyectos socialdemócratas.
 
Específicamente en el Ecuador, la “izquierda marxista leninista”, (la misma que se escindió del Partido Comunista del Ecuador en la década de los 60 del siglo pasado, tal como lo señaló Philip Agee, por intervención de la CIA) atacaba a Chávez en sus inicios y ahora pretende tomarlo como referente de radicalidad para menoscabar el accionar del gobierno de Correa. ¿Es acaso que en la política estamos utilizando el “ver para creer” de Santo Tomás? ¿Es tan incompetente la “izquierda exaltada” como diría el Che, que necesita pasar en la oposición quince años para luego tratar de diluir la memoria histórica de un pueblo?
 
La revolución ciudadana, sin entrar en comparaciones detallistas, ha atravesado similares momentos que los de la Revolución Bolivariana, a pesar de tiempos, circunstancias, actores, discursos y un largo etcétera de diferencias, pero que al fin dan cuenta de un desarrollo histórico regional característico. Así: candidatos presidenciales con sus expresiones políticas en construcción; procesos constituyentes ampliamente apoyados por el pueblo; intentos de golpe de Estado detenidos por la movilización –mayoritariamente espontánea- de ciudadanos y ciudadanas.
Y uno de esos momentos similares, que Ecuador está afrontando este momento, es el entendimiento político ideológico del partido de gobierno, de organizarse como fuerza política que manteniendo su amplitud, delimite e mejor manera su espectro ideológico para consolidar una praxis política consecuente con el momento histórico.
 
Alianza País, que fue el resultado de la unión de varios sectores, pocos organizados y muchos carentes de organicidad, en torno a la figura de Rafael Correa, este momento cuenta a su haber con 7 victorias consecutivas en distintos procesos electorales. Hecho que, aunque podría pensarse distinto, refleja el liderazgo del presidente Correa, más allá que una fortaleza organizativa de su movimiento. Es tal esta situación que las elecciones de febrero de 2013 más allá de jugarse en la disputa del ejecutivo, se las realizará por la mayoría en la Asamblea Nacional, y que de esta manera ó: se logre consolidar una bancada del oficialismo capaz de llevar adelante proyecto de ley tan importantes como la ley de comunicación o la ley de tierras ó se unifique la oposición como bancada mayoritaria.
 
Ante este panorama, el proceso de renovación de directivas provinciales de Alianza País y la ulterior Convención Nacional, son un punto crítico, y afortunadamente parecería que se ha entendido la necesidad de construir proyecto político desde las bases, de organizar-se más allá de la figura del presidente, y aunque tampoco podemos señalar que Alianza País esté adquiriendo una estructura leninista, sus procesos señalan una mayor claridad política de identificarse con la izquierda.
 
Este proceso, que recién ha empezado, tiene sus correlatos indispensables: la depuración ideológica, la visibilización clara de los aliados políticos; la necesidad de consolidar el debate al interior pero con capacidad de exteriorizarse. Y aunque en la política estos procesos suelen ser difíciles y de largo aliento, quienes respaldan este proceso deben hacer una sola fuerza para llegar a febrero 2013 con una partido de gobierno organizado, pues esa será una condición sine qua non para radicalizar y profundizar la Revolución Ciudadana.
 
El sectarismo, tanto desde adentro como desde afuera, debe ser combatido de cara a estas elecciones, la implantación de capacidades políticas en las bases de PAIS son la garantía para avanzar hacia el socialismo, la unidad de la izquierda pasa por sintonizarnos tanto en forma como en contenido. El objetivo de todas las fuerzas políticas que hacen este proceso debe ser coadyuvar al fortalecimiento colectivo de cada una de estas.
 
Es momento de construir la “minga nacional por la unidad política” como espacio para ponerse a tono con las transformaciones revolucionarias que nuestro país necesita.
 
Diego Vintimilla Jarrín.
Delegado del Consejo de Movimientos Sociales del ALBA – Capítulo Ecuador. Miembro del Comité Central de la Juventud Comunista, Expresidente de la FEUE Filial Cuenca


[1]Debemos considerar el impacto político y las condiciones políticas que se generaron a partir del golpe. Tal como lo expresaría Chávez el 4 de febrero de 1992, fue una derrota tan solo “por ahora”.
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