Romero esta resucitado, ¿el pueblo resucitará?
- Opinión
El Salvador vive un momento histórico: 20 años después de los acuerdos que terminaron la guerra política de los años 80 (que tuvo mas de 80 mil muertos), el país esta frente a la posibilidad de un “acuerdo”, que abra el camino hacia la tan ansiada paz social.
La histórica confrontación entre las dos principales pandillas del país,
Esta realidad no es poca cosa: todos nos sentimos felices con la disminución de la violencia, nadie de buen corazón podría estar en contra de eso. Cada persona que no es asesinado, es una vela menos, una destrucción familiar menos, menos huérfanos, menos pobreza, menos dolor, menos odio, menos locura, menos enfrentamiento… cada persona muerta menos, es una persona viva mas. Esto lo celebramos y agradecemos…
Pero la verdad debe ser dicha. El proceso que ha llevado a esta drástica disminución de la violencia no es nada claro: el día 14 de Marzo el diario digital Elfaro.net asegura que existió una negociación entre gobierno y pandillas, que dio mejores condiciones a los pandilleros y sus traslados, a cambio de una disminución en los homicidios, que el Ministro de Seguridad (Mungia Pages) no había logrado hasta el momento.
Esta noticia generó un gran revuelo y desconcierto, y fue negada oficialmente por el ministro de seguridad el día 16, que argumento los traslados por motivos humanitarios y de seguridad. Luego de esto, dos sucesos parecieron aclarar la escena: un comunicado conjunto de los líderes de las dos pandillas, en las que afirman, entre otros cosas, que no han negociado con el gobierno (ni quieren hacerlo), sino mas bien que se trata de un pacto entre las pandillas enemigas. Al mismo tiempo
Esta versión, ha sido confirmado por los dos grandes lideres de las pandillas: el Viejo Lim (Mara 18) ahora alojado en al prisión de Cojutepeque y El Diablo (Mara Salvatrucha) ahora en la prisión de Ciudad Barrios. Ambos han confirmado a periodistas de elsalvador.com esta información, y se presentan imágenes de los líderes con este comunicado en mano.
Luego de mirar los sucesos de este momento histórico, es necesario recordar a Monseñor Romero en el día de su martirio, para que el pueda iluminarnos:
-La fe, fuerza para lograr la paz: Romero creía en la paz, en un contexto tan complicado como el actual. El creyó y dejo su vida en ese intento. El Salvador es un país profundamente creyente, pero profundamente violento. Esta puerta que se abre para re-construir la paz perdida, es una exigencia para todos los creyentes en Jesús, es un mandato que nos reclama compromiso para abrazar a los miles de victimas de este proceso y un corazón misericordioso, para andar el largo camino de la reconciliación con justicia (el comunicado de las pandillas en ningún momento habla de amnistías, punto que seria una gran diferencia con los acuerdos de paz de 1992, sino de trato humano, cambios sociales y económicos inclusivos y re-inserción con oportunidades para los jóvenes).
- Estamos en democracia, no en una teocracia: hace 32 años, Romero era asesinado por decir la verdad con todas las letras. Debido a la ambigüedad de las palabras de tono “religioso” utilizadas por Mons. Colindres para hablar de lo sucedido (como milagro o conversión) y a la falta de datos específicos, resulta urgente que se haga de conocimiento público el proceso que ha llevado a este pacto (¿o negociación?). La verdad debe conocerse, para iniciar el proceso de reconciliación que es necesario después de la gran cantidad de victimas que este proceso ha tenido. No puede hablarse de milagro y conversión nada mas, se debe transparentar el proceso, para de esta manera hacer una convocatoria a toda la sociedad a ser participe de esta paz, que es una solución colectiva y no fruto de un milagro o exorcismo (como le gusta hacer a Mons. Colindres).
Queda todavía a esta altura el margen de la duda, de pensar que
Esta es una posibilidad: que
Que Monseñor Romero, abogado de las víctimas de todo tiempo, mártir por la paz y la libertad de este pueblo, traiga luz y verdad a esta hora histórica, para que todos seamos testigos no solo de su resurrección en el pueblo, sino de la resurrección de todo el pueblo.
“Este pueblo aprenderá a sonreír, ser verdaderamente alegre, cuando se realice una verdadera transformación” Homilía del 16 de Diciembre de 1979
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