Realidad Indígena en Chile:
Distintas Miradas, Desafíos Pendientes
12/08/2003
- Opinión
En el mes de julio pasado fuimos testigos de varios hechos de importancia
relativos a la situación y derechos de los pueblos indígenas en Chile, en
especial el pueblo mapuche en el sur del país. Tales hechos estuvieron
constituidos por el Informe sobre "el conflicto mapuche en relación al orden
público y seguridad ciudadana en determinadas regiones" (Bío Bío y la
Araucanía) dado a conocer por la Comisión de Constitución, Legislación y
Justicia del Senado; la realización en Temuco del Seminario Internacional
sobre Derechos Humanos y Pueblos Indígenas: Tendencias Internacionales y
Realidad Local, encuentro organizado por el Instituto de Estudios Indígenas
de la Universidad de la Frontera que contara con la participación de más de
quinientas personas, entre ellas representantes de entidades publicas,
funcionarios del Ministerio Publico, parlamentarios, académicos y
representantes indígenas de Chile y del extranjero; y la visita al país, en
misión oficial, del Relator Especial de la ONU Rodolfo Stavenhagen.
El Informe de la Comisión del Senado
En el Informe de la Comisión del Senado, los Senadores Aburto, Espina,
Chadwick y Silva que suscribieron el voto de mayoría, sostienen con
precupación que el denominado "conflicto mapuche" que hoy se verifica en el
sur del país constituye una "... grave alteración a la vigencia del
principio de la seguridad jurídica en las regiones del Bío Bío y La
Araucanía." A juicio de ellos, tal conflicto se habría generado a raíz de
"...las acciones reiteradas de violencia cometidas por algunas organizaciones
mapuches en perjuicio de sus habitantes, particularmente en las zonas
rurales, quienes viven atemorizados de ser víctimas de hechos delictuales de
igual naturaleza, sin contar con el amparo oportuno que les garantice su
seguridad y la protección de sus familias".
Según los mismos senadores tales "acciones violentistas", las que incluirían
"...atentados en contra de la vida e integridad física de las personas,
incendios, destrucción de inmuebles, robo de maderas, tala de bosques, etc.",
que se habrían iniciado a mediados de los 90, "...han suscitado un grave
problema de orden público y seguridad ciudadana, fundamentalmente en las
zonas rurales".
Para estos parlamentarios los hechos referidos no tienen justificación alguna
dada "...la protección legal brindada a los indígenas, a sus Comunidades y a
sus tierras, el reconocimiento de las raíces históricas de los problemas que
los aquejan, la suscripción de instrumentos internacionales que les reconocen
derechos específicos y la disposición del constituyente de elevar al rango
constitucional el reconocimiento y la protección legal recién referida...".
Se desprende de la opinión de los senadores antes mencionados que se está en
presencia de un conflicto provocado por los indígenas (por ello se le llama
"conflicto mapuche", como si en este conflicto no hubiese otra u otras partes
involucradas); que el Estado y la sociedad chilena no tienen ninguna
responsabilidad alguna en él, dado que han adoptado las medidas jurídicas y
políticas tendientes a enfrentarlo; y que ante la situación de inseguridad
jurídica que este crearía en las regiones aludidas, las autoridades de
gobierno deberían actuar con mayor rigor, garantizando la protección de los
bienes jurídicos amenazados.
Se debe consignar, sin embargo, que en el Informe del Senado se da cuenta de
la existencia de un voto de minoría, suscrito por los senadores Moreno y
Viera Gallo, quienes hacen ver las complejidades de la situación existente en
estas regiones, situación que estaría vinculada "...a reclamaciones
políticas, histórico-culturales y económico-sociales..." de los mapuche.
Reconocen además que "...la sociedad chilena no ha actuado acertadamente para
integrar al país a esta etnia, que es mayoritaria dentro de los pueblos
indígenas, por lo que no se puede considerar solo como solución al conflicto
la represión de las acciones ilícitas sino que, de modo prioritario, deben
atenderse las demandas de las comunidades indígenas".
Finalmente sostienen que la negativa de parte de algunos senadores de
reconocer a los pueblos indígenas como colectivo en la Carta Magna y el hecho
que a la fecha no se haya completado la tramitación del Convenio 169 de la
OIT sobre pueblos indígenas, hacen más complejo el adecuado enfrentamiento de
este tema.
Derechos Humanos y Pueblos Indígenas
Igualmente relevante para el tema que nos preocupa, tanto por la masividad y
amplitud de su concurrencia, como por la consistencia de los análisis y
reflexiones que en el se hicieron, fue el seminario sobre derechos indígenas
convocado por el Instituto de Estudios Indígenas en Temuco. Las opiniones
que allí se manifestaron sobre la situación que hoy viven los pueblos
indígenas en Chile, así como sobre su compleja relación con el Estado y la
sociedad chilena, fueron en general muy distintas a las del voto de mayoría
del Informe de la Comisión del Senado.
Salvo contadas excepciones, la gran mayoría de los casi 60 ponentes que
abordaron la situación de los pueblos indígenas en Chile (otras 30 ponencias
trataron sobre las tendencias del derecho comparado en la materia y sobre la
situación de los derechos indígenas en distintos países de América Latina y
de Norte América), así como quienes participaron del debate que allí tuvo
lugar, constataron los múltiples obstáculos que hoy dificultan en el país el
ejercicio por parte de los indígenas de sus derechos humanos y libertades
fundamentales, así como el desconocimiento de aquellos derechos de carácter
colectivo que les corresponden como pueblos que hoy les son reconocidos por
el derecho internacional.
En efecto, en las ponencias de estudiosos, intelectuales y representantes de
organizaciones indígenas, si bien se valoró los avances de la política
desarrollada por el Estado en materia indígena, en especial la política de
regularización de la tenencia de las tierras indígenas y de ampliación de su
cabida a través del Fondo de Tierras de CONADI, se dio cuenta de los graves
problemas que hoy día enfrentan los indígenas y sus comunidades a lo largo
del país, y en especial, al sur del Bío Bío.
Entre estos problemas se destacaron en el seminario la discriminación de que
son objeto los indígenas en distintas esferas, discriminación que los
convierte, en la práctica, en ciudadanos de segunda categoría en relación a
los no indígenas. Ello se evidencia en el plano económico, donde las
estadísticas sitúan a la población indígena como aquella con mayores niveles
de pobreza y vulnerabilidad; en el ámbito político, donde los indígenas no
tienen una representación adecuada en las instancias que toman decisiones
sobre materias que les conciernen; y en el ámbito cultural, dada la
insuficiente valoración de las lenguas y demás manifestaciones culturales
indígenas, y la inexistencia de espacios para su desarrollo.
Los problemas que les afectan en relación a la seguridad en la tenencia de
sus tierras ancestrales también fueron relevados en este seminario. Las
dificultades para obtener el reconocimiento en forma colectiva ? de acuerdo a
sus propias tradiciones- de aquellas tierras que consideran les pertenecen,
tanto en razón de posesión ancestral, como en razón de títulos coloniales
(los parlamentos en el caso de los mapuche y los títulos virreinales en el
caso de los aymara y atacamenos) y de títulos republicanos (títulos de merced
y de comisario, títulos de reforma agraria en el caso de los mapuche, el
tratado de anexión de Isla de Pascua a Chile en el caso de los rapa nui,
títulos de compraventa inscritos en el caso de los aymara y atacameños)
fueron denunciadas con argumentos sólidos en este evento.
Las graves implicancias que para los indígenas tiene el desconocimiento de
sus derechos sobre los recursos naturales que se encuentran en sus tierras
(el agua, los recursos marinos y lacustres, etc. los recursos del subsuelo,
entre otros) en el contexto de una economía abierta, como la chilena, que
promueve la inversión a capitales privados para su explotación, también fue
señalada por los participantes.
La represión de la que son objeto los indígenas, en particular los mapuche,
cuando desarrollan acciones tendientes a hacer valer sus derechos sobre las
tierras y recursos naturales que consideran les pertenecen y les han sido
usurpados, en especial frente a proyectos de inversión que hoy se impulsan en
sus territorios, fue objeto de análisis por muchos participantes.
Relacionado con lo anterior, otro fenómeno constatado con preocupación en el
seminario fue el de la criminalización de un conflicto que, dada su
naturaleza étnica y cultural (se refiere en última instancia a la
distribución de derechos entre pueblos diferenciados que habitan en un mismo
territorio), debe ser resuelto a través de mecanismos político- jurídicos y
no judiciales como en Chile ocurre. También vinculado a lo anterior, se
constata la vulneración del derecho al debido proceso de los indígenas cuando
las autoridades y el Ministerio Publico solicitan indiscriminadamente ? y
obtienen - la aplicación de leyes de excepción como la Ley Antiterrorista y
la Ley de Seguridad Interior del Estado que restringen severamente los
derechos procesales de los imputados.
Finalmente, la inexistencia de un marco normativo que reconozca a los pueblos
indígenas como tales, así como su derecho a decidir sus propias prioridades
de acuerdo a sus propias cosmovisiones y sistemas normativos, también fue
destacada en el evento. Ello en contraste con lo ocurrido en los últimos
años en otros contextos de América Latina y Norte América, donde no obstante
los problemas que los pueblos indígenas enfrentan, se han dado pasos
significativos en la reforma de los Estados, permitiendo a estos pueblos el
ejercicio de importantes derechos participatorios (consulta y representación
en órganos de decisión), políticos (autonomía, reconocimiento de sistemas
normativos, etc) y territoriales ( tierra y recursos naturales) que han
permitido superar, al menos en parte, los conflictos como los que hoy existen
en nuestro país.
A diferencia del voto de mayoría del Informe del Senado antes aludido, los
análisis y reflexiones vertidos en este Seminario no solo nos permiten
entender el porque de los conflicto que hoy se verifican en el país entre los
pueblos indígenas, el Estado y la sociedad chilena, sino también nos entregan
luces de por donde debe avanzarse en su superación.
La visión del Relator Especial de la ONU
Cuando existen visiones tan antagónicas, a veces excluyentes, como la
contenida en el voto de mayoría del Informe del Senado y la expresada de una
manera tan categórica por la mayor parte de los participantes en el Seminario
del Instituto de Estudios Indígenas, resulta relevante considerar la
perspectiva de un tercero imparcial, que con una mirada desde fuera, nos
pueda ayudar a entender la compleja relación que hoy se vive entre el Estado
y los pueblos indígenas en Chile. Es allí donde la visita del Relator
Especial de Naciones Unidas sobre los Derechos Indígenas Rodolfo Stavenhagen
adquiere relevancia.
Tal como fue señalado, el Relator vino invitado por el Estado chileno, y
también por las organizaciones representativas de los pueblos indígenas, para
observar la realidad indígena en el país desde la óptica que es propia de su
mandato: la de los derechos humanos y libertades fundamentales. Luego de
recorrer al país y de escuchar a distintos sectores gubernamentales y no
gubernamentales, indígenas, empresariales, académicos (el relator también
asistió al seminario convocado por el Instituto de Estudios Indígenas), entre
otros, nos dejo, antes de partir, un comunicado conteniendo algunas
consideraciones y reflexiones (preliminares por cuanto debe emitir un Informe
de su visita) que cabe reseñar aquí.
En su comunicado el Relator constata que, no obstante que "...en el
transcurso de los últimos diez años se han producido avances importantes en
Chile en materia de reconocimiento de la diversidad cultural y étnica, como
la adopción de la Ley Indígena en 1993 y la creación de la CONADI, todavía
existen y persisten grandes retos a los que debe enfrentarse el país para
conseguir que este reconocimiento sea efectivo y pleno".
En materia de derechos de los indígenas a la tierra y al territorio, el
Relator manifiesta su preocupación por las restricciones de la política de
tierras del Estado. De acuerdo a la información por el recabada, esta
política no se habría extendido a todas la áreas indígenas y no preve "...
la restitución a las comunidades de tierras que anteriormente fueron de
propiedad y uso comunal, sino solamente la constitución de la propiedad
privada individual, lo cual tiende a debilitar los vínculos sociales entre
los miembros de dichas comunidades y no satisface las condiciones culturales
de las comunidades".
Manifiesta también su preocupación por las complejidades que reviste "...el
acceso a los recursos del subsuelo y otros, como son el agua y los recursos
del mar. Las distintas leyes sectoriales facilitan y protegen la inscripción
de derechos de propiedad privados sobre recursos que tradicionalmente han
sido propios de las comunidades indígenas." Ejemplifica esta compleja
situación en el caso del derecho a acceder al agua de los aymara, y de las
dificultades que experimentan los mapuche lafkenche para acceder a los
recursos del borde costero.
En esta materia llama la atención sobre el caso de Ralco al señalar:
?Tal vez el caso más emblemático de estos procesos ha sido la construcción de
la central hidroeléctrica de Ralco en el Alto Bio-Bio, que ha conllevado el
desplazamiento de docenas de familias pehuenche fuera de su habitat
tradicional. Debido a faltas en el origen y diseño del proyecto desde el
punto de vista de los derechos de los pueblos indígenas, los afectados
resultaron ser víctimas de un proceso que los rebasa, en vez de constituir
parte de un cambio que les beneficia con el resto del país. La solución a
esta compleja problemática debe buscarse no solamente por la via de los
tribunales sino principalmente por la del diálogo y del consenso, en el marco
del respeto estricto de los derechos humanos de las comunidades indígenas
afectadas".
El Relator expresa también su preocupación "...ante las situaciones de
privación de libertad en la que se encuentran algunos líderes mapuches y la
aplicación de leyes sectoriales que permiten, entre otros, largos periodos de
detención con las consabidas consecuencias en el disfrute de los derechos
humanos de los afectados".
Finalmente el Relator, manifiesta "...la necesidad del reconocimiento
constitucional de los pueblos originarios de Chile y la pronta ratificación
del Convenio 169 de la OIT..." agregando que "...estos pasos son vistos por
las comunidades indígenas como esenciales si se quiere solucionar de una
forma efectiva los problemas de derechos humanos a los que se enfrentan las
comunidades originarias del país".
En síntesis, el Relator nos dice, en el lenguaje de las Naciones Unidas, que
en materia de derechos indígenas el Estado y la sociedad chilena tienes
serias falencias, y que tenemos por delante un largo camino que recorrer para
abordar de un modo adecuado nuestra relación con los pueblos indígenas que
aquí habitan.
A diferencia de lo que nos proponen los parlamentarios que suscribieron el
voto de mayoría de la Comisión del Senado, el Relator nos plantea que la
solución a ésta compleja problemática, no debe buscarse solo por la via de
los tribunales, sino por la via del dialogo, del consenso y del respeto por
los derechos humanos. Más aun, insiste en la necesidad de realizar reformas
al ordenamiento jurídico "las mismas que hasta ahora han sido rechazadas por
los parlamentarios que suscriben el voto de mayoría del informe del Senado" a
objeto de dar acogida a los derechos que corresponden a los pueblos
indígenas.
Si queremos abrir un dialogo real que permita abordar de una manera profunda
y duradera los problemas de relación hoy existentes entre los pueblos
indígenas y el Estado y la sociedad chilena, no podemos seguir atrincherados
en posiciones cerradas. Debemos abrirnos a la opinión del otro, en
particular la de los pueblos indígenas. Debemos escuchar además la opinión y
propuestas de terceros con la autoridad del Relator Especial de la ONU, quien
con su mirada externa e inspirada en los derechos fundamentales en los que
todos decimos adherir, nos hace ver realidades para muchos imperceptibles.
Sino lo hacemos, no estaremos asumiendo en forma adecuada nuestra
responsabilidad en la superación de los conflictos interétnicos que hoy
existen en Chile.
* José Aylwin es Coordinador del Programa de Derechos Indígenas, Instituto de
Estudios Indígenas, de la Universidad de la Frontera de Temuco.
https://www.alainet.org/es/active/5431
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