Vientos autoritarios
17/02/2004
- Opinión
Leonidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (CONAIE), salió indemne del atentado
criminal perpetrado la noche del 1ro de febrero, gracias a que
familiares suyos interpusieron sus cuerpos a las balas
asesinas. Para el país se trata de un hecho inédito, pero que
por lo mismo grafica de la mejor manera el enrarecimiento del
ambiente político que se viene registrando tras un año de
gestión del presidente coronel Lucio Gutiérrez. Para salir al
paso de la tentación autoritaria, el movimiento indígena y
social inició el 16 de febrero la "Movilización Nacional por la
Vida, en Defensa de la Democracia, la Soberanía y la Paz"
El atentado, que dejó un saldo de tres familiares de Iza
heridos, uno de ellos -su hijo- de gravedad, se produjo cuando
el líder la CONAIE regresaba del III Encuentro Hemisférico de
Lucha contra el ALCA, realizado en La Habana. El criterio
general, en razón de las circunstancias del operativo, es que
se trató de un atentado político. Nadie se ha responsabilizado
del hecho, mas la organización indígena no dudó en pasar la
factura al régimen, aunque éste rápidamente deslindó
responsabilidades.
Para la dirigencia indígena, el atentado contra Iza no es un
acto aislado sino que se encadena con las presiones
autoritarias y represivas que se han multiplicado en los
últimos meses, para intimidar y acallar las voces críticas. Al
respecto, señala los asesinato del funcionario petrolero
Patricio Campana ocurrido dos días atrás y del ambientalista
Angel Zhingri, a comienzos de noviembre de 2003, el
encarcelamiento del dirigente de la Ecuarunari, Humberto
Cholango, a mediados de diciembre por criticar al gobierno, la
confección de una "lista negra" con los nombres de los
"enemigos del gobierno" elaborada por el ex-asesor de
Gutiérrez, Alejandro Nájera, las amenazas a periodistas y los
intentos de cerrar Radio La Luna, entre otros hechos. A todo
lo cual se añade el atentado contra el presidente de
Telesistema, Carlos Muñoz Insúa, en donde perdió la vida su
chofer Ricardo Mendoza.
En declaraciones al diario Hoy (13/02/04), el Ministro de
Gobierno, Raúl Baca, dijo "desconocer de dónde vienen los
atentados que han conmocionado al país; pero declaró que
'estamos viviendo los efectos del Plan Colombia'". Además, que
el atentado en contra del Presidente de la CONAIE, "echó al
traste los avances logrados en los diálogos con ese sector, con
el fin de lograr la estabilidad política". Varios analistas
coinciden en señalar, precisamente, que un "efecto colateral"
de dicho atentado fue dejar descolocado al ministro de la
política que se integró a inicios de diciembre cuando el
presidente Gutiérrez se había quedado prácticamente sin
oxígeno.
La condena a la violencia política ha sido generalizada. Fidel
Egas, un influyente banquero de la capital, en un acto de la
revista Mundo Diners, "calificó la situación política del país
de 'extremadamente' grave y dejó entrever sus temores sobre el
autoritarismo y represión que puede desatar el Gobierno",
reportó El Comercio en su edición del 15 febrero. El
Movimiento Popular Democrático (MPD) -antiguo aliado del
gobierno- va mas lejos: su bloque parlamentario denunció que el
coronel Lucio Gutiérrez estaría tramando un "autogolpe de
Estado... como medida desesperada del régimen ante el aumento
del descontento popular y de las críticas que realiza la
oposición".
El desencanto
Un año atrás, Ecuador respiraba un cierto aire de expectativas
de cambio tras el triunfo electoral del actual presidente Lucio
Gutiérrez, que se fraguó bajo la promesa de refundar el país,
ante el fracaso de las élites y los partidos tradicionales.
Tras un año de gobierno, lo que prevalece es el desencanto y el
desconcierto, porque el mandatario optó por archivar sus
promesas electorales y pasar al campo de los "mismos de
siempre" que prometió combatir. En este escenario, las fuerzas
político-sociales que fueron puntales del triunfo de Gutiérrez,
han pasado a la oposición y demandan su demisión.
Lucio Gutiérrez, con el rango de coronel en servicio, saltó al
escenario político a la cabeza de militares de mediana
graduación con ocasión del levantamiento indígena y popular que
el 21 de enero de 2000 que culminó con la caída del presidente
Jamil Mahuad. Ello le significó un alto a su carrera militar y
unos meses de prisión, pero que a la postre le facilitaron para
construir una imagen... y, sobre esa base crear un partido:
Sociedad Patriótica (PSP), que se articuló, básicamente, con
apoyos familiares y militares en retiro. En el proceso
electoral, Gutiérrez, por anticipo, logró posicionar su
candidatura y terminó por cautivar al Movimiento Pachakutik, el
cual abdicando a sus posibilidades objetivas de jugarse una
opción propia, se inclinó por plegarse al ex-coronel.
Por los respaldos que lo llevaron al triunfo a Gutiérrez se le
comparó con su homólogo venezolano, el también coronel Hugo
Chávez, al igual que con el mandatario brasileño "Lula" da
Silva, lo cual incluso condujo a decir -por apreciación de la
potencia del Norte- que estos tres mandatarios estarían
conformado un nuevo "eje del mal". Pero el presidente
ecuatoriano prefirió una "hoja de ruta" en dirección de
Washington, a donde llegó pocos días después de haberse
posesionado para firmar al apuro una Carta de Intención con el
Fondo Monetario Internacional (FMI), que básicamente impone el
pago puntual de la deuda externa y a un mayor ajuste del
ajuste, y también para declararse el "mejor aliado" de Bush.
Al marcar de esta forma la orientación de su gobierno, las
tensiones y distanciamiento con sus aliados (Pachakutik y MPD)
y los sectores sociales se colocaron a la orden del día. Pero
la locuacidad sin límites del Presidente -que hace que diga, se
desdiga, luego aclare y rectifique la aclaración- le permitió
que la opinión pública -ante ese juego de aclaraciones- se
concentre en lo anecdótico, dejando de lado las cuestiones
sustantivas de las implicaciones de su opción económica. Y
así, sus trotes matinales, las relaciones maritales, la disputa
de cargos, etc. quedaban al "centro de la noticia".
El anunciado divorcio entre Pachakutik y Lucio Gutiérrez llegó
el 6 de agosto y le significó a éste quedarse sin base de
sustentación y sin perspectiva política (aunque parecería que
él no ponderó tal particular). Con una lógica centrada en "no
caer", su desplazamiento a la derecha ya fue abierto, pero a
primera mano no encontró el respaldo esperado del partido más
representativo de ese sector, el Social Cristiano (PSC), que
cuenta con la bancada más numerosa en un parlamento signado por
la fragmentación y una presencia importante en gobiernos
seccionales. Esta posición le ha permitido al PSC influir en
los gobiernos de turno de los últimos años mientras le conviene
como un poder tras del trono-, para luego abandonarlos.
En estas circunstancias, optó por sus cuadros partidarios para
integrar el Gabinete, pero los desatinos fueron de tal magnitud
que en un par de meses el desgaste del gobierno era
considerable. Situación agravada tras la detención de un
núcleo del narcotráfico internacional donde aparece como
principal implicada una figura política de la costera provincia
de Manabí, César Fernández, que habría supuestamente
contribuido financieramente a la campaña de Gutiérrez -para
noviembre la popularidad del presidente había caído al 15%, del
57% registrado en enero.
Espaldarazos
Para salir de la situación incómoda, Lucio Gutiérrez da paso a
un reordenamiento ministerial con la incorporación de figuras
políticas de experiencia, como el ministro Raúl Baca. Pero
sobre todo, recibe un espaldarazo del gobierno Bush, con la
visita de Otto Reich, Secretario de Asuntos Hemisféricos, tras
la cual prácticamente se da por cerrado el asunto de los
dineros calientes en la campaña, y la alianza con el PSC
adquiere un perfil más nítido. A la vez que también se
refuerza la presencia de militares activos en puestos de
decisión del gobierno.
Tras declararse como el "mejor aliado" del gobierno Bush, el
mandatario ecuatoriano se ha empeñado por involucrar al país de
lleno en las políticas que aquel tiene fijadas para la región:
Plan Colombia y ALCA (ahora el TLC), sobre todo. En la
historia del país no se registra tan elevado número de
representantes gubernamentales de alto rango que han visitado
el país en los doce meses y más del actual gobierno, siendo el
último el Gral. James Hill, Jefe del Comando Sur, en su cuarta
visita. Y en el marco de esta "fraterna" relación la
embajadora Kristie Kenney se permite opinar sobre asuntos
internos cual una esperadora.
El partido oficial, como quedó anotado, está conformado
básicamente por familiares y militares y policías en servicio
pasivo, donde prevalece una estructura jerárquica de corte
marcial, con un círculo palaciego íntimo que rodea a Gutiérrez.
Cuando se mantuvo la alianza con PK, tal configuración fue uno
de las razones para los desacuerdos, en tanto la lealtad y
subordinación son vistas como valores centrales,
correspondiendo el mando total al presidente; mientras la
fuerza aliada le apostaba a un juego democrático basado en el
diálogo y consensos.
En la perspectiva oficialista prevalece la idea de montar una
gran maquinaria político-electoral que asegure su permanencia
en el gobierno por décadas, para la cual sin empacho alguno
pretende copar los cargos públicos con sus seguidores y
clientelas. Incluso, en algún momento se habló de montar
cuerpos de seguridad que prestarían sus servicios en las
diversas dependencias gubernamentales, para dar trabajo a
militantes de SP. En esta dinámica, para garantizar su
respaldo, se ha involucrado a oficiales en servicio activo con
la asignación de puestos administrativos de primer nivel,
particularmente los vinculados a ramas estratégicas, con la
consiguiente politización de la institución castrense.
Con una política clientelar de corte populista, el entorno
presidencial ha buscado establecer una base social de apoyo,
con particular dedicación en las zonas de población indígena.
Las recurrentes visitas del presidente a estas zonas están
acompañadas de la entrega de palas y picos, cuya acción es
coordinada por miembros del Frente de Defensa de los Pueblos
Indígenas y Negros del Ecuador (FEDEPICNE), una instancia
montada desde el gobierno para dividir al movimiento indígena,
particularmente al aglutinado en la CONAIE.
Ante el anuncio de las movilizaciones impulsadas por la CONAIE,
Lucio Gutiérrez desempolvó nuevamente un discurso conciliador y
promesas de rectificación -como lo suele hacer cada vez que la
situación se le pone difícil-, pero ya sin efecto alguno, pues
su palabra se ha deteriorado seriamente. Y es así como, desde
la madrugada del 16 de febrero, en diferentes provincias del
país, se daba inicio a la movilización indígena, social y
popular, pese a los cercos militares y la represión
interpuestos para impedir su realización.
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