2012: Año Internacional de las Cooperativas
- Opinión
En un importante reconocimiento para el movimiento cooperativo,
El año 2011 sin embargo no fue el más propicio como para augurar políticas públicas consistentes con el espíritu de las recomendaciones de Naciones Unidas. Tres casos latinoamericanos sucedidos en el correr de este año dejan algunas enseñanzas útiles acerca de cuál es el tratamiento al sector solidario de la economía por parte de diferentes Gobiernos.
El primero de ellos ocurrió en Brasil. A comienzos de año el Congreso Nacional propuso un proyecto de ley (PL 865) creando una Secretaría Especial de Micro y Pequeña Empresa, donde se reubicaría a
El segundo de ellos es más actual. En el mes de Agosto el Poder Ejecutivo de Perú le remite al Congreso Nacional dos proyectos de ley que derogan anteriores leyes dirigidas al sector cooperativista, donde se reconocía el “Acto Cooperativo” y por lo tanto la naturaleza distinta de las cooperativas respecto a las empresas mercantiles. Como ha sucedido tantas veces en los últimos años en todos nuestros países, bajo el argumento de la equidad tributaria, y con el velado propósito de actuar a favor de las grandes corporaciones, se pretende tratar iguales a los diferentes, generándose un tratamiento injusto para con las cooperativas. Las intensas movilizaciones del mes de Noviembre llevaron a que el flamante gobierno de Ollanta Humala debiera retirar las referidas propuestas legislativas. Al igual que en el anterior caso, la propuesta inicial del Gobierno deja en evidencia la falta de conocimiento acerca de la identidad de las empresas cooperativistas.
El tercer caso corresponde a Colombia.
Llegado a este punto deberíamos preguntarnos si nuestros Gobiernos están maduros para dar cuenta de las recomendaciones formuladas por las Naciones Unidas. A juzgar por los tres casos analizados, gobiernos de distintos colores políticos parecen desconocer la identidad del sector y la racionalidad con la que operan sus organizaciones cooperativistas. Al querer equiparar las economías solidarias con las micro y pequeñas empresas, se pierde de vista que el sector solidario puede dar lugar a organizaciones de diferente tamaño, pero por sobre todas las cosas, se parte de la base de considerar a las organizaciones solidarias como expresiones más vinculadas al micro emprendimiento antes que a expresiones alternativas en el plano socioeconómico. Al querer equiparar a las empresas cooperativas con las empresas mercantiles, subyace la idea que todos los formatos empresariales y todos los eventuales sectores de la economía deben tratarse en igualdad de condiciones, dejando al Estado sin la potestad de definir algunas racionalidades e instrumentos como más virtuosos que otros. Finalmente, al subsumir las funciones de promoción y desarrollo de una economía solidaria a un Ministerio temático en particular, terminamos por reducir su papel, que en todo caso debe ser de coordinación con las diferentes áreas de gobierno para propender a generalizar la cooperación, solidaridad y participación democrática en el marco de una política de desarrollo socioeconómico que le resulte coherente.
Es cierto que en 2011 hubo avances en el continente, guiados por el espíritu de
Tanto los avances legislativos así como las propuestas que generan un retroceso en la comprensión pública del cooperativismo y otras formas económicas solidarias, deben configurar un punto de partida para que 2012 sea un año de reflexión más comprometida acerca del rol que las economías solidarias juegan para el necesario cambio social.
- Pablo Guerra es Doctor en Sociología. Profesor e Investigador Universidad de
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