Prácticas sociales en universidades

11/07/2012
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“Las universidades argentinas cumplirán su misión con un sentido eminentemente humanista y de solidaridad social, a cuyo efecto tendrán los siguientes objetivos: (…) La integral formación humana de sus docentes y estudiantes, con preferencia a toda especialización técnica e inculcándoles la noción de responsabilidad social y la conciencia de que han de servir al pueblo”. Ley Orgánica de Universidades 14.297 de 1954
 
El Ministerio de Educación de la Nación sancionó la resolución 692/12 cuya finalidad es “sugerir” a las instituciones de educación superior, que en las “instancias de evaluación docente para el desarrollo de la carrera docente universitaria, otorguen una valoración especifica y positiva a los postulantes que, además del dictado de clases, desarrollen tareas de investigación, extensión, vinculación y transferencia de conocimiento; guía o acompañamiento en las acciones de voluntariado que realicen los estudiantes”.
 
La resolución está institucionalizando el reconocimiento de las iniciativas del Programa Nacional de Voluntariado, creado en el año 2006[1]. Además y en el largo plazo, la norma es una expresión del avance en el país de la concepción nacional y popular de la universidad. En este proyecto de educación superior y tal cual estableció la ley universitaria del año 1954, se promueve para las instituciones y sus miembros la “noción de responsabilidad social y la conciencia de que han de servir al pueblo.[2] El modelo del nacionalismo popular universitario fue hegemónico y se impulsó en todas las instituciones durante los años 1973 y 1974.
 
A continuación, vamos a mencionar algunos aspectos a tener en cuenta de las prácticas sociales en las universidades, desde la perspectiva del nacionalismo popular. 
 
I-  Algunos aspectos de las prácticas sociales en universidades
 
“El papel del profesional en la sociedad cambia por completo cuando la lealtad a su carrera individual y a su empresa es remplazada por lealtad al país y solidaridad social”. Oscar Varsavsky [3]
 
La práctica social forma parte del proceso de aprendizaje
 
 “Y consecuentemente con uno de los pilares básicos de nuestra doctrina –la ciencia y la cultura deben ser del pueblo-, los compañeros de la Subsecretaria de investigaciones a través del Plan CEPIA (Centros Piloto de Investigación Aplicada), se han vinculado con las áreas marginales (barrios y villas) para poner a disposición de las necesidades detectadas en la zona, el bagaje técnico con que la universidad cuenta (…) El contacto con las verdaderas necesidades populares crea profesionales solidarios y un marco de referencia apto para la elaboración de nuevas categorías de análisis insertas en la política de liberación nacional, inexistente en la universidad demoliberal dependiente (…) Los CEPIA intentan recuperar y hacer que los problemas detectados se inserten como contenido de los programas de estudio e investigación que la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires desarrolla. De esta forma la universidad gesta su apertura a las clases populares, reorientado los recursos humanos y materiales hacia programas de investigación interdisciplinarios, y con real interés social, coincidiendo en la práctica con el proyecto de Reconstrucción y Liberación Nacional[4]. Centros Piloto de Investigación Aplicada, UNPBA, 1973.
 
En el contexto de la práctica social, se produce un momento central del proceso de aprendizaje. En este marco, las categorías universales y abstractas, son contrastadas contra la realidad económica, social, política y cultural histórica y geográficamente situada.
 
La problemática social permite al estudiante ampliar los esquemas de análisis y demuestra que la realidad es interdisciplinaria e histórica y nunca puede ser abordada con aprioris conceptuales fuera de su tiempo y de su espacio geográfico.
 
La noción de regiones universitarias que estableció la constitución argentina de 1949, introdujo la importancia de situar el conocimiento en su ámbito geográfico. En su defecto, los egresados corren el riesgo de ser meros repetidores de teorías abstractas carentes de aplicabilidad concreta. Asimismo y cuestión frecuente, se corre el peligro de intentar imponer las teorías a las “realidades”.
 
El conocimiento es una actividad colectiva que se resignifica en la relación con la sociedad que se intenta interpretar en cada lugar y en cada espacio. En este contexto, la práctica social es un recurso sumamente importante para situar el conocimiento universal en su ámbito concreto.
 
La práctica social permite la transferencia del conocimiento
 
 “Son funciones de las universidades de las cuales no podrán apartarse (…) 4ª Estimar el estudio y desarrollo de la ciencia aplicada y las creaciones técnicas, adaptándolas a las necesidades regionales (…) 13a. Reunir antecedentes y proponer soluciones para los diversos problemas económico sociales de la Nación”. Ley de Régimen Universitario 13.031 de 1947
 
La práctica social posibilita la apropiación del conocimiento por parte del sujeto colectivo en el cual se ejercita la intervención. En este marco, el conocimiento puede ser recuperado socialmente favoreciendo la solución de los desafíos de las comunidades interpeladas.
 
El conocimiento en manos del individuo carece de utilidad y de viabilidad histórica. Las organizaciones libres del pueblo son las poseedoras de la potencialidad política para hacer de la ciencia o de la producción cultural, un hecho de trasformación. No se produce un desarrollo intelectual, cultural y científico pleno, sin antes articularlo con un pueblo que lo lleve adelante.
 
Asimismo, la práctica social permite al estudiante vincularse con los desafíos del pueblo y a partir de acá, definir nuevas agendas para la producción de conocimiento.
 
La práctica social permite al estudiante apropiarse de la producción de saber extrauniversitario
 
 “Frente a esta cultura colonial, late en el pueblo oscuro la cultura nacional. Toda cultura nacional es colectiva. Esta cultura colectiva, casi por entero, es inmune a la difusión en masa de la “cultura” del colonialismo. Por eso mismo, la conciencia histórica está en el pueblo y no en las clases altas. Y si esta conciencia histórica es interpretada y alumbrada por una minoría de escritores nacionales, es porque no todos los intelectuales son lacayos. La lucha cultural es, pues, rescate y revitalización de las tradiciones colectivas, costumbres, creencias, folklore –un pueblo sin folklore no es tal sino un conglomerado sin historia-, que vienen del pasado y se anudan al presente como herencia y al porvenir como revolución nacional”. Juan José Hernández Arregui[5]
 
Las universidades son ámbitos de producción de conocimiento que coexisten con el conjunto de instituciones, empresas, organizaciones y prácticas de producción y de distribución de saberes.
 
La práctica social le permite al universitario identificar, recuperar y mejorar el caudal de saberes para la resolución de los problemas que existen en la comunidad. La práctica social a partir de acá, es una instancia de aprendizaje del conocimiento acumulado en una comunidad.  
 
La práctica es una acción de devolución social
 
  “El Estado creará becas para la enseñanza gratuita, cuya distribución entre las diversas universidades de la Nación, se hará por el Poder Ejecutivo. Para proceder a dicha distribución, se tendrán en cuenta las características y necesidades regionales, sociales, económicas y culturales, referidas a cada universidad, procurando que con la concesión de becas se cumplan, de la manera más acabada posible y con un sentido social, los fines asignados a la universidad. Habrá dos clases de becas: las de estudio y las de estímulo”. Ley de Régimen Universitario 13.031 de 1947
 
La estadística muestra que solamente alrededor del 3,2% de los argentinos van a la universidad pública.
 
En este contexto, surge la posibilidad de entender la práctica social como una “devolución” de la institución, a aquellas comunidades que financian el sistema con sus impuestos y que posiblemente, no concurran nunca a la universidad.
 
La práctica social y la formación política de los universitarios
 
“Las universidades establecerán cursos obligatorios y comunes destinados a los estudiantes de todas las facultades para su formación política, con el propósito de que cada alumno conozca la esencia de lo argentino, la realidad espiritual,  económica, social y política de su país, la evolución y la misión histórica de la República Argentina, y para que adquiera conciencia de la responsabilidad que  debe asumir en la empresa de lograr y afianzar los fines reconocidos y fijados en esta Constitución”. Constitución Argentina del año 1949
 
La universidad monopoliza el ejercicio de un conjunto de saberes que organizan, institucionalizan y distribuyen el poder social. El saber es poder en tanto permite transformar la realidad y regular diversos ámbitos de la vida social.
 
    La universidad otorga títulos que habilitan para el ejercicio del poder y es por eso que buena parte de la dirigencia política del país, estudió en la universidad. En este marco, la institución tiene la obligación de contribuir a educación de sus miembros para la interpelación y la resolución de los problemas nacionales. En su defecto, se pueden formar egresados para acentuar a dependencia del país y su pueblo.  A partir de acá, la práctica social puede ser entendida como un instrumento de concientización del estudiante. Difícilmente egresen de la institución dirigentes con vocación nacional y popular, si los universitarios no conocen la profundidad y la realidad de su país.
 
II- Desafíos de las prácticas sociales en universidades
 
  “En ese sentido, queremos que sea realmente la universidad del pueblo. (…) una universidad tiene que ser el centro irradiante de la cultura nacional. O de la revolución cultural en los únicos términos concebibles, es decir una revolución cultural argentina que surja  de las luchas de nuestro pueblo y de la labor de nuestros intelectuales por asimilar la cultura nacional y hacerla nuestra”. Rodolfo Puiggros, 1973[6]
 
Tradicionalmente, se entendió la práctica social como una mera “devolución” de los estudiantes o docentes a los grupos vulnerables dentro de su país. En torno de dicha concepción, se crearon áreas de extensión en gran parte de las universidades nacionales.
 
Pese a la importancia de la práctica social en tanto “devolución”, consideramos que debe contemplarse la cuestión en sus diversas derivaciones. Ello surge y como adelantamos, de que las intervenciones sociales forman parte del  proceso de aprendizaje, permiten la transferencia del conocimiento, son un medio para apropiarse de la producción de saber extrauniversitario y son espacios para la formación política de los miembros de las instituciones.  Partiendo de estos postulados, a continuación vamos a poner en debate las cuatros funciones de la universidad y su relación con las prácticas sociales.
 
¿Carreras universales o regionalización del conocimiento?
 
“Una ley dividirá el territorio nacional en regiones universitarias, dentro de cada una de las cuales ejercerá sus funciones la respectiva universidad. Cada una de las universidades, además de organizar los conocimientos universales cuya enseñanza le incumbe, tenderá a profundizar el estudio de la literatura, historia y folklore de su zona de influencia cultural, así como a promover las artes técnicas y las ciencias aplicadas con vistas a la explotación de las riquezas y al incremento de las actividades económicas regionales”. Constitución Argentina del año 1949
 
Históricamente, se han importado carreras, agendas y disciplinas de Europa y de los Estados Unidos. En el siglo XIX, se copiaron los modelos universitarios de Europa en nombre del progreso y de la civilización. A partir del golpe de Estado de 1955, la universidad argentina plagió las instituciones norteamericanas en nombre de la modernización y del cientificismo. El resultante fue que las carreras se orientaron para estar al servicio de las oligarquías internas y de las grandes corporaciones trasnacionales. La educación en este modelo universitario, es un instrumento para profundizar la desigualdad social y para servir a los grandes poderes externos.
 
Frente al modelo liberal y cientificista de universidad, el nacionalismo popular propuso la regionalización[7] del saber y la promoción de actividades socialmente relevantes para el país y el pueblo.
 
En este cuadro, surgió la posibilidad de generar carreras y asignaturas orientadas a resolver  las situaciones socialmente relevantes en cada región. De esta manera, la problemática social de las comunidades ingresó como un recorrido programático de las carreras.
 
¿Investigar problemas o debatir meramente “estados de la cuestión”?
 
 “En consonancia con los esfuerzos de la intervención por ubicar a la Universidad en la senda nacional y popular, se consideró necesario ir transformando los contenidos y métodos de la enseñanza en base a las siguientes ideas centrales: 1) la enseñanza se centrará más en problemas nacionales concretos que en disciplinas o materias; 2) los estudiantes se incorporarán a grupos de trabajo e investigación de esos problemas y recibirán cursos de apoyo de las disciplinas usuales; 3) el aprendizaje comenzará siendo concreto, vinculando a la realidad nacional, y avanzando en abstracción y rigor en años sucesivos”. Ernesto Villanueva, 1974[8].
 
En tanto el sistema universitario argentino continúe con su tendencia a la importación enciclopédica de agendas externas, las posibilidades de investigar problemas socialmente relevantes son remotas.  En su lugar, el alumno se dedicará años de su vida a discutir con textos y con autores sin contrastar con el mundo, en el mentado “estado de la cuestión” de las Tesis o los trabajos finales de investigación. En general además, dicha recuperación de investigadores sobre el tema a tratar, son recogidas de autores que tratan los temas “desde” o “en” el extranjero. 
 
    Por el contrario y tal cual menciona Villanueva en el epígrafe, el nacionalismo popular entiende que se deben formar agendas de investigación[9] incluyendo la resolución de “problemas” y no solamente el análisis de autores y de textos. En este contexto, surge la necesidad de articular estrechamente las prácticas sociales de los alumnos y los docentes, con los proyectos de investigación de las universidades[10].
 
Asimismo y en torno de este diálogo permanente con la comunidad, se generan los puentes para que las investigaciones regresen a las comunidades. Las prácticas sociales podrían derivar en publicaciones posibles de ser reapropiadas por las organizaciones libres del pueblo.
 
Reconocimiento curricular
 
Tal cual mencionamos, las prácticas sociales son instancias del proceso de aprendizaje. A partir de acá, el gran desafío de los proyectos sociales y de voluntariado actuales, es que dichas intervenciones deriven en reconocimientos de instancias y créditos académicos. La resolución 692/12 es una buena iniciativa que va en este sentido.
 
 La planificación colectiva de las prácticas sociales
 
 “En los estatutos de las universidades deberán preverse normas sobre (…) la vinculación de la universidad con las provincias, los municipios, la Confederación General del Trabajo, fuerzas organizadas de la producción, de la industria y del comercio y organizaciones profesionales y científicas, para la consideración de asuntos específicos”. Ley orgánica de las Universidades Nacionales 20.654 de 1974
 
Tal cual mencionamos, si se parte del hecho de que la comunidad extrauniversitaria produce saberes y permite identificar demandas de enseñanza e investigación socialmente relevantes, la extensión podría ser planificada de manera social y colectica, conjuntamente a los representantes de las organizaciones libres del pueblo.
 
En este cuadro caben algunas preguntas, ¿cómo se planifican las prácticas sociales en la actualidad?, ¿desde la universidad?, ¿conjuntamente con otras áreas del Estado?, ¿desde las organizaciones libres del pueblo?. En este cuadro y más allá de las variantes actuales, consideramos que la planificación de las prácticas sociales debería contar con la intervención de actores externos a las universidades[11].
 
¿Son iguales las prácticas sociales en todas las universidades?
 
 Es importante destacar que las prácticas sociales van a variar en función del momento histórico, de la universidad y de la región en las que se implementen.
 
Por ejemplo, en las universidades de la RUNCOB existe un componente profundamente popular en las matrículas de estudiantes. En este cuadro, la retención del alumno ocupa un lugar central y desplaza la concepción tradicional de la extensión que iba a “buscar” a la sociedad “fuera” de sus muros.
 
Prácticas sociales y venta de servicios
 
Finalmente, a la hora de proponer prácticas sociales debe tenerse en cuenta los alcances del concepto, delimitando  qué acciones podrían inscribirse en dicha categoría.
 
En este marco, surge la pregunta de cuál es la diferencia entre las prácticas sociales y la venta de servicios. Al menos, podrían atenderse dos cuestiones. Por un lado, el hecho de que la práctica social debería incluir la vinculación de la universidad con los grupos sociales vulnerables. El segundo elemento, es que la práctica social y a diferencia de la transferencia, no implica una remuneración por parte de los actores intervinientes.
 
Julio de 2012
 
[1] Dándole mayor entidad institucional, en diciembre del año 2011 se creó la Dirección Nacional de Desarrollo Universitario y Voluntariado. Entre los años 2006 al 2011 se presentaron 8.791 proyectos que involucraron la participación de 62.505 alumnos, 14.399 docentes y 6.947 organizaciones. Fuente:  http://portales.educacion.gov.ar/spu/voluntariado-universitario/
 
    [2] Muchas instituciones están impulsando prácticas sociales obligatorias. Por ejemplo, se podría citar la decisión de La Universidad Nacional de Avellaneda de incluir en todos sus programas de estudio 4 módulos de “Trabajo Social Comunitario”. Recientemente, la Universidad de Buenos Aires incluyó como requisito de egreso la obligatoriedad de desarrollar 40 hs. de trabajo social.
 
    [3] Oscar Varsavsky, Hacia una política científica nacional, Ed. Periferia, p 89.
 
    [4] “Las necesidades populares como pautas para la formación profesional”, Boletín de la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires, Dirección de Prensa y Difusión, noviembre de 1973. P 1-2.
 
    [5] Entrevista de Leónidas Lamborghini a Juan José Hernández Arregui, Revista Primera Plana, mayo de 1973.
 
    [6] Rodolfo Puiggrós, Declaraciones a Cuestionario, julio de 1973.  La Universidad del pueblo, Crisis, 1974.P 52.
 
    [7] La Universidad Obrera Nacional fue el primer experimento serio de regionalización de carreras y quedó inconcluso por el golpe de Estado de 1955. Muchas de las Universidades de la RUNCOB y otras de reciente creación, surgen bajo ésta concepción y promueven carreras interdisciplinarias en función del problema que intentan abordar en su región. La Licenciatura en organización y asistencia de quirófanos de la UNAJ o la Licenciatura en Criminología y Ciencias Forenses de la UNRN, son ejemplos de ello.
 
    [8] Ernesto Villanueva, Clase Inaugural del ciclo lectivo 1974, “Construyendo la Universidad del pueblo”, Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires, Dirección de Prensa y Difusión, marzo de 1974.
 
    [9] La resolución se puede leer como un medio para dar importancia a las “investigaciones” socialmente relevantes. En este cuadro, adquiere importancia estratégica un análisis social y productivo, del actual funcionamiento del Programa de Incentivos a docentes investigadores (http://incentivos.spu.edu.ar/) y de la histórica inversión efectuada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
 
    [10] La Especialización en Abordaje Integran de las Prácticas Comunitarias de la UNLa, se organiza en torno de una intervención directa del alumno en los Centros Integradores Comunitarios (CIC) del Ministerio de Desarrollo Social de La Nación. El resultante del posgrado es una investigación bajo la modalidad de Trabajo Final Integrador (TFI) que interpela la experiencia de dicho CIC. Los TFI problematizan las prácticas comunitarias de las comunidades intervinientes.
 
    [11] Un modelo innovador en la materia es el de la Universidad Nacional de Río Negro que organizó un gobierno superando el esquema “tripartito”. Con dicho objetivo, incluyó la participación de miembros externos a la institución.
 
- Aritz Recalde es  Editor del blog www.sociologia-tercermundo.blogspot.com
 
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