Una propuesta audaz para enfrentar el problema histórico de la exclusión

La Misión Vivienda

29/04/2012
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El proceso de ruptura y transformación social que vive Venezuela es sin lugar a dudas una revolución desde abajo, no desde las élites; este proceso ha sido capaz de construir un sujeto histórico nacional popular expresado en poder popular movilizado, son muchas las pruebas que nos permiten afirmar lo anterior.
 
 
La primera prueba histórica del protagonismo popular, fue el levantamiento del 27 de febrero de 1989, este hito significó la ruptura con el sistema político imperante y se configuró como hecho instituyente de un ciclo de revolución. La segunda fueron los levantamientos cívico-militares de febrero 4 y noviembre 27 de 1992, allí la oficialidad popular constituida en vanguardia política, lee la urgencia de postular una opción de poder frente a la atmósfera abierta por el Caracazo y se alza a tomar el cielo.
 
El desenlace de la trama de los levantamientos cívico-militares, recibidos con la simpatía popular, han mostrado con claridad, que no se trató de un “putch” aislado, que no fue un “golpe”, fue un trueno insurreccional muy ligado a las representaciones colectivas de resistencia y disputa política presentes ya en las mentalidades del sujeto popular.
 
Durante toda la década del 90 el protagonismo popular se vuelve a hacer presente en el ciclo constituyente que se desarrolló, el cual se expresó como una gran movilización y producción de pensamiento estratégico que se sintetizó para el 96 en la agenda bolivariana para el cambio.
 
Y la ola popular vuelve a expresarse en las elecciones de 1998 que lleva a Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, lo lleva allí, al gobierno, como una creación popular, este nuevo líder, como expresión de un programa de sociedad y de la voluntad popular, superaba la historia nacional cesarista, donde el tirano autoritario era producto de la representación subconsciente nacional del miedo a la libertad, de la necesidad de un padre que todo lo resolviera.
 
 
En los trágicos hechos de Abril del 2002, en el marco del golpe agenciado y realizado por la “oposición democrática”, el poder popular se hace calle y sin la claridad del destino sufrido por Hugo Chávez, su líder, se lanza a la conquista de un proyecto colectivo, a la recuperación del hilo constitucional y la vigencia de la constitución bolivariana. No estaba Hugo Chávez, pero el pueblo se desborda, se moviliza ligado a las corrientes nacionales revolucionarias presentes en las fuerzas armadas y retoma el poder, retoma el centro político, lugar en el que hoy como pueblo sigue presente.
 
El sujeto popular, hecho revolución, no podría tener un saldo menor en término de realizaciones sociales que la reducción estructural de la pobreza, la desigualdad, así como la realización de una política de educación, salud y pensiones garantista construida desde el enfoque de derechos.
 
Por eso también, en el marco de la grave crisis climática y los miles de hogares que perdieron su vivienda, encontraron por parte de presidente Chávez una respuesta descomunal y de estado, encontraron la creación de la Misión Vivienda.
 
Analistas opositores se escandalizaron cuando el presidente trasladó a un grupo de damnificados a Miraflores, a los ministerios y a Fuerte Tiuna; pero su alarma no era precisamente por la alteración de la rígida estética del espacio institucional, por la alteración del ritmo de la función pública. Su alarma era por la renovación de la alianza entre el sujeto militar nacional revolucionario y lo popular, su alarma era porque el pueblo seguía en el centro de la vida política; pero no en el centro simbólico, sino en el centro material de la escena social venezolana, no otra cosa representa este grupo de desplazados llevados para su protección a los iconos del poder como son Miraflores y Fuerte Tiuna.
 
No había comenzado la ejecución de la Misión Vivienda, apenas estaba en sus primeros meses de diseño y ya la derecha y los escépticos, gritaban al viento que sería imposible, que era una locura, que jamás se había visto, que de nuevo el populismo Chavista quería regalarlo todo, como si no fuera el pueblo en su lucha de profundidad quien lo ha arrebatado todo, se lo ha ganado todo.
 
En su primer año de existencia, durante el 2011, según cifras del ministerio de vivienda y Hábitat, la Misión Vivienda Venezuela alcanzó la construcción de 146.718 viviendas y durante este año 2012 ha alcanzado la construcción de 35.792 casas y apartamentos, cifra que sumada con las del año pasado, constituye 52,15% de la meta pautada para los años 2011 y 2012, es decir, 350.000 casas.
 
El efecto de la misión en la economía, no se ha hecho esperar, con un importante impacto del sector construcción y vivienda, el Producto Interno Bruto (PIB) creció 4,9% durante el último trimestre del 2011, para terminar el año con un crecimiento general del PIB de 4,2%, con respecto al 2010. El Banco Central de Venezuela señala el importante impulso del sector construcción, el cual para el tercer trimestre de 2011 creció 10.9% y 12.8 en el cuarto trimestre, representando un crecimiento de 4.8% al año para el sector.
 
Los datos son claros y demuestran el éxito de la Misión Vivienda. Aunque quieran negarlo es tan evidente su avance que más del 80% de los venezolanos la valoran positivamente.
 
Esta propuesta audaz de la revolución es el único camino que superando las relaciones mercantiles de exclusión y dominación podrá resolver el problema estructural de la vivienda.
 
La Misión Vivienda es una clara muestra que solo dentro de la revolución lograremos la construcción de una sociedad justa e incluyente.
 
Solo en socialismo la vivienda deja de ser vista como una mera mercancía para convertirse en un derecho.
 
- Jesse Chacón, Director de GISXXI
 
22 abril, 2012
 
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