Venezuela al Mercosur, ¿algo más que la suma de las partes?

06/08/2012
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El día 31 de julio de 2012, la ciudad de Brasilia dio a conocer el tan postergado anuncio de la incorporación de la República Bolivariana de Venezuela al Mercosur.

 
Durante la Cumbre Extraordinaria del Mercosur realizada en esa ciudad se formalizó, con la presencia de los presidentes Hugo Chávez y Pepe Mujica, y las presidentas Dilma Rousseff y Cristina Fernández, el ingreso como miembro pleno del bloque regional, anunciado con la firma del Protocolo de Adhesión en el año 2006.
 
Hasta hace muy poco tiempo, el Senado paraguayo había bloqueado el ingreso de Venezuela, haciendo uso del reglamento mercosuriano que sólo incorpora nuevos miembros por la aceptación de los parlamentos de los países que ya lo son. Los mismos senadores que hace poco más de un mes destituyeron al presidente Lugo, eran los que impedían el ingreso de Venezuela, estrategia comandada por el gobierno de los Estados Unidos.
 
Luego de la suspensión de las autoridades paraguayas en el bloque, y haciendo cumplir la cláusula democrática del Mercosur, el gobierno brasilero propuso la rápida maniobra política que permitió, en menos de 20 días, anunciar la noticia dada a conocer recientemente.
 
El Mercosur representa ahora casi el 70% del PBI de la región, que asciende a más de 3,5 billones de dólares; cuenta con una población de 270 millones de personas, el equivalente al 65% de la población sudamericana; y representa el 70% del territorio regional, con 12,7 millones de kilómetros cuadrados de extensión.
 
Sumado el potencial económico de los 5 países miembros, el Mercosur se convierte en la quinta economía mundial, por encima incluso de potencias europeas como Alemania y Francia, y sólo superado por Estados Unidos, China, India y Japón.
 
Cambio de época
 
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, sostiene que América Latina no está viviendo “una época de cambios, sino un cambio de época”. Las salidas democráticas luego de profundas crisis político-institucionales que marcaron el fin de la hegemonía neoliberal en la región, la construcción de alternativas políticas (con posibilidad de acceder a cargos ejecutivos y legislativos) por fuera de las estructuras tradicionales de los sistemas políticos nacionales, la democratización de las instituciones mediante reformas constitucionales y referendos electorales, la recuperación de sectores sensibles de la economía por parte de los Estados y la incorporación de demandas sectoriales hasta ese momento inviabilizadas por los canales estatales, son algunos de los rasgos centrales del período actual, al cual numerosos intelectuales latinoamericanos identifican como “posneoliberal”.
 
En el año 2004, en Ouro Preto II, el Consenso de Washington y el ALCA quedaron atrás. La tarde lluviosa de noviembre de 2005 en Mar del Plata, durante la IV Cumbre de las Américas, es el símbolo de la caída definitiva del intento norteamericano de crear un área de libre comercio bajo su tutela en la región.
 
La incorporación de Venezuela al Mercosur marca una nueva victoria en el terreno político de los pueblos de nuestra región. Por su rol en la reconfiguración del mapa latinoamericano, la promoción de instrumentos regionales como el ALBA, la CELAC y la Unasur y su enfrentamiento con la potencia hegemónica norteamericana, un actor de estas características puede otorgarle de aquí en adelante al Mercosur una nueva perspectiva como herramienta capaz de reflejar el interés de las mayorías.
 
Sin embargo, se hace cada vez más urgente elaborar desde el movimiento popular latinoamericano una agenda concreta en el terreno de la integración, que exceda la mera defensa de los procesos políticos progresistas o la crítica hacia aquellos que aún mantienen estructuras o lógicas neoliberales.
 
Sin una agenda de reivindaciones, propuestas y presión cada vez más intensa y clara de parte de los pueblos latinoamericanos, las herramientas integracionistas como el Mercosur -creadas en otras épocas históricas-, corren el peligro de estancarse y seguir sirviendo a los intereses neoliberales fundantes. Esa tarea, ante la posibilidad histórica de generar un proceso de integración político y social como nunca antes en nuestra historia, debe hacerse ahora.
 
¿Cierra la ecuación?
 
La presidenta argentina, sostuvo en Brasilia que con la incorporación de Venezuela "se cierra la ecuación porque es la energía, los alimentos, los minerales que se suman al conocimiento, al valor agregado y a la industrialización que tenemos otros países para formar este espacio".
 
Venezuela es actualmente el poseedor de las mayores reservas de petróleo del mundo, y PDVSA, que destina el 94% de sus ingresos al Estado venezolano, obtuvo el año pasado 124.754 millones de dólares por la exportación de sus productos. Esos ingresos significan casi un tercio del PBI anual, y más del 80% del total de las exportaciones venezolanas.
 
Los destinatarios del 45% de las exportaciones venezolanas son Estados Unidos (28%), y China (17%). Brasil, principal país importador miembro del Mercosur, recibe tan sólo el 4,5% de las exportaciones, ubicándose recién en el séptimo lugar, por detrás incluso de Bélgica y los Países Bajos.
 
Mientras tanto, las importaciones de Estados Unidos y China significan el 41% del total, y entre Brasil y Argentina apenas se supera el 10% del total de importaciones venezolanas. Han pasado 14 años que Hugo Chávez llegó a la presidencia, 10 años de gobierno petista en Brasil, y casi el mismo tiempo de administración kirchnerista en Argentina, durante los que se hicieron diversos anuncios impulsando una profundización del proceso de integración, y la ecuación de energía, alimentos e industria a la que se hace referencia, no no muestra muchos avances concretos en la balanza comercial actual de la República Bolivariana de Venezuela.
 
A su vez, son numerosos los casos de política económica interna que encontramos en nuestra región, donde a partir de políticas proteccionistas, devaluación o estancamiento del tipo de cambio, trabas a las importaciones, entre otras, sólo se alimentan las posiciones conservadoras de aquellos que anuncian que estos mecanismos de articulación regional no son más que trabas o reflejos de intereses nacionales de expansión de sus propias pretensiones.
 
Sumar las partes o multiplicar
 
Sumar las partes arroja los números que, como vimos arriba, sorprenden por su elocuencia. Pero si tan solo de sumar se trata, las posibilidades concretas de otorgar a nuestra región un lugar destacado en la nueva configuración mundial, no sólo por la envergadura de las cifras de la macroeconomía sino también por una distribución cada vez mas equitativa de la riqueza, se acortarán rápidamente. Varios monstruos esperan afuera que las cosas sigan como están.
 
El desafío ahora es promover una verdadera integración regional; que supere la actual, que dice que cada uno de los países de la región está destinado a cumplir un rol en la “ecuación”. Ese rol no es otro que aquel que nos destinaran hace décadas los sectores que han dominado la política y la economía regional y global.
 
Se hace cada vez más necesario generar instancias de complementariedad económica, encadenamiento productivo, integración de las cadenas de valor nacional y promover nuevas áreas de desarrollo supranacionales, que vayan en camino a la construcción de un nuevo programa económico regional, que apunten hacia un modelo de integración que lo trascienda, y consolide una verdadera comunidad regional política, social, cultural y económica.
 
Esa “ecuación” no alcanza, si lo que se busca es promover los sueños de aquellos y aquellas que dejaron la vida por una sola Patria Latinoamericana.
 
Ariel Navarro
ISEPCi
 
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