Febrero boliviano y la necesaria lucha contra la impunidad
16/02/2004
- Opinión
Los límites de la violencia estatal que sustenta desde hace décadas
el sistema neoliberal en el Continente fueron vividos en Bolivia más
de una vez durante el 2003. Febrero fue una primera muestra de la
brutalidad. El saldo trágico de las Jornadas de Febrero arrojó más
de 33 muertos y 205 heridos, números que se sumaron a la cifra
progresiva ya entonces acumulada por el gobierno de Sánchez de
Lozada en sus pocos meses de gestión gubernamental. Detrás de ello:
la soberbia del poder, los intereses económicos y la presión de las
multilaterales para "resolver" el problema financiero del país.
Ningún lugar más fácil para aplicar la receta: un país con una
institucionalidad democrática débil, políticas privatistas
neoliberales a diestra y siniestra, la criminalización de la
protesta social y la militarización. Fórmula mágica que no solamente
afecta a millones de personas con los programas de ajuste, los
recortes, las reformas a favor de las transnacionales y de las
élites locales, sino que afecta trágicamente a cientos de familias
que de manera directa –además- sufren el haberse desangrado con la
pérdida de un familiar, un hijo, una hija, un marido, una hermana… o
haber sido heridos y perdido una parte del cuerpo, un movimiento,
una capacidad, un trabajo, posibilidades en la vida y, sobre todo,
la esperanza.
Consecuencias de la violencia estatal que no se borran fácilmente de
la memoria y menos en un país donde la impunidad parece haberse
instalado con garras y dientes, completando el andamiaje de una
maquinaria mortífera, inherente a un sistema económico y social
reñido con el respeto a los más esenciales derechos humanos.
Ahí está el alto costo que estas políticas significan en la vida de
gente de carne y hueso que no participa de las decisiones como lo
hace el FMI, el BM, las grandes empresas, los gobiernos y los
políticos, pero que sufren sus consecuencias. Testimonios vivos de
la doble moral del sistema: "democracia" y ajuste, "democracia" y
violencia estatal, "democracia" y atropello de los derechos humanos,
"democracia" y muerte.
El significado de febrero en el contexto de las luchas anti-
neoliberales
Bolivia es quizá uno de los países en los que el "modelo" se ha
aplicado de manera más ortodoxa; desde 1985 –el primer gobierno de
Sánchez de Lozada se ha liberalizado y privatizado casi todo,
abriendo paso al más grande fenómeno de pobreza, desempleo,
precarización y abandono de la producción agrícola, el deterioro de
los sectores productivos urbanos y fundamentalmente de los derechos
humanos.
Al mismo tiempo –quizá en parte por la misma razón- Bolivia tiene en
sus entrañas movimientos sociales muy fuertes, capaces de expulsar a
una transnacional como la Bechtel, o de parar un plan de ajuste
promovido arbitrariamente por el FMI que estaba destinado a
descansar el peso de la crisis en las espaldas de los sectores
trabajadores medios. Mientras tanto pasaba como en vitrina el
escándalo de los sobresueldos de los ministros y las jugosas dietas
de los parlamentarios. Es decir la población boliviana tiene y ha
desarrollado una capacidad de resistir y reconocer aquello que es
claramente un engaño, como lo fue el impuestazo o la privatización
de los servicios del agua de Cochabamba, o la venta del gas bajo
condiciones desventajosas y negativas para nuestra soberanía en el
caso de octubre reciente.
Febrero es una respuesta inesperada al modelo y sus recursos, si
bien el motín policial explica parte del conflicto, la ira popular
(Espinoza y Gosalvez, 2003) pudo más en detener el paquete y
doblarle el brazo al gobierno, pero sobre todo detener una
imposición que fue lanzada con la mayor insensibilidad: buscar
aumentar los ingresos del estado a base de la gente trabajadora, sin
considerar siquiera otras alternativas como los impuestos a las
transnacionales, pensar en planes de austeridad de la burocracia
estatal, mucho menos en cuestionar la deuda; mientras tanto saltaba
en paralelo el escándalo de los sobre sueldos avalados por el Banco
Mundial.
La movilización popular de febrero no se explica solamente por el
motín policial, las muertes del día 13 no son fruto del
enfrentamiento entre policías y militares. Se explica esencialmente
porque la gente, harta de sufrir las consecuencias de decisiones
arbitrarias montadas en función de intereses de grupo y de las
elites, fue capaz de cuestionar no sólo aquella decisión, sino la
esencia del sistema. Mientras una misión del FMI huía del país
subrepticiamente, las calles de nuestras ciudades se colapsaban, los
manifestantes y protestantes de innumerables sectores sociales se
multiplicaban; el valor de la gente en las calles que asistió a la
marcha convocada por las organizaciones sociales a pesar de las
muertes y heridos era inmenso; por eso fue reprimida tan
brutalmente, los muertos y heridos del día 13, día de la marcha
contra el impuestazo, son de exclusiva responsabilidad del gobierno
y el ejército.
Aunque las circunstancias de estos lamentables hechos enlutaron al
país y a decenas de familias y en particular a muchas mujeres, la
resistencia popular logró detener la medida del FMI, cuestionar la
indolencia del gobernante de entonces y sobre todo advertir que las
decisiones no se las puede tomar de esa manera, que haber delegado
la toma de decisiones a una elite partidaria ya no resuelve los
desafíos de la democracia ni representa la diversidad y las
mayorías. Que los platos rotos del sistema no los tiene que pagar la
gente trabajadora y humilde, que hay que buscar otras alternativas y
que cambiar implica ceder privilegios.
El "febrero negro" boliviano en el centro de la atención
internacional
La comunidad internacional puso su mirada en Bolivia durante esos
días. Ojo: no sólo los gobiernos, las multilaterales y la OEA, sino
también las sociedades civiles, los movimientos sociales, los
movimientos de mujeres, de trabajadores, grupos parlamentarios,
movimientos religiosos: Bolivia estaba en el centro de la atención.
Estos movimientos sociales ya habían manifestado su preocupación
ante la respuesta gubernamental durante los conflictos sociales de
Enero cuyas noticias lamentables de los muertos en el Chapare, y los
jubilados accidentados en la carretera a Oruro por negligencia
gubernamental, llegaron al espacio del Foro Social Mundial, en
Porto Alegre (Enero, 2003), centro de movimientos sociales y de
activistas por los derechos humanos del mundo entero.
En los acontecimientos de Febrero, la mirada internacional desde
diferentes movimientos y redes como el Grito de los Excluidos, la
Alianza Social Continental, el Jubileo Sur, la Plataforma
Interamericana de Derechos Humanos, las Madres de Plaza de Mayo, las
Centrales de Trabajadores de varios países se expresaron para parar
la masacre y propiciaron el envío de un grupo de representantes de
diferentes organizaciones y países para conformar una Misión
Internacional contra la Impunidad.
De esta manera, ese tejido de movimientos sociales de América
Latina, permitieron la concreción de una de la iniciativas de
solidaridad latinoamericana más significativas para Bolivia. Por
iniciativa de las redes y organizaciones sociales y en coordinación
con el Movimiento Boliviano de Lucha contra la Impunidad*,
representantes de estas redes y defensores de los derechos humanos
de varios países vecinos visitaron Bolivia un mes después de los
acontecimientos, en una Misión que compartía objetivos específicos
nacidos de la indignación por la Masacre del 12 y 13 de Febrero, y
la preocupación por la demora en las investigaciones y acciones del
estado boliviano respecto de los responsables de las muertes.
La Misión Internacional Contra la Impunidad
La "Misión Internacional contra la Impunidad" visitó Bolivia entre
el 10 y 15 de Marzo de 2003, y estuvo conformada por:
- Nora Cortiñas de las Madres Plaza de Mayo-Línea Fundadora de la
Argentina
- Dip. Jorge Guamán, Diputado del Parlamento del Ecuador por el
partido Pachakuti
- Rvdo. José Fernandes Alves, de la Comisión Justicia y Paz, de los
Padres Dominicos del Cono Sur, del Brasil
- Jorge Luiz Martins de la Secretaría Ejecutiva Nacional de la
Central Única de Trabajadores (CUT), del Brasil y miembro de la
Alianza Social Continental
- Dip. José Eduardo Cardozo, Diputado Federal del Partido de los
Trabajadores (PT) del Brasil
- Hugo Fernández, miembro de la Plataforma Interamericana de
Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo y director de UNITAS,
Bolivia.
Los representantes de estos movimientos coincidieron con las
organizaciones e instituciones democráticas y de derechos humanos
bolivianas en la preocupación sobre el retraso de las acciones del
estado en relación a identificar a los responsables de las muertes,
en particular de las muertes de civiles. Así como en la importancia
de identificar los obstáculos para la realización de una
investigación imparcial de los hechos acaecidos. Sus objetivos en su
visita a Bolivia fueron:
- Dar muestra efectiva de la solidaridad internacional con Bolivia.
- Contribuir con recomendaciones para esclarecer la muerte de más de
33 personas (la mayoría de ellos civiles desarmados, incluso
personal de la cruz roja) producidas por francotiradores y
disparos de las fuerzas del ejército, ocurridas durante las
jornadas de febrero en Bolivia.
- Contribuir con sugerencias para buscar justicia de la manera más
efectiva y evitar la impunidad sobre los hechos de muerte y daños
personales.
Una preocupación compartida por los miembros de la Misión con el
Movimiento Boliviano de Lucha contra la Impunidad, estaba
relacionada con los indicios de un proceso de creciente
militarización del conflicto social boliviano y la conducta
corporativa de las instituciones del Estado que hasta esa fecha
impidieron casi sistemáticamente la identificación de quienes
dispararon a civiles desarmados provocando muertes y heridos.
Detrás de cada muerte una radiografía de Bolivia
Durante su corta estadía en Bolivia, los miembros de la Misión se
entrevistaron con representantes de organizaciones sociales,
familiares de las víctimas, heridos, representantes del poder
ejecutivo y legislativo, de las fuerzas políticas y la defensoría
del pueblo para coadyuvar a las acciones de la sociedad civil para
el esclarecimiento de los hechos.
Los familiares de las víctimas fueron los primeros en entrevistarse
con la Misión, cada uno explicando con lágrimas en los ojos las
circunstancias de la muerte de sus seres queridos. Los heridos se
quejaron de la negligencia con que fueron tratados y que las
valoraciones que hicieron los expertos forenses no corresponden a la
magnitud de los daños sufridos sin que se efectivice un
resarcimiento que corresponda con la magnitud del daño.
Los disparos fueron directos y certeramente a la cabeza o al cuello.
Disparos de expertos. El balance final: 33 muertos, 205 heridos de
bala: una verdadera matanza.
Armando como en un rompecabezas la secuencia de los hechos en
conversaciones y entrevistas con varios sectores, la Misión
evidenció un panorama donde la responsabilidad del gobierno en el
estallido de la violencia y su desenlace, era más evidente, no
solamente en dejar que el conflicto crezca desmesuradamente, sino en
no garantizar mecanismos eficaces de justicia e imparcialidad
posteriores a los hechos. La denuncia de haber permitido el
despliegue de francotiradores como parte del control estatal para
impedir la salida del pueblo a la calle se repite entre uno y otro
testimonio. La falsedad de la tesis de la conspiración golpista y el
magnicidio, que buscaba justificar las acciones del gobierno y
distorsionar sus grados de responsabilidad. La subordinación del
poder Judicial al Ejecutivo saltaba a la vista.
Mientras que algunos representantes parlamentarios del partido
gobernante expresaban comentarios críticos a las imposiciones del
FMI y el BM, y las promesas incumplidas de los políticos; a nivel
gubernamental y de los ministros el peso de la "insubordinación" de
la policía y el supuesto "complot" o golpe de estado en la
explicación de los acontecimientos era demasiado grande. Varios
parlamentarios de la oposición denunciaron la resistencia de las
bancadas oficialistas para la conformación de una Comisión especial
de investigación parlamentaria pretendiendo impedir el
esclarecimiento de responsabilidades materiales, políticas e
intelectuales. Los fiscales enfatizaron una investigación dirigida a
esclarecer el enfrentamiento entre ejército y policía y explicaron
la falta de recursos con que cuenta el Ministerio Público.
Tanto miembros de las organizaciones sociales democráticas, como de
los partidos y del gobierno coincidieron con que la falta de
credibilidad del sistema político se constituye en un factor
causante de los conflictos suscitados. Los miembros de la Comisión
de Derechos Humanos del Parlamento sugirieron a la Misión llevar "la
voz del malestar" por causa de la impunidad a nivel internacional y
lamentaron que César Gaviria, secretario general de la OEA, visitara
el país pero sin tomar contacto con las fuerzas de oposición. La
mayoría de los entrevistados, tanto de la sociedad civil, del
parlamento como del gobierno coincidieron de que la falta de
credibilidad en el sistema político y en el gobierno había sido un
factor importante en el conflicto.
María Calcina, líder de los artesanos de La Paz y madre de un joven
estudiante fallecido, compartió con Nora Cortiñas sus lágrimas y
dolor, denunciando que cuando encontró a su hijo en la morgue le
habían sacado el corazón y los pulmones sin mayor explicación, pidió
que la solidaridad entre mujeres que han perdido a sus hijos se
exprese en la búsqueda de justicia. A nombre de los familiares de
los fallecidos Calcina inaugura desde entonces una protesta en la
Plaza Murillo, al igual que las Madres de Plaza de Mayo por justicia
y sanción a los culpables por las muertes y desapariciones de sus
hijos.
Recomendaciones de la Misión Internacional Contra la Impunidad
El grupo de observadores internacionales hizo públicas sus
impresiones y recomendaciones sobre los acontecimientos de febrero
el viernes 14 de Marzo, en el Salón Rojo del Parlamento, expresando
la profunda preocupación de la comunidad internacional sobre lo
acontecido, luego de 3 días de encuentros y reuniones con afectados,
organizaciones de derechos humanos y autoridades.
Primero que nada, el grupo manifestó estar impactado por la magnitud
de las consecuencias de la crisis de febrero que no puede definirse
de otra forma que «masacre".
Cuestionaron el evidente retraso de las investigaciones por parte
del gobierno, pues en cualquier investigación las pruebas se hacen
más difusas con el tiempo. Criticaron de igual modo que no existiera
tampoco noticia sobre los culpables de las muertes de enero. Desde
el punto de vista de los visitantes, esta tardanza también podría
interpretarse como negligencia cuyas consecuencias contribuyen a la
cultura de la impunidad.
Para estos representantes una investigación independiente es
necesaria e imprescindible para identificar a los responsables,
inaugurar los procesos judiciales y encaminar los procesos de
sanción y resarcimiento. En sus observaciones y diálogos con
diferentes sectores evidenciaron que existe un descrédito
generalizado en la población en relación a las instituciones
estatales, una desconfianza que puede llegar al peligro de una
desestabilización de las relaciones democráticas. Ya entonces, los
miembros de la Misión Internacional contra la Impunidad reiteraron
que la investigación y esclarecimiento de los hechos es
particularmente importante para la estabilidad democrática en
Bolivia y por tanto de particular interés del gobierno para
recuperar la credibilidad y confianza.
Expresaron su profunda preocupación sobre la presencia de grupos de
francotiradores del ejército que se evidencian en el registro del
video de derechos humanos en la esquina de la calle Comercio con
Genaro Sanjinés de la ciudad de La Paz, que habrían dado muerte a un
albañil, una estudiante de auxiliar de enfermería y herido a una
médica.
Resaltaron la importancia de que los fiscales tengan una dotación de
material y de personal suficiente, y que consideren la urgencia de
una investigación independiente de influencias políticas, tal como
lo demanda la sociedad civil. Y manifestaron la importancia de dar
una atención urgente y adecuada a los heridos, cuidando el respeto a
sus derechos humanos y su dignidad.
Frei José Fernandes, de Brasil, enfatizó la falta de garantías
observadas y, principalmente, la falta de voluntad política del
Gobierno y el Ejército para poder llevar adelante un proceso de
investigación «independiente y transparente" que lleve a juicio y
sanciones, de tal modo que se pueda garantizar verdaderamente la Paz
en el país: "La PAZ sólo puede venir de la JUSTICIA".
El diputado José Cardozo, llamó a los diputados y senadores
bolivianos a constituir una comisión extraordinaria, acorde a la
propia magnitud de los hechos febrero, para poder complementar y
garantizar la imparcialidad y transparencia del proceso de
investigación. Apoyó la iniciativa de las organizaciones de
derechos humanos y sociales bolivianas para impulsar la constitución
de una Comisión Internacional Permanente contra la Impunidad en
Bolivia, que de seguimiento al proceso y ayude a crear y garantizar
condiciones favorables para que éste no deje impune los crímenes
cometidos.
El representante de la Central Única de los Trabajadores de Brasil,
Jorge Luis Martins. señaló el carácter marcadamente político del
caso cuando informó sobre la reciente detención un universitario
acusado de «terrorismo», mientras que los nombres de los
francotiradores identificados en el vídeo no habían sido dados a
conocer, ni se los había llamado a declarar.
Nora Cortiñas, cerró la Conferencia de Prensa solidarizándose con
las madres y familiares de las víctimas, afirmando que estos hechos
no ocurren por casualidad, ni son "accidentes", sino "una forma de
respuesta de los poderosos a la lucha de los pueblos cuando
reivindican sus derechos. Estamos aquí para pedir que se castigue a
los responsables que cometieron los crímenes que ofenden a la
humanidad, hay que terminar con esta violencia contra los pueblos
que pedimos justicia social". Llamó a las madres y familiares de las
víctimas de la plaza Murillo de La Paz a no dejar caer en el olvido
estos acontecimientos, a enfrentar al poder y para "mantener viva la
esperanza en otro mundo justo que es posible" Cortiñas, 14 de Marzo,
2003).
La OEA en Bolivia: Un informe parcializado
Durante el segundo día del conflicto el Canciller Boliviano solicitó
a la OEA una investigación sobre los hechos acontecidos. Al mismo
tiempo, en el intento de justificarse, el Gobierno habló de una
intentona golpista y asesinato del Presidente. Argumentaron que los
impactos de bala dentro del Palacio, estaban en lugares frecuentados
por el Presidente y que todo era una parte de un complot y escalada
terrorista.
A pesar de que esta argumentación iba cayendo por su propio peso en
los días siguientes a la masacre por la característica de las
personas que habían resultado víctimas de muerte o heridas, la
solicitud del Canciller dice en una de sus frases: "que envíe una
Comisión investigadora que coopere con el esclarecimiento de estos
atentados terroristas que han causado la pérdida de vidas humanas"
(Citado por V.Orduna, Pulso, 16-22 de Mayo, 2003).
Pocos días después, el 6 de Marzo, visita el país César Gaviria,
Secretario General de la OEA, quien solamente se reúne con el
Gobierno, más no con la sociedad civil ni con otros partidos de
oposición; al contrario de lo que hizo en Venezuela, semanas atrás
durante las movilizaciones contra Chávez.
A solicitud del gobierno boliviano, la OEA destaca un grupo de
especialistas internacionales para coadyuvar en la investigación de
la fiscalía. En Mayo de este año la OEA hace llegar de manera
oficial un Informe preparado por su Secretaría General sobre los
acontecimientos de Febrero que es publicado en una separata junto a
las ediciones de la prensa escrita ((mayo del 2003).
Aunque el informe destaca que "se limita a describir los hechos
ocurridos, ayudar al poder ejecutivo a establecer responsabilidades
políticas sobre sus funcionarios y realizar recomendaciones para
evitar la recurrencia de hechos de esta naturaleza", describe de
manera parcializada los hechos y pone un énfasis exagerado en el
amotinamiento policial como explicación de los mismos. Un documento
de total apoyo al Gobierno de Sánchez de Lozada por su evidente
parcialización en sus recomendaciones y su ceguera en la descripción
de los hechos, lo cual es criticado por la opinión pública nacional.
La estructura y contenido del documento destaca los siguientes
niveles:
- Con respecto a los actos contra Palacio y el Presidente de la
República
- Con respecto a la acción militar
- Con respecto a la acción policial
Es decir, este informe no solamente peca de parcialidad sino que en
su estructura no contempla ni visibiliza en la magnitud que
corresponde a los muertos y heridos del febrero negro, y su énfasis
mayor reside en la insubordinación de la policía como el hecho más
destacado de la crisis vivida en Bolivia:
"Este informe considera que lo ocurrido el 12 y 13 de febrero es una
insubordinación de miembros de la Policía contra la Constitución y
las leyes bolivianas. Una insubordinación que amenazó las
instituciones políticas bolivianas y la Carta Democrática
Interamericana que establece inequívocamente, en su artículo 4: "La
subordinación constitucional de todas las instituciones del estado a
la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al estado de
derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son
igualmente fundamentales para la democracia". (Informe sobre los
hechos de febrero del 2003 en Bolivia", OEA, Mayo 2003)
Su interpretación de la presencia de la gente en las calles no
refleja ni corresponde a lo que sucedió en esos días y contiene un
sesgo que ya denunciamos al iniciar este artículo: la penalización
de la protesta social.
"A juicio de la OEA, en esos días no hubo una insurrección
generalizada en Bolivia, Hubo marchas, estuvieron presentes un
numero significativo de personas desafiando el orden constitucional,
se presentaron escaramuzas pero no una insurrección…"
A pesar de que el 13 se presentaron la mayor cantidad de civiles
muertos y heridos, el informe afirma: "b. El 13 de febrero de
2003": (…) "En La Paz fueron convocadas manifestaciones
antigubernamentales por algunos líderes que pedían la renuncia del
presidente y del vicepresidente, pero la convocatoria fue mínima y
los manifestantes fueron mantenidos a distancia de la Plaza
Murillo".
¿Será que el informe se refería a la masiva marcha de protesta
convocada por las organizaciones sociales y partidos de oposición
del día 13 en La Paz?
Lo peor de todo el informe es quizá la manera en que éste redime la
responsabilidad de las Fuerzas Armadas y justifica la presencia de
los grupos especiales con armas de guerra en las calles. Hecho que
–precisamente- la misión Internacional contra la Impunidad la
destaca como un factor de gran preocupación y peligro para el orden
democrático. El informe de la OEA afirma en b. "Con respecto a la
acción militar":
"El 12 y 13 de Febrero las Fuerzas Militares actuaron en defensa de
la democracia y del estado de derecho ante el ataque policial y
actuaron de forma contenida y proporcional."
Aunque el informe también menciona la necesidad de sancionar a los
militares que dispararon contra la auxiliar de enfermería , el
albañil y la médica, lo hace como un hecho más casi casual y no
analiza estos hechos como casos de suma preocupación. Las
Conclusiones y Recomendaciones del informe contienen una dimensión
exagerada de argumentos sobre el ataque al Palacio de Gobierno en
desmedro del peso de las muertes de los civiles que casi no son
descritas en el informe, ni tienen la atención que merecería un
informe relacionad con los acontecimientos de febrero. El argumento
de fondo es que la democracia y el orden constitucional se lo
defiende a la mala.
Aunque el documento afirma que se debe evitar que estos hechos se
repitan, que no se debe fomentar la impunidad de estos hechos, la
recomendación principal no está en una investigación imparcial y
profunda de los responsables incluyendo la responsabilidad
gubernamental y militar. Para la OEA pareciera que todo el problema
está concentrado en la insubordinación de la policía y deja
traslucir que el peligro de la institucionalidad democrática está en
la ciudadanía y sus tensiones y no así en la conducta arbitraria de
los gobernantes y mucho menos encuentra sus causas en las presiones
de las multilaterales, aunque es muy conciente del significado de
febrero para los planes del FMI, reconociendo que "los hechos del 12
y 13 cambiaron los términos del acuerdo (con el FMI)".
Y en cuanto a la cooperación internacional sugiere ingenuamente
entre otros aspectos que "es imperativo trasladar a Bolivia el "know
how" que existe hoy en el mundo y en las Américas sobre solución de
conflictos locales…" Es decir técnicas de "resolución de conflictos"
que actúan en la superficie sin atender los nudos esenciales del
problema: injusticia económica, impunidad, abuso de poder, debilidad
en la institucionalidad democrática, falta de credibilidad en el
sistema de representación política tradicional, etc.
Lo cierto es que sobre estos tristes hechos hay dos versiones y dos
balances diferentes: la que está del lado de los derechos humanos y
visibiliza con nombre y apellido, pero sobre todo con congoja y
verdadera solidaridad, a los muertos y heridos. Y por otro lado
aquella que –respondiendo a intereses poco transparentes- intenta
una versión parcializada donde el primer lugar lo ocupa la
"insubordinación de la policía", la "intentona golpista y el
magnicidio" como elemento central de lo vivido en esos días.
Febrero no se explica por la insubordinación de la policía. Ese fue
un hecho importante, motivo de una profunda reflexión sobre
institucionalidad y democracia evidentemente, pero no explica la
resistencia social al "impuestazo", ni la presencia en las calles de
miles de personas en contra de esta medida. Tampoco explica el uso
de armamento de guerra en manos de los militares, ni las armas de
guerra en manos de jóvenes conscriptos, tampoco, los francotiradores
que dirigían sus balas a la multitud desarmada, ni a los grupos
especiales de represión que no controlaba los saqueos sino que
dispararon de muerte a un albañil, la auxiliar de enfermería y una
médica.
La resistencia expresada en las calles durante el 12 y 13 de febrero
expresa una acumulación de resistencia a un modelo de exclusión y
pobreza, profundizado a quemarropa por las recomendaciones y
condicionalidades de las multilaterales, por los privilegios y poder
que acumulan las grandes empresas con el apoyo solapado de los
grupos de poder nacionales y los gobiernos de turno. Y que luego de
las movilizaciones de enero, los innumerables diálogos y acuerdos
incumplidos habían dejado en el pueblo el sabor del descontento y la
desconfianza.
El informe de la OEA deja un sabor a poco, pero a poco parcializado
con el gobierno y no refleja –de veras- la solidaridad que hemos
recibido desde abajo, la solidaridad de los pueblos, aquella que
surge del sufrimiento y las alegrías compartidas desde los pueblos
de sus países miembros de las Américas.
La lucha contra la impunidad en Bolivia y el Continente
Las situaciones de protesta ciudadana precedidas de respuestas
estatales violentas, con el uso de armas de guerra, que implican el
costo de vidas humanas, muertes violentas y sin explicación, ni
investigación, ni castigo, son parte del esquema que se aplica en
gran parte del mundo y en particular en el continente Latino
Americano: ajuste, ganancias para los más grandes, mano dura,
militarización.
Lamentablemente la creciente resistencia y conciencia que existe en
nuestros países respecto de lo perverso de los regímenes que vivimos
cobra vidas y –dependiendo del caso- o radicaliza la represión o
promueve un cambio como lo que se logró en Bolivia en el breve
camino entre Febrero y Octubre. Sin embargo a los miles de desafíos
de un país que busca cambiar desde el fondo, se suma el de luchar
contra la impunidad y contra la violencia para fortalecer una
cultura de paz y justicia.
La dolorosa experiencia de Bolivia en Febrero y Octubre logró en
parte, y gracias al impulso de las organizaciones nacionales y la
solidaridad internacional una interpelación al gobierno para luchar
contra la impunidad y la injusticia, pues crearon un ambiente de
cuestionamiento a los mecanismos de impunidad instalados en el país
y a su vinculación con la injusticia económica y los procesos de
liberalización agudizados en este último tiempo. Estas acciones, y
la protesta de las diferentes organizaciones sociales ante la falta
de resolución del caso de febrero, advirtieron permanentemente sobre
la posibilidad de una nueva masacre si no se sentaban precedentes
claros de justicia.
Lamentablemente los vaticinios se cumplieron al llegar Octubre, y
ante una movilización que había comenzado en el campo y se extendió
luego a la ciudad y en particular con las protestas y movilizaciones
de El Alto, el esquema de respuesta del gobierno se repitió una vez
más, cobrando nuevas vidas y repitiendo el ritual de muerte:
declaraciones cínicas en los medios de comunicación, helicópteros,
gases, balines y balas de guerra.
El trabajo de las organizaciones sociales y de las organizaciones de
derechos humanos en Bolivia y el continente, la solidaridad
internacional expresada en la mirada vigilante de estos hombres y
mujeres con el sufrimiento del pueblo es un camino para luchar
contra la impunidad y al mismo tiempo es un ejemplo de cómo los
países latinoamericanos, la comunidad internacional puede actuar en
casos de violación de los derechos humanos a causa de la violencia
estatal.
Ojalá estas formas de solidaridad desarrolladas desde abajo puedan
sentar un precedente para las organizaciones internacionales
oficiales, y un camino que contribuya a la consecución de la
justicia y la paz en el continente.
Referencias y notas:
Espinoza, Claudia y Gosalvez, Gonzalo, 2003. BOLIVIA ARRINCONADA EN
LA AZOTEA DE SU HISTORIA, en Observatorio Social de América Latina,
CLACSO. Año IV, Nº 10, Enero, Abril 2003.Buenos Aires, Argentina.
Solón, Pablo, 2003. RADIOGRAFIA DE UN FEBRERO, en Observatorio
Social de América Latina, CLACSO. Año IV, Nº 10, Enero, Abril
2003.Buenos Aires, Argentina.
Orduna, Víctor, 2003. LA LEVEDAD DE LA MUERTE SEGÚN LA OEA.
SEMANARIO PULSO, 16-22 de Mayo, 2003. La Paz, Bolivia
Valenzuela, José, 2003. Alianza Social Continental. Informe de la
Misión Internacional contra la Impunidad en Bolivia.
Informe sobre los Hechos de Febrero del 2003 en Bolivia. Informe
preparado por la Secretaría General de la OEA, Mayo – 2003.
* Elizabeth Peredo. Fundación Solón.
https://www.alainet.org/es/active/5625?language=es
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